"Tengo Sed"
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Steve Roy sobre La Muerte de Cristo
Traducción por Silvia Griselda Buongiorne
Viernes Santo
Juan 19:28-29
Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca.
Contenido |
Jesús demuestra estar en Completo Control Durante La Pasión.
En Juan 10: 18 Jesús dijo " Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre". Esas palabras tan significativas de Jesús, nos muestran que todo lo que le sucedió ese primer Viernes Santo - todo el dolor físico de los azotes, los golpes, la corona de espinas clavadas en la cabeza, los clavos en sus manos y sus pies, todo el dolor emocional del ser vituperado y del ser escupido; todo el dolor espiritual que Jesús soportó cuando su padre le volvió el rostro, cuando tomó sobre sí mismo los pecados del mundo, todo aquello - Jesucristo aceptó y sufrió voluntariamente para la gloria de su Padre celestial y para el bienestar eterno de su pueblo. Nada de lo que le sucedió a Jesús ese día lo tomó por sorpresa. Nada de eso fue algo inesperado. Todo estaba previsto y tomado en cuenta por el cuando hizo esa oración profética en Getsemaní, "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). La imagen que vemos de Jesús en los relatos evangélicos de la pasión, no es la de una persona que valientemente - si bien algo desconcertada - se enfrenta a circunstancias imprevistas que escapan a su control. No, la imagen es la de un control completo. Jesús está en control total de cada aspecto de la situación. Es evidente durante la totalidad de su pasión, de su arresto, durante su presencia en el "interrogatorio" ante las autoridades judías y ante Pilato, durante el tratamiento brutal que recibió de parte de los soldados, mientras colgaba en la cruz en agonía. Jesucristo no era una víctima indefensa, no, él era el todopoderoso, el Hijo de Dios soberano quien voluntariamente se sometió a la humillación y al sufrimiento, dando su vida de su propia voluntad. Esa es la imagen de Jesús que vemos en los evangelios, y esa es la imagen de Jesús que vemos en estas palabras de Juan 19 que el Pastor Young acaba de leernos, lo que constituye la quinta palabra de Jesús en la cruz.
Un Clamor por Cumplir la Escritura
"Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo (para cumplir la escritura), “Tengo sed.” Aquí vemos nuevamente una imagen de Jesús en completo control, consciente de cumplir el programa, y la agenda que el Padre había establecido para él. La referencia de Juan sobre el hecho de que Jesús sabía que ya todo estaba terminado ahora recuerda su oración en Juan 17:4: "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese". La obra se ha completado, su sufrimiento estaba llegando a su fin, y así para que se cumpliese la Escritura Jesús dijo: "Tengo sed". Toda la escena es una de devoción y compromiso total al programa que el Padre tenía para su vida, así como una de su control total de la situación.
Un Clamor de Agonía
Sin embargo hay otra imagen también - una de un dolor y agonía intensos. Se acercaba la hora novena (3:00pm). Jesús había estado colgado de la cruz durante seis horas (cf. Marcos 15:25, 34). La combinación de la pérdida de sangre, de su agotamiento, su tensión nerviosa, y su exposición a la intemperie había generado una sed atroz. El clamor de Jesús: "Tengo sed", no era una petición cortés y tranquila para que le diesen un vaso de agua. No, fue un grito de agonía. La sed de Jesús mientras colgaba de la cruz en nuestro lugar, mostró la realidad y la intensidad de su sufrimiento físico. Su sed fue la consumación de su sufrimiento físico y por lo tanto le permitió el entender que todo estaba ya completado. Y por eso, para que la Escritura se cumpliese, exclamó: "Tengo sed", pidiendo y recibiendo luego un trago de vinagre de vino con una esponja que se le levantó hacia la boca en una rama de hisopo.
Un Cuadro Distinto en Mateo y Marcos
Ahora bien, esto claramente difiere de lo que se registra en Mateo 27:34 y 15:23 Marcos, donde al principio de su crucifixión, Jesús fue ofrecido una copa de vino mezclado con mirra, una droga comúnmente ofrecida para ayudar a mitigar el dolor. En ese momento, Jesús rechazó la bebida, deseando enfrentarse a su momento de sufrimiento y de muerte con la cabeza despejada. Ahora que se acerca el momento de su muerte, Jesús acepta esta bebida de vinagre de vino para satisfacer sus propias necesidades físicas, y para humedecer su boca y así poder ofrecer con claridad y en voz alta las siguientes triunfantes palabras de "¡Consumado es!" (Juan 19:30), y - como nuestro texto indica - para que la Escritura se cumpliese.
El Compromiso de Jesús para con las Escrituras
El texto en particular que Jesús tenía en mente no es mencionado. Se piensa que se refiere a la figura profética de la sed mencionada durante la muerte del Mesías en el Salmo 22:15, "se secó mi vigor como una teja y mi lengua se pegó a mi paladar". Es posible que Jesús tenía en mente al Salmo 69:21: "Ellos ponen hiel en mi comida y me dieron vinagre para mi sed." Sea cual fuere el texto que Jesús tenía en mente, la imagen es una de Jesús, aun en medio de la agonía física más intensa, muy consciente de la palabra de su Padre en la Escritura y muy comprometido por ordenar toda su vida, incluso estos últimos momentos, por esa palabra. Esta escena dice mucho sobre el compromiso de Jesús hacia las Escrituras y nos debe hablar en voz muy alta y muy clara acerca de nuestra necesidad de ordenar nuestras vidas con respecto de la Escritura, especialmente en los momentos de mayor sufrimiento personal.
Sed Espiritual
Pero a pesar de la realidad, la intensidad y la importancia de la sed física de Jesús, estoy convencido de que hay algo más profundo que se expresa por esta quinta palabra. Detrás de su sed física hay otra clase de sed que Jesús experimentó de una manera mas profunda en la cruz - la sed espiritual. La evidencia que me lleva a esta convicción proviene de la utilización del verbo "sed". El verbo "sed" o "tener sed" se encuentra cinco veces en el evangelio de Juan, además de nuestro texto aquí en Juan 19. Todos los cinco se encuentran en contextos referidos a la sed espiritual. Tres de estos usos se hallan en Juan 4:13-15, en el curso de la discusión de Jesús con la mujer junto al pozo. Jesús se ofrece a ella como el único que puede darle agua viva para beber. Y dice que "que el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. De hecho, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salta hasta la vida eterna" (v. 14). En Juan 6:35 Jesús dice: "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed." Y en Juan 7:37-38 Jesús dijo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de él." Y Juan nos ayuda a entender lo que Jesús quiso decir añadiendo en el siguiente versículo: "En esto él (Jesús) hizo el Espíritu, que los que creían en él habían de recibir". Con toda esta evidencia, podemos ver que esta sed -acerca de la cual estaba hablando Jesús - es un anhelo espiritual de Dios, un anhelo que opera en lo más profundo del corazón de cada ser humano creado a imagen de Dios , una sed que Jesús y solo Jesús puede satisfacer por toda la eternidad. Según el evangelio de Juan, esta sed espiritual universal puede ser saciada y satisfecha únicamente por el Espíritu Santo, que Jesús prometió dar a todos los que creen en él, y que le dará la vida eterna al creyente. Y es este tipo de sed, la sed espiritual, que Jesús experimentó en la cruz.
La Separación del Padre
Debemos estar muy claros en cuanto a lo que realmente estaba pasando en esa cruz. El hombre que habían colgado no era un rabino galileo ordinario. No, él era el Hijo eterno de Dios. Jesús de Nazaret - el Verbo de Dios hecho carne. Había existido desde toda la eternidad en la comunión más íntima imaginable con el Padre. Incluso cuando él abandonó voluntariamente la gloria del cielo y se despojó a sí mismo de toda dignidad y autoridad divina para llegar a ser un hombre, aún mantiene a lo largo de su vida una dulce comunión e intimidad profunda con su Padre celestial. Hasta que, colgado en la cruz, él tomó sobre sí los pecados de todo su pueblo, y allí, Jesús Cristo experimentó, por primera vez en toda la eternidad, el horror de la separación de Dios. El Padre dio la espalda al Hijo mientras colgaba de la cruz, en nuestro lugar, infligiendo sobre él toda la furia de su ira por nuestros pecados. Oímos hablar de la realidad espeluznante de esta separación de los propios labios de Jesús: "Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?" (Marcos 15:34). Jesús conocía la alegría de la comunión íntima con su Padre, y ahora en este tiempo de separación, Jesús la quería nuevamente, él la anhelaba, tenía sed de Dios. En la cruz Jesús fue el cumplimiento supremo del Salmo 63:1: " Estando en el desierto de Judá. Dios, Dios mío eres tú; a ti madrugaré; mi alma tuvo sed de ti, mi carne te desea en tierra de sequedad y transida sin aguas. "
Esto, entonces, en el nivel más profundo, es la sed que Jesús experimentó en la cruz. Efectivamente, Él tenía sed. Su sed física fue la consumación de su sufrimiento físico. Pero su sed física era sólo la punta del témpano. La sed mas profunda que experimentó Jesús, fue la sed espiritual, la sed que tenía de su Padre, Aquel de quien estaba separado mientras colgaba en la cruz pagando el castigo por nuestros pecados. En conclusión permítanme subrayar la importancia que tiene esta sed espiritual de Jesús con respecto a nuestras vidas.
La Verdad acerca de la Sustitución
La verdad es simple, pero muy profunda. Es la verdad de la sustitución. La naturaleza de la sustitución acerca de la muerte de Jesús en la cruz se expresa muy claramente en esta quinta palabra: "Tengo sed". Algunas de las más preciosas de toda la promesas que nos da Jesús, son las cuales a que nos hemos referido en los capítulos anteriores de Juan acerca de cómo Jesús promete satisfacer y saciar nuestra sed por toda la eternidad. Aquí, en Juan 19, vemos la fuente de esas promesas. Es la sed de Jesús en la cruz. La verdad gloriosa de la quinta palabra de la cruz es que no necesitamos tener sed; La sed por Dios que tenemos puede ser saciada porque Jesús tuvo sed por todos nosotros.
Juan nos da otro ejemplo claro del carácter sustitutivo de la muerte de Jesús en su evangelio. En Juan 12:27, después de la entrada triunfal Jesús dijo: "Ahora está turbada mi alma, y ¿qué diré:" Padre librame de esta hora? No, era para esto que he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre! ". La palabra "turbada" es muy fuerte y denota la confusión, la angustia, la agonía del alma que Jesús experimentó al contemplar su muerte. Y esa palabra trae a la mente otras palabras de Jesús, esta vez dirigiéndose a sus discípulos que menciona más tarde, en Juan 14:1 "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí". El punto está claro, ¿no? Nuestros corazones no pueden estar turbados, precisamente porque el corazón de Jesús fue turbado por nosotros. Entonces, de la misma manera, nuestra sed será saciada, no hace falta tener sed para siempre, precisamente porque Jesús tuvo sed por nosotros. Este es el mensaje de la quinta palabra para nosotros hoy. Esta es la razón por la gran fe entre nosotros al aceptar a este Jesús sediento, y también podemos gozarnos en gran manera, al recibir de El, agua viva para saciar nuestra sed por toda la eternidad.
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