No Hay Condenación en Cristo Jesús, Parte 2

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English: No Condemnation in Christ Jesus, Part 2

© Desiring God

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Por John Piper sobre Justificación
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written

Traducción por Desiring God


Romanos 8:1-4 Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. 3Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Mientras más pienso en la magnitud del significado de Romanos 8:1, más me siento convencido de que debo permanecer un domingo más meditando sobre este pasaje, antes de ir al versículo 2. Romanos 8:1 es la gran conclusión a los siete capítulos anteriores: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús.”

En el primer mensaje sobre este versículo, hace tres semanas, hice énfasis en el significado de la palabra “ahora”. “Por consiguiente, no hay AHORA condenación”. A mi modo de ver el pasaje, existen dos significados implícitos en esta palabra “ahora”: «finalmente ahora» y «ahora mismo».

El “finalmente ahora” puede apreciarse en el versículo 3: “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó [!] al pecado en la carne.” En otras palabras, durante siglos, la ley había prometido vida, pero esta vida se había convertido en muerte para todos nosotros debido a que no podíamos cumplirla (Romanos 7:10). Finalmente ahora, como dice en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros”. En otras palabras, finalmente, un Mediador, el Cordero de Dios, un Sustituto, un Redentor, el Hijo de Dios que vino al mundo a padecer nuestro pecado y cambiar nuestra condenación (algo que la ley y toda la provisión de ovejas, machos cabríos, toros y rituales de lavamiento nunca podrían hacer). Por tanto, “finalmente ahora” no hay condenación para aquellos quienes están en este gran Redentor y Sustituto en nuestra condenación: Jesucristo.

El “ahora mismo” puede verse en los versos 33–34: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió,”. Aquí tenemos una imagen del juicio final que estaba próximo a celebrarse en el tribunal del Dios Todopoderoso. La cuestión en este asunto es: nadie puede presentar un cargo condenatorio en contra de los elegidos de Dios. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? […] ¿Quién es el que condena?” Ningún fiscal en el cielo o en el infierno podrá ganar un caso en nuestra contra. ¿Por qué? Porque Cristo ha muerto en nuestro lugar y Dios nos ha justificado sobre la base de su muerte. Justificado significa: “nos ha declarado justos.” Así que “ahora mismo” nosotros, los que estamos en Cristo, tenemos el veredicto del juicio final. No somos condenados, sino justificados «declarados justos delante de Dios». Este ultimo veredicto fue dado en el año 33 d.C. “ahora mismo” no hay condenación para quienes están en Cristo Jesús.

Pero aquel primer mensaje, no nos detuvimos mucho analizando la gloriosa verdad del significado que tiene para nosotros, en esta época caída y sufriente, la frase “no hay condenación”. Esto es lo que quiero hacer hoy ¿A que se refiere Pablo al escribir en Romanos 8:1: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús”?

Ira Condenatoria y Omnipotente Oposición, Misericordia Todopoderosa y Omnipotente Asistencia

Lo que Pablo está diciendo es que toda la ira condenatoria de Dios y toda su oposición omnipotente en nuestra contra, debido a nuestro pecado, han sido reemplazadas por la misericordia todopoderosa y su asistencia omnipotente. En otras palabras, si usted está en Cristo Jesús, todo lo que Dios hará en su vida, involucrará a su misericordia todopoderosa y a su asistencia omnipotente. No existe confusión con Dios. Él no viene a usted algunos días con ira «estos serian los días malos»; mientras que otros se acerca con amor «esos serian entonces los días buenos». Definitivamente ese no es el caso ni la forma en que debemos pensar acerca de Dios. Aunque a veces parezca que hay confusión en Dios. Esta es precisamente la razón por la que necesitamos la verdad de la revelación de Dios que está contenida en su Palabra. La mayoría de las veces, en este mundo de placer y dolor, las cosas no son lo que parecen. Para entender como son realmente las cosas y las que realmente están sucediendo, necesitamos verlas a través del lente de la Palabra de Dios.

Así que lo diré nuevamente, lo que Dios quiere que entendamos de Romanos 8:1 cuando dijo a través del apóstol Pablo: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús,” es que toda esa ira condenatoria, y toda esa oposición omnipotente por causa de nuestro pecado, han sido enteramente reemplazadas con la misericordia todopoderosa y la asistencia omnipotente. En Cristo Jesús, Dios siempre está de nuestra parte. ¡Siempre! Aquí es a donde Pablo quiere llegar en este capítulo de Romanos 8. Él llega al clímax de Romanos 8, diciendo en el verso 31: “Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”. La declaración de que en Cristo Jesús “no hay condenación” significa que Dios está omnipotentemente a nuestro favor, y nunca en nuestra contra. ¡Siempre a nuestro favor!

Ahora, esto es lo asombroso. Si podemos creer esta verdad de una manera práctica, desde la mañana hasta la noche, y atesorarla en lo profundo de nuestras almas: que Dios es solo por nosotros y no en nuestra contra, y es por nosotros con su misericordia todopoderosa y su asistencia omnipotente todo el día y toda la noche, cuando estamos despiertos o durmiendo. ¡O, cuán diferentes viviríamos! ¡Que gozo experimentaríamos! ¡Que libertad! ¡Que paz, que valentía ante los retos! ¡Que temeridad en nuestras vidas! ¡Que estilo de vida tan diferente, de sacrificio de amor, de servicio y de misericordia! ¡Que paciencia y serenidad… pudiéramos tener!

Dos Obstáculos Y Sus Soluciones Para Creer Que Dios Siempre Es Por Nosotros

Esto parece demasiado bueno para ser real. No parece que encaje con este mundo caído de pecado y enfermedad. Déjenme, entonces, tratar de ayudarles en su fe, y lo haré lidiando con dos obstáculos. Trataré de mostrarles como cada uno de estos dos obstáculos es tratado en la Palabra de Dios. El primero de los obstáculos es el pecado que permanece y la sensación de culpa que le acompaña. El segundo obstáculo es la experiencia de la enfermedad y el sentimiento de duda o de temor que le sigue. Por una parte el pecado y la culpa, y por otra, la enfermedad y el temor. Si no existe condenación, si Dios no está en mi contra, sino que está a mi favor con su misericordia todopoderosa y su asistencia omnipotente a la vez; ¿qué hago entonces con mi pecado y mi enfermedad?

1. Pecado Y Culpabilidad: La Lucha Con la Culpa de que es Valiente

Primero, permítanme señalarles un texto que nos ayudará con el pecado y los sentimientos de culpabilidad. Acompáñenme al texto que se encuentra en Miqueas 7:5-10. Mientras usted busca el pasaje, le relataré una situación ocurrida en Corea del Norte, la cual se relaciona con este texto.

Visitando la ciudad de Jackson, Mississippi, tuve la oportunidad de hablar con un coreano, quien siente un anhelo por alcanzar a Corea del Norte. El verdadero cristianismo, es una fe ilícita en Corea del Norte. Pregunté acerca de la situación actual de la iglesia en esa nación. Él dijo que el cristianismo público era una imagen mantenida por solo algunas iglesias oficialmente acreditadas. Pero el hecho es que probablemente mucho más de 80 000 cristianos pertenecen a una iglesia clandestina, no oficial. En nuestra conversación también me hizo saber que el gobierno comunista ha hecho saber a la población que practicar la fe cristiana y no pertenecer a alguna de esas iglesias acreditadas, es ilegal. El gobierno Coreano también incita a la población a denunciar a los propios familiares que no pertenezcan a este “cristianismo legal”. Continuó la conversación comentándome que incluso niños y jóvenes fueron forzados a entregar a sus padres a muerte, traicionándoles.

Quizás usted recuerda que Jesús dijo que esto sucedería, “Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte” (Marcos 13:12). Estas palabras provienen de la profecía que se encuentra en Miqueas 7:6, y nos llevan a algunas de las palabras más asombrosas sobre la gracia y la «no condenación» en el Antiguo Testamento. He aquí Miqueas 7:5-9:

No os fiéis del vecino, ni confiéis en el amigo. De la que reposa en tu seno, guarda tus labios. 6 Porque el hijo trata con desdén al padre, la hija se levanta contra la madre, y la nuera contra su suegra; los enemigos del hombre son los de su propia casa. 7 Pero yo pondré mis ojos en el SEÑOR, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá. 8 No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el SEÑOR es mi luz. 9 La indignación del SEÑOR soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz, y yo veré su justicia.

En Julio de 1988, prediqué un sermón sobre este texto y lo llamé “Cuando Caiga, Me Levantaré”. En este mensaje invito al pueblo comportarse como “culpa que es valiente”. Esto es lo que quiero volver a destacar hoy. Quizás usted puede notar las irritantes palabras de los versos 8 y 9. Esta es una descripción de lo que hacemos cuando “no hay condenación”, aunque hayamos pecado. ¿Cómo debiéramos pensar y actuar?

No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré [al parecer, sí existió una “caída” temporal], aunque more en tinieblas [por consiguiente hay un periodo de oscuridad y una sensación de culpabilidad], el SEÑOR es mi luz [así que el Señor que está enojado con Miqueas, a pesar de todo, sigue siendo su luz]. 9La indignación del SEÑOR soportaré [el Señor está enojado, furioso con Miqueas, pero este enojo no es el enojo de un juez condenador, sino de un Padre iluminador, y que nos disciplina. Como cualquier padre da unas nalgadas a su hijo y luego lo envía al cuarto por algún tiempo, así hace Dios, pero nunca apaga la luz de la esperanza], porque he pecado contra Él [evidentemente existe un pecado], hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho [así que esta molestia de Dios es por Miqueas, no contra Miqueas ¡Dios le justificará, y no le condenará!]. Él me sacará a la luz, y yo veré su justicia.

Ahora, Miqueas 7:8-9 muestra cómo usted debe pensar y actuar cuando peca contra Dios, pues para usted es su misericordia todopoderosa y su amor omnipotente. Dios no siempre le tratará de la manera más delicada, pero de algo si estoy seguro, Dios siempre le amará. Él siempre está a favor de usted, y nunca en su contra.

Por lo tanto, tomamos nuestro pecado como algo serio. Lo odiamos, pues lo vemos como lo opuesto a lo que somos en Cristo, y como la oposición al amor que nuestro Padre siente por nosotros. Confesamos nuestro pecado (1ra de Juan 1:9), miramos hacia la cruz, donde todo nuestro perdón y justicia fueron completamente asegurados. Aceptamos el descontento de nuestro Padre y aceptamos su corrección. Pudiéramos incluso vivir en la oscuridad durante un tiempo, pero si nuestro enemigo se regocija en lo que nos acontece, y nos dice en nuestra noche de angustia: «Ves, Dios está en tu contra, Dios está enojado contigo. Eres culpable y estas bajo su condenación». Entonces es cuando responderemos con la autoridad de Romanos 8:1, tomando como base la muerte de Jesucristo y su justicia, y usando las palabras de Miqueas 7:8-9 “No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el SEÑOR es mi luz. La indignación del SEÑOR soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz, y yo veré su justicia.”

Eso es lo que quiero decir por la culpa que es valiente. Estoy seguro de que no existe otra manera para perseverar en la vida cristiana en vista de nuestras constantes fallas. No existe otra forma de permanecer casados, ¡por Dios santo!, de criar niños, de ser solteros y permanecer puros para Dios, de mantener la esperanza y la fidelidad en el ministerio. No existe otro modo, sino de comportarnos como culpables audaces. Cuando caiga, me levantaré… aunque he pecado, aquel contra quién he pecado, defenderá mi caso y hará justicia para mi, no contra mi, sino PARA mi. ¡O, Bethlehem, ama este evangelio, ama y vive este evangelio!

2. La Enfermedad y El Temor: Pudieran Ser un Juicio Salvador

¿Y ahora, qué podemos decir con relación a la enfermedad y el temor? Si así es como la verdad bíblica de que “no hay condenación” resiste al pecado y a los sentimientos de culpabilidad, ¿cómo resistirá entonces a la enfermedad y al temor? Regresemos a 1ra a los Corintios 11:28-32. Esta es una advertencia de Pablo, recomendando no tomar la Cena del Señor de manera indigna, que cada uno se examine a sí mismo -decía- para ver si está confiando en el Señor al tomarla.

Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí. 30 Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre vosotros, y muchos duermen. 31 Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. 32 Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.

Ahora observe cuidadosamente este último verso 32. Cuando somos juzgados con debilidad, enfermedad o incluso la muerte estamos -dice Pablo- siendo disciplinados por el Señor para que no seamos "condenados con el mundo”.

Permítanme aclarar bien qué es lo que no estoy diciendo. No estoy diciendo que cada vez que usted tenga una enfermedad o si usted muere, es siempre debido a un pecado en particular que haya cometido, como tomar la cena del Señor indignamente, por ejemplo. Estoy diciendo que es posible. Y está es la noticia sorprendentemente buena: aún si ocurriera y cuando ocurriera, este “juicio” del Señor es un juicio de amor, un juicio paternal. Indudablemente valioso, es un juicio salvador.

Usted puede ver claramente este juicio en el verso 32: “Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo”. Preste atención: el plan de Dios es que usted, en su enfermedad, en su debilidad o en su muerte «no sea condenado». Este es el significado de la frase “no hay condenación” para aquellos que están en Cristo Jesús, incluso cuando su enfermedad es un indicio de la disciplina paternal y del descontento de Dios.

He aquí otro llamado a comportarnos como culpa que es valiente. Tal vez usted pueda encontrarse acostado en la sala de un hospital y preguntándose: « ¿Se habrá puesto Dios en mi contra? ¿Se habrá convertido en mi enemigo?» Esto es lo que Job clamaba en su enfermedad: “¿Por qué escondes tu rostro y me consideras tu enemigo?” (Job 13:24). Pero Job estaba equivocado (Santiago 5:11). Dios no se había convertido en enemigo de Job, ni tampoco se ha convertido en enemigo de usted. No, aunque Dios si le puede traer debilidad, enfermedad y muerte.

Las Cosas No Son lo Que Parecen

Debemos aprender esto, Las cosas no son lo que parecen. Necesitamos la Palabra de Dios para conocer que es lo que realmente está sucediendo cuando hemos pecado y nos sentimos culpables por eso, o cuando experimentamos un tiempo de indignación de parte de Dios. Necesitamos conocer qué es lo que está sucediendo cuando estamos enfermos y al borde de la muerte. Esto es lo que sabemos: “no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús”. Cuando caiga, me levantaré. Nuestro Padre, aunque pueda estar descontento, nos ama con su misericordia todopoderosa y su asistencia omnipotente, y nos sacará a la luz. Si estamos enfermos y muriendo, sabemos que este es el justo juicio del Señor, para separarnos de la condenación con el mundo, porque nos ama, con un amor omnipotente que enfrenta y derrota a la muerte. “No hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús.” Si usted lo cree. Tenga a Cristo como su tesoro y viva en él. ¡Gloríese en esta verdad y en su Salvador! ¡Viva esta libertad!


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