El cielo nunca será aburrido

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Revisión a fecha de 17:07 12 may 2020; Kathyyee (Discusión | contribuciones)
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English: Heaven Will Never Be Boring

© Desiring God

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Por Dave Radford sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Sofia Pamela Patelli


Cosas que ojo no vio,
ni oído oyó,
ni han entrado al corazón del hombre,
son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.


¿Alguna vez te ha preocupado el poder llegar a aburrirte en el cielo, que las cosas puedan perder su esplendor o gusto, que la originalidad y la intriga del Cielo pueden desvanecerse como lo hacen la mayoría de las cosas en la tierra? Cuando cantas: "Cuando hayamos estado aquí diez mil años [...] no nos sobrarán los días para cantar alabanzas a Dios como cuando recién habíamos empezado" [Amazing Grace por John Newton], ¿te preguntas si debes buscar aliento o no en tal afirmación?

Obviamente, la vida eterna suena maravillosa al comienzo. Sin embargo, salvo que tengas una firma comprensión acerca de lo que la Biblia tiene que decir sobre la vida eterna, puede que empieces a hacerte preguntas. Puede que pienses: "la eternidad es mucho tiempo". "¿Es algo que de verdad deseo? Después de diez millones de años, ¿tendré el mismo deseo que una vez tuve de seguir existiendo aquí?" Al centro de estas preguntas existenciales yace una gran preocupación acerca de la verdadera existencia del gozo eterno.

Si Jonathan Edwards estuviera vivo ahora mismo y supiera en lo que estás pensando, probablemente te pondría la mano en el hombro y se encargaría de tus miedos.

En su sermón "El cielo, un mundo de amor", Jonathan Edwards, de forma nada menos que asombrosa, desentraña brillantemente las realidades abrumadoras de nuestro gozo en el cielo.

Estas son algunas de aquellas realidades:

1. Tendrás una mayor capacidad para el gozo

En el cielo, tu cuerpo resucitado estará equipado con una capacidad para el gozo inimaginable (1 Corintios 15:42–44).

La Biblia dice que tendrás un cuerpo resucitado mucho mejor que cualquier cosa que hayas conocido en la tierra. Pablo, en 1 Corintios 15, dice que tu cuerpo será más fuerte, mejor, más espiritual, más glorioso y eterno. Tu disfrute, tu conocimiento, tu intelecto y todos tus afectos se verán renovados y restaurados de forma tal que puedas disfrutar de Cristo con un cuerpo perfeccionado. Edwards afirma que: "[Nuestras almas terrenales] solo tenían una chispa de amor divino en ellas; en el cielo, esta será convertida en una llama brillante y ardiente, como el sol cuando brilla en todo su esplendor, cuando no hay una mancha en él".

Hasta ahora, vamos bien. Una gran cantidad de gozo. Pero eso todavía no resuelve el problema de la complacencia. ¿No sigue siendo posible que ese gozo se esfume? Otra vez, Edwards diría: "¡De ninguna manera!"

2. Tendrás una capacidad para el gozo que nunca dejará de crecer

En el cielo, tu capacidad para el gozo nunca dejará de crecer.

Nunca. Según Edwards, serás "arrobado con un gozo que nunca dejará de crecer y que, aun así, siempre estará lleno".

Sam Storms afirma que nuestra capacidad para el amor, el conocimiento, el entendimiento y, sí, el gozo está "siempre en expansión, es progresiva y creciente" ("Joy's Eternal Increase" [El eterno crecimiento del gozo]). Sin fin. Las consecuencias de esto son extraordinarias.

Primero, destierra cualquier idea de que el cielo pueda volverse aburrido, estático o demasiado familiar. ¿Cómo podría serlo? Si tu capacidad de disfrutar a Dios y sus dones está siempre en expansión, tu percepción del cielo siempre será más completa, profunda y rica. Nunca contemplarás la misma realidad dos veces sin encontrar una nueva manera de disfrutarla. Verás cada día a través de una lente distinta, con la que verás con mayor claridad, tendrás un mayor entendimiento y sentirás de forma más profunda el gozo más verdadero, el gozo siempre creciente y siempre lleno por toda la eternidad.

Te preguntarás, ¿cómo es esto posible? ¿No te quedarás sin cosas que disfrutar tras diez millones de años? Otra vez, Edwards diría: "¡No!" ¿Por qué no?

3. Adoras a un Dios infinito

Como Dios es infinito, podemos gozar de Él de forma infinita. A Jesucristo no le preocupa quedarse sin formas de seguir el ritmo a tu capacidad siempre en aumento de disfrutarlo. Su carácter es infinitamente profundo, indescifrable e inagotable. Imagina el alcance del universo entero: billones de estrellas brillantes, que arden más que el sol; constelaciones magníficas; miles de millones de galaxias en movimiento, todas magníficas y vastas, coloridas y misteriosas. Que, sin embargo, son finitas. Aunque son brillantes, se quedan cortas en comparación a la amplitud, extensión, estatura y profundidad del amor de Cristo. Su amor, gracia, bondad, sabiduría, poder y piedad nunca se terminan, son universos infinitos para ser gozados por tus seres queridos.

Y esta es la otra genialidad. Si a Dios se lo glorifica más cuanto más satisfechos estemos con Él, el gozo siempre creciente de Dios por toda la eternidad se convertirá simultáneamente en la glorificación siempre en aumento de Sí mismo. ¡Es una genialidad!

Ahora, cuando cantes "cuando hayamos estado aquí diez mil años", no tendrás razón para temer o dudar. No serás la misma persona que fuiste una vez. Tras diez mil años, mirarás hacia atrás y dirás: "Qué poco sabía de Él en ese entonces. Crecí muchísimo en mi amor hacia Él. Y, aun así, ¡hay muchísimas cosas que aún no sé de su carácter!" ¡Avanza y sigue trabajando para que crecer!

C.S. Lewis una vez definió el gozo en la vida como "un deseo insatisfecho, más deseable que cualquier otra satisfacción". Creo que tenía razón. Dios no quiere que tus esperanzas estén en esta vida sino en la vida que vendrá. Quiere que ansíes tu vuelta a casa, cuando lo conocerás cara a cara. Cuando lo hagas, tendrás acceso a un gozo "más deseable que cualquier otra satisfacción" aquí y ahora. Reza, entonces, por una capacidad siempre en crecimiento de conocerlo y disfrutarlo igual a tu anhelo por la eternidad.


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