Bienaventurados los Pacificadores
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Las Bienaventuranzas
Traducción por Samuel S. Alvarado
Mateo 5:9
Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.
Con cada bienaventuranza otra puntilla es clavada en un ataúd. Dentro del ataúd yace el cadáver de un falso entendimiento de la salvación. Este entendimiento falso dice que una persona puede ser salva sin que cambie. O dicho de otro modo, que una persona puede heredar la vida eterna aun cuando sus actitudes y comportamientos sean iguales a los de las personas incrédulas.
Una tras otra las bienaventuranzas nos hablan que las bendiciones eternas van a ser dadas únicamente a los que se han convertido en criaturas nuevas. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de puro corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.
Si no obtenemos misericordia, recibiremos juicio. Si no vemos a Dios, no estamos en el cielo. Si no somos llamados hijos de Dios, estamos fuera de la familia. En otras palabras, estas son todas las descripciones de la salvación final. Y esto es únicamente prometido para los misericordiosos, los de corazón puro y los pacificadores.
Por lo tanto, las bienaventuranzas son como largas espinas que mantienen presionada la tapa del ataúd sobre la falsa enseñanza que dice, que si crees en Jesús irás al cielo asi no seas misericordioso, ni puro de corazón, ni pacificador. De hecho, de principio a fin, el Sermón del Monte grita: "¡Consígue un corazón nuevo! ¡Conviértete en una persona nueva! ¡El río del juicio está en la puerta!" Recuerda las palabras del versículo 20: "Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 5:20).
Y al final del sermon, en el versículo 7:26 el Señor exclama sobre la muchedumbre, “Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción”. En otras palabras, una vida de desobediencia a las bienaventuranzas y al sermón en el monte será condenada en el juicio sin importar las creencias que tengamos.
No Sugerencias Opcionales, pero el Camino al cielo
La semana pasada, sentí algo de culpabilidad porque probablemente no he tratado este aspecto de las bienaventuranzas con la actitud ferviente y la seriedad que se merece y que el cuidado que tengo para el bienestar eterno de ustedes no se ha mostrado tan genuino como debe ser. Sentí culpabilidad cuando leí un libro antiguo de Horatius Bonar dirigido a pastores y en el que él escribe:
Nuestras palabras se oyen débiles, incluso cuando son sanas y verídicas; las miradas poco atentas, incluso cuando nuestras palabras son importantes; y nuestro tono insinúa una apatía que tanto las palabras como las miradas intentan ocultar. (Words to Winners of Souls "Palabras para Ganadores de Almas", p. 55)
Así que esta mañana quiero inculcar sobre tu conciencia con toda la seriedad que puedo, que en las bienaventuranzas Jesús no está haciendo sugerencias opcionales, y este sermón no es una serie de sugerencias sobre cómo mejorar el mundo.Todo lo contrario; Jesús está describiendo el camino al Paraíso, y este sermon es un mensaje de Dios para animarte a que te pongas en ese camino y permanezcas en ese camino para que puedas ser llamado Hijo de Dios en el juicio final.
Eso es precisamente lo que está en juego esta mañana. Si te encuentras en el camino angosto o estrecho que lleva a la vida, mi propósito es ayudarte a que sigas allí. Y si todavía te encuentras en el camino espacioso que lleva a la perdición, mi propósito será dirigirte hacia el camino a la vida.
Cómo ser hijos de Dios
Cuando Jesús dice, " Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios", no nos dice cómo podemos llegar a ser un hijo de Dios. Simplemente nos dice que los hijos de Dios son efectivamente pacificadores. Los que son pacificadores serán reconocidos en el juicio como hijos de Dios y se les lamará como lo que son y serán bienvenidos en la casa del Padre.
Para saber cómo se llega a ser un hijo de Dios podemos ver, por ejemplo, Juan 1:12 y Gálatas 3:26. Juan 1:12 dice, “ Pero a todos los que le recibieron (Jesús), les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre". Y Gálatas 3:26 dice, "pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús". En otras palabras, nos convertimos en hijos de Dios al confiar en Cristo para obtener el perdón y para que Él sea nuestra esperanza.
Los hijos de Dios muestran el carácter del Padre
Lo que Jesús declara en Mateo 5:9 es que las personas que se han convertido en hijos de Dios muestran el carácter de su Padre Celestial. Y sabemos que, a partir de las Escrituras, que su Padre Celestial es un "Dios de paz" (Romanos 16:20; 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 13:20). Sabemos que el cielo es un mundo de paz (Lucas 19:38). Y, más que todo, sabemos que Dios es pacificador.
“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”(2 Corintios 5:19). Haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 1:20). En otras palabras, aunque por naturaleza somos rebeldes a Dios y hemos cometido traición y merecemos ser juzgados en corte marcial con la pena de muerte eterna y colgados del cuello hasta la muerte; no obstante, Dios sacrificó a su propio Hijo y declaró una amnistía completa y libre para todo aquel que renuncia a sus armas de independencia y que regrese a la fe.
Dios es un Dios que ama la paz, y que hace la paz. La historia completa de redención, que culmina en la muerte y resurrección de Jesús, es la estrategia de Dios para dar lugar a una paz justa y duradera entre Él y el hombre rebelde, y luego entre un hombre y otro. Por esta razón, los hijos de Dios también son así. Ellos muestran el carácter de su Padre. Ellos aman lo que Él ama. Ellos buscan lo que Él busca. Se distinguen por la manera en que están dispuestos a sacrificar por la paz del modo en que Dios lo hizo.
Por medio de la obra soberana de la gracia de Dios, los seres humanos rebeldes nacen de nuevo y son traídos de la rebelión a la fe, y se convierten en hijos de Dios. Se nos da una naturaleza nueva, a la semejanza de nuestro Padre celestial (1 Juan 3:9). Si Él hace la paz, entonces sus hijos, quienes poseen Su naturalez, igualmente buscarán hacer la paz.
El Espíritu de Dios es el Espíritu de Paz
O dicho de otro modo, como lo declara Pablo en Gálatas 4:6, "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!»". Y por lo tanto, como dice en Romanos 8:14, "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios". Y ser guiado por el Espíritu siempre incluye rendir el fruto del Espíritu. ¡Y el fruto del Espíritu es la paz!
Entonces se puede ver por qué tiene que ser así, que los hijos de Dios tienen que ser pacificadores. Es por medio del Espíritu de Dios que somos hechos hijos de Dios, y el Espíritu de Dios es el Espíritu de paz. Si no somos pacificadores, entonces no tenemos el Espíritu de Cristo.
Cabe mencionar que no nos podemos ganar o merecer el privilegio de ser llamados hijos de Dios. Debemos nuestro nuevo nacimiento a la gracia soberana de Dios (Juan 1:13). Debemos los impulsos de la fe a nuestro nacimiento nuevo (1 Juan 5:1). Recibimos el Espíritu Santo al ejercer esta fe (Gálatas 3:2). El fruto del Espíritu es la paz (Gálatas 5:22). Y los que dan el fruto de la paz son los hijos de Dios.
Nuestra salvación entera, desde el principio hasta el final, es completamente por gracia—y en esa gracia se basan nuestra esperanza, nuestro gozo, y nuestra libertad. Pero nuestra salvación final no es incondicional, porque tenemos que ser pacificadores - y aquí es donde se muestran la sinceridad y la gran seriedad con las que debemos tratar estas bienaventuranzas, y buscar la gracia de Dios en la vida cotidiana .
Ahora, veamos . . .
¿Qué quiere decir ser un pacificador?
La promesa de ser hijo en la segunda cláusula de Mateo 5:9 nos dirige a Mateo 5:43–45 como elemento principal en la comprensión de este concepto. Ambas citas nos indican cómo mostramos que somos hijos de Dios.
Oísteis que fue dicho: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo". Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos.
Observen el versículo 45, " . . . para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos". La idea es la misma a la de Mateo 5:9. El versículo 9 nos dice que tenemos que ser pacificadores para ser llamados hijos de Dios. En 45 tenemos que amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen si somos hijos de Dios.
Así que probablemente la idea de Jesús sobre ser pacificador se refiera a todas las obras de amor con las que intentamos eliminar la enemistad entre nosotros y otras personas. Si queremos ver esto con especificidad, Él nos da dos ejemplos.
Dos Ejemplos
Lo primero que menciona es la oración (versículo 44): Orad por los que os presiguen. ¿Orar qué? Se nos indica en el próximo capítulo. En Mateo 6:9–10 Jesús nos dice, "Vosotros, pues, oraréis así". Oren para que tanto ustedes como sus enemigos santifiquen el nombre de Dios. Oren para que el reino de Dios sea reconocido en la vida de ustedes y en la de sus enemigos. Oren para que todos hagan la voluntad de Dios así como la hacen los ángeles de Dios en los cielos. En otras palabras, se debe orar por la conversión y la santificación. El fundamento de la paz es la pureza. Oren por la pureza de ustedes y de sus enemigos para que pueda existir la paz.
Luego en Mateo 5:47 Jesús nos da otro ejemplo específico del amor de pacificador: "Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles"? En otras palabras, si existe una ruptura en una de sus relaciones, o si alguien se opone a ustedes, no deben guardar ese resentimiento. No fomenten la hostilidad tratando de evadir o haciendo caso omiso de la persona adversa. Todos sabemos que salirse del camino para no tener que saludar a la persona adversa es lo más natural. Pero ese no es el impulso del Espíritu de Dios que hizo la paz sacrificando a Su Hijo para darnos la reconciliación con Él y entre nosotros.
La pacificación intenta establecer enlaces con los demás. Intenta eliminar la hostilidad. Busca la reconciliación. Busca la armonía. Y trata de mostrar lo que pudiere ser la única cortesía que tal vez toleraría un enemigo, es decir, un saludo. El pacificador mira al enemigo de frente y saluda, "Buenos días, Juan." Y lo dice con el anhelo de paz en su corazón, no con una cortesía falsa que enmascara su coraje.
No es lo mismo que establecer la paz
Así que oramos y tomamos todas las iniciativas prácticas para la pacificación comenzando con algo tan sencillo como un saludo. Pero no siempre lo logramos. Quiero que quede claro que la pacificación no es lo mismo que establecer la paz. Un pacificador anhela la paz y trabaja y se sacrifica por ella, pero no siempre se logra establecer la paz. Es muy importante considerar Romanos 12:18 sobre este punto. Allí Pablo escribe, "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres". Esa es la meta de un pacificador: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros . . . ". No permitan que la ruptura sea culpa de ustedes.
Una pregunta difícil: Paz o Verdad?
Pero esto plantea una cuestión difícil: ¿Es nuestra la culpa cuando se asume una posición que causa la división? Si hemos alejado a alguien y causado su ira al hacer o decir lo correcto, ¿acaso hemos dejado de ser pacificadores?
No necesariamente. Pablo nos dice, "Si es posible . . . estad en paz". Con esto él concede que habrá momentos en los que la defensa de la verdad hará que la paz sea imposible. Por ejemplo, él escribió en primera de corintios (en 11:18–19), "En primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Es preciso que entre vosotros haya divisiones, para que se pongan de manifiesto entre vosotros los que son aprobados". Él no hubiera escrito esto si los cristianos verdaderos debieron de haber puesto la verdad en tela de juicio con tal de evitar la división a todo costo. Fue precisamente porque algunos cristianos fueron genuinos y genuinamente pacificadores, que se produjeron algunas divisiones. (Ver también 1 Corintios 7:15.)
Jesús dice en Mateo 10:34-36
No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos del hombre serán los de su casa.
Dicho de otro modo; tienen que amar la paz y trabajar por ella. Tienen que orar por sus enemigos y hacerles el bien y saludarlos; y desear fervientemente que sean eliminadas las barreras entre ustedes y sus enemigos. Pero jamás deben abandonar su lealtad a Mí y a Mi palabra, no importa cuánta hostilidad ocasione esto en contra de ustedes. No son culpables, ni están en el error, si la vida de obediencia y el mensaje de amor y de verdad ocasionan en algunos la hostilidad y en otros la aceptación.
Purificar el fundamento de la paz
Posiblemente sea esta advertencia la que Jesús quiere dar al declarar la siguiente bienaventuranza, "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia". En otra palabras, no se puede transigir en aquello que comprometa la justicia con tal de hacer la paz con los perseguidores. Cuando Jesús pronuncia una bendición sobre ustedes por padecer persecución por causa de la justicia, claramente subordina la meta de la paz a la meta de la justicia.
En Santiago 3:17 se lee " Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica". Primero pura, luego pacífica, y no al revés. Este también es el orden que tenemos en las bienaventuranzas (en versículos 8 y 9): Primero, "Bienaventurados los de limpio corazón", luego, "Bienaventurados los pacificadores". La pureza asume prioridad sobre la paz. La pureza es la base de la paz bíblica. No se puede comprometer la pureza con el fin de obtener la paz.
¿Por que hacer hincapié en los alcances individuales?
Para terminar, quiero dirigirme a una o dos cuestiones que en la actualidad pudieran surgir en la mente de ciertas personas con un mensaje de este tipo. En vista de la situación mundial, ¿por qué se limita este mensaje a los alcances personales de la oración, del saludo y de la reconciliación individual? ¿Acaso no son insignificantes estos asuntos personales en comparación con la posibilidad de una guerra nuclear, los presupuestos militares, las pláticas de armas en Génova, la segregación racial en Sudáfrica, las guerras civiles en Centroamérica, la opresión religiosa en Rumanía y en Rusia, o del terrorismo internacional?
Antes de contestar esa pregunta, hagamos otras: ¿Sabía Jesús que la mano de hierro del imperio romano caía duramente sobre la tierra reducida de los judíos sin su consentimiento? ¿Se enteró Jesús de la matanza que hizo Arquelao de los tres mil judíos durante una celebración de Pascua? ¿Sabía Él que los soldados romanos podían reclutar a cualquier judío para que cargara con el equipaje de ellos? ¿Sabía Él que Pilato hizo que sus soldados aporrearan a una muchedumbre de judíos cuando protestó porque él estaba robando de la tesorería del templo? ¿Sabía Él que Pilato había masacrado a judíos sobre los terrenos del templo y luego mezcló la sangre de los judíos con la sangre que ellos iban a ofrecer con los sacrificios? Cuando Jesús habló de los enemigos, ¿por qué se limitó a la oración y a los saludos y a bendiciones y a obras individuales de generosidad y bondad? ¿Por qué no habló sobre cuestiones de humillación nacional, y de la opresión romana, de la corrupción política, y del militarismo sin freno de su época? ¿Acaso estaba totalmente desconectado de las polémicas de su actualidad?
Injusticias sociales como exigencias para un arrepentiento personal
No, no estaba desconectado. Existe otra explicación de su forma de predicar. En Lucas 13:1–5 algunas personas confrontaron a Jesús con una de las atrocidades de Pilato. Respondió Él del modo siguiente:
“En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que los demás galileos? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente".
Tomó una indignación social considerable de injusticia y la convirtió en una exigencia de arrepentimiento personal individual. "¡Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente!" Siempre hizo eso. ¿Por qué lo hizo así? Porque para Jesús el destino eterno de un alma humana es un asunto de mucho más importancia que el destino temporal de una nación. Si uno acude a Jesús para preguntarle que si es justo pagarle impuestos a Tiberias César, dará como respuesta un mandato personal dirigido directamente al corazón: " Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios " (Mateo 22:15–21).
Si alguno de ustedes va a Jesús para quejarse de la injusticia de su hermano que no quiere compartir la herencia, Él responderá con una advertencia que nos da de lleno en la conciencia, " Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? --Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee". (Luke 12:13–15)
El asunto de verdadera importancia en el mundo de hoy
Ahora regresemos a la pregunta inicial. ¿Por qué tiene que hacer hincapié el mensaje de pacificación del sermon en el monte sobre las cuestiones individuales tales como la oración, el saludar y la reconciliación personal? ¿Acaso no son insignificantes estos asuntos personales en comparación con cuestiones de guerra nuclear, presupuestos militares, pláticas de armas en Génova, la segregación racial en Sudáfrica, las guerras civiles en Centroamérica, la opresión religiosa en Rumanía y en Rusia, o del terrorismo internacional?
La respuesta es no, porque el punto de cada uno de estos asuntos personales en el sermon del monte es hacer que quede bastante claro que cada ser humano que pueda escuchar mi voz en este momento tiene que ser una criatura nueva si quiere tener vida eterna. Tienen que tener un corazón nuevo. Sin un corazón misericordioso, limpio y pacificador no podrán ser llamados hijos de Dios en el día del juicio. Y ese es el asunto de verdadera importancia en el mundo de hoy. ¿Realmente está limitado el Hijo del Hombre en su modo de ver al mundo? ¿Acaso creen que está desligado de los asuntos verdaderos de la vida porque considera que la salvación eterna del alma de cada uno de ustedes es un asunto de mayor importancia que el destino temporal de cualquier país sobre la tierra?
Bienaventurados son ustedes los pacificadores que oran por sus enemigos y saludan a sus adversarios con amor y con sacrifio así como lo hizo su Padre celestial para otorgar la reconciliación de Dios con los hombres y entre ellos mismos, pues ustedes serán llamados hijos de Dios y heredarán la vida eterna en el reino de su Padre.
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