Cómo Encontrar Fortaleza en la Fortaleza de Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carlos Diaz
¿Cómo haces una tarea con la fortaleza de otra? ¿Cómo ejerces tu volundad para hacer algo en tal forma que estás confiando en la voluntad de otro para hacerlo realidad?
Aquí hay algunos pasajes de la Biblia que pone esta duda sobre nosotros:
- “Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir. Pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13). Así que tenemos que hacer morir el pecado, pero tenemos que hacerlo por medio del Espíritu. ¿Cómo?
- “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito” (Filipenses 2:12–13). Tenemos que trabajar. Pero la voluntad y el trabajo es la voluntad de Dios y el trabajo de Dios. ¿Cómo experimentamos eso?
- “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo” (1 Carta a los Corintios15:10). Pablo en realidad trabajó duro. Pero su esfuerzo fue en una forma que no era suya. ¿Cómo hizo eso?
- “Por esta razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente” (Colosenses 1:29). Nos fatigamos. Luchamos. Gastamos esfuerzo y energía. Pero hay una forma de hacer esto para que sea la energía de Dios y la obra de Dios. ¿Cómo hacemos eso?
- “Si alguno habla, que sean palabras de Dios; si cumple algún ministerio, hágalo con el poder de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Cristo Jesús. A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Carta a Pedro 4:11). Servimos. Ejercemos fortaleza. Pero hay una forma que nuestro servicio es el efecto del poder de la gracia de Dios. ¿Cuál es esa forma?
Presentando a A.P.T.A.T. (A.R.C.A.D. en Español)
En 1983 di mi respuesta en un sermón, y para este día no he sido capaz de mejorar sobre estos cinco pasos resumidos en el acrónimo, A.P.T.A.T. - A.R.C.A.D. en español (rima con Tapa –Inglés; el acrónimo en español emula el ARCA del renacimiento del mundo luego del Gran Diluvio).
En 1984 J.I. Packer publicó Keep in Step with the Spirit, y dio los mismos pasos en las páginas 125–126. Él lo llama “Enseñanza santísima agustina”. Exige una “actividad intensa” pero esta actividad “no está en el menos autosuficiente en espíritu”. En vez de eso dice, “Sigue esa secuencia de cuatro etapas”:
Primero, a medida que una desea hacer todo lo bueno que puedas, observas qué tareas, oportunidades y responsabilidades te hacen frente. Segundo, rezas por ayuda en éstas, reconociento que sin Cristo no puedes hacer nada—nada fructífero, eso es (Juan 15:5). Tercero, vas a trabajar con una buena voluntad y un corazón elevado, esperando ser ayudado como lo solicitaste ser. Cuarto, agradeces a Dios por la ayuda dada, solicitas perdón por tus propias fallas en camino, y solicitas más ayuda para la próxima tarea. La santidad agustiniana es una santidad laboriosa, basada en repeticiones interminables de esta secuencia.
Mis cinco pasos omiten su primer paso (“notar cuáles tareas están en frente de ti”). Divido su segundo paso en dos: A. Admite (su palabra, “reconoce”) que puedes hacer nada. R. Reza por la ayuda de Dios para la tarea manual. Luego, quiebro su tercer paso en dos. Dice “espera obtener ayuda por lo que solicitaste”. Luego con esa expectativa, “ve a trabajar con buena voluntad”. Digo, C. Confía en una promesa en particular de la ayuda de Dios. Luego, en ese fe, Actúa (A). Finalmente, ambos decimos D. Da gracias a Dios por la ayuda recibida.
- Admitir
- Rezar
- Confiar
- Actuar
- Dar gracias
Confía en las Promesas de Dios
Pienso que la C en medio es muy importante. Confiar en una promesa. Este es el paso que pienso está faltante en la mayoría del intento cristiano para vivir la vida cristiana. Absolutamente es mi error más común.
La mayoría de nosotros enfrentamos una tarea difícil y recordamos decir, “Ayúdame, Dios. Te necesito”. Pero entonces avanzamos de R hacia A – Rezar a Actuar. Rezamos y entonces actuamos. Pero esto nos roba un paso muy poderoso.
Luego que rezamos por la ayuda de Dios, deberíamos recordar nosotros mismos de una promesa en específico que Dios ha realizado. Y ajustar nuestras mentes sobre ella. Y poner nuestra fe en ella. Y decirle a Dios: “Te creo, ayuda a mi incredulidad. Aumenta mi fe en esta promesa. Estoy confiando en ti, Seños, aquí voy”. Luego actúa.
Pablo dice que nosotros “caminamos por la fe” (2 Carta a los Corintios 5:7) y “vivimos por la fe” (Gálatas 2:20). Pero para la mayoría de nosotros esto permanece vago. ¿Cómo hacemos esto hora tras hora? Lo hacemos recordándonos nosotros mismo de promesas específicas y en concreto que Dios ha realizado y que Jesús ha adquirido con su sangre (2 Carta a los Corintios 1:20). Entonces simplemente no rezamos por la ayuda hora tras hora, confiamos en esas promesas en específico hora tras hora.
Cuando Pedro dice, “Deja a aquél que sirve, sirva en la fortaleza que suministra Dios”, hacemos esto no solamente rezando para esa provisión, sino rezando en la promesa de la provisión en situaciones específicas. Pablo dice que Dios “proporciona el Espíritu para ti escuchando con fe” (Gálatas 3:5). Eso es, escuchamos una promesa y la creemos para una necesidad en particular, y el Espíritu Santo viene a ayudarnos a través de esa promesa creída.
10 Promisas para Memorizar
Aquí pues está mi sugerencia para cómo hacer esto. Memoriza unas pocas promesas que son aplicables en forma universal y que te servirán en casi toda situación donde enfrentes una tarea a ser realizada “en la fortaleza que Dios provee”. Luego a medida que esas tareas se presenten, Admite que no puedes hacerlo por tu propia cuenta. Reza por la ayuda que necesitas. Luego trae a la mente una de tus promesas memorizadas, y confía en ella – pon tu fe en ella. Luego actúa — ¡creyendo que Dios está actuando en tu accionar! Finalmente, cuando estés listo, dale las gracias.
Aquí hay diez promesas para ayudarte a comenzar. De estas, la que más uso a menudo es Isaías 41:10.
- “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes; porque soy tu Dios; te fortaleceré, te ayudaré, te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
- “Mi Dios suplirá todo lo que les falte conforme a sus riquezas en gloria de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19)
- “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en ustedes toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, puedan abundar para toda buena obra.” (2 Carta a los Corintios 9:8)
- No corran tras el dinero, sino más bien confórmense con lo que tienen, pues Dios ha dicho: ‘Nunca te dejaré ni te abandonaré.’ Y nosotros hemos de responder confiados: ‘El Señor es mi socorro, no temeré. ¿Qué pueden hacerme los hombres?’” (Hebreos 13:5–6)
- “El SEÑOR Dios es sol y escudo; el Señor da la gracia y la gloria, y no niega sus bienes a los que proceden con rectitud.” (Salmos 84:11)
- “El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?” (Romanos 8:32)
- “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.” (Salmos 23:6)
- “Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes.” (Santiago 4:7)
- “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad. Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo.” (2 Carta a los Corintios 12:9)
- “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me glorificarás”. (Salmos 50:15)
Nunca ceses de reflexionar en las palabras de Pablo: “Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” (Gálatas 2:20). No Soy Yo. Aún Yo Soy. Por la Fe.
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