‘Te ayudaré’
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Fe
Una parte de la serie Message Excerpt
Traducción por Javier Matus
Transcripción de audio
La segunda práctica es guardar en mi memoria una valiosa reserva de promesas multiuso —promesas generales y multiuso— listas para ser confiadas en cualquier momento, cuando Dios no da a mi mente nada más específico. Estos son mis tesoros predeterminados. Son de tal amplitud que siempre son relevantes en cada situación al predicar, no importa cuál sea. Por ejemplo:
No temas, porque Yo estoy contigo;
no desmayes, porque Yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10)
¿Hay una oración más preciosa antes de predicar que “Sam, te ayudaré” dicha por el Creador del universo? “Jason, te ayudaré. Te ayudaré. Te fortaleceré. Te ayudaré. Yo te sostendré con la mano derecha de mi justicia”. Isaías 41:10 es la promesa de confianza más común en mi vida.
Ni ojo ha visto a Dios fuera de Ti, que hiciese [o actúa, obra] por el que en Él espera. (Isaías 64:4)
“Obro para las personas que Me esperan. ¿Podrías pausar justo ahí en los diez segundos antes de entrar en este púlpito y reconocerme? Espérame. Mírame. Obro para gente así”. Te digo, eso es empoderador. Cuando Dios Todopoderoso te dice eso: “Yo obro. Yo obro para ti.”, eso da temor. “No, yo pensé que era Tu siervo”.
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4:19)
¿Puede ser eso más expansivo? No. “Mi Dios suplirá todo lo que falta”. No tienes una necesidad que Él no te supla en ese momento, si confías en Él. Y tu necesidad puede ser fallar y olvidar tus notas y quedarte afónico y solo ser capaz de pensar en lo que está sucediendo en casa. Esa puede ser tu necesidad. Ten cuidado de cómo aplicas las promesas de Dios como si solo fuera un cumplidor de promesas a medias. Él satisface cada necesidad de sus hijos que confían en Él.
Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. (2 Corintios 9:8)
Incluyendo este momento en la predicación. Habrá una suficiencia. Esas son mis cuatro promesas de tesoro predeterminadas. Siempre son relevantes. Siempre son válidas. Siempre son útiles. Y las uso, especialmente la número uno, porque es solo el zumbido de los engranajes en mi mente, cuando mi mente no está enganchada a nada más. “Te ayudaré. Te ayudaré. Te ayudaré”.
Y el asunto es: “¿Confías en Mí? ¿Estás caminando en esta situación dudando de mí?”. ¿Eres como una onda del mar arrastrada de una parte a otra —de doble ánimo? “Tal vez no me ayudarás, tal vez sí”. El Espíritu Santo no va a fluir allí. Él fluye a través de escuchar con fe. Ese es el hábito número dos: asegúrate de que tu mente tenga una batería de promesas a las que puedas recurrir en cualquier momento y confía en que Dios te ayudará.
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