Mucho peor que el ser sorprendido
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper sobre Miedo y Ansiedad
Traducción por Javier Matus
Contenido |
Peleando pecado con temor
Hay algo más terrible en este mundo que cuando Dios nos hace miserables debido a nuestro pecado: cuando Dios usa más pecado para hacernos miserables debido a nuestro pecado.
Esto es más terrible porque la miseria puede ser una llamada de atención que lleva al arrepentimiento. Pero más pecado significa esclavitud más profunda y más culpa.
Precioso lugar del temor
Por lo tanto, si estamos a punto de entrar en pecado, deberíamos sentirnos doblemente temerosos. Deberíamos temer la amenaza de la miseria. Y aún más, debemos temer el fracaso de la fe que conduce a la esclavitud final y nada más que la miseria.
Y, sí, hay un temor divino por el cual luchamos por la fe y la vida: “Tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme” (Romanos 11:20).
He probado bastante de mis propias capacidades para la incredulidad y el autoengaño para saber cuán fácilmente sería esclavizado al pecado si Dios no despertara el temor. El temor y el temblor no son palabras inútiles para mí cuando Pablo dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Tampoco me acobardo cuando Jesús me dice: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).
El valor de las advertencias
Una de las advertencias misericordiosas de Dios es decirnos que hay algo más terrible que cuando Él nos hace miserables a causa de nuestro pecado. Es decir, cuando Él usa el pecado para hacernos miserables por nuestro pecado. ¡Oh, cuán preciosa es la Palabra de Dios para darnos advertencias tan alarmantes!
Si estás a punto de pecar, piensa cuál es peor: ¿la misericordia de la miseria asignada por Dios o el marchitarse en el poder de tu maldad? Entonces leemos la advertencia: “Escondiste de nosotros Tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades” (Isaías 64:7).
LUJURIA
¿Cuál sería la peor consecuencia por coquetear con la pornografía? ¿El ser sorprendido por tu cónyuge o el pasar al adulterio? Entonces leemos: “Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella” (Proverbios 22:14; véase también Eclesiastés 7:26). En otras palabras, más vale que esperemos —con temblor— que la ira del Señor nos saque el ojo en vez de caer en el abismo del adulterio. Un ojo es un mejor precio a pagar que la profundidad de ese hoyo.
TERQUEDAD
Y si caemos en un tiempo tedioso y no escuchamos la voz del Señor ni nos sometemos a Sus palabras, ¿qué es peor: el tropezar hacia la ruina financiera o el ser entregado al orgullo de un cuello endurecido? Entonces leemos: “Pero mi pueblo no oyó Mi voz, e Israel no Me quiso a Mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos” (Salmo 81:11-12). La miseria financiera sería un regalo comparado con el ser abandonado a un corazón terco.
MUNDANIDAD
Si estás enamorándote del mundo y estás a punto de intercambiar la gloria de Dios por el sueño del oro, considera que es peor: ¿el despertarte con grava en la boca o el ser entregado a una perversión cada vez más profunda? Entonces leemos: “Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos… Dios los entregó a pasiones vergonzosas… Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:24-28).
DUDA
Si estás a punto de rendirte a tus dudas y llamar a Cristo una ilusión, ¿qué sería peor: una bala de la verdad a través del brazo de tu carne o una hermosa canción de engaño interminable? Entonces leemos: “No recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira” (2 Tesalonicenses 2:10-11).
Pon atención a las alarmas
¡Oh, qué misericordioso es Dios para darnos tales advertencias! ¡Qué bueno es para sacudirnos de las actitudes lúdicas y juguetonas acerca de la vida cristiana! Qué dulce para hacernos serios sobre las cosas mucho mejores. Cuán paciente es en ofrecer dolor en lugar de esclavitud, castigo en lugar de cadenas, dolor en lugar de perdición.
Toda esta misericordia, bondad, dulzura y paciencia te espera en Su Palabra.
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