¿Se despiertan descontentos?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Adrien Segal sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carlos Diaz
¿Es posible estar contento con todas las cosas?
¿Qué incluso significaría estar contento con todas las cosas? Pareciera como cientos de frustraciones e inconveniencias hicieran guerra en mi mente todos los días para desafiar mi satisfacción, y con mucha frecuencia estas cosas parecen estar ganando la guerra.
Tengo tortícolis. Esa almohada se tiene que ir.
¿Qué me voy a poner? Estoy cansado de toda mi ropa.
La losa en nuestro baño necesita repararse.
Todos quieren algo diferente para el desayuno.
Mi esposo quiere usar una camisa que no tengo tiempo de plancharla.<br. ¿Por qué tiene que estar lloviendo?
Mi mente se está agitando con el descontento, ¡y ni siquiera son las 8 de la mañana! Queremos que cada pequeño detalle esté bajo nuestro control para para imponerse a nuestras expectativas. Luego, por supuesto, están las cosas más allá de nuestro control, pruebas de cambio de vida que interrumpen nuestras vidas: hijos descarriados, enfermedad, incapacidad, pérdida de un ser querido, pérdida del trabajo, desastre natural, quizás persecución, y en algunos lugares, hambre, guerra y terrorismo.
Cosas grandes y pequeñas ejercen el poder para destruir el contento.
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Frágil e impredecible
La vida en el mundo atenta contra el contento. Quizás no deberíamos sorprendernos. Parte del problema es que estamos viendo al mundo para proveer comodidad, y estabilidad, y seguridad, y disposición, y amor, y esperanza. Dado que vivimos en tal mundo caído, me pregunto por qué esperamos proveer estas cosas.
Nadie y nada en el mundo realmente puede prometernos que tendremos un buen empleo, un buen hogar, mucha comida, buenos amigos, una familia amorosa, buena salud, seguridad, o realmente mucho de todo lo demás. Pueden “jugar con las reglas” trabajando duro, siendo responsables, y siendo amable con otros, pero en realidad no hay promesa que se retribuirá al final. El mundo es frágil e impredecible. Una enfermedad, un ataque terrorista, una guerra, un divorcio, y un millón de otras cosas pueden suceder en cualquier momento. En un instante, nuestro mundo está destrozado.
Me pregunto, ¿qué pensarían las miles de familias en Houston que perdieron sus hogares y todas sus pertenencias de mi pequeña lista matutina de quejas? Algunos incluso perdieron a sus seres queridos en unos pocos días porque un huracán de repente se presentó en su vecindario. Cualquier expectativa que aquellas familias puedan haber tenido la semana antes del huracán ahora se han ido. Todo el contento súbito significa una cama, una comida caliente, y ropa donada.
El único camino al contento
Dios sabe que vivimos en este mundo caído e impredecible, entonces ¿por qué la Biblia nos dice que estemos contentos? ¿Cómo podemos estar contentos en dichas condiciones inciertas? La verdad es que la Biblia nunca nos dice que encontremos nuestro contento en el mundo. De hecho, nos dice justo lo contrario.
Jesús dice que “estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción. Pero confíen; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). La dificultad y la aflicción vendrán. Pero Jesús dice que todavía podemos tener paz. ¿Cómo? Jesús ha vencido al mundo. ¡Jesús ha vencido al mundo! ¡Está hecho!
Sólo somos capaces de encontrar el contento real y duradero en este mundo si la base de este contento es una confianza profunda y perdurable en el hecho que nuestro verdadero hogar, aquél sin sufrimiento, ya está asegurado. Lo poseemos. Somos trabajadores de alivio cósmico en este mundo lleno de dolor, por un momento en el tiempo, ya que Dios ha determinado que podemos servir a los demás y glorificarlo aquí justo ahora. Nuestra vida, y las formas que se siente quebrada, son una asignación de Dios para hoy.
¿Cómo estamos recibiendo lo que Dios nos ha asignado hoy? ¿Nuestro corazón está lleno de deseo para atender a lo que Él nos ha dado en una forma que lo honre? Incluso, y algunas veces en especial, en tiempos difíciles, tenemos una oportunidad gloriosa de refleja paz y alegría que podría incluso causar que los demás pregunten la razón de nuestra esperanza. Cuando Jesús promete paz, quiere decir que la disfrutemos ahora. Por supuesto será perfeccionada en la era por venir, pero no puede ser agitada un poco por algo que suceda en este mundo — a menos lo permitamos.
No podemos tener control sobre nuestras circunstancias, pero tenemos control sobre si encontramos paz en ellas.
Lo que sea puede venir
El apóstol Pablo entendió bien esto, y probablemente experimentó mucha aflicción y duras experiencias que ustedes o yo jamás tendremos (2 Corintios 11:23–27). Fue castigado con 39 latigazos, — muchísimas veces. Fue apaleado con varas, apedreado a casi morirse, y naufragado tres veces. Enfrentó peligro de ríos, asaltantes, judíos y paganos — peligros en la ciudad, peligros en el área silvestre, y peligros en el mar. Experimentó noches sin dormir, hambre, sed, frío, exposición y cosas peores.
Aún así, en Filipenses 4:11–13, Pablo puede decir con seguridad,
- He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia. En todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
¿Por qué Pablo dice esto? No conozco a ningún ser humano hoy día que, enfrentado ante esas circunstancias, sería capaz de decir que él o ella estaba “contento”. Pablo pudiera decir que estaba contento porque sabía sin dudas que cuando nació de nuevo a través de Jesucristo, nació dentro de una realidad que trasciende y conquista este mundo.
Ya en casa
Pablo no esperaba que la vida aquí fuese fácil, sencillamente quería serir alegremente a su Rey y Salvado. Él sabía que ya era un residente del cielo y él, como todo cristiano en el mundo, fue sencillamente dejado aquí en una “tierra lejana” para ayudar a llevar a los demás a casa a una vida en la presencia de su adorado Salvador que realmente podía entregar la alegría, salud, comodidad, provisión y esperanza que no podemos encontrar en este mundo.
Con esa realidad firmemente en su mente, no importaba mucho lo que aquí le sucedía a Pablo. Él podía estar seguro que cuando Dios tuviera suficiente de él en la tierra, lo llamaría a su hogar — un hogar perfecto en formas que este mundo no puede sondear.
Toda nueva dura experiencia
Pablo comprendió que “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria, no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven. Pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17–18). Hasta entonces, toda circunstancia nueva se convierte simplemente en la “asignación” de hoy. Una oportunidad de brillar la luz de Jesús dentro de nuestro mundo oscuro y, en el proceso, glorificar a nuestro Dios.
Si deseamos el contento en este mundo, nosotros, como Pablo, necesitamos meditar sobre la realidad de lo que significa nacer de nuevo en la nueva vida en Jesucristo. Vivir en Cristo no es algo que simplemente disfrutaremos en el cielo. Si hemos acogido a Jesús y todo lo que ha hecho por nosotros, esta es nuestra realidad ahora. Orar para que Dios los ayude a apropiar esta verdad de una forma más profunda, de modo que, como Pablo, puedan confiar en Jesús cuando dice,
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se las doy como el mundo se las da. No se turbe su corazón, ni tengan miedo.” (Juan 14:27)
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