El Lenguaje del Cielo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Creación
Una parte de la serie Summer Psalms
Traducción por Maria del Carmen Zanassi
Salmos de Verano
Mensaje Vespertino del domingo
Salmo 19 (LBLA)
Los cielos proclaman la gloria de Dios
y la expansión anuncia la obra de sus manos
Un día transmite el mensaje al otro día,
y una noche a la otra noche revela sabiduría.
No hay mensaje, no hay palabras;
no se oye su voz.
Mas por toda la tierra salió su voz,
y hasta los confines del mundo sus palabras.
En ellos puso una tienda para el sol,
Y este, como un esposo que sale de su alcoba,
se regocija cual hombre fuerte al correr su carrera.
De un extremo de los cielos es su salida,
y su curso hasta el otro extremo de ellos;
y nada hay que se esconda de su calor.
Los versículos 1-4 son muy diferentes de los versículos 5 y 6. De hecho, los versículos 5 y 6 son tan diferentes que me atrajeron de una forma irresistible a hacer algo más que simplemente explicarlos. Pero nos estamos apresurando. Miremos primero los versículos 1-4, para ver si podemos profundizar el enfoque de la visión de David. Esto se aclaró totalmente para mí cuando detecté cuatro observaciones que hizo David.
Contenido |
La Naturaleza Habla Constantemente
1 Primero, del versículo 2: “Un día transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría”. Simplemente, la observación es que el conocimiento proviene de la naturaleza, día y noche. En la noche, el cielo nocturno habla. Durante el día, habla el cielo diurno. O para ser más preciso, el mensaje fluye. La naturaleza no susurra - grita, y grita continuamente. Todos estábamos sorprendidos con cinerama cuando la pantalla curva daba esa impresión tan vívida. Y ahora se puede caminar por el Omni-teatro del Museo de Ciencia de St. Paul y oír todos los uuuuhs y ahhhhs, a medida que la gente se reclina y se ve envuelta en una pantalla abovedada, y luego una hora después, salen a una bóveda y a un drama tridimensional diez millones de veces más grande, más impredecible y lleno de suspenso, pero no se escucha exclamación alguna. ¿Por qué?
Clyde Kilby, un profesor de literatura de Wheaton, dio esta respuesta:
No hay manera de que la caída del hombre pueda sentirse con más fuerza que simplemente al notar lo que todos hacemos con la primera nevada o los primeros brotes de primavera. El lunes, nos llenan de placer y de sentido y el martes, simplemente los ignoramos. No hay ninguna cantidad de gritos diciéndonos que esto está mal que pueda cambiar este hecho durante mucho tiempo . . . Solo algún poder estético que sea parecido a la misma creatividad de Dios tiene la capacidad de renovarnos, regalándonos el poder de ver.
Él piensa que la razón por la cual le prestamos poca atención al omni-teatro de Dios es porque somos criaturas inmorales y pecadoras. Y estoy de acuerdo, porque no puedo imaginar que los ángeles en el Cielo se cansen de la belleza de Dios o que Dios mismo se aburra de la belleza de su Hijo. En el Cielo hay una energía siempre renovada de percepción y gozo. Pero, el hombre pecador está plagado del proverbio “La confianza hace perder el respeto”.
Seguramente, la redención significa que nos vamos a liberar de ese proverbio. Si no, no existiría el Cielo, sino un infierno de creciente desprecio. Y como nuestra redención ha comenzado en esta era, los cristianos tenemos que ver mejor, más que la gente en general, el conocimiento que fluye cada día y cada noche. Tenemos que ser la clase de personas que sale de casa en la mañana con la misma sensación de suspenso y expectativa con la que entramos a ver un nuevo espectáculo en el Omni-teatro.
Visual, No Verbal
2 La segunda observación de David que quiero que veamos está en el versículo 3: “No hay mensaje, no hay palabras; no se oye su voz”. En otras palabras, el conocimiento que fluye día y noche es visual, no verbal. Sabemos, por el versículo 7 y los que siguen, que a David le encantaba la revelación verbal de Dios, por lo tanto no está menospreciando eso. Pero también se deleita en la revelación visual de Dios y la menciona primero porque se completa con la verbal y también porque aparece primero, no solo en el orden de la creación (Dios hizo las cosas para el hombre antes de hablarle), sino también en el orden de cada vida (un niño aprende mirando el mundo antes de que pueda entender el lenguaje).
En la actualidad, nos dicen que vivimos en una era visual en vez de verbal. La gente necesita imágenes no conferencias. La televisión y el cine han conspirado para que estemos desencantarnos del razonamiento y enamorarnos con películas. Esto es generalmente cierto, creo, pero en parte es engañoso. Han debilitado nuestras mentes, pero no estoy seguro de que hayan fortalecido nuestros ojos. Que estemos condicionados a ansiar hacer algo no significa que seamos mejores en eso. Sin lugar a dudas, ansiamos y dependemos de lo visual, pero dudo que seamos mejores en observar que nuestros antepasados.
Al menos, hay dos maneras de ver: una es pasiva y la otra es activa. Ver de forma activa es interpretar lo que se mira, proyectándolo con nuestra mente para buscar el sentido – no necesariamente el sentido verbal – sino todo el patrón y el diseño que el artista (ya sea Dios o el hombre) planificó. Cuando los ojos expertos miran el Pablo en Prisión, de Rembrandt, ven más que lo que pueden ver los ojos que no están capacitados, porque estos últimos son activos e interpretan, mientras que los ojos inexpertos son pasivos.
Mi sospecha es que la televisión en general no entrena el ver de manera activa, sino que incentiva el mirar pasivamente. Nadie va al Instituto de Arte de Minneapolis para mirar una pintura; uno va a ver, a observar, a examinar. Pero, uno va a la casa a mirar T.V. Por consiguiente, no me siento muy incentivado por nuestra cultura, porque aunque hoy dependemos de lo visual, no creo que visualmente seamos más agudos y perceptivos. Nuestra habilidad para ver de manera activa no es mejor, quizás sea más débil, que en los tiempos previos a la T.V.
La conclusión de esto es que todos tenemos un largo camino que recorrer para convertirnos en más expertos en notar la expresión sin voz de la naturaleza. Tenemos que ponernos en acción para formar los hábitos de ver activamente más que mirar pasivamente. Luego, más sobre cómo hacer esto.
Disponible para Todos
3 La tercera observación que quiero que veamos está en el versículo 4: “Mas por toda la tierra salió su voz, y hasta los confines del mundo sus palabras”. En otras palabras, el conocimiento sin voz, que fluye en días y noches, está disponible para todos los que en la tierra no son físicamente ciegos. Este no es un conocimiento privado o secreto. La luna que ven esta noche es la misma luna que brilla en Shanghái, Moscú o Londres. Y no solo eso, es la misma luna que Shakespeare miraba cuando escribió algunos de sus sonetos. La naturaleza es un lenguaje trans -geográfico y trans-temporal. El resultado de esto es que se puede hacer responsable a todos los hombres por reconocer la verdad de lo que la naturaleza comunica. ¿Qué comunica la naturaleza?
Haciendo Conocer la Gloria de Dios
4 Esto nos lleva a la observación número 4, que se encuentra en el versículo 1: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos”. El conocimiento visual, sin voz, universalmente disponible, es que detrás de todo eso hay un Dios glorioso como creador del mundo. El mundo es la obra de sus manos y Él es glorioso. De esto aprendí tres cosas. Primero, la naturaleza nos debe llevar a creer en Dios y su gloria como creador, por consiguiente, todo hombre que pueda percibir la naturaleza es responsable de honrar a Dios y agradecerle. Romanos 1:19-20 dice: “Lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa”.
Si no tuviera el testimonio de las Escrituras y la evidencia histórica de la vida y resurrección de Jesús, no sé si la naturaleza sería un argumento suficiente para hacerme creer en Dios. Pero, creo que en mis momentos más lúcidos y racionales, la existencia de personas conscientes, la razón, y la existencia de un plan de la naturaleza tan complejo y ordenado podrían dar un testimonio abrumador de un creador personal y sensato detrás del universo. Tenemos que estar contentos de que tenemos la revelación histórica y verbal de Dios, porque la mayoría de nosotros seríamos demasiado tercos, creo, como para reconocer a Dios a través de la naturaleza solamente.
Lo segundo que me ha mostrado el versículo 1 es, que incluso aunque creamos en Dios, es la naturaleza la que nos posibilita conocer realmente algunos de sus atributos. C.S.Lewis (a quien todos ustedes deberían leer) lo dice de esta manera:
La naturaleza nunca me enseñó que existe un Dios de gloria y majestad infinitas. Tuve que aprenderlo de otras maneras. Pero, la naturaleza me dio un significado de la palabra gloria. Aún no sé dónde más podría haberlo encontrado. No veo (tampoco) como el 'temor' de Dios podría haber significado algo más para mí que no fuera los esfuerzos más mínimos y prudenciales para sentirme a salvo, si no hubiera visto nunca los ominosos barrancos y los peñascos inaccesibles”. (Los Cuatro Amores, Capítulo 2).
En cuanto a mí, creo que puedo decir que nunca sentí realmente lo que significaba amar a Dios hasta que tuve la experiencia de deleitarme con algún impresionante fenómeno natural – el cielo en la noche, una cascada en el bosque de una montaña y un amanecer a través de la bruma de los Montes Apalaches. Creo que la naturaleza es la preparatoria de nuestros afectos, preparándolos para deleitarse en Dios.
Lo tercero que hizo para mí el versículo 1 es darme un sentido profundo de la eternidad de Dios. Si Dios hizo el universo, entonces hubo un tiempo en el que solo existía Dios. Eso en sí mismo, comienza a asombrar mi mente, estoy tentado de decir que, aparte de Dios, no existía nada. Pero, eso puede crear la imagen de un gran espacio con Dios solo en el medio. Pero, todo eso es equivocado. Alguna vez, únicamente Dios existía. Dios era todo lo que había. No había lugar para nada más, ni siquiera para la nada, porque todo lo que existía era Dios.
Luego, doy un paso más y me doy cuenta que este Dios nunca tuvo un comienzo. Nunca nació. El efecto que tiene en mí es hacerme temblar ante su naturaleza. Cada aspecto de nuestra naturaleza o personalidad se puede explicar como resultado de una característica genética o del medio ambiente o de una influencia espiritual. Uno se convierte en la persona que es. Crece, aprende, cambia y madura. Pero no Dios. Él es bueno, paciente, confiable, honesto, justo, misericordioso, pero nunca se convirtió en todo eso. Nunca aprendió nada de nadie, nunca creció, ni cambió, ni maduró. Simplemente, era lo que es desde la eternidad antes de la eternidad. Así de inimaginable como es, esto me dice: Él es seguro. Es una roca. No puede dejar de ser lo que ha sido desde toda la eternidad, porque no hay fuerzas que obren sobre Él que no tengan su origen definitivo en Él y estén limitadas por Él. Por eso, mi fe en el futuro de Dios se ve fortalecida enormemente, al considerar el hecho de que es el Creador eterno y glorioso.
Para resumir las observaciones en los versículos 1-4: 1) La naturaleza hace fluir el conocimiento día y noche (V. 2). 2) Este conocimiento no es verbal, sino visual (V.3). 3) Este conocimiento visual está disponible para que lo perciban todas las personas en todo el mundo, no solo para algunos. 4) El conocimiento importante es que Dios es el Creador glorioso.
La Efusión del Gozo en Palabras
Ahora, vamos a considerar los versículos 5 y 6 para buscar algo muy diferente. “En ellos puso una tienda para el sol, y este, como un esposo que sale de su alcoba, se regocija cual hombre fuerte al correr su carrera. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el otro extremo de ellos; y nada hay que se esconda de su calor”. ¿Qué está haciendo el salmista en estos dos versículos? Hace un tiempo, Noel me leyó una de las historietas de Doonesbury, de Gary Trudeau. En esta, había un sujeto que se había mudado a California y estaba tratando de adecuarse y aprender a hablar a la californiana. Entonces, me leyó algunas líneas de poesía: “Mi corazón escasamente puede contener la alegría de las cascadas, con la que la plateada luna creciente acuna las estrellas” Y el traductor a la jerga californiana dijo: “Oh eso sería algo así como '¡Oh, guau, miren la luna!'”
El corazón humano no se sentirá satisfecho con esa forma de hablar. El salmista vio la salida del sol y algo pasó dentro de él. La alegría tenía que manifestarse en palabras para que otros la disfrutaran, pero “¡Oh, guau, miren al sol”! no funcionaría. En lugar de eso, encuentra una analogía. El sol naciente es como un esposo que sale de su alcoba camino a encontrar a su amada. Los versículos 5 y 6 se asemejan más que cualquier otra cosa en las Escrituras a lo que Wordsworth llamaba “la poderosa efusión del sentimiento espontáneo que se rememora en la serenidad”. Simplemente, son una expresión poética de la alegría que proviene de contemplar la creación de Dios. No enseñan; exultan. No informan tanto como deleitan.
Y lo mejor que se puede hacer con una poesía así es disfrutarla y copiarla tanto como nuestros débiles poderes nos permitan. Tal vez, lo mejor que puedo hacer, para honrar la intención de los versículos 5 y 6, es demostrar que yo también he tratado de encontrar las palabras para algunos de los deleites que he tenido en la creación de Dios. Quizás se entusiasmen. Una alegría que no se expresa probablemente es la mitad de intensa.
EL REGALO DE LA NIEVE
El consejo traté de seguir
Que a mi esposa le di:
“No pises con todo el peso de tu cuerpo”,
Pero, por mi vida,
Permanecer sobre la nieve no pude
Cada cuatro o cinco pasos
La inestable capa de hielo se aplastaría
A medio camino, al suelo me caería
En casi un metro de nieve –
Como cuando uno sube una escalera
Y sin advertirlo un peldaño en el aire agrega.
Pero en tal traspié hay un misterio
Si al misterio un corazón se da
En vez de a la queja
Con cada impacto, que extrañeza,
Echada hacia atrás tiene que estar mi cabeza
Para el cielo ver.
La nieve inestable al darme paso
Me haría enfrentar los cielos,
Me pregunto por qué.
En ese momento extraño lo consideré
Mi caída no atrajo mi atención;
Ahora, mi mente a suposiciones recurre:
Pudo ser…
¿Existe la posibilidad
De que la nieve, conociendo los Cielos
Desde donde vino,
Y siendo tendida suavemente en la tierra
Para una vida corta y silenciosa,
Desee señalarme su hogar anterior
Donde alguna vez al caer conoció la libertad
Que yo nunca he conocido?
¿Pudo haber conocido algo bueno
Que conmigo compartiría;
Que en su muerte bajo mis pies
Aún revelaría
Como si me amara más que a la vida ?¿Es más sabia que yo
Al saber que una caída es una muerte absoluta
A menos que uno regresase
A aquello de donde cayó?
¿Y más buena
Que, como la maté, para poder enseñarme
La lección debe morir para que aprenda?
Me equivoqué al llamarla nieve inestable:
¿Debo asumir que las palabras de los muertos
Fluyen como las de los vivos tan fácilmente?
Su crisis fortuita no es dar paso simplemente.
Es una manera de dar.
VERANO, 1968
Yo era un agrimensor en esos días
En el verano del 68
Y las alegrías de la universidad estaban todavía
Tan vivas como el chochín
Que por entonces temprano me despertaba;
El seminario empezaría
Y el casamiento en diciembre,
Por lo tanto, mi trabajo aumentaría
Suficiente para que comiencen dos.
Pero al rememorar esas semanas
De la universidad, no son los recuerdos
Que tenía, ni mi corazón
Que se llenaba de alegría, lo que complace actualmente.
No, brota ahora mi placer
De una imagen solitaria en mi mente
De un solo día extraño y de cómo
El sol, el viento y la cultivada tierra
Conspiraban para conmover mi alma.
Era el límite, una vía férrea,
Del dominio de Wayne y de la granja.
Yo esperaba y la barra sostenía
Mientras Jim y él hacia la camioneta caminaban
Luego hasta el puente manejando llegarían
Para poder colocar el trípode
Y montar el arma para disparar con cuidado
El límite norte del granjero.
Allí estaba yo solo, parado
Entre las vías brillosas, mudo
Mientras ellos estaban tendidos esperando de un cargamento el ruido:
Solo una interminable soledad
Hacia un elevado carril seguido
Que desplegaba sus vías rectas
Y del norte y del oeste se ocultaban;
Una soledad inmensa y elevada
Reconfortando la estrechez de mi alma que anhelaba
Expandirse. Un placer enorme sentí
Por todas las formas, colores y movimientos
Que extendían mis ojos a través
De luminosos, térreos prados.
Una cuarta parte era un océano dorado
De flujo agitado y torrentoso
En variaciones centellantes de luz
Y oscuro. Al oeste, el otro,
Donde la familia reside
En medio de un bosquecillo de robles gigantescos
A lo largo de un sombreado arroyo:
Una ocupada familia de granjeros,
La clase de gente fuerte y bronceada
Que saben de los placeres de una noche de sosiego.
El área hacia el norte tenía relieve
Y separada estaba por un riachuelo
Que con su entretenido flujo alegraba
Al formar dos pianos
De un extendido campo de frijoles
Cuyos acordes verdes y largos
Vibraban con una canción
Sobre el gran músico Aeolos.
Los alegres campos y los bosquecillos poblados
Mi alma envolvían en calmos gozos
Y a mi cuerpo volvían trémulo.
Que en soledad se estremecía,
Hasta que una bandera amarilla
Desde el puente distante de la férrea vía
Me anunciaba mi deber con una súbita
Distracción, que me llamaba otra vez
A sostener derecha la barra
Y un buen agrimensor ser -
Como si no lo hubiera sido.
CIÉNAGA
Después de una larga ausencia para mí no han sido
- Estas bellas formas
Como un paisaje para un hombre ciego
Sino que a veces, en frías estancias y entre el rumor
De pueblos y ciudades, me han dado
Sensaciones dulces, en mis horas de hastío
Que sentía en el pecho y en la sangre…
William Wordsworth
Tres arbolados valles confluyen, dos trayendo arroyos
El otro recibiendo a ambos; o debería decir
Mil años atrás dos arroyos
Convergían y fluían juntos
Y lentamente trajeron sus valles al lugar
Pequeños arroyos, pensé, que tengan unos peñascos así
En sus orillas; pero ni bien me senté y escuché,
El flujo constante parecía reírse
De mi incredulidad: la risa
Que siempre pasa, que siempre está presente, hacía eco
De un antiguo poder.
Las montañas que se alzaban de los arroyos convergentes
Encerraban una enredada depresión, la hondonada,
Donde acampamos, una cima se veía casi desolada
En donde el fuego había quitado la vida de la superficie,
Donde desérticos arbustos copiosos crecían
De raíces y semillas que no se habían quemado.
Nada crece en altura en las laderas de las montañas.
Pero, en el valle había árboles, y aquí,
Debajo de uno solitario montamos
Nuestra carpa. El valle y los cerros eran nuestros;
Lo que sentimos allí lo habíamos empezado a sentir:
Rodeados por los cerros, las horas se alargaban
Entre la primera luz de la mañana y
La salida del sol…
La niebla a primera hora de la mañana se mecía en los valles,
Desapareciendo lentamente con el sol naciente…
El sonido gélido de un arroyo en la mañana
Y el salpicar sobre la cara que se despierta…
Por dónde caminábamos el serpentear de los lagartos
Debajo de los pies…
La oscura y verde humedad de un viejo pozo de agua
Y una vieja bomba herrumbrosa, y un chorrito de agua
Tan marrón como la bomba, y las sonrisas de
“Deberíamos haber sabido”…
Y un pequeño retrete exterior o la naturaleza
Depende de que es lo más sensible:
La nariz o el orgullo…
El zumbido de cientos de abejas en un árbol
Como el sonido de millones en la ladera…
Con un inesperado sonido enfadado
Un inofensivo colibrí
Como un silenciador o un escarabajo gigante…
Moscas minúsculas y diminutos jejenes
Los que deben haber aprendido su oficio en el Otoño…
Pequeñas hojas delgadas de duras plantas desérticas
Y cerros amarillos y violetas…
Escalando…
El lento ascenso donde el viento,
Que alguna vez solo era placentero, comienza
A amenazar ligeramente el equilibrio de nuestro peso…
El temblor penetrante de nuestros músculos
Por el esfuerzo y la altura…
La repentina inutilidad
De un punto de apoyo resbaladizo o de una rama quebradiza…
El nudo en el estómago
Una debilidad totalmente única en nuestras rodillas
Al pisar cerca de un precipicio…
La cima: el aplauso inigualable de un corazón retumbante
Al pararme sobre el lugar angosto…
Las marcas de carbono en la cara de una amada
Al alcanzar la cima y mi mano…
La renovada sensación de primaveras anteriores
De sol ardiente y de brisa penetrante…
La modesta ilusión de distancia, cuando mi roca,
Que sin duda anhelaba el riachuelo que estaba abajo,
Se desploma desgraciadamente hacia la tierra
A mitad de camino bajando de la montaña…
Una comida de montaña de sándwiches de manteca de maní
Y un descanso apacible bajo el sol…
El descenso lento en el otro lado, y luego,
El orgullo temeroso y alegre de mirar con frecuencia
Al pico distante sobre el cual pondría mis pies…
El descubrimiento de un remanso fresco y continuo,
Entonces su cabello que caía y sus pantalones arremangados
Y los rojos y dolidos dedos de los pies en la arena del arroyo…
Los ojos titilantes de un niño
Quien con menos de un año
Se habría sentado en el remanso…
El campamento, el descanso, y la caliente carne de res guisada
Cuando el fresco de la noche cierra un día de excursionismo…
Orando juntos desde el centro
De las ideas de Dios…
Jugando a quien encontrará
Las primeras cinco estrellas y poniendo como meta diez
Cuando perdí…
La llegada de la oscuridad y de los grillos,
Y nuestros cuerpos echándose a dormir…
Despertando a las tres con un cielo tan blanco de estrellas
Como para hacer que el corazón palpite más rápido…
El resbaladizo regreso en Paz.
Resoluciones de Clyde Kilby
Voy a concluir leyendo once pasos prácticos que usó mi ex profesor Clyde Kilby, para mantenerse vivo en la belleza del mundo de Dios.
- Al menos una vez al día miraré fijamente al cielo y recordaré que yo, una inconsciencia con una conciencia, estoy en un planeta, viajando en el espacio con cosas maravillosamente misteriosas alrededor y sobre mí.
- En vez de la idea acostumbrada de un cambio evolucionario, sin sentido e interminable, al cual no podemos agregar ni quitar, voy a suponer que el universo está guiado por una inteligencia superior, la cual, como dijo Aristóteles del drama griego, requiere un comienzo, un intermedio y un final. Creo que esto me va a salvar del escepticismo expresado por Bertrand Russel antes de su muerte, cuando dijo: “Hay oscuridad afuera y cuando muera habrá oscuridad adentro. No hay esplendor ni inmensidad en ningún lado, solo trivialidad por un momento, y luego nada”.
- No caeré en la falsedad de que este día, o cualquier otro día, son simplemente otras inciertas veinticuatro horas, lentas y pesadas, sino más bien un evento único, si así lo deseara, con potencialidades valiosas. No seré lo suficientemente tonto como para suponer que los problemas y el dolor son paréntesis totalmente malvados en mi existencia, sino probables escaleras para alcanzar la madurez moral y espiritual.
- No convertiré mi vida en una delgada línea recta que prefiere lo abstracto a la realidad. Sabré lo que estoy haciendo cuando considero de manera abstracta, lo cual, por supuesto, tendré que hacer con frecuencia.
- No menospreciaré mi propia singularidad por envidiar a otros. No voy a escudriñarme a mí mismo para descubrir a cuál categoría psicológica o social podría pertenecer. Principalmente, me olvidaré de mí mismo y haré mi trabajo.
- Abriré mis ojos y mis oídos. Una vez por día simplemente me quedaré mirando un árbol, una flor, una nube o una persona. Entonces, no me preocuparé en absoluto por preguntar qué son, sino simplemente sentirme contento porque existen. Con alegría, les dejaré ser el misterio de lo que Lewis llama su “divina, mágica, aterradora y exultante” existencia.
- A veces, rememoraré la frescura de la visión que tenía en mi niñez y trataré, al menos por un momento, ser, como en las palabras de Lewis Carroll, el “niño de la mente clara y de los asombrados ojos soñadores”.
- Seguiré el consejo de Darwin y recurriré a cosas creativas como la buena literatura y la buena música, preferentemente, como sugiere Lewis, un viejo libro y música atemporal.
- No permitiré que el ataque endemoniado de este siglo usurpe todas mis energías, en cambio, como sugirió Charles Williams “vivir el momento mismo”. Voy a tratar de vivir bien ahora, porque el único tiempo que existe es precisamente ahora.
- Aunque solo sea por un cambio de punto de vista, asumiré que mi ascendencia proviene de los Cielos más que de las cavernas.
- Aún si resulta que estoy equivocado, apostaré mi vida en la suposición de que este no es un mundo fatuo, ni es manejado por un propietario ausente, sino que hoy, este mismo día, se agrega alguna pincelada a este lienzo cósmico, que a su debido tiempo, voy a reconocer con alegría como una pincelada hecha por el Arquitecto que se llama a sí mismo Alfa y Omega.
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