Cómo ayudar a tus hijos a leer la Biblia
De Libros y Sermones BÃblicos
Por David Murray sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Yudith Madrazo
Los padres cristianos responsables desean ayudar a sus hijos a que aprendan a leer, entender, confiar y amar la Biblia. Pero a la mayoría de nosotros les parece un reto significativo, incluso atemorizante. La Biblia es lo suficientemente grande y compleja como para intimidar a los adultos. ¿Cómo, entonces, ayudamos a nuestros hijos para que lleguen a conocer al libro más importante que se haya compilado jamás y comiencen a desarrollar hábitos para que lo disfruten día adía?
Aquí no hay fórmula sencilla alguna para el éxito. Cada niño es diferente y el Espíritu Santo obra en maneras y tiempos diferentes con cada uno de ellos.Sin embargo, yo he encontrado por medio de la gracia algunos mecanismos que por lo general han sido efectivos. Como Pastor y padre de cinco hijos, compartiré con ustedes ocho métodos que me han resultado útiles.
Contenido |
1. Dele una Biblia que les guste
¿Alguna vez ha provisto a sus hijos de una Biblia propia? Si no la tienen, invierta en una. Y cómpreles la mejor Biblia que pueda, una que ellos disfruten al tomarla en sus manos y observarla, una que comunique lo especial y valioso que es este libro.
“Cada niño es diferente y el Espíritu Santo obra en maneras diferentes con cada uno de ellos”. Las editoriales producen Biblias hermosas, con cubiertas y papel de calidad. Debería tener en cuenta una Biblia infantil de estudio. Crossway recientemente publicó la Biblia Iluminada, y tan pronto como mis hijos adolescentes la vieron, quisieron agarrarla, hojearla y leerla.
Dele a sus hijos una Biblia que exude valor, belleza y calidad, una que transmita su propio mensaje poderoso.
2. Deles un Ejemplo a Seguir
Dicho esto, no obstante, la mejor de las Biblias con el tiempo terminará en un librero empolvado si nuestros hijos no nos ven leer la nuestra de manera consistente, entusiasta y placentera.
De niño, no podía comprender por qué mi padre se levantaba mucho antes que los demás solo para leer su Biblia antes de salir para el trabajo. También recuerdo que me intrigaba el hábito que tenía mi abuela enferma de leer la Biblia en cada oportunidad. ¿Por qué alguien tan anciano querría leer la Biblia tanto así? Aunque como niño no podía entender esto, ambos ejemplos causaron una profunda impresión en mí, la cual hasta el día de hoy me impacta consciente e inconscientemente.
3. Deles un Motivo Convincente
Conozco a un joven a quien se le hace difícil salir de la cama en las mañanas para ir a trabajar. En ocasiones, él oprime “aplazar” en la alarma seis veces. Hemos conversado sobre eso, y aunque es un trabajador esforzado, ha perdido la perspectiva de porqué trabaja, lo que le hace difícil mantenerse motivado. El porqué no es lo suficientemente importante para que desee levantarse cuando suena la alarma.
Si queremos que nuestros hijos lean la Biblia, tenemos que darles un porqué importante. “¡Simplemente, hazlo!”, no es suficiente. Porque además de la predicación fiel de la palabra de Dios, la lectura regular de la Biblia es la manera principal y habitual en la que Dios nos habla hoy. Las escrituras no constituyen solamente palabras de sabiduría para mejorar nuestras vidas, sino palabras de vida eterna que pueden hacernos “sabios para la salvación por la fe en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15)
4. Deles un Plan Sencillo y Práctico
Una vez que les damos el porqué, necesitamos darles el cómo. ¿Cómo harán esto? ¿Por dónde empiezan? ¿Cuánto deberían leer por día? ¿Qué deberían leer, el Nuevo o el Antiguo Testamento?
“Si queremos que nuestros hijos lean la Biblia, tenemos que darles un porqué importante”. Necesitamos proveerlos de un plan sencillo y práctico, de lo contrario, ellos solamente comenzarán con la Biblia, pero sin sentido de propósito o progreso, con el tiempo renunciarán. De forma ideal, el plan los llevaría a través de las secciones más importantes de la Biblia por medio de lecturas diarias y prácticas. Existen muchos planes de lecturas de la Biblia, pero usted puede hacer su propio plan diseñado para sus hijos. (He subrayado un método en Explorando la Biblia; Un Plan de Lectura Bíblica para Niños).
No crea que necesita dar con el plan perfecto de manera inmediata. Pida en oración la guía del Espíritu y ayude a sus hijos a experimentar hasta que encuentre un plan que funcione para ellos.
4. Deles preguntas para formular
Cuando era niño, mi papa probaba diferentes estrategias para hacerme leer la Biblia, pero la más efectiva era el hacerme preguntas. A veces me hacía una pregunta sencilla para responder de acuerdo con lo que estaba leyendo. Eso garantizaba mi necesidad de leer el pasaje para encontrar la respuesta, pero me entrenaba para formular preguntas sobre la Biblia. Me creó el hábito de interactuar con las Escrituras, de manera que no la leía de forma pasiva, sino activa. Las preguntas solían estar relacionadas con el contenido del pasaje, pero a medida que me hacía mayor, las preguntas avanzaban hacia su significado y aplicación.
Las preguntas que he intentado que mis hijos hagan son: ¿Qué nos enseña este pasaje sobre Dios? ¿Sobre el pecado? ¿Sobre la salvación? ¿Sobre Cristo? ¿Sobre la vida en este mundo y la vida venidera? Puede que usted tenga otras interrogantes, pero enséñeles a indagar sobre el texto.
5. Deles respuestas cuando tengan dudas
Sus hijos tendrán sus propias dudas sobre los textos que no entiendan o sobre la confiabilidad de la Biblia. Debe alegrarse de esto. Pregúntales con frecuencia si tienen alguna duda sobre lo que están leyendo. Hágales saber que usted desea que le vayan con interrogantes sobre la Biblia y, especialmente, sobre cómo ésta se relaciona con sus propias vidas.
Quizás le hagan preguntas que usted no puede responder. No hay problema. Solo dígales que estudiará y averiguará la respuesta, o pídale ayuda a un pastor o a un cristiano maduro. Asegúrese de tomar con seriedad cualquier cosa que pregunten y siempre regrese con una respuesta si quiere que continúen indagando.
6. Exhórtelos a Continuar Leyendo
Uno de los mejores hábitos que como familia creamos era reunirnos durante 10 a 15 minutos cuando regresábamos de la iglesia los domingos por la mañana para debatir sus lecturas bíblicas a lo largo de la semana. Verificábamos si habían respondido sus preguntas y les dábamos la oportunidad de debatir sobre lo que habían aprendido.
Como los niños se han hecho mayores, ya no lo hacemos. En lugar de eso, intentamos hablarles, de manera informal, acerca de lo que están leyendo. Pero solo el hecho de mostrar continuamente interés y de tener comunión en la palabra de Dios durante unos minutos al menos, de vez en cuando, exhorta a nuestros hijos a continuar leyendo.
7. Tengan Misericordia con sus Fracasos
Al igual que usted, sus hijos fracasarán. Se les olvidará leer. Simularán que han leído. Serán aletargados y perezosos. Les darán toda suerte de excusas. No se rinda. ¡Tenga misericordia!
Si sus hijos no nacen de Nuevo, lo decepcionarán en este punto una y otra vez. No se rinda. ¡Tenga misericordia! Ser muy legalista podría convertir la lectura de la Biblia en obras de justicia. Tenga misericordia. Continúe señalándoles la gracia de Cristo y su evangelio para cubrir sus pecados y motivarlos a la obediencia
Uno de los mejores obsequios que puede hacerles a sus hijos es familiarizarlos con la Biblia y su mensaje. Deles una Biblia que les guste, deles un ejemplo a seguir, deles un motivo importante, deles un plan sencillo y práctico, deles preguntas para hacer a la Biblia, deles respuestas a sus preguntas sobre la Biblia, exhórtelos a continuar leyendo, y tengan misericordia con sus tropiezos y fracasos.
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