La dolorosa lección de aprender el gozo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Hedonismo Cristiano
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
El servir a Dios es completamente diferente del servir a cualquier otro. Dios tiene muchos celos para que entendamos esto —y lo disfrutemos. Por ejemplo, nos ordena: “¡Servid a Jehová con alegría!” (Salmo 100:2). Hay una razón para esta alegría. Esta se da en Hechos 17:25: “Dios ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”. Le servimos con alegría porque no llevamos la carga de satisfacer Sus necesidades. Más bien, nos regocijamos en un servicio donde Él satisface nuestras necesidades.
El salmista lo compara con la dependencia de un siervo de un amo con gracia: “He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia [gracia] de nosotros” (Salmo 123:2). El servir a Dios siempre significa recibir la gracia de Dios.
Para mostrar cuán celoso es Dios para que entendamos esto y nos gloriemos en Él, hay una historia en 2 Crónicas 12. Roboam, el hijo de Salomón, quien gobernó el reino del sur después de la rebelión de las diez tribus, “dejó la ley de Jehová” (12:1). Él escogió en contra de servir al Señor y dio su servicio a otros dioses y otros reinos. Como juicio, Dios envió a Sisac, rey de Egipto, contra Roboam con 1.200 carros y 60.000 jinetes (12:3).
En misericordia, Dios envió al profeta Semaías a Roboam con este mensaje: “Así ha dicho Jehová: Vosotros Me habéis dejado, y Yo también os he dejado en manos de Sisac” (12:5). El resultado feliz de ese mensaje es que Roboam y sus príncipes se humillaron en arrepentimiento y dijeron: “Justo es Jehová” (12:6).
Cuando el Señor vio que se humillaron, Él dijo: “Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac” (12:7). Pero como una disciplina para ellos, dice: “Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a Mí, y qué es servir a los reinos de las naciones” (12:8).
Ahí está. El celo de Dios de que conozcamos la diferencia entre servirle a Él y servir a los demás. La lección que tuvieron que aprender fue que servir a Dios es un servicio alegre, o como Jesús dijo, “una ligera carga y un yugo fácil” (Mateo 11:30). De esto podemos aprender que Dios amenaza con cosas terribles si no encontramos alegría en servirlo. Esto es lo que Moisés dijo en Deuteronomio 28:47: “Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón … servirás, por tanto, a tus enemigos”.
El punto es claro: el servir a Dios es un recibir y una bendición y un gozo y un beneficio. Por eso estoy tan celoso de decir que en [la iglesia de] Bethlehem el servicio de la mañana del domingo y el servicio de la obediencia diaria no es en el fondo una gravoso dar a Dios, sino un gozoso recibir de Dios.
Feliz de estar sirviendo contigo,
El Pastor John
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