Armándose con el propósito de sufrir
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Sufrimiento
Una parte de la serie 1 Peter: Grow in the Grace & Knowledge of Christ
Traducción por Samuel S. Alvarado
1 Pedro 4:1-6 (LBLA)
Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne , armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías. Y en todo esto, se sorprenden de que no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. Porque con este fin fue predicado el evangelio aun a los muertos, para que aunque sean juzgados en la carne como hombres, vivan en el espíritu conforme a la voluntad de Dios.
Contenido |
La Gran Comisión y el Sufrimiento
Las Escrituras presentan muchas razones para creer que la Gran Comisión no se completará sin sufrimiento. Una de estas razones es que Jesús dijo que se predicará el evangelio en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, e igualmente en ese mismo contexto también dijo, "los odiarán todas las naciones" (Mateo 24:9, 14). En otras palabras, adondequiera que vayan en cualquier país, sus esfuerzos para llevar las buenas nuevas se recibirán con gozo en algunas personas y con enojo en otras.
Otro motivo para creer que la Gran Comisión no será completa sin sufrimiento es que Pablo dice que el evangelio está "completando lo que falta de las aflicciones de Cristo" (Colosenses 1:24). En otras palabras, el propósito de Dios es que las aflicciones de Jesús con las que compró nuestra salvación sean imitadas y mostradas en la propagación de dicha salvación.
Un tercer motivo para creer que la Gran Comisión no se completará sin sufrimiento es que Jesús envió a los primeros evangelistas diciéndoles, "Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío" (Juan 20:21). "Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!" (Mateo 10:25).
El motivo número cuatro es que Pablo le dijo a Timoteo, mientras que efectuaba el trabajo de plantar una iglesia en Éfeso y propagaba el evangelio por toda Asia (Hechos 19:10), "Por tanto no te avergüences, participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios . . . Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús . . . sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista" (2 Timoteo 1:8; 2:3; 4:5).
Estas son cuatro razones tomadas de la Biblia —y existen muchas más—por las que deberíamos esperar sufrir si formamos parte de la misión de rescate de Dios—o como lo dice Pablo, hacer que las personas "se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios" (Hechos 26:18). Sé que quiero formar parte de esa misión de rescate y creo que ustedes también lo quieren hacer. Es por eso que la primera carta de Pedro es de tanta relevancia para nosotros. Su enfoque principal es el de ayudar a los cristianos a perseverar en el sufrimiento y preferir el sufrir por encima del pecado y del silencio.
Cinco piezas de armadura para el sufrimiento
En el texto de hoy, Pedro nos proporciona cinco motivos para alentarnos a escoger el sufrimiento con el fin de tener un testimonio cristiano auténtico. El punto principal del texto se encuentra en el primer versículo del capítulo cuatro: "Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne , armaos también vosotros con el mismo propósito". Nos armamos con pensamientos y propósitos que nos protegen y nos ayudan para obtener las victorias. El propósito que Pedro tiene en mente es el de sufrir por causa de justicia, si es la voluntad de Dios (como lo establece 3:17). Si ustedes tienen este mismo propósito, entonces estarán armados. Una razón por la que esto es así es que no les tomará fuera de guardia cuando suceda, y la otra que estarán preparados para lo que venga.
He aquí la razón para este texto y para este sermón: proporcionar la ayuda para lograr la victoria y estar perfectamente armados para cuando llegue la lucha.
Existen cinco apoyos que nos sirven de aliento, o dicho de otro modo, cinco piezas de armadura.
Pieza #1: Cristo sufrió
Primer versículo: " Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne , armaos también vosotros con el mismo propósito". Lo que nos alienta primero a escoger el sufrimiento si es necesario, es el hecho de que Cristo lo escogió. No se puede decir que por casualidad le tocó sufrir, Él lo escogió. "Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad". (Juan 10:18).
En su libro Cien meditaciones desde la cárcel (One Hundred Prison Meditations) Richard Wurmbrand, quien estuvo encarcelado catorce años por ser pastor rumano, escribió lo siguiente:
He aceptado esta proposición. Los cristianos han de tener la misma vocación que su Rey, es decir, la de cargar con una cruz. Cuando se tiene conciencia de este noble llamamiento y del compañerismo con Jesús, esto da lugar al júbilo aún en las tribulaciones; hace que los cristianos entren en las prisiones por la fe con el mismo gozo que el novio entra a la cámara nupcial.[1]
Este hecho en nuestro texto constituye la pieza maestra de nuestra armadura: Jesús—el creador del universo, el que mantiene todas las cosas, el Salvador del mundo, el perfectamente inocente, el Hijo de Dios—escogió el sufrimiento como vocación y nos llama a tomar nuestra cruz y seguirle, y así encontrar la vida verdadera y eterna. Nuestro propósito es sufrir con Él.
Pieza #2: Una ruptura completa con el pecado
Versículo 1b: "Armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado". No estoy totalmente seguro, pero creo que lo que esto significa es que si confían lo suficiente en Dios como para sufrir a consecuencia de hacer lo correcto (como lo indica 3:17), han roto decisivamente con el pecado.
En otras palabras, el que no escoge sufrir, escoge pecar. Si se opta por sufrir, se muestra que se ha roto con la esclavitud al pecado. Se debe empapar la mente con el pensamiento y el propósito de que vale la pena sufrir por Cristo. Se debe vivir tan fuertemente con esta convicción que cuando llegue el momento de escoger entre sufrir o pecar, no habrá vacilación. Al sufrir, se derrota el pecado y somos triunfadores. Cuando lleguen al punto de sufrir por la causa de justicia, habrán cesado de pecar; esto no significa la perfección pero sí indica una ruptura completa con el pecado pasado.
La ruptura se describe en el versículo 2: " . . . para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios". El sufrir por la justicia es una indicación de que ustedes han renunciado a los deseos humanos pecaminosos y han adoptado la voluntad de Dios como un valor de mayor significancia. Así que por el bien de la justicia y para librarse del pecado, ármense con este propósito.
Pieza #3: Cualquier cantidad de pecado pasado es suficiente
Versículo 3: "Porque el tiempo ya pasado os es suficiente [¡ya basta!] para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías". Esta declaración es directa y extraordinaria: el tiempo pasado en el pecado fue suficiente. Ya basta. Así que no pequen más. De ser necesario, soporten el sufrimiento. Pero no pequen más.
Ármense con este pensamiento: cualquier cantidad de tiempo pasado en el pecado es suficiente. Antes de ser convertidos, si pecaron poco, ya fue suficiente. Si pecaron mucho y durante años antes de su conversión, también ya fue suficiente. Jamás se puede pecar tan poco que se pueda decir, "Necesito más tiempo para pecar". ¿Cuántas personas dicen "Sé que necesito reconciliarme con Dios y debo dejar de pecar, pero quiero esperar un poco más. Quiero pasar más tiempo en el pecado"? Según Pedro nos debemos armar con este pensamiento: el tiempo que nos hemos pasado en el pecado ya fue suficiente. Rechacen el pecado, escojan la voluntad de Dios; y de ser necesario, sufran por esta elección.
Pedro identifica en el versículo cuatro el tipo de sufrimiento que tiene en mente: "Y en todo esto, se sorprenden de que no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan". Ése es el sufrimiento: los insultan, los calumnian, los hacen que sean el hazmerreír de todos. Es mejor aceptar esto, así como lo hizo Jesús, y si acaso está en la voluntad de Dios, que escoger pecar. El tiempo que ustedes pasaron en el pecado ya fue suficiente. Ya basta.
Pieza #4: Los adversarios serán enjuiciados
Cuando ustedes sufran por causa de la justicia, no caigan en el pecado de buscar su propia venganza. No es necesario que ustedes digan la última palabra ni que lancen miradas fulminantes. Dios siempre está listo para saldar cuentas y Él lo hace mucho mejor que nosotros.
Versículo 5: " Pero ellos (o sea, los que calumnian) tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos." Una de las tentaciones más grandes cuando se sufre por hacer el bien es la de quejarse abiertamente y pedirle a la persona que ofende que rinda cuentas. Habrá ocasiones en las que esto es algo que tengamos que hacer: los padres tienen que hacerlo con los hijos desobedientes (Proverbios 13:24), la policía tiene que hacerlo con los que infringen la ley (Romanos 13:4); los patrones con los empleados holgazanes (2 Tesalonicenses 3:10); y los ancianos lo hacen aplicando la disciplina en la iglesia (Hebreos 13:17). Pero la mayoría de las veces cuando se sufre por causa de la justicia, la voluntad de Dios es que uno no busque su propia justicia; sino que debemos entregarle todo al que juzga justamente todas las cosas, como lo explicó Pedro en 1 Pedro 2:23. Los que hacen injusticias tendrán que responder ante Dios.
Cuando le entregamos a Dios nuestro caso, nuestra sensibilidad por la justicia nos exige tener una garantía de que se hará justicia. Esto es precisamente lo que Pedro nos garantiza en el versículo cinco: Un día todos ellos tendrán que rendir cuentas. No se hará caso omiso de nada, no se olvidará de nada; y el juez será Dios.
Y si acaso pensamos que la muerte podría rescatar a un individuo de este juicio, Pedro nos dice que ‘Él está listo para juzgar a los vivos y a los muertos’. La muerte no ofrece ninguna escapatoria para el pecador. Hebreos 9:27 lo afirma claramente: "Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio." Tal vez se olvidaron los hombres de un hecho malvado. Tal vez también se olvidaron del arrepentimiento que nunca mostraron en la vida. Es posible que la muerte les llegue después de una vida pecaminosa larga y llena de comodidad. Pero luego después viene el juicio ante Dios que se acuerda de todo y no se olvida de nada.
Cuando ustedes sufren sin deber, y creen que alguien "se salió con la suya sin consecuencias," déjenlo en las manos de Dios. Él juzgará con justicia a los vivos y a los muertos. Ármense con esta garantía: es mejor sufrir por hacer el bien y dejar que Dios juzgue.
Pieza #5: Triunfaremos sobre la muerte
El versículo 6 es difícil de entender. Creo que se refiere a las personas que escucharon el evangelio y luego murieron (y no que escucharon el evangelio después de morir) para después vivir otra vez en el espíritu con Cristo. Nos dice lo siguiente:
“Por esto también se les predicó el evangelio [esto hace referencia al versículo 5, a las personas que se les predicó para salvarlas del juicio] aun a los muertos, [o sea, a las que en esa época escucharon el evangelio y luego murieron y NO que estaban muertas físicamente cuando escucharon el evangelio] para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu.”
El propósito de este versículo es el de alentarnos porque a pesar de que existe un juicio venidero después de la muerte, y a pesar de que todos moriremos, todos los que escuchan y creen en el evangelio ‘vivirán en el espíritu porque esta es la voluntad de Dios’.
Tal vez una de las maneras que los incrédulos calumniaron a los cristianos pudiera ser al decir: "¡Aja! Ustedes dicen que tienen buenas nuevas, que escaparon el juicio y que su Dios es grandioso y que los salva y que les da gozo. A como nosotros la vemos, de lo que ustedes se pierden es de muchas fiestas y diversión y nada se ganan porque se van a morir como cualquier otra persona. Entonces si ustedes se mueren y se los come la lombríz y si nosotros nos morimos e igualmente nos come la lombríz, ¡entonces a comer, a beber, y a festejar porque mañana nos morimos!"
La defensa de Pedro contra esta calumnia y su quinto punto para ayudarnos a adoptar la postura de sufrir como lo hizo Jesús se puede decir de la manera siguiente: El evangelio no se predicó en vano a sus amigos cristianos que ya murieron. La razón por la que el evangelio se predicó a ellos que iban a morir fue porque, aunque parezca que fueron juzgados como cualquier otro mortal, no fue así. Ellos viven en el espíritu. Ellos están con el Señor. Y lo que sufrieron aquí en la tierra no se puede comparar de ningún modo con la gloria que se les ha revelado (Romanos 8:17 y versículos siguientes).
Ármense con el propósito de sufrir
Esta mañana, la palabra del Señor para nosotros es la siguiente: Ármense con el propósito firme de sufrir por causa de la justica si es así la voluntad de Dios. Las piezas de esta armadura que nos apoyan y nos alientan y nos sostienen son:
Pieza #1: Cristo, a quien amamos y seguimos, sufrió.
Pieza #2: Cuando sufrimos, rompemos con el pecado.
Pieza #3: Cualquier cantidad de pecado en el pasado es suficiente; ya basta.
Pieza #4: Los adversarios serán enjuiciados.
Pieza #5: Nosotros, los que recibimos el evangelio con los brazos abiertos, triunfaremos sobre la muerte.
No existe ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. Síganlo esta semana, adondequiera que sea, sin importer lo que cueste.
- ↑ Richard Wurmbrand, One Hundred Prison Sermons (Middlebury, IN: Living Sacrifice Books, 1982), p. 3.
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