Dios no le teme a la oscuridad
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Marshall Segal sobre Miedo y Ansiedad
Traducción por Javier Matus
- Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo —nuestra fe. (1 Juan 5:4)
Hay mucha oscuridad en el mundo para hacer temblar a cualquiera de nosotros.
El cáncer causa estragos en nuestras familias, matando a medio millón más cada año tan solo en los Estados Unidos. El divorcio continúa destrozando familias y deja a los niños pequeños frenéticamente tratando de sobrevivir emocionalmente. Las presiones aumentan en nuestra sociedad para demonizar y reprimir el cristianismo. Las tensiones raciales y el conflicto parecen estar surgiendo después de años de aparente progreso. Cien mil bebés son abortados todos los días en todo el mundo.
Y debajo de toda la oscuridad que podemos ver yace una oscuridad aún más oscura y más aterradora. El apóstol Pablo dice: “No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Todo un sistema de oscuridad espiritual —encabezado por el mismo Satanás, llevado a cabo por hordas de demonios e influyendo en cada rincón de la tierra— arrecia justo debajo de la superficie de nuestras vidas cotidianas.
¿Cómo vivimos con alguna esperanza mientras nos ahogamos en toda esta oscuridad?
La oscuridad es realmente oscura
Si hemos encontrado a Jesús, ya no tenemos que escondernos de la oscuridad —sin importar qué tan oscuros se tornen nuestros días. Dios envió a su Hijo Jesús “para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte” (Lucas 1:79). Su luz no hace que la oscuridad sea menos oscura; simplemente conquista cada sombra con algo más fuerte.
Eso significa que no necesitamos fingir que la oscuridad no es oscura después de todo —que el cáncer no es realmente devastador para una familia, que el divorcio realmente no destruye a todos los involucrados, que el aborto no es realmente un genocidio de décadas de duración— que cualquier oscuridad a la que te enfrentes personalmente no es realmente tan difícil ni dolorosa ni atemorizante. Pero tampoco necesitamos enfrentar la oscuridad solos.
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1 Juan 1:5). Y en Cristo, Él ha iluminado con Su Luz cada rincón oculto de nuestra oscuridad. Él no le temía a la oscuridad, sino que vino a nuestra oscuridad. Dejó la seguridad del cielo para caminar en las sombras con nosotros —para morir en estas sombras, para que nosotros pudiéramos dejarlas atrás.
Y luego resucitó de la oscuridad para demostrar que la oscuridad había sido despojada de su poder —en el nombre de Jesús.
Dios vence la oscuridad
Y porque este Jesús, tu Jesús, conquistó la oscuridad, tú también puedes vencer la oscuridad en este mundo. El apóstol Juan escribe: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido [a los peores del mundo], porque mayor es El Que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
Jesús dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). ¿Le crees? ¿Incluso cuando ves la corriente de noticias desalentadoras y deprimentes en nuestra nación y en todo el mundo? ¿Incluso cuando miras las pruebas y el sufrimiento en tu vida?
Tu Dios ha vencido este mundo. Y en Su Nombre, tú has vencido este mundo. “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo —nuestra fe” (1 Juan 5:4).
Oscuridad en ti
Dios no le teme a la oscuridad en este mundo, y no le teme a la oscuridad que hay en ti. Cuando nos encontró, no solo estábamos atrapados en la oscuridad; nosotros amamos “más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19). Una razón por la cual la oscuridad que nos rodea es tan aterradora es que vemos mucho de nosotros mismos en ella —nuestras debilidades, nuestros temores, nuestro quebrantamiento, nuestro pecado. Para muchos de nosotros, ninguna oscuridad es más intimidante que la nuestra.
Pero si hemos puesto nuestra fe en Cristo, “Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es El Que resplandeció en nuestros corazones” —no solo en el mundo, sino en cada uno de nuestros corazones— “para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6). De la misma manera, Él encendió el sol cegador en una galaxia de oscuridad, Él abrió los ojos de tu corazón para ver Su gloria en Su Hijo. Él desterró tu oscuridad y te hizo un amante de la Luz.
La oscuridad que queda en ti tiembla ante el sonar de Su Nombre. Canta “Jesús” sobre todos tus temores e inseguridades, sobre toda tu culpa y vergüenza. Disfruta la libertad y el perdón de caminar con Él en Su victoria. Y luego corre de regreso hacia la oscuridad para llamar a otros a la Luz.
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas