Toma cautiva cada Tarea de hoy
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Marshall Segal sobre Oración
Traducción por Carlos Diaz
La cosa más peligrosa sobre el mañana es la tentación de olvidar a Dios, vivir, hablar y actuar como si Dios no existiera. Es el peligro más grande en cualquier día: vivir nuestras vidas cotidianas, nuestros hábitos cotidianos, nuestras relaciones cotidianas, sobreestimándonos y mirando por encima a Dios.
Sabemos que Dios existe, pero sólo perdemos pista de él, algunas veces por un día, o un mes, o por más tiempo. Puede sentirse como que se olvida chequear nuestro sitio web favorito o una red social. Nos alegramos que él esté allí cuando tenemos tiempo, pero El no parece especialmente importante a lo que nos enfrentamos hoy en día en el hogar o mañana en el trabajo.
¿Cómo podríamos nosotros, hombres y mujeres débiles, pecadores y reinvindicados, olvidar a un Dios omnisciente y todopoderoso? Bueno, porque para muchos de nosotros la vida se siente relativamente segura y predecible, no frágil y desesperada. El necesitado sabe buscar ayuda. Mientras tanto, “Aquellos que están bien no tienen necesidad de un doctor” (Marcos 2:17). Los días predecibles con resultados predecibles y consecuencias predecibles nos adormecen al poder incesante e imparable de Dios por debajo de todas nuestras tareas y cada uno de sus resultados.
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Predecibilidad Deslumbrante
La vida está llena de resultados aparentemente predecibles:
- Comemos la próxima comida, y no estaremos hambrientos por unas horas.
- Lavamos la ropa, y tenemos ropa limpia para la semana.
- Elaboramos y entregamos ese informe a tiempo, y el jefe firma el cheque.
- Pagamos nuestras cuentas, y los servicios de luz y cable permanecen por otro mes.
- Comemos bien y nos ejercitamos con regularidad, y generalmente nos sentimos saludables.
¿Así que para qué orar por la comida o la ropa limpia u otro plazo límite para el viernes?
La mayoría de nosotros está propenso a orar cuando no sabemos lo que se avecina:
- Oramos cuando alguien que amamos está enfermo, y no sabemos lo que está mal.
- Oramos cuando las cosas no están saliendo bien en el trabajo, y los despidos se aproximan.
- Oramos cuando se daña el carro y nos hace gastar el presupuesto mensual.
- Oramos cuando las tareas en el hogar se acumulan y nos abruma.
- Oramos cuando nos sentimos frágiles y desesperados.
Corremos hacia Dios cuando nos sentimos indefensos, confundidos o fuera de control.
Es porque olvidamos a Dios en nuestras rutinas diarias: Olvidamos cuán frágiles, desesperados y dependientes somos del tiempo para todo. Como el malvado Damasco o Cush o Egipto, “ [Nosotros] hemos olvidado al Dios de [nuestra] salvación y no hemos recordado la Roca de [nuestro] refugio” (Isaías 17:10).
La Disciplina de la Futilidad
El contexto del olvido de Dios, como muchos de los nuestros, era una productividad y una prosperidad predecible. Dios bendijo el trabajo de sus manos, y comieron del fruto, descansando en la comodidad, seguridad y productividad que parecía brindarles. Y en el proceso de plantación y siembra, cosecha y alimentación, olvidaron a Aquel que trabaja y sustenta todas las cosas (incluyendo a cada uno de ellos y cada cultivo que plantaron).
Por lo tanto, Dios le dió un ligero, destructivo y doloroso aviso a Damasco,
- Porque te olvidaste del Dios de tu salvaci, y no te acordaste de la Roca que te protege. Pues bien, si plantas plantas tempraneras y cultivas patillas traídas del extranjero, aunque las ves brotar el mismo día que las plantas, y a la mañana el brote florece, se marchitan y la cosecha se te va en un día de sufrimiento y un dolor incurable. (Isaías 17:10–11)
Las plantas que producían fruta año tras año se acaban. Los viñedos que florecían sin falta dejan de germinar. El entonces cultivo predecible sorprendió a todo Damasco con una infertilidad súbita y desobediente. Dios interrumpió lo predecible para recordar a las personas rebeldes y orgullosas que él estaba al mando y que quería que cada trabajo, cada resultado y cada rutina se devolviera a él en fe y devoción, y no a los trabajadores a través de la autoconfianza e independencia.
De la misma forma, los pescadores egipcios habían dependido del Nilo, una fuente masiva y predecible de pescado (Isaías 19:5-8). Era la industria principal y vital del área. Y de repente el agua comenzó a secarse, y las redes regresaban vacías. Ellos se presentaban día tras día sabiendo qué esperar, de dónde su alimento venía, y ahora estaban con las manos vacías, hambrientos y perturbados.
Construyendo Babel en nuestra rutina
¿No crees que esto sea un problema hoy en día? Intenta dejar a un lado el tiempo en el medio de tu día para rezar o llamar a otros creyentes en tu sitio de trabajo para que recen contigo al mismo tiempo una vez a la semana. Observa cómo la tiranía del trabajo hace que 15 o 30 minutos se sientan fatigantes, innecesarios o ineficientes. Construímos y construímos, doblamos y doblamos, trabajamos y trabajamos, sin ningún sentido de quién está a cargo y qué está pasando en realidad. Silenciosamente, incluso de manera rutinaria, construímos nuestra torre de Babel personal, cada tarea es otro bloque en nuestra propia torre de Jenga.
John Piper dice, “Cuando no deseamos parar de trabajar y rezar, estamos embriagados con la productividad americana”. Se basó en lo que se pensaba en 1 Pedro 4:7: “El fin de todo se acerca; por lo tanto sean autocontrolados y sobrios por el bien de sus plegarias” (1 Pedro 4:7). Por el bien de nuestras plegarias, debemos estar sobrios - eso es, no estar embriagados. Cuando posponemos, evitamos o alejamos la plegaria, estamos embriagados con un sentido de nuestra propia fuerza, dones y resultados. “Hoy no tengo tiempo para rezar”. Esto no es estar bien para el sobrio.
Reza por lo predecible
Dios abatió a los sirios, a los egipcios e incluso a sus propios elegidos para estremecerlos y recordarles de su presencia, su poder y su piedad. Estaban confiándose de los resultados predecibles de su propio trabajo, en vez de buscar que Dios los moviera. La fruta, los vegetales, el pescado, todos los productos de su labor tenían la intención de producir fe y gozo en Dios. En vez de eso, reemplazaron a Dios y cultivaron el orgullo, la divisa disponible sin esfuerzo de rebelión y ateísmo. Así que Dios los castigó.
Pero él lo hizo por amor:
Y el Señor herirá a Egipto, herirá y sanará, y se convertirán al Señor, y él escuchará sus súplicas, será clemente y los sanará. (Isaías 19:22)
Dios arruinó el suelo de Siria y secó el Nilo -devastó sus industrias, sus listas pendientes- para que así vinieran y los sanara cuando finalmente se convirtieran a él con fe. Tan pronto como se rindieron y se entregaron a él, su piedad hizo florecer los jardines desolados y su amor fluyó en ellos como un río amplio y fuerte.
Reza por la ayuda y fortaleza de Dios en tus tareas predecibles de hoy. No asumas que todo sucederá como ayer, o el pasado jueves, o el pasado mes de septiembre, o como el año pasado. La gracia y piedad de Dios son nuevas esta mañana para cada tarea y rutina, ya sea una nueva o vieja, una familiar o no tan familiar, si le solicitas hacerlo (Mateo 7:7-8). Sirve en la fortaleza, tiempo y los tatentos que él te suministra (1 Pedro 4:11), porque el trabajo que está delante de ti es de Dios, dado a ti por su gloria.
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