El Incrédulo Poeta Recibe un Destello de la Verdad
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Jesucristo
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Paola Montano
Puesto que todos los seres humanos son creados a imagen de Dios (Génesis 1:27), y que la obra de la ley está escrita en sus corazones (Romanos 2:15), y que los cielos proclaman la gloria de Dios a todos los que pueden ver (Salmo 19:1), y que Dios ha puesto la eternidad en el corazón del hombre (Eclesiastés 3:11), y que por la providencia de Dios cada persona puede buscar a tientas a Dios (Hechos 17:27), y que en Dios vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17:28), no es de extrañar que, para ver la gloria de Cristo, incluso aquellos que no tienen ojos tengan un destello sobre la forma en que el mundo realmente es, y luego no saben qué hacer con él.
Stephen Dunn es un poeta no cristiano ganador del Premio Pulitzer. “Pienso en Dios como una metáfora. Dios es una metáfora de los orígenes y misterios del mundo… Pienso en las creencias como provisionales. No constituyen nada estable”. En una entrevista recientemente para Libros y Cultura (Marzo / Abril, 2008, pp. 26-27), Aaron Rench le preguntó acerca de su libro The Insistence of Beauty [La Insistencia de la Belleza].
- En lo que respecta a su libro The Insistence of Beauty, ¿cuál es esta noción de que la belleza tiene una propiedad exigente y persuasiva? ¿Por qué la belleza es así?
Dunn responde:
- Simplemente creo que la belleza es irresistible. Nos desarma. Nos quita nuestros argumentos. Y si expandes la noción de belleza, encontrando belleza en lo ordinario y en lo desagradable, las cosas se complican. Pero creo que esa belleza, que está más relacionada en mi mente con lo sublime, es a lo que no nos podemos resistir.
Sí, y así es como todos nos convertimos a Cristo. Los ojos de nuestros corazones se iluminaron para ver la belleza de Cristo, y en ese momento él se volvió irresistible. Esta es la forma en que funciona la belleza divina y espiritual. Se autentica a sí misma. "Nos quita nuestros argumentos”. O mejor aún: reemplaza todos nuestros falsos argumentos con uno grande y verdadero al que no nos podemos resistir.
Ese es el punto de 2 Corintios 4:4-6 (LBLA).
- El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.
La "gloria de Cristo" es la belleza de Cristo. Es el resplandor de la plenitud de su persona—el resultado de todas sus perfecciones. La razón por la que las personas no creen en Cristo es porque no ven lo que realmente está allí. Eso es lo que significa "ser ciego”. La belleza realmente está ahí a la vista, pero estamos ciegos a ella.
Al verla, entonces creemos. “La belleza es irresistible”. Si te resistes, no has visto la hermosura de Cristo (1 Juan 3:6b). Nos convertimos a Cristo cuando esta ceguera nos es quitada. El versículo 6 dice: “Dios ha resplandecido en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios el rostro de Cristo”. Dios reemplaza la ceguera con la luz. La luz es específicamente “la gloria de Dios en el rostro de Cristo”.
Eso es todo lo que se necesita. No hay coacción después de esa revelación. La luz impone. No lo contemplamos ni reflexionamos sobre si deberíamos creer o no. Si todavía lo estamos considerando, es porque seguimos cegados.
El poeta Stephen Dunn, buscando a tientas a Dios, dice que la belleza “está relacionada con lo sublime”. Significa que “no nos podemos resistir”. Sí, lo sublime se resume en Jesucristo. Y es su gloria la que es sumamente irresistible.
Permite que esta sea tu vida: reflexiona sobre él; imprégnate de él; apúntale a él. Cuanto más lo conozcas y cuanto más admires la plenitud de su belleza, más lo reflejarás. Oh, que hubiera miles de reflexiones irresistibles de la belleza de Jesús. Que se diga de tales reflexiones: “Nos desarma. Nos quita nuestros argumentos”.
Pastor John
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