Tu trabajo en casa no es en vano
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Courtney Reissig sobre Trabajo y Vocación
Traducción por Gabriel Arevalo
Un sonido me desanima cada noche alrededor de las seis en punto. No es una alarma para volver al trabajo. Ni siquiera es algo que la gente del exterior necesariamente considera desalentador. Pero para mí (y para mi esposo) puede generar grandes suspiros de agotamiento.
Es el sonido de los juguetes que se tiran fuera de los contenedores de juguetes.
Tenemos tres hijos de cuatro años o menos (dos gemelos y uno de parto único). Por lo general después de cenar, los dejamos libres para que jueguen de forma independiente mientras limpiamos lo de la cena. En ausencia de la supervisión de un adulto, uno de nuestros hijos inevitablemente decide tirar sus juguetes por todo el piso. No hay justificación o razón para esto. Es simplemente divertido para él, pero significa más trabajo para nosotros. Entonces, mientras analizamos las rutinas a la hora de dormir, limpiamos los elementos usados durante la cena y también supervisamos la recogida de los juguetes esparcidos, nos sentimos desanimados por las tareas que tenemos ante nosotros.
Estos momentos a menudo nos hacen sentir que nuestro trabajo en el hogar se hace en vano. Los juguetes arrojados, después de recorgerlos. Espagueti tirado en un suelo recién fregado. Manchas en los pantalones recién lavados. Malezas que crecen más rápido que la hierba. Un proyecto de pintura de fin de semana que de repente se convierte en un esfuerzo de un mes.
¿Qué esperanza tenemos para la inutilidad de nuestro trabajo en el hogar? Es una pregunta que me hago casi todos los días. Quizás tú también.
Correr tras el viento
Si tú, como yo, luchas con las partes aparentemente inútiles del trabajo en tu día, el libro de Eclesiastés es un buen lugar al que acudir. Nos da un lenguaje para los sentimientos de futilidad con los que luchamos todos los días. A lo largo de todo el libro, el autor (algunos sospechan que es el Rey Salomón, otros piensan que no) lucha de un lado a otro con lo que él sabe que es verdad y lo que experimenta en el mundo que lo rodea.
Él sabe que Dios nos ha dado cosas buenas para disfrutar. Él sabe que Dios nos ha dado un buen trabajo para hacer (como se ve en Génesis 1-2). Él sabe que esta vida no es todo lo que hay. Pero frente al quebrantamiento, el pecado y la inutilidad, cuestiona si todo fue en vano. A menudo se siente de esa manera.
Él describe la futilidad de la vida en un mundo caído como correr tras el viento (Eclesiastés 1:14, 2:11). No puedes atraparlo. Ni siquiera puedes verlo. Es un esfuerzo que no produce resultados y te agota en el proceso. De muchas maneras, el libro de Eclesiastés captura nuestra propia experiencia con respecto al trabajo. Vemos gozo en ello, y también dolor, a menudo todo en el mismo día. Experimentamos un propósito y futilidad en él, en cuestión de segundos. Eclesiastés nos recuerda que aún no vivimos en el paraíso. Vivimos en un mundo descompuesto, donde las cosas a menudo no funcionan como queremos.
Trabajo del Nuevo Mundo
Si bien los sentimientos de inutilidad que caracterizan nuestros días pueden parecer agotadores, no son la etapa final de nuestro trabajo. Nuestros sentimientos acerca de nuestro trabajo no tienen nada que ver con la sólida verdad de que nuestro trabajo nos lleva a alguna parte. Debido a que el trabajo es la idea de Dios, no va a terminar cuando Cristo regrese para renovar nuestro mundo quebrantado. Simplemente va a ser parte del proceso de renovación. Esto significa que nuestro trabajo importa ahora y en la eternidad.
La vida en un mundo caído significa que no siempre tenemos ojos para ver esta esperanza, pero siempre está ahí. En Isaías 65, después de capítulo tras capítulo de aflicciones, juicio y quebrantamiento que caracterizan la vida en un mundo rebelde y caído, Isaías nos da una imagen de esta esperanza venidera.
"Construirán casas y las habitarán,
plantarán también viñas y comerán su fruto.
No edificarán para que otro habite,
ni plantarán para que otro coma;
porque como los días de un árbol, así serán los días de mi pueblo,
y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos.
No trabajarán en vano,
ni darán a luz para desgracia,
porque son la simiente de los benditos del Señor,
ellos, y sus vástagos con ellos".(Isaías 65:21-23, LBLA)
Dios creará cielos nuevos y una tierra nueva, (Isaías 65:17). Esta vida, en todas sus dimensiones, será renovada. Lo que esté descompuesto, lo que sea triste, y lo que sea inútil aquí en la tierra será olvidado, y solo la esperanza, la alegría y el trabajo libre de pecado se mantendrán. Para el cristiano, la maldición no es el sello final de nuestro trabajo. La cruz lo es. Lo que Cristo logró en el Calvario es, según Randy Alcorn, las "primicias del cosmos entero".
La nueva vida que Jesús aseguró para nosotros en su muerte y resurrección es un anticipo de lo que hará con todo lo demás. Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).
Días de futilidad contados
Lo que mi esposo y yo sentimos cuando los juguetes se estrellan contra el suelo justo antes de acostarse no es un comentario sobre la bondad del trabajo que hacemos en nuestra casa. Los juguetes esparcidos pueden afectar nuestros estados de ánimo o nuestra comprensión del trabajo, pero no cambian el valor de nuestro trabajo. La vida en un mundo caído significa que experimentamos la maldición de muchas maneras en nuestro trabajo, incluso en el trabajo del hogar.
Sentimos que no importa. Pecan contra nosotros. Pecamos contra otros. Sentimos que Dios nos ha olvidado. Pero la promesa de la nueva vida en los nuevos cielos y la nueva tierra nos recuerda que, no solo nuestro trabajo será redimido al final, sino que también estaremos con Dios para siempre (Apocalipsis 22: 3-4). El Dios que caminó entre Adán y Eva en el jardín caminará entre nosotros un día en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21: 2-3, 22: 5).
Ya no seremos plagados por la futilidad. Estaremos con quien nos creó y nos diseñó para un trabajo satisfactorio. Y veremos el objetivo de todo esto en la gloria sin pecado. Llegará un día en que el sonido de los juguetes estrellándose contra el suelo no incitará sentimientos de temor y futilidad. En un abrir y cerrar de ojos, estaremos allí. Hasta entonces, trabajamos fielmente en esta vida, anhelando con esperanza que llegue el perfecto.
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