Aprende a reir ante las adversidades de la vida
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Hannah Grieser sobre Sufrimiento
Traducción por Caridad Adriana Zayas Velázquez
¿Cómo el humor puede contribuir en la lucha contra el cáncer?
Desde que años atrás mi hijo fuera diagnosticado de cáncer, algunos me han preguntado qué libros leí durante esos difíciles días en el hospital en busca de aliento. Es una gran pregunta, pero he dudado en contestarla porque sé que están, por lo general, en busca de recursos que abordan directamente el tema del sufrimiento cristiano. Y esos no eran los libros que leía.
Durante los largos días que observé a mi hijo soportar pinchazos y cirugías y medicamentos tóxicos, mis lecturas diarias fueron, básicamente, mi Biblia, sobre todo los Salmos, y un alegre libro humorístico.
El por qué de la lectura de los Salmos resulta obvio. En medio de tiempos difíciles, esas palabras mantuvieron mi fe anclada en el poder y la misericordia de Dios hacia nosotros, especialmente en esas pruebas. Pero cuando dije que leía libros de humor durante este período de tiempo, esto parecía afectar a las personas como si fuese algo frívolo y no lo suficientemente piadoso para un cristiano sufriente. Yo creo que eso es un error.
Tiempo de reir
Cuando las preocupaciones y los problemas amenazaron con bloquearme, una novela de P.G.Wodehouse-, o una colección de desventuras pueblerinas me ayudaron a no olvidar el estrepitoso y sorprendente mundo que Dios creó para nuestro deleite.
En nuestro mundo decadente, los niños enferman de cáncer. Esto ya es motivo suficiente para afligirse, llorar y editar acerca de nuestra mortalidad.
Pero, respóndanme: ¿Es menos adecuado sonreir mientras esos mismos niños van por los pasillos de esos hospitales con sus perchar portando intravenosos como si fueran patinetes, dando vueltas y chocando levemente los unos con los otros, hasta que se les deje morir de risa?
Dios es el creador de nuestras vidas y, tanto la tragedia como la comedia son parte del plan. Creo que la mayoría de nosotros sabe muy bien que no honramos al Creador cuando hacemos la vista gorda ante el dolor. Pero es menos obvio que: también lo deshonramos cuando reprimimos nuestra risa y pretendemos no haber notado su buen humor.
Tal como Salomón nos recuerda, hay igualmente un tiempo para reir y un tiempo para llorar (Eclesiaste 3:4) y, al igual que nuestro Salvador, seguramente experimentaremos momentos de llante y de una profunda angustia en los cuales la risa no tiene cabida. Jesús vino a nosotros como un hombre de penas, familiarizado con el dolor (Isaías 53:3) y, aún así, no debemos olvidar que él también vino ungido con el aceite de la alegría (Salmo 45:7). Él vino portando sorprendentes metáforas- de hombres ricos como bestias de carga intentando pasar por el ojo de una aguja, o de fariseos como tumbas pintadas recientemente. Él vino transformando el agua en vino, elevando los cuerpos de las tumbas y transformando un instrumento de muerte en la puerta de entrada a la vida. De hecho, mientras sus enemigos se agrupaban en su contra, nuestro Señor hace algo inesperado: Ríe (Salmo 2:4) Y en Cristo, así también nosotros incluso en la cara del último enemigo.
El Colmo de los chestes de hospital
Algo que he aprendido de mis propios episodios dolorosos es que Dios es un maestro del uso del humor como alivio. A veces, incluso algo tan terrible como recibir un pinchazo lleno de veneno en tu columna vertebral es el momento perfecto para un chiste.
Una mañana temprano, antes de uno de sus docenas de punciones mensuales, mi Jonath pasaba, muy a gusto, una hora rodeado de regalos caros de una organización sin ánimo de lucro local, mientras las enfermeras rondaban alrededor de su cama trayendo almohadas extras y sábanas recién planchadas, y otro equipo instalaba juegos en su IPod para que él jugara.
Pero, cuando el anestesista y el oncólogo entraron con una bandeja de medicamentos y jeringas, todo el mimo se detuvo. Mientras Jonath devolvía el iPod y observaba el Propofol que ataban a su percha intravenosa, levantó su brazo con su dedo índice extendido y exclamó: “¡Primero me tratan como a un Rey. Después…me apuñalan por la espalda! Todos en el cuarto estallaron a carcajadas. El brazo de Jonath cayó, y se sumió en su sueño químico mientras que el resto de los presentes continuaba con sus risitas.
Aprendiendo a reir
La risa, en estas circunstancias, no nos surge de modo natural a la mayoría de nosotros. De hecho, aprender a reír,-con genuino buen humor mas que con un cortante cinismo-, puede años de práctica.
Reírnos en la cara de algo tan abrumador como una situación de riesgo vital, probablemente requerirá ver el humor en los más mínimos contratiempos e inconveniencias a los largo de todos esos años que confluyen en esa crisis.
Aprender a reír también requiere de pasar tiempo en compañía de personas (o de sus libros) los cuales puede ayudarnos a ver la divina comedia que tiene lugar en los sitios en que los hemos echado de menos. Cuando relato la historia de unas vacaciones familiares que se fueron al traste, intento que suene como una verdadera tragedia. La aflicción soy yo. Pero cuando leo una narración de Patrick McManus acerca de un espectacularmente desastroso viaje de acampada, río hasta que se me salen las lágrimas. Y, a lo largo de las historias de Wodehouse, he aprendido que compadecer los apuros de Bertie Wooster y reír ante tal situación a la vez, no son acciones mutualmente excluyentes. Lo mismo sucede en la vida real.
He comprendido que, a veces, la única diferencia entre una tragedia y una comedia son unas pocas risas escandalosas y la perspectiva del narrador. Y perspectiva es exactamente con lo que deben contar los cristianos, porque Dios nos ha ofrecido tener una visión más amplia y el goce que nos espera al otro lado de nuestras penurias. Mientras que el mundo se hunde en la desesperación o intenta curarse ligeramente las heridas con sentimientos vanos, el Evangelio nos brinda verdaderas buenas nuevas. Cristo pasó por la muerte antes que nosotros y la despojó de su estigma de modo que en Él hasta la tumba es segura. Apoyándonos en las promesas de Dios nos libramos del llanto al igual que aquellos que tienen esperanza y de reír cada vez que nos ofrece un interludio humorístico.
Reyes y reinas de arcilla
Hallar goce y risa mientras enfrentamos nuestras dificultades requiere, también, de humildad, gratitud y fe en Dios. El orgullo, la ingratitud y el miedo están siempre en contra de la risa sagrada, independientemente de que estos problemas que afrontamos sean grandes o pequeños. Así que, ¿cuáles problemas afrontamos regularmente? ¿Cómo reaccionamos cuando nos ponchan en la novena entrada, sentimos caer la lluvia durante nuestro picnic o cuando le quitamos a nuestros niños las rueditas traseras de su bici- cleta? Puedo comentarte esto: las personas que brindan excusas enfadados, que se quejan del tiempo y se restriegan sus manos con preocupación, no se darán de repente la vuelta ni se reirán de la muerte en su cara.
Los cristianos poseen una ventaja humorística distinta porque conocemos nuestro lugar en el mundo. Debemos aprender a disfrutar de la maravillosa e hilarante paradoja de nuestro humilde estado como cristianos de polvo, susceptibles de padecer uñeros y ataques de hipo y, a la vez, glorificados hijos de Dios y herederos del reino eterno. Solo cuando esta paradoja cale hondo en nuestros huesos podremos ver las molestias en el ojo y reírnos del porvenir.
Sufrir es duro. Y, en ocasiones, para dar lugar a la risa debemos , primero, vaciar nuestras lágrimas. Pero el poner un poco de humor en nuestras relaciones humanas y en nuestra lista de lecturas, es un medio valioso de entrenar nuestras sensibilidades para deleite de los planes de Dios- y de ver pasar el dolor al final.
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