La Biblia es una mina de oro
De Libros y Sermones BÃblicos
La palabra de Cristo habita abundantemente en aquel quien medita lo suficiente en ella que descubre sus riquezas (Colosenses 3:16). La Biblia es la mina de Dios que contiene la carga teológica por excelencia. Cualquier libro basado en teología es solo una pequeña fracción de la inconmensurable riqueza de la Biblia. Es por eso que no hay fin a la publicación de libros teológicos.
Lo maravilloso acerca de esta mina es que a menudo encontramos tesoros en los lugares menos esperados. A Dios le encanta entrelazar y esconder riquezas reveladoras en lo que al principio se ve como una simple y directa narrativa histórica.
Un ejemplo es la historia de Jesús y Pedro caminando sobre las aguas en Mateo 14:22-33. Esta caminata acuática es extraordinaria. Pero si no tenemos cuidado, solamente veremos el oro evidente y nos perderíamos de mucho más. Aquí van algunas ideas no tan obvias que hace poco descubrí excavando.
Jesús nos hace enfrentar olas fuertes en la oscuridad
Jesús “hace” que los discípulos se metan en la barca (Mateo 14:22). En ese momento ellos probablemente ni pensaron mucho en eso. Era un mandato inusual departe del Señor. Pero retrospectivamente, es claro que Dios a propósito los enviaba a enfrentarse con el viento adverso toda la noche.
Después de un exhaustivo día (alimentando a 5000), Dios no los llevó a descansar en la costa de aguas mansas sino a remar en contra de las olas embravecidas de la noche. El Señor soberano a veces intencionalmente nos envía cuando estamos agotados para pelear en la adversidad en medio de una desorientadora oscuridad.
Jesús llega de manera inesperada en un inesperado momento
Cuando Jesús se encuentra con los discípulos, aparece de manera completamente inesperada, caminando sobre el agua. Esto los tomó tan desprevenidos que ni siquiera al principio lo reconocieron (Mateo 14:26). Además, Jesús no apareció hasta cerca del amanecer (Mateo14:25), entre las tres y seis de la madrugada. Los discípulos deben haber estado peleando con el viento y las olas (y probablemente entre ellos) por largas horas en la oscuridad. No hay duda que oraron para que Dios los ayude. En el relato de Juan dice que una vez que Jesús los alcanzó y se subió la barca, “llegaron enseguida a la tierra adonde iban” (Juan 6:21). Esto debe haber sido como un alivio agradable, pero tengamos en cuenta que ese alivio no fue provisto hasta que ellos estuvieron increíblemente cansados.
Cuando Dios se acerca a nosotros ante un momento de necesidad, él podría llegar de manera inesperada, irreconocible, y estremecedora y más tarde de lo previsto.
Pídele a Jesús las cosas imposibles
El pedido de Pedro fue monstruoso. Quizá porque esta historia es tan familiar o nos ha sido contada tan textualmente que no nos sorprende. Si así fuera, necesitamos ojos nuevos. Debemos poner nuestro ser agotado en esa barca azotada por la tempestad de la noche, y sentir el arremolinado mar en nuestro rostro mientras contemplamos bizcos la cosa más extraña que hemos visto jamás, Jesús de pie a unos diez pasos en el agua embravecida como si fuera suelo firme.
Imaginemos nuestros nervios al límite debido al shock de adrenalina causado por el terror. ¿Le pediríamos a Jesús que nos haga salir de la barca para caminar con él en el agua? Mejor sería contestar esa pregunta preguntándonos cuán a menudo le pedimos a Jesús el privilegio de correr con él el riesgo de lo humanamente imposible. Jesús amonestó a Pedro por su “poca fe” (Mateo 14:31) pero Pedro era un gigante de la fe en ese momento comparado con los otros once. Él fue el único que pidió hacer lo imposible con Jesús. Y Jesús se lo concedió con mucho placer.
Dios se complace cuando le pedimos que nos dé la habilidad de salir de la seguridad de nuestra «barca» en orden de llevar a cabo lo humanamente imposible con él, y él nos concede tales peticiones.
Jesús responde soberanamente a nuestros pedidos
Esta historia revela un profundo misterio: Dios en su soberanía interactúa con nuestras iniciativas. Notemos el muy simple pero contundente intercambio entre Pedro y Jesús:
«Señor, si eres tú »—respondió Pedro—«mándame que vaya a ti sobre el agua». «Ven» —dijo Jesús. (Mateo 14:28-29)
Estas pocas palabras reflejan una teología prominente. Pedro reconoce a Jesús como soberano Señor por encima de la naturaleza quien ordena al agua que lo sostenga. Pedro también sabía que caminar sobre el agua demandaría fe, pero no caería en el error de considerar su fe como el poder que sostendría las aguas debajo de él. Por lo tanto le pide a Jesús que le dé la orden de ir. Y cuando Jesús da la orden, Pedro ejercitó la fe que lo ayudó a caminar sobre el agua. Es verdad que cuando la fe de Pedro se debilitó, él se hundió (Mateo 14:30). Pero su clamor hacia Jesús comprueba que Pedro reconocía donde se encontraba el poder que los mantenía parado, lo que es en sí mismo una expresión de fe. Y otra vez Jesús responde a la fe de Pedro ayudándolo a subir (Mateo 14:31).
Notemos que Jesús no llamó a cualquier discípulo a venir sobre el agua con él. Pedro tomó la iniciativa pidiéndole a Jesús si él podía ir. Disculpen el juego de palabras, pero esto son aguas teológicas profundas. Si Pedro no hubiese tomado la iniciativa de preguntarle a Jesús, este aspecto de la historia simplemente se hubiese perdido. ¿Qué se hubiese perdido de tu historia sino hubieses tomado la iniciativa de preguntarle a Jesús?
Solamente Dios tiene el poder de ordenar a la realidad, pero él nos anima a pedir cualquier cosa que deseamos en oración (Juan 15:7) y a él le encanta responder a nuestra fe dando órdenes a las respuestas de nuestras peticiones.
Excavemos, encontremos, y enriquezcámonos
Oh, hay mucho más oro para encontrar en esta historia, pero el tiempo y la limitación de palabras para el artículo no me dejan continuar. Debo parar. Excaven, encuentren, y enriquézcanse. En solo doce versículos descubrimos cuatro puntos teológicos.
- El Señor soberano a veces intencionalmente nos envía cuando ya estamos cansados de luchar contra la adversidad en una desorientadora oscuridad.
- Cuando Dios llega ante momento de la necesidad, podría llegar inesperadamente, irreconocible y de una manera aterradora y más tarde de lo que esperamos.
- Dios se complace cuando le pedimos que nos permita salir de nuestra «barca» de salvación en orden de hacer lo humanamente imposible con él, y sí él concede tales peticiones.
- Solamente Dios tiene el poder de dar órdenes a la realidad, pero nos anima a pedir cualquier deseo en oración (Juan 15:7) y le encanta responder a nuestra fe dando órdenes a las respuestas de nuestras peticiones.
La Biblia contiene más de 31.000 versículos, tanto oro y tan poco tiempo. Nunca terminaremos de sacar el oro que contiene durante nuestra corta vida, pero podemos descubrir todo lo que podamos. El apóstol Juan dijo lo siguiente acerca de los tres años que vivió junto a la palabra hecha carne: « Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.» (Juan 21:25).
Ahora, la palabra escrita está escrita. Pero podemos decir que si todo lo que revela se pudiera escribir, el mundo en sí no podría contener los libros que podrían escribirse.
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