Cuatro oraciones diarias por nuestros hijos
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Chad Ashby sobre Oración
Traducción por Susana Belvedere
Nuestros hijos nunca parecen quedarse sin palabras. Aun con un vocabulario pequeño es sorprendente lo bien que pueden llenar el silencio con miles de silabas cortas. Los padres somos una historia diferente. En los hogares llenos de preguntas y necesidades, puede ser difícil para nuestro cerebro cansado poner juntas aun frases quebradas. A veces me encuentro balbuceando cuando trato de hablar con mis hijos, como si necesitara que me reseteen.
Especialmente con niños pequeños, la oración puede ser difícil de entrelazar. Tenemos miles de pedidos por nuestros hijos; que sean salvos, que aprendan obediencia, que finalmente aprendan a comer brócoli, que dejen de pegar a otros niños en la clase, y sigue y sigue. ¿Por dónde comenzamos?
Yo creo que una de las maneras en que el Espíritu intercede por nosotros como padres es dándonos oraciones para orar desde las Escrituras (Romanos 8:26).
Mientras estaba teniendo dificultades para expresar los deseos de mi corazón acerca de mis hijos recientemente, una frasecita sucinta del evangelio de Lucas salió de mi boca: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52). Consideremos juntos este versículo inspirado por el Espíritu, un perfecto resumen de cuatro partes de nuestra oración para que nuestros hijos vayan creciendo como Cristo en todos los aspectos. Examinemos cada una de estas partes de a una.
1. Que crezcan en sabiduría
Nuestros hijos son esponjitas. Mi hijo sabe el nombre de cada dinosaurio que camino por la faz de la tierra. Sin embargo, nuestra oración por ellos no tiene que ser que crezcan en con conocimiento sino en sabiduría. Sabiduría es una disposición hacia Dios y una manera de vivir. En Proverbios Salomón explica: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal” (Proverbios 3:6-7). La sabiduría comienza con el temor de Dios. Nuestro deseo es que nuestros hijos se den cuenta que sus vidas están siendo vividas bajo la mirada vigilante del justo y santo Creador del universo. A medida que oramos que crezcan en sabiduría, estamos pidiendo que el Señor cambie la disposición de sus corazones para que ellos no vivan más creyendo que lo saben todo sino que confíen que los mandamientos del Señor los lideran por el camino correcto.
2. Que crezcan a la estatura
Todos tenemos preocupaciones. ¿Mi hijo será muy bajo de altura? ¿Mi hijo come suficiente? ¿Mi hijo será bueno para el equipo de futbol? Nosotros no sabemos mucho acerca de la niñez de Jesús, pero es interesante que en la breve descripción del Evangelio de Lucas, específicamente se mencione el crecimiento a la estatura como parte del plan de Dios para niños y niñas.
Muchos padres distorsionan este deseo y subconscientemente desean que sus hijos sean exitosos en los deportes, que sobrepasen a sus compañeros en habilidad física. Entrené a un equipo por cinco años. Ustedes no creerían la cantidad de presión que algunos padres ponen en los hijos desde la platea para que tengan destreza desde pequeños.
El punto no es orar para que nuestros hijos sean los más rápidos, los más fuertes, y los más altos. Sino que la idea es que maduren. Los padres cristianos oran por sus hijos para que aumenten sus habilidades de usar el cuerpo para la gloria de Dios. Esa es la verdadera estatura del cristiano, que los hijos crezcan completamente en lo que significa es ser hechos a la imagen y semejanza de Dios. El Señor está desarrollando a cada uno de nuestros hijos de una manera especial, algunos altos otros bajos, algunos lentos, otros rápidos, algunos caminando, otros andando en silla de ruedas. Que ellos aumenten su entendimiento acerca de la unicidad de sus cuerpos dados para traer gloria a Dios.
3. Que crezcan en el favor de Dios
El Señor nos dice: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.” (Romanos 9:15). Sin embargo, el Evangelio establece una norma muy clara de gracia derramada en respuesta a los ruegos desesperado de los padres. A medida que imploramos el favor de Dios sobre nuestros hijos, nos identificamos con padres como Jairo: “Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.” (Marcos 5:23).
Nada nos trae más placer conocer a Dios como nuestro Padre celestial de gracia. Como padres y madres, nos abandonamos completamente a su merced, orando que su favor hacia la vida de nuestros hijos aumente. El Padre ha demostrado repetidamente en las Escrituras a través de su Hijo que él se complace en contestar a estas oraciones.
4. Que crezcan en el favor de la gente
Esta también es una oración respecto a relaciones. Es voluntad del Seño que así como nuestros hijos crecen en su relación vertical, sea nuestra esperanza que crezcan en sus relaciones horizontales con los demás. Este cuarto pedido redondea lo que es esencialmente orar que nuestros hijos “fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.” (Romanos 8:29). A medida que Jesús crecía en sabiduría, a la estatura, y en favor de Dios, fructificó en amor por sus hermanos y hermanas.
Ciertamente, esto significa orar que nuestros hijos aprendan cómo dar la vida por sus hermanos y hermanas en la iglesia. El favor de las personas otorga y recibe gracia en el cuerpo de Cristo. El deseo de nuestro corazón es ver a nuestros hijos enriquecidos en expresar el amor sacrificial de Cristo como miembros de su iglesia local.
El ejemplo de Cristo también demuestra cuánto significa ser un buen prójimo. Oramos que nuestros hijos puedan ser aquellos que se levantan por los oprimidos y claman justicia a favor de los necesitados. Deseamos que a medida que van caminando en sabiduría puedan tomar decisiones que beneficien a otros en la comunidad, considerando esas necesidades más importantes que las propias. (Romanos 15:1; Filipenses 2:4). Tanto en el parque como en el barrio o en la escuela, queremos ver a nuestros hijos cuidando de las necesidades de los demás como Jesús.
Que nuestros hijos crezcan en “sabiduría, en estatura, y en favor de Dios y de la gente”. El Espíritu Santo ha demostrado su gracia suficiente al poner estas palabras en la Biblia. Dios nos dice que Jesús creció y maduró como un niño para mostrarnos cómo orar por nuestros hijos. A medida que les hablamos con nuestra boca, Dios pueda también formar nuestro corazón para querer lo que él quiere para ellos.
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