Cuatro promesas para cuando una relación termina
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Tony Reinke sobre Relaciones
Traducción por Susana Belvedere
Cuando las relaciones se rompen es muy doloroso. Nos duele a causa del rechazo de los demás y también porque expone nuestros defectos.
Cuando el enojo se calma, meditamos para determinar qué fue lo que no alcanzó las expectativas de nuestro novio o novia.
Entonces, ¿qué esperanza Dios ofrece a los cristianos para el dolor causado por las rupturas de relaciones?
La pregunta surgió de parte de un joven quien preguntó al Pastor John, lo cual será unos de los futuros episodios del programa en la internet Pregunte al Pastor John.
Lo siguiente es una transcripción editada de la respuesta del Pastor.
Déjeme comenzar con algunos ejemplos de rupturas dolorosas.
- Tienes trece años y recibes una nota de tu mejor amigo o amiga en la escuela diciendo: “No quiero ser mas tu amigo o amiga”.
- Estas de novio o novia y empiezas a sentir que podría ser algo hermoso y duradero y tu novio o novia te dice: “Me parece que no deberíamos continuar”.
- Te has comprometido y a dos meses de la boda, cuando todo esta en marcha, tu prometido o prometida dice: “No sé si quiero casarme, no puedo seguir. Creo que no va a funcionar”.
- Has intentado varias veces ser parte de varios grupos en la iglesia o en el trabajo y nunca nadie se comunicó contigo o trató de ver cómo estabas. Todas tus iniciativas de amistad no prosperan. Te encuentras solo la mayoría del tiempo. Nadie te llama. Nadie te invita a salir o a hacer algo.
Ahora, a su manera, cada una es una increíble experiencia dolorosa de rechazo.
Seis malas reacciones cuando las relaciones que se rompen
Déjenme mencionar seis posibles reacciones que no resuelven el problema. Son escapes . Y por lo tanto espero y oro para que la gente escuche y pueda decir: hay otra manera de avanzar.
Número uno. Podríamos experimentar pensamientos suicidas. Hemos invertido tanto en esta relación que sin ella la vida simplemente no vale la pena vivir. Número dos. Podríamos expresar nuestro dolor con ira. “¡Qué imbécil! ¿Quién lo o la necesita de todos modos?”
Número tres. Podríamos recluirnos en una gran soledad. Transformarnos ermitaños y nunca más correr el riesgo de entrar en una relación similar.
Número cuatro. Podríamos tratar de medicar nuestro dolor bebiendo o comiendo en exceso o entregarnos totalmente al trabajo y no prestar atención a la gente nunca más.
Número cinco. Podríamos reaccionar castigándonos a nosotros mismos a través de anorexia o cortes. Conocí una joven que se cortaba su abdomen cada tanto para ir al hospital a que le den puntos. Y le pregunté, “¿Qué puedes compartir conmigo, lo que sea, que me ayude a entender lo qué esto significa? Y ella me respondió, “ Disfruto la atención que me dan en la emergencia”. Por lo tanto, podríamos llegar al extremo de cortarnos o no comer.
Número seis. Podríamos poner doble esfuerzo en mejorar nuestro cuerpo y así finalmente ganar la admiración de alguien. Entonces ella va a trabajar en su figura. Va a arreglarse su cabello. Comprarse un nuevo ajuar. Ella va a hacer más ejercicio. El va a tomar algunas clases. El quiere ser un buen conversador. Vamos a arreglar lo externo así alguien nos va a querer.
Ahora todas esas reacciones prácticamente dejan dejan sin tocar el problema principal, el gran doloroso signo de pregunta que ha causado esta ruptura. Ninguna de estas reacciones trata la identidad central, la relación central y el gozo central.
Mi identidad
Es aquí donde Jesús, el señor del universo, el salvador del mundo, es absolutamente esencial para atender esas cosas. El obra cuatro cosas en nosotros.
1. Un Dios quien nos creó
Dios nos creó por lo tanto debemos confiar en su sabiduría, soberanía, y bondad, no deberíamos considerarnos como defectuosos o indignos. Si lo hacemos no estamos confiando en él. Él nos hizo con la inteligencia, la personalidad y cuerpo que tenemos. Y si ponemos en tela de juicio que él nos ha redimido, que no podemos ser amados o ser útiles, entonces estamos mintiendo acerca de Dios. No confiamos en él.
2. Un Dios que nos ama
Dios nos acepta, nos perdona y nos ama a pesar de todos los efectos y nuestros defectos que alejan a la gente de nosotros. Si confiáramos en él, él nos justifica sin pedir nada a cambio. Ésta es la preciosa doctrina de la justificación por la fe solamente. No debemos alcanzar una medida primero y luego ser aceptados por Dios. Sí por los demás, pero no por Dios. Somos aceptos a causa de Jesus. Por Cristo y sus perfecciones, no nuestras perfecciones. Y alcanzamos esa medida solo por la fe. Este es el hecho fundamental de nuestra existencia e identidad. Es nuestra relación central, y es un regalo y supera a todas las otras relaciones.
3. Dios nos satisface
Él nos satisface. Cristo satisface con algo infinitamente más grande que una buena imagen de de mí mismo. Concretamente, él mismo.
La felicidad más grande no está en que nos guste lo que vemos cuando nos paramos frente al espejo.
La felicidad más grande no está cuando nos paramos frente al mundo o frente a tu novia y que les guste lo que ven.
La felicidad más grande ni siquiera está cuando nos paramos delante de Dios y sentir que él está contento. Tengo que admitir que eso sería espectacular, y me gustaría, y lo obtendré, Dios permita, por nuestra fe en Cristo.
La satisfacción suprema de nuestra alma es estar parado frente a Dios y quedar pasmados por la belleza fuera de nosotros. Él es todo en ese momento, y él es nuestro gozo más alto. El gozo más alto lo tenemos cuando nos olvidamos de nosotros mismos ante la presencia de una belleza infinita.
4. Un Dios que nos fortalece
Porque tenemos una identidad central creada por Dios y amada por Dios en Cristo basada en Cristo y una satisfacción central porque vemos a Dios como lo más hermoso en las bases de todo eso, ahora tenemos una fuerza interior para movernos hacia el mundo. Ya no necesitamos más anhelar la aceptación de la gente, nos deleitamos ofreciéndonos en servicio a los demás. Todas nuestras relaciones, por lo tanto, no están sustentadas en el anhelo sino en el servicio, las cuales pueden o no tener el efecto derivado que la gente espera. Pero ese no es el punto. Solo es algo derivado.
O sea, no estoy diciendo que la vida no tiene dolor por relaciones. Cada una de esas pérdidas que describí pueden pasarles a los cristianos. Van a pasar. Y van a salir lastimados. Lo que estoy diciendo que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para ser útiles en la vida y gozosos a través de esa clase de rechazo y dolor.
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