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Por Gary Millar sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Kaired Pereira


Este momento particular nunca falló para decepcionarme como pastor ―Y esto sucedió a menudo. Podría golpear de manera inesperada tal como lo recé con miembros de nuestra iglesia luego de que estudiáramos la Biblia juntos.

Luego de lidiar con el texto, disfrutando la asombrosa gracia de Dios en Cristo, y aplicándolo a nuestras vidas, nosotros entonces podríamos ponernos a rezar oraciones que guardan muy poca relación con lo que acabamos de leer. Después de las revelaciones del Evangelio, rezamos oraciones que fueron prosaicas, limitadas (usualmente sólo para aquellos que estaban enfermos), y, para ser honestos, sin sintonía con el Evangelio. Pienso que es un problema común en nuestras iglesias actuales: lo que oramos no es formado y conducido por el evangelio en sí mismo, sino por nuestras circunstancias.

De cualquier manera nosotros dejamos atrás el evangelio en nuestras oraciones porque olvidamos el inmenso privilegio de lo que es orar en primer lugar. No solo debemos orar acerca de las noticias de Dios, sino que deberíamos deleitarnos de que el evangelio abre las puertas de nuestro armario para rezar en primer lugar.

Lo Maravilloso de Pedirle a Dios

En la Biblia, la oración básicamente media para “pedir”. Hay montones de otras actividades relacionadas o superpuestas con la oración (como adoración, alabanza y acción de gracias), pero generalmente conducen o fluyen desde el corazón de la oración, lo cual es pedirle a Dios que haga algo.

Eso, por supuesto, no es único del Cristianismo, los Musulmanes oran y piden cosas. Los adoradores de Baal estaban ansiosos por que su dios apareciera e hiciera lo que necesitaban. Virtualmente cada religión en la historia ha sido fuerte en las peticiones de los humanos. Pero es un poco diferente acerca de la oración en la Biblia. En lugar de que las personas como nosotros tengamos que pasar por todos los tipos de rituales o círculos espirituales para asegurarse de que sus oraciones sean lo suficientemente potentes, sólo debemos preguntar ¿Por qué es esto? Es a causa del evangelio.

En sus Institutos, John Calvin hace una declaración seminal que pude recalibrar por completo la manera en que nosotros pensamos acerca de la oración, “Sólo como la fe nace a través del evangelio, a través del evangelio nuestros corazones son entrenados al llamado en nombre de Dios” ―Nosotros somos salvos sólo por la gracia a través de la fe― pidiendo―sólo. No debe venir como una oración que sorprende, lo cual es hecho posible por el evangelio y formado por el evangelio, trabaja exactamente de la misma manera. Pero en otro nivel, este es completamente revolucionario. Esto establece la oración Cristiana ― y esta invitación conformada por el evangelio ― aparte de cualquier otro tipo de oración en el mundo.

Oración Como Ninguna Otra

De principio, esto significa que nuestras plegarias son hechas posibles por el hecho de que estamos unidos al Cristo que murió por nosotros por fe. En un sentido, no unimos en su conversación con El Padre. Por ejemplo, Paul escribe, recogiendo en las enseñanzas de Jesús acerca de cómo debemos orar, “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios.” (Gálatas 4:6-7). Nuestras oraciones son “las oraciones más internas”. Jesús mismo es muy explícito cuando nos dice:

Y yo les digo, pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Para cualquiera que pide recibe, y el que busca encuentra, y que toca se le abrirá. ¿Qué padre sería, si su hijo le pide pescado, en lugar d eso le entregara una serpiente; o si le pide un huevo le diera un escorpión? Pues si ustedes siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se Lo pidan? (Lucas 11:9-13).

La oración entonces es hecha posible por el evangelio, a través del Espíritu Santo que nos posibilita orar junto a Jesús. Pero hay más que decir.

Oraciones Formadas por el Evangelio

No solo nuestras oraciones son hechas posibles por el evangelio, también son formadas por el evangelio. Nuestras oraciones son hechas posibles por la gracia de Dios y deben ser formadas por la gracia de Dios. Somos libres de pedirle a Dios lo que sólo él puede hacer. Estamos encomendados a pedir a Dios a hacer lo que sólo él ha prometido hacer. En otras palabras, estamos habilitados, alentados, e instruidos a rezar oraciones formadas por el evangelio.

Cuando abrimos nuestras bocas para pedir, es apopado realizar nuestras peticiones en el contexto de las maravillas de nuestro Dios quien se nos ha revelado a sí mismo y nos ha rescatado. Cuando abrimos nuestras bocas para pedir, Lo hacemos en un contexto en el que Dios ya nos ha prodigado tanto que no podemos evitarlo, pero le agradecemos por lo que está haciendo. Y cuando abrimos nuestras bocas para pedir, continuaremos impresionados por lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Nuestro mayor anhelo será ver a Dios continuar haciendo lo que ha prometido en nosotros y por medio de nosotros, mientras construye su reino.

Así que, cuando hayamos tomado el evangelio, nuestras oraciones inevitablemente van a girar en torno a lo que Dios ha hecho, está haciendo, y hará a través del evangelio. Es el por qué nuestras oraciones serán dominadas por las peticiones para que Dios traiga gente a conocer a Cristo. Es el por qué vamos a rogar a Dios que trabaje en i a través de su iglesia. Es el por qué le pediremos a Dios continuamente que profundice el trabajo del evangelio en nuestras vidas. Es el por qué le pediremos a Dios todos los días que mantenga lo que ya nos ha dado a través del evangelio del Señor Jesús Cristo. Este es el modelo de las oraciones IAUS (IOUS Acrónimo en inglés de los salmos) de John Piper.

I. Inclino mi corazón a tus testimonios (Salmo 119:36)
A. Abro mis ojos para ver cosas maravillosas (Salmo 119:18)
U. Une mi corazón para temer a tu nombre (Salmo 86:11)
S. Satisfáceme en la mañana con tu amor firme (Salmo 90:14)

Esto, entonces, no es simplemente un intento de dar una oración “centrada en el evangelio”. Esta es una enseñanza imperdible (y lógica) de la Biblia. El evangelio nos conduce a orar, y nos enseña para qué orar. Si lo entendiéramos, habría más profundas, amplias, y grandes oraciones cuando estudiamos La Biblia juntos, y nueva libertad y pasión cuando oramos solos en nuestros armarios.


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