Calvinismo de la Cocina
De Libros y Sermones BÃblicos
Revisión a fecha de 19:28 23 nov 2016; Pcain (Discusión | contribuciones)
Por John Piper
sobre Biografía Cristiana
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
Charles Spurgeon nunca fue a la universidad, ni mucho menos al seminario. Pero a los veinte años conocía más teología bíblica que la mayoría de los pastores de hoy. ¿De dónde sacó tanta sed del estudio independiente? ¿Y cómo llegó a apreciar las doctrinas de la gracia soberana que hemos estado examinando las últimas tres semanas? Aquí hay una lección sorprendente de su Autobiografía.
- Las primeras lecciones que tuve en teología fueron de una cocinera anciana en la escuela de Newmarket, donde yo era ujier. Era una buena anciana, y solía leer The Gospel Standard [una revista bautista]. Le gustaba mucho la buena y fuerte doctrina calvinista, pero vivía y alimentaba fuertemente. Muchas veces hemos repasado juntos el pacto de gracia y hemos hablado de la elección personal de los santos, de su unión a Cristo, de su perseverancia final y de lo que significaba la piedad vital; y creo que aprendí más de ella de lo que debería haber aprendido de cualesquiera seis doctores de divinidad del tipo que tenemos hoy en día.
- Hay algunos cristianos que saborean, ven y disfrutan de la religión en sus propias almas, y que tienen un conocimiento más profundo de lo que los libros pueden darles, aunque lo busquen ahí todos sus días. La cocinera de Newmarket era una mujer piadosamente experimentada, de quien aprendí mucho más que del ministro de la capilla a la que asistimos. Una vez le pregunté, “¿Por qué vas a ese lugar?” Ella respondió, “Bueno, no hay otro lugar de adoración al que pueda ir.” Yo dije, “Pero debe ser mejor quedarse en casa que oír tales cosas.” “Quizá sea así,” contestó ella. “Pero me gusta salir a adorar aunque no obtenga nada por ir. Tú ves a una gallina que a veces rasca una pila de basura para intentar encontrar un poco de maíz; ella no consigue nada, pero muestra que lo está buscando y está usando los medios para conseguirlo, y también, el ejercicio la calienta.” Así la anciana dijo que el rascar ejercitó sus facultades espirituales y calentó su espíritu. En otra ocasión le dije que no había encontrado ni una miga en todo el sermón, y le pregunté cómo le había ido. “¡Oh!” respondió, “Esta noche me fue mejor, porque a todo lo que el predicador dijo, me limité a ponerle un no, y eso convirtió su plática en un verdadero evangelio.”
Agradecido por los cocineros en mi propia vida,
El Pastor John
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