Señales y prodigios y sufrimiento
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Dones Espirituales
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
En el sermón del domingo pasado traté de responder la pregunta de por qué la oración por señales y prodigios (Hechos 4:30) no tiene que significar que los que la oran sean “malos y adúlteros” (Mateo 12:39) y no tiene que significar que menosprecian el poder único de solo la palabra de la Cruz para salvar (Romanos 1:16, 1 Corintios 1:18, 22-24). Traté de demostrar que estas acusaciones contra la oración por señales y prodigios son realmente acusaciones contra los cristianos en Hechos porque ellos oraron pidiendo señales y prodigios que se hicieron junto a su predicación (Hechos 4:29-30).
Ahora hay otra objeción contra la oración por señales y prodigios que hace el mismo error. Va así: el pedirle a Dios que extienda Su mano para sanar y hacer señales y prodigios contradice el llamado bíblico al negarse a sí mismo, al sufrimiento y al camino de la Cruz. Vivimos en un mundo caído y fútil (Romanos 8:21-22). Gemimos en un cuerpo que no será redimido antes de la segunda venida (Romanos 8:23). El poder de Cristo se perfecciona en nuestras debilidades (2 Corintios 12:9-10). Tenemos el tesoro de Cristo en vasos de barro para que se muestre Su poder (2 Corintios 4:7). Nuestras aflicciones nos preparan un eterno peso de gloria (2 Corintios 4:17). Debemos entrar en el reino a través de muchas tribulaciones (Hechos 14:22).
La respuesta a esta objeción es la misma dada a la primera: la objeción es realmente contra Pablo. ¿Notaste que todos los textos citados en el párrafo anterior sobre el lugar del sufrimiento venían de Pablo? No es de extrañar, porque al principio de su llamado al ministerio Jesús dijo: “Yo le mostraré a Pablo cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hechos 9:16). La vida de Pablo fue una larga experiencia de sufrimiento físico, emocional, espiritual y relacional. Y dijo a todos sus conversos que esperaran algo similar (Hechos 14:22).
Así que nosotros preguntamos: “¿Esto hizo a las señales y prodigios inconsistentes en su ministerio?” No. Él resumió su ministerio así: “No osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:18-19).
En otras palabras, una vida de sufrimiento y un ministerio de señales y prodigios no eran inconsistentes para el apóstol. C. K. Barrett lo expresó así en su comentario sobre 2 Corintios: “Los milagros no eran contradicción de la teología de la Cruz que Pablo proclamó y practicó, ya que se realizaron no en un contexto de éxito y prosperidad triunfantes, sino en medio de la angustia y la injuria que estaba obligado a soportar” (p. 321). ¿Por qué, pregunto yo, algunas personas dicen que la oración por señales y prodigios hoy (Hechos 4:30) es una negación del llamado bíblico al sufrimiento? Ciertamente no tiene que ser. Y el decir que lo es se convierte en una acusación contra el propio ministerio de Pablo.
Si vemos a un hombre en una silla de ruedas obrando un ministerio de sanidad para otros, yo ciertamente no quiero estar entre el número que da un paso atrás y dice las palabras ominosas: “Médico, cúrate a ti mismo”.
Orando Hechos 4:29-30 con (la mayoría de) ustedes,
El Pastor John
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