El consuelo no está en el pecado

De Libros y Sermones Bíblicos

Revisión a fecha de 20:08 4 sep 2025; Pcain (Discusión | contribuciones)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Marshall Segal
Indice de Autores
Leer más sobre Santificación y Crecimiento
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Sin Won’t Comfort You

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Marshall Segal sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por María Belén


Contenido

Satanás tienta a los que sufren

Hace cinco años, fui diagnosticado con una severa sensibilidad al gluten. Mi pobre esposa puede confirmar que batallé con el diagnóstico por meses antes de finalmente eliminar el gluten de mi dieta. Después de hacerlo, me sentí mejor.

Pero hace aproximadamente un año, comencé a experimentar un dolor similar, que a veces persistía por muchas horas. Mi doctor me refirió a un especialista que me realizó algunos exámenes y me hizo un montón de preguntas. Incluso llegó a preguntarme sobre los tipos de bebida que consumía. Le dije que había dejado el café y el refresco, pero que aún seguía ingiriendo una gran cantidad de agua gasificada. "Sí, deberías dejar de beber eso también", dijo. Luego se dedicó a explicarme —aunque pareciera obvio— que el contacto de la carbonatación con el tracto gastrointestinal puede causar inflamación en el sistema digestivo, lo que genera mucha más irritación e incomodidad.

Desafortunadamente, yo —tal como muchos de ustedes— siempre escuché que para aliviar el malestar o dolor de estómago debía tomar un poco de Sprite o Ginger Ale para "asentar el estómago". Entonces, durante ese año completo, siempre que empezaba a sentir molestia, iba al refrigerador, tomaba (sí, lo adivinaron) una botella de agua gasificada y esperaba que me hiciera sentir mejor; pero luego siempre me preguntaba por qué me sentía peor.

Una vez dejé el agua gasificada, mis malestares cesaron. En pocos días, mi cuerpo se sentía más ligero y saludable, y seis meses después, seguía sin tener ningún malestar. Pero, ¿por qué les cuento todo esto? Porque, mientras más retrocedo en el tiempo y me veo a mí mismo curando mi dolor con agua gasificada en todos esos meses, más me doy cuenta de que a menudo hacemos lo mismo con el pecado. Cuando experimentamos dolor, frustración, desaliento o agotamiento, recaemos en un pecado asediante que esperamos que nos haga sentir mejor. Sin embargo, luego nos preguntamos, completamente confundidos, por qué nos sentimos peor.

Satanás hiere a los que sufren

Satanás sabe cuán propensos somos al pecado en medio del sufrimiento y se aprovecha de esa debilidad. El apóstol Pedro escribe en su primera carta a los creyentes, con una aflicción intensa: se estaban afligiendo por diversas pruebas (1 Pedro 1:6; 4:12). Muchos de ellos, en particular, fueron difamados y calumniados por seguir a Jesús (1 Pedro 3:16; 4:4). La gente decía cosas horribles sobre ellos. Escuchen cómo los exhorta a saber sufrir:

Sean sobrios y estén vigilantes porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resístanle firmes en su fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan a sufrimientos semejantes. Dios, de quien procede toda gracia, los ha llamado en Cristo para que compartan su gloria eterna, y ahora deja que sufran por un tiempo con el fin de amoldarlos, afirmarlos, hacerlos fuertes e inconmovibles. (1 Pedro 5:8–10)

Ahora, el diablo merodea por todos lados para devorar a cualquiera de nosotros en cualquier momento, pero el apóstol ve una vulnerabilidad particular en el sufrimiento. Él sabe, gracias a la experiencia personal y al ministerio hacia otros, que Satanás caza a los que sufren. Pedro ha evidenciado cuán seductor puede ser el pecado cuando la vida se dificulta y se vuelve dolorosa; ha escuchado todas las malas excusas que nos ponemos a nosotros mismos. Él nos muestra tres realidades que existen en los corazones frágiles de los que sufren.

1. Tienen escondido a un enemigo perturbador

Una de las formas en las que Satanás logra distraernos de su malicioso poder e influencia en nuestras vidas es a través de la turbulencia y el sufrimiento. Si logra sacudir el avión lo suficiente para que las luces del cinturón de seguridad se enciendan, se asegura de que nos enfoquemos en las adversidades y nos olvidemos de que él se encuentra presente.

Sin embargo, Pedro nos advierte: "Su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar". Existe un enemigo y no es un simple gato callejero que busca cazar ratones; es un león de 200 kilos, rey de la manada, que acecha almas como la tuya o la mía. Y, sin embargo, ¿cuán seguido pensamos que el diablo no es real, como si no hubiera una verdadera guerra espiritual en contra de nuestra fe?

Y el apóstol Pablo nos lleva de nuevo a la realidad:

No nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba (Efesios 6:12).

Cuando llegan las adversidades, cualesquiera que sean, necesitamos recordar que tenemos un enemigo preocupante y que la maldad nos espera en las sombras para atacarnos cuando seamos más vulnerables.

2. Si te sientes solo, no lo estás

Cuando llega el sufrimiento, necesitamos recordar que tenemos un enemigo. También debemos recordar que, aunque nos sintamos solos, no lo estamos. Escuchemos de nuevo lo que Pedro nos dice: "Su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resístanle firmes en su fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan con sufrimientos semejantes" (1 Pedro 5:8–9).

¿Cómo nos resistimos a nuestro terrible enemigo? Una forma es recordando que muchos de nuestros hermanos cristianos están sufriendo de un modo parecido al nuestro; no solo están sufriendo, sino que saben sufrir. A través de la gracia conquistadora de Dios, están sometidos y superando el sufrimiento al mismo tiempo (y muchos de ellos están seguramente sufriendo más que tú ahora mismo). Ver a los siervos de Dios, convertidos en ejércitos, superar adversidades intensas debería ser razón suficiente para fortalecer nuestras almas y seguir luchando por un día más, un mes más, e incluso por un año más.

Pedro sabe lo que significa sufrir en aislamiento. Muchos de los que sufren piensan que nadie más está pasando por lo mismo que ellos y que nadie entiende su dolor. Él también sabe que lo que sentimos cuando sufrimos, muy pocas veces representa la realidad. Necesitamos que nos recuerden que debemos mirar al cielo para presenciar la fortaleza, la consolación y la satisfacción que Dios le brinda a su iglesia asediada alrededor del mundo.

3. Cualquiera que sea tu dolor, no durará mucho tiempo

Antes de que ignores esto y lo veas como algo banal, recuerda que el hombre que escribe esta carta fue perseguido, amenazado, encarcelado e incluso crucificado boca arriba. Su sufrimiento no fue ni leve, ni breve, ni infrecuente. Y, aun así, él puede decir en el siguiente verso:

Dios, de quien procede toda gracia, los ha llamado en Cristo para que compartan su gloria eterna, y ahora deja que sufran por un tiempo con el fin de amoldarlos, afirmarlos, hacerlos fuertes e inconmovibles. (1 Pedro 5:10)

Deja que sufran por un tiempo... Muchos de ustedes están tentados a burlarse. Han estado sometidos al dolor por años, tal vez décadas (y no quieren ceder). No pretenderé entender lo que es sufrir como ustedes lo han hecho, pero les prometo que el apóstol no se equivocó al hablar, incluso con ustedes.

Si lo comparamos con los innumerables años que viviremos sin dolor al seguir a Cristo, cualquier tipo de sufrimiento por cualquier cantidad de tiempo durará muy poco. Estos años se sentirán como minutos. Dios los reparará muy pronto, y nunca volverán a sentirse rotos. Dios los confirmará muy pronto, y nunca volverán a sentirse inseguros. Dios los reforzará muy pronto, y nunca volverán a desmayarse o a tambalear de debilidad. Dios los establecerá muy pronto en su presencia y ustedes se verán —radiantes, sin incomodidades, sin dolores, sin angustias— para siempre en la gloria de Cristo, sin turbulencias, ni interrupciones, ni malas noticias.

Entonces, ¿están dispuestos a sufrir un poco más sabiendo lo que Dios va a hacer por nosotros?

¿Qué pecados secretos te tientan?

Esta tendencia que nos caracteriza, la que nos hace recurrir al pecado cuando estamos sufriendo para buscar alivio y satisfacción, me recuerda a Jeremías 2:13. Dios nos dice, a través del profeta:

Mi pueblo ha cometido una doble falta;
me ha abandonado a mí,
que soy manantial de aguas vivas
y se han cavado pozos,
pozos agrietados que no retendrán el agua.

En su sed, han dejado de lado al manantial de aguas vivas. —"El que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed" (Juan 4:14)— y en su lugar, han decidido acabar con el agua gasificada que el pecado les ofrece.

Sin embargo, el pecado es peor que eso. El profeta describe el pecado como "pozos agrietados", como recipientes llenos de huecos y fisuras. Como nada se mantiene adentro, nada puede derramarse. Entonces, ¿qué significa ese recipiente para ustedes? ¿Qué pecado secreto los tienta cuando se sienten tristes, solos, frustrados, estresados y abrumados? No soy doctor, pero necesitan dejar de consumir ese pecado. Les prometo que el consuelo que el pecado les da —lleno de impaciencia, excesos, enojo, maratones de películas y series, ansiedad, amargura y codicia— simplemente hará que el dolor sea mucho peor.

Y les prometo que solo el consuelo de Cristo puede darles lo que su alma en sufrimiento necesita. No encontraremos la cura a nuestro dolor, ni el poder para salir de la tentación simplemente rechazando ese pecado persistente. Debemos beber de un pozo mejor, más profundo y más satisfactorio. Necesitamos ver y disfrutar a Jesús, a través de su palabra, de su oración y de cada uno de nosotros, sobre todo cuando el sufrimiento nos invade.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas