Bienaventurados los que sufren persecución
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Las Bienaventuranzas
Traducción por Ana Villoslada
Capítulo de la serie de las Bienaventuranzas
Mateo 5:10-12
“Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros”.
¿La enseñanza de Jesús sobre la persecución es anticuada?
La primera pregunta de la que me gustaría ocuparme esta mañana es si las palabras de Jesús sobre la persecución son pertinentes en la actualidad. ¿Se ha vuelto tan tolerante la sociedad moderna, que hablar de persecución sea anticuado? Mi respuesta es, que estos versículos son de gran pertinencia y no se han quedado anticuados en absoluto. Voy a mencionar dos razones por las que la enseñanza sobre la persecución es todavía aplicable hoy en día.
1. Perspectiva mundial
La primera razón se desprende de una perspectiva mundial. Tomemos solo dos países como ejemplo. El Consejo Nacional Evangélico de Perú documentó el asesinato de 90 Cristianos Evangélicos desde 1983 a 1985: un 70% eran Pentecostales, un 20% Presbiterianos y el resto sin determinar. Los Maoístas de “Sendero Luminoso” se opusieron a los evangélicos porque estos se rehusaron a unirse a la lucha armada de la guerrilla, y la policía del gobierno se enfrentó a ellos porque atendían a los heridos por la guerrilla. Aparte de los 90 asesinados durante los últimos tres años, otros 20 desaparecieron después de que la policía los detuviera para interrogarlos.
El otro país que voy a mencionar es Rumanía. Hace tan solo un par de semanas recibí un carta de John Swanson, pastor de la Iglesia Bautista Elim Baptist en Anoka. En ella me contaba acerca de un hombre de negocios que acababa de volver a Rumanía contando trágicas historias sobre la persecución de los bautistas en ese país. Este hombre estaría en su servicio de la tarde del 6 de abril para dar un testimonio en primera persona.
Según la Enciclopedia Cristiana, en 1980, 2.2 billones de personas vivíeron en 79 países bajo una seria restricción contra la libertad de su religión. El 60% del total de cristianos viven en esos países y el 16% (224 millones) viven en países donde hay serias intromisiones y acoso por parte del estado.
Por tanto, lo mínimo que podemos decir es que desde un punto de vista mundial, las palabras de Jesús son muy relevantes y de hecho muy valiosas, para millones de nuestros hermanos y hermanas que viven bajo la presión de una vigilancia constante.
2. Convicción sobre la naturaleza pecaminosa y la nueva creación.
La segunda razón para decir que estas palabras sobre la persecución son pertinentes hoy en día se desprende de las palabras de Pablo en 2 Timoteo 3:12: “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos” (ver Hechos 14:22; Juan 15:20; Mateo 10:25).
¿Cómo pudo hacer Pablo una declaración tan radical? "Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos". La hizo sobre la base de una profunda convicción sobre la naturaleza del cristianismo y sobre la naturaleza de la pecaminosidad del hombre. Está convencido de que dada la tensión existente entre el mensaje y el modo de vida de los cristianos, por una parte, y la mentalidad y el modo de vida del mundo, por otra, ese conflicto es inevitable.
Dicha convicción tiene sus raíces en la naturaleza caída del hombre y la naturaleza de la nueva creación en Cristo. Por tanto no puede quedarse anticuada, hoy en día sigue siendo verdad. Tarde o temprano, a un cristiano centrado en Dios profundamente lo maltratarán por las cosas en las que cree o por la vida que lleva.
Por tanto, estas palabras de Jesús sobre la persecución son pertinentes actualmente no solo porque millones de cristianos en nuestra aldea global están siendo perseguidos justo hoy a causa de su fé, sino también porque hasta cierto punto, todos los que están dispuestos a morir por poner primero a Dios en su trabajo, hogar, escuela o intereses, se toparán con algún tipo de oposición tarde o temprano. Y ninguno de nosotros sabe cuando puede cesar nuestra libertad, cuando puede llamarnos Dios a un lugar peligroso o tomar una postura que provoque disensión entre nosotros.
¿Entonces qué significa esta enseñanza de Jesús?
Por qué llegan las persecusiones
Primero, atendamos por qué llegan las persecusiones. Esto es importante porque no todas las personas perseguidas son bendecidas, solo aquéllas que son perseguidas por causa de la justicia. El versículo 10 de Mateo 5 dice: “Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia”.
La justicia en la estructura de las bienaventuranzas
Recuerde la estructura de las bienaventuranzas. Hay dos grupos de cuatro y cada grupo termina con una referencia a la justicia. El primer grupo acaba con el versículo 6: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, (…)”. Y el segundo grupo acaba con el versículo 10: “Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia".
Las tres bienaventuranzas que llevan a tener hambre de justicia son descripciones de un tipo de vacío santificado. Bienaventurados los pobres en espíritu, aquellos que se afligen a causa de su condición necesitada y los mansos que exponen su causa a Dios. Es normal que estas tres definiciones de vacío y necesidad estén seguidas por una definición de hambre. Usted tiene hambre de lo que no tiene.
Las tres bienaventuranzas siguientes no son descripciones de vacío sino de plenitud. El hambre está empezando a ser satisfecha por un derramamiento de misericordia, un corazón puro y un poder para hacer la paz. Por lo que la justicia anhelada en el versículo 6 se da en forma de misericordia, pureza y paz. El resultado es persecución precisamente por causa de la justicia.
Justicia y relación con Jesús
Otra forma de definir la justicia del versículo 10 es mirarlo al versículo parelo 11. En el versículo 10, la persecución es "por causa de la justicia" mientras que en el 11 es "por causa de Jesús." "Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí". "Por causa de mí" y "por causa de la justicia" seguramente significan lo mismo.
Lo que entonces aprendemos es que la verdadera justicia (aquella que sobrepasa la justicia de los escribas y los fariseos (5:20) — siempre implica una relación con Jesús. La verdadera justicia no se lleva a cabo por amor de ella misma, se lleva a cabo por amor de Jesús. La misericordia, la pureza y la paz de un discípulo de Jesús vienen de Jesús (“separados de mí nada podéis hacer”, Juan 15:5) y se hace por el honor de Jesús. Esta unión con Jesús es la que imprime a nuestra justicia otro carácter.
¿Por qué la justicia es perseguida?
Esto plantea una pregunta: si el significado de justicia es ser misericordioso, puro y pacífico confiando en Jesús y viviendo para su gloria, ¿por qué alguien la perseguiría? No parece que ofenda a nadie.
La respuesta que va a la raíz del asunto se encuentra en Lucas 16:13-15. Jesús acababa de decir: "Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Entonces llega la persecución, la burla. El versículo 14 dice: "Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él". Esto es la persecusión y parte de la explicación: “eran amantes del dinero." En otras palabras, la actitud de Jesús hacia el dinero constituye un ataque a su amor por ello.
Ahora viene el resto de la explicación de la burla. Versículo 15: "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos ante los hombres". Aquí está la raíz de la persecución en sus dos vertientes. Una es el amor por algo malo o falso y la otra es la necesidad de justificar dicho amor; esta es la raíz de la persecusión.
Jesús entra en escena con un camino de vida y un mensaje que implica que el amor al dinero es traición a Dios: "¡No podéis servir a dos maestros!". No se trata de un insulto antagónico, es parte de su pureza, es verdad. Esto es esencial saberlo si usted va a ser salvo, pero iba en contra del amor de los fariseos por el dinero así que para justificarse difamaron a Jesús. Se trata del proceso de operación estándar de la auto-justificación y raíz de toda persecución.
Una vida consagrada a la justicia será perseguida
Así que podemos ver por qué una vida consagrada a la justicia o a la santidad será perseguida, injuriada o denunciada.
• Si aprecia la castidad, su vida será un ataque para las personas que practican el sexo libre.
• Si se vuelve abstemio, su vida será una declaración contraria al consumo de alcohol.
• Si le gusta controlar su alimentación, su vida será una acusación contra el exceso de comida.
• Si vive felizmente y con sencillez, dejará al descubierto la locura del lujo.
• Si camina humildemente con Dios, expondrá la maldad del orgullo.
• Si usted es responsable y comprometido con sus asuntos, dejará al descubierto la inferioridad de la pereza y la negligencia.
•Si habla con misericordia, hará que la insensibilidad sea una reacción más ruda.
•Si usted es serio, hará que los impertinentes parezcan pocos serios en lugar de listos.
•Y si tiene una mente espiritual, dejará al descubierto la mente mundana de los que están a su alrededor.
Dos respuestas a una vida justa
Cuando desea llevar todos sus asuntos y relaciones en santidad (cuando sigue la justicia en el poder de Jesús y para Su gloria), existen dos reacciones posibles por parte de las personas a su alrededor que están descritas en Juan 3:20–21.
“Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas" [esta es una de las respuestas: odiando la luz y no aceptándola] Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios. [Esta es la otra respuesta posible: practicar la verdad, venir a ella y admitir con libertad que todo lo bueno que hay en nosotros lo ha hecho Dios].
Estas dos reacciones son o persecución o conversión (aparecen en Mateo 5:10 y 16). Pero nos preguntamos, ¿qué ocurre con todos los incrédulos que conozco que ni son convertidos, ni son perseguidos que son cívicos e incluso educados? Existen como mínimo dos explicaciones posibles:
Dos explicaciones del por qué parece no haber ninguna respuesta
Una es porque su luz está bajo un candelero. Tiene bien oculta la piedra de tropiezo de la cruz (Gálatas 5:11; 6:12–13). No está mostrando sus valores distintivos. La otra es que sí los está mostrando y las personas a su alrededor se están aproximando hacia uno de estos dos polos: persecución o conversión. Ninguno de los dos tiene que ocurrir inmediatamente.
Existen todo tipo de factores que pueden obstaculizar las manifestaciones de la persecución. Se puede ver a menudo en los evangelios cada vez que los fariseos estaban enfurecidos y al mismo tiempo por conveniencia no expresaban su ira en una persecusión declarada. Ni la persecución, ni la conversión ocurrirán siempre de manera inmediata. De hecho, muchas personas se debaten dentro si mismas, odiando en parte las afirmaciones del cristianismo en sus vidas y en parte atraídas por ellas.
Por eso, todos deberíamos examinarnos para ver si estamos jugando a una especie de cristianismo cobarde de incógnito. Y si es así, deberíamos arrepentirnos y decidirnos a manifestar con mayor sinceridad nuestra verdadera identidad. Lo que no debemos asumir es que por que no haya persecución ni conversión justo en este momento, la culpa es nuestra. El período de gestación del nuevo nacimiento puede estar aproximándose a un final feliz o la tormenta puede estar preparándose para estallar contra usted.
Pero en cualquier caso usted puede estar muy contento, lo que nos lleva a otra consideración:
La bienaventuranza de los perseguidos
Versículo 11: "Bienaventurados [afortunados] seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos”.
Esta bienaventuranza es impactante. ¿Qué puede llegar a justificar el mandamiento de alegrarse cuando se burlan de nosotros, nos odian y matan? Y no se equivoque, Jesús tenía la muerte en mente: así hicieron con los profetas (Mateo 23:30; 1 Reyes 18:13; 19:10; Nehemías 9:26; Jeremías 26:23), así harían con los discípulos. Por eso dice en Mateo 24:9, "Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre".
¿Por qué un consejo tan impactante de parte de Jesús?
¿Qué puede justificar esta advertencia para las personas que están sufriendo? “¡Regocijaos y alegraos!”. Hay dos opciones: o este es el discurso de un teólogo insensible, inmaduro, en un cuento de hadas y que nunca ha sabido lo que es gritar de dolor; o este es el discurso de alguien que ha visto, experimentado y conoce la realidad que la mayoría de las personas nunca ha experimentado o vislumbrado.
Es el Señor hablando. No es un pastor novato que se topa con la gente en un funeral dándoles palmaditas en la espalda y diciendo: “De todos modos alabado sea Dios". Es el Señor diciéndole a sus discípulos, la mayoría de los cuales beberán de la copa del martirio: “regocijaos y alegraos” cuando os persigan, cuando sufráis. ¿Cómo puede decir esto?
Puede decirlo porque Él sabe más allá de cualquier atisbo de duda que la recompensa celestial será mucho más que una recompensa por cualquier sufrimiento que tengamos que soportar al servicio de Cristo. “Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande”. Aquí hay un misterio: el misterio del gozo en medio de la agonía; el misterio de la alegría en medio de la miseria y el gemido. Y este misterio se contiene en un milagro, o sea, el milagro de la fe: la seguridad cimentada de que el cielo es la indemnización centuplicada de cada dolor. Hasta donde usted sea capaz de creer lo que Jesús ve en el cielo, hasta ese punto será capaz de regocijarse y alegrarse en el sufrimiento. “Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande”.
El sufrimiento está relacionado con la recompensa en el cielo
No obstante, esto nos plantea una pregunta: para poder regocijarse y alegrarse en el sufrimiento de la persecución, ¿no deberíamos creer que el sufrimiento en sí aumenta nuestra recompensa en los cielos? Si se pudiese obtener la misma recompensa sin sufrimiento, ¿no clamaríamos contra la inutilidad del sufrimiento en vez de alegrarnos y abrazarlo?
Si sufrir no aporta algo más que no sufrir, ¿por qué abrazarlo con gozo? ¿Qué fue lo que impulsó a Rowland Taylor, al obispo Ridley y a John Bradford a besar las estacas en las que los estaban quemando? ¿Qué llevó a Obadiah Holmes después de que, por Jesús, noventa azotes volviesen sus piernas como gelatinas, a decirle a los magistrados: "¿me habéis golpeado con rosas?”. ¿Por qué dijo Thomas Hardcastle que la persecución es “una preciada época de gracia”?
Creo que la respuesta se encuentra en que cuánto más se pruebe la fe mediante el sufrimiento, mayor será la recompensa. Me parece que eso dice Mateo 19:29 ("Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna"), pero sobre todo, en 2 Corintios 4:17–18:
“Pues esta leve aflicción pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.
Él dice que la aflicción “prepara” o “conlleva” un eterno peso de gloria. En palabras de Charles Hodge:
Las aflicciones son la causa de la gloria eterna; no la causa que merece la gloria sino la causa con la que se obtiene la gloria. A Dios le ha parecido bien revelar su voluntad no solo para recompensar con un gozo desbordante las aflicciones de su pueblo, sino también para hacer de esas aflicciones el instrumento con el que se encausa ese gozo (Comentario en Segunda de Corintios, p. 104).
En otras palabras, regocijaos y estad alegres en medio de las tribulaciones por causa de la justicia y de Jesús ya que esa misma tribulación recibirá una gran recompensa. Y cuánto mayor sea la tribulación que soporte vuestra fé, mayor será la recompensa que recibiréis en el cielo. Así que regocijaos y estad alegres, ¡porque grande es vuestra recompensa en los cielos!
Guardando nuestros corazones en el cielo
Y concluyó dejándonos clara una de las consecuencias más evidentes de este texto. Jesús anhela que sus discípulos deseen la recompensa del cielo más que la recompensa del mundo. Jesús anhela que tengamos nuestro tesoro guardado en el cielo y no en la tierra (6:19–20). Jesús anhela que nuestros corazones estén tan guardados en el cielo, que el partir de esta tierra sea una causa de gozo, ¡pero no sin lágrimas! En palabras de Pablo: "como entristecidos, mas siempre gozosos”, y tal y como Jesús sudó sangre en Getsemaní ante su propio dolor pero soportó la cruz por causa del gozo puesto delante de él.
Jesús desea que tengamos nuestros corazones en el cielo ante todo, nuestra esperanza en el cielo ante todo, nuestros anhelos en el cielo ante todo, nuestro gozo en el cielo ante todo. No existe otro modo en el que usted pueda regocijarse y estar alegre ante la pérdida de sus gozos terrenales. ¿Cómo nos regocijaremos y estaremos alegres cuando estas cosas nos las quiten, si no hemos amado el cielo por encima de todo?
Piense en los profetas de antaño
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos mantener nuestros corazones en el cielo? Acostúmbrese a pensar en los antiguos profetas que fueron perseguidos y asesinados por la causa y la justicia de Dios. Vuelva a menudo a Hebreos 11:36–38 y lea cómo por la fé sufrieron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados - ¡de los cuales el mundo no era digno!
Vuelva a menudo a estos grandes hombres y mujeres de antaño y entre en sus corazones. Súbase al potro de tortura con ellos y aprenda a amar igual que ellos. Escuche mientras dicen: "considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa" (Hebreos 11:26).
Piense en los que han entregado su vida por Cristo
Lea los testimonios de aquéllos que han entregado sus vidas por Cristo.
La carta de John Hooper escrita en Inglaterra en 1555, tres semanas antes de que lo quemaran vivo en una estaca: "Tendran ahora que cambiar todos sus [pensamientos] del peligro que veis y fijaros en la felicidad que sigue al peligro… Tengan cuidado de contemplar demasiado la felicidad o la miseria de este mundo; porque la consideración a tanto ferviente amor o temor a alguno de los dos aleja de Dios” (Ryle, Light from Old Times, p. 115).
Vosotros, niños, pensad en los hijos de John Rogers. Lo quemaron vivo el mismo año que a Hooper por causa de su fé en Cristo. Sus hijos lo acompañaron al lugar de la ejecución y mientras que lloraban le gritaban palabras de ánimo, diciéndole que fuese valiente y que no negara ni deshonrara a Cristo (Ryle, p. 64).
Pensad en el famoso Dietrich Bonhoeffer. En el camino desde su celda a la horca en 1945, le dijo a Payne Best: "Este es el fin- para mí el comienzo de la vida" (Bethge, Dietrich Bonhoeffer: A Biography, p. 830). Diez años después el médico de la prisión que lo atendió, escribió:
En el lugar de la ejecución, volvió a realizar una pequeña oración y entonces subió los escalones de la horca, compuesto y valiente. Su muerte se produjo segundos después. Durante los casi cincuenta años que llevo ejerciendo, creo que nunca he visto a ningún hombre morir con una sumisión tan completa a la voluntad de Dios (Bethge, pp. 830–31).
O pensad en la última carta de Vanya Moiseyev, un soldado bautista de 20 años del ejército Soviético comunista que fue torturado en varias ocasiones hasta que el 16 de julio de 1972, llegaron demasiado lejos y murió. El 15 de julio le escribía a su hermano Vladimir:
No les cuentes todo a nuestros padres. Diles solo que “Vanya me escribió una carta y dice que Jesucristo está yendo a la batalla. Se trata de una batalla cristiana y no sabe si regresará".
Espero que todos vosotros, queridos amigos, viejos y jóvenes, recordéis este versículo: Apocalipsis 2:10 — "Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida". (M. Grant, Vanya, pp. 175f).
¡Piense en los profetas! ¡Piense en los mártires! Sea lo que sea que tenga que hacer para guardar su corazón en el cielo y fuera del mundo, ¡hágalo! De otro modo no podrá obedecer el mandamiento de nuestro Señor: “Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros”.
Y que el grito de batalla del movimiento misionero de nuestra iglesia siga siendo:
"No está loco aquel que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder” (mártir, Jim Elliot).
Apéndice
Si alguien se pregunta si tener el corazón en el cielo le hará un inútil en la tierra, la respuesta la dió Jesús justo en la siguiente parte del Sermón del Monte: las personas que tienen su corazón puesto en el cielo de tal modo que no temen al hombre sino que se regocijan en la persecución… ¡esas son las personas radicalmente libres y gozosas que son la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”!
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