Hablada, confirmada, testificada una gran salvación

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English: Spoken, Confirmed, Witnessed: A Great Salvation

© Desiring God

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Por John Piper sobre El Evangelio
Una parte de la serie Hebrews

Traducción por Desiring God


Hebreos 2:1-4

Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.

Contenido

No hay escape

El propósito de este párrafo de la Palabra de Dios es mostrar que no habrá escape para el que descuide nuestra gran salvación. Versículo 3: "¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? ¿Cuál es la respuesta a esa pregunta? La respuesta es que no hay manera de escapar si descuidamos una salvación tan grande.

Ahora, esta es una palabra discreta para el mundo y para la iglesia, porque la mayoría de las personas sí descuidan la grandeza de la salvación. ¿Cuántas personas conoce usted que prestan una atención seria, sostenida, a la salvación alcanzada por Cristo, quienes la aman, y piensan en ella, y meditan en ella, y se maravillan por ella, y sienten gratitud continuamente por ella, y la recomiendan a otros como algo valioso, y la mezclan con todas las pequeñas cosas de sus vidas y ponen su esperanza en ella? ¿Vive usted así? ¿No es sorprendente cuán cuánto descuidan su gran salvación, incluso los cristianos profesantes?

¿Siente usted en su mente la grandeza de su salvación? Cuando algo realmente grande ocurre, se experimenta una respuesta apropiada a esa grandeza. ¿Responde usted a la grandeza de su salvación? ¿O la descuida? ¿Trata usted a su salvación como trata a su testamento, o al título de su carro o a la propiedad de su casa? La firmó una vez y está guardada en un archivo en algún lugar, pero en realidad no es algo muy importante. No tiene un efecto diario en usted. Básicamente, la descuida.

Así que esta es una palabra asombrosa para la iglesia y para el mundo. Descuidar nuestra gran salvación es ir a juicio, y allí no habrá posibilidad de escapatoria. Ser cristiano es un asunto muy serio. No es un asunto agrio sino serio, muy serio.

Una gran salvación

No es como si dijera: no descuiden su artritis. O: No descuiden su plantica Diente de León. O: No descuiden la espinaca. Está diciendo: no descuiden su salvación. Su gran salvación. Así que es como si dijera: no descuiden sus comidas con bistec. No descuiden su terapia para curar el cáncer. No descuiden los amaneceres y atardeceres. Y no descuiden sus comidas favoritas, o la sonrisa del nuevo bebé, o la contemplación de las Montañas Rocosas, o la brisa de las sus zonas campestres favoritas bajo el cielo nocturno, o la cama cálida y segura. Es como si dijera estas cosas.

Pero, ¿qué es en realidad esta gran salvación? Lo que en realidad está diciendo es: No descuiden ser amados por Dios. No descuiden ser perdonados y aceptados y protegidos y fortalecidos y guiados por el Dios Todopoderoso. No descuiden el sacrificio de la vida de Cristo sobre la cruz. No descuiden el don gratuito de justicia imputado por fe. No descuiden la remoción de la ira de Dios y la sonrisa reconciliadora de Dios. No descuiden la morada del Espíritu Santo y la comunión y amistad del Cristo vivo. No descuiden el resplandor de la gloria de Dios en el rostro de Jesús. No descuiden el acceso libre al trono de la gracia. No descuiden el inagotable tesoro de las promesas de Dios. Esta es una gran salvación. Descuidarla es una maldad muy grande. No descuiden una salvación tan grande.

Porque si lo hacen perecerán sin escapatoria. Por tanto, ser cristiano es un asunto muy serio, no es un asunto agrio, sino uno muy serio. Nosotros estamos, simplemente, sedientos de su sangre para que nos haga felices en nuestra gran salvación No seremos desviados por este mundo hacia los placeres efímeros y suicidas del pecado. No descuidaremos nuestro gozo eterno en Dios (que es nuestra salvación). Primero nos arrancaremos los ojos antes de ser alejados de la vida eterna.

Ahora, lo contrario a descuidar nuestra gran salvación, se menciona en Hebreos 2:1: "debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído". Nosotros escuchamos el mensaje de una gran salvación entregada por el Hijo de Dios (vea Hebreos 1:2). Y el significado de "prestar mucha mayor atención" es "no descuidar". Eso fue lo que estuvimos viendo la semana pasada.

Una verdadera salvación

Ahora, esta semana miraremos la razón dada en los versículos 3 y 4, y veremos por qué es tan despreciable el descuido de nuestra gran salvación. Y la razón es que el mensaje de nuestra gran salvación ha sido confirmado por un grupo de testigos confiables. Es verdad, y esta verdad ha sido testificada en maneras tan suficientemente diversas y confiables que rechazarla sería una maldad. Ese es el mensaje de los versículos 3 y 4: Nuestra salvación no solo es grande, es cierta. Por supuesto, no sería grande si no fuera cierta. Pero el enfoque aquí no está en cuán grande es ser salvos, sino en cuán seguro puede estar usted de que es grandioso ser salvo. Vea estos dos versículos conmigo:

¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor [contraste "por medio de ángeles" para la ley en el versículo 2], nos fue confirmada por los que oyeron [es decir, los apóstoles, los testigos que escucharon las enseñanzas terrenales del Señor Jesús], testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.

Ahora, ¿cuál es el propósito de estos dos versículos? Su propósito es enfatizar cuán malo es descuidar una salvación tan grande, pero hacen su énfasis enfocándose en la grandeza de la salvación, sino en cuán suficiente es la confirmación de la grandeza de la salvación.

En otras palabras hay, al menos, dos razones por la que usted pudiera descuidar algo. Una razón es que ese algo no es realmente grande, así que usted lo descuida y emplea su tiempo y energía en algo que piensa que sí es realmente grande. La otra razón es que, aunque fuera realmente grande, usted no tiene acceso a la evidencia suficiente que demuestre que ese algo es verdaderamente grande. En el primer caso, quizás usted conoce la salvación, pero no le parece que sea tan grande. En el segundo caso, usted descuida la salvación porque no la conoce.

Testigos de la verdad de esta gran salvación

Hebreos 2:3-4 tiene la intención de decirle a los lectores originales -y creo que a nosotros- que ha habido suficientes confirmaciones de la verdad de esta gran salvación como para que usted la crea y acepte y ame y no la descuide.

Bosquejémoslas y preguntémonos cómo crece nuestra confianza con estas confirmaciones.

Hay cuatro niveles de testimonio:

1. Dios

Cuando el versículo 3 dice que: "fue anunciada primeramente por medio del Señor", está implicando que Dios el Padre fue el primero que habló de esta salvación. Dios habló de esta gran salvación "por medio del Señor". "Por medio del Señor" implica que Cristo fue un intermediario para esta gran salvación. Es la misma frase del versículo 2 donde la Palabra del Antiguo Testamento fue "hablada por medio de ángeles". Así que el primer testigo es Dios el Padre, esto es exactamente lo que usted esperaría si recuerda Hebreos 1:1-2: Dios habló primero mediante los profetas, y en estos últimos días nos habla mediante un Hijo. El primer testigo de la grandeza de nuestra salvación es Dios.

2. El Mediador, Cristo Jesús

Luego, el segundo testigo es el Mediador, el intermediario, Cristo Jesús. "Fue anunciada primeramente por medio del Señor", es decir, a través de Jesús. Esta es una referencia al ministerio terrenal de Jesús, mientras enseñaba, sanaba, echaba fuera demonios, predicaba el reino de Dios, y moría y resucitaba de nuevo. En Hechos 10:36, Pedro dice a Cornelio que el Evangelio es: "El mensaje que El [Dios] envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo (Él es Señor de todos)". Así que la gran salvación fue hablada por Dios mediante Jesucristo, quien es Señor de todos.

Por tanto, cualquiera que sea el sello que Dios el Padre imprime sobre su testimonio, testifica de su origen divino, y cualquier sello que el Señor Jesús imprime sobre el testimonio, testifica de su respaldo como Hijo.

3. Los Apóstoles

El tercer testigo en la secuencia es mencionado al final del versículo 3: "La cual [la gran salvación...], nos fue confirmada por los que oyeron". El autor se ubica a sí mismo entre los lectores y dice "nos". Y luego menciona a un grupo llamado "los que oyeron". ¿Oyeron qué? Oyeron lo que el Señor dijo. En otras palabras, se refiere a los testigos oculares, los apóstoles, quienes estuvieron con Jesús y le escucharon enseñar, y le escucharon hacer callar a la tormenta, y le escucharon echar fuera los demonios de las personas, y le escucharon confundir a los fariseos, y le escucharon enseñar las incomparables palabras del Sermón del Monte, y le escucharon interpretar el Antiguo Testamento, y le escucharon hacer declaraciones estupendas sobre su propia resurrección y su propósito de rescatar a muchos del pecado, y le escucharon hablar desde un cuerpo resucitado y ordenarles que fueran e hicieran discípulos a todas las naciones.

Estos fueron quienes vinieron a predicar a los lectores de esta carta. Los lectores escucharon las historias de Jesús de la boca de sus testigos. Al escuchar a los testigos que estaban allí cuando Dios habló con su Hijo, Jesús, escucharon a Dios, y escucharon a Jesús.

Así que el versículo 3 dice que la gran salvación fue "confirmada" por estos testigos oculares. Sin ellos no habría fe. Estos testigos son el eslabón indispensable con el mensaje de Dios el Padre y de Jesucristo. La firmeza de nuestra fe descansa en estos testigos. Sin ellos no habría una roca sobre la cual afirmarnos. Ellos son el fundamento. La fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo; una palabra mediada por los testigos oculares.

4. Dios de nuevo

El cuarto testigo en esta serie es nuevamente Dios mismo. La secuencia comienza con Dios, y termina con Dios. Versículo 4: "Testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad". Dios, mediante Jesús, dio la orden de la gran salvación, y ahora Dios viene de nuevo y testifica de su propia Palabra y obra.

Testifica mediante señales y maravillas y milagros y dones del Espíritu Santo. En otras palabras, cuando los apóstoles vinieron a predicar y a testificar lo que habían visto y oído, Dios les capacitó para hacer milagros, y derramó sobre los nuevos creyentes dones del Espíritu Santo. Este fue el testimonio añadido de Dios al mensaje de su gran salvación.

¿Cómo es que estos testigos dan un fundamento firme para nuestra fe?

Ahora viene la pregunta clave. ¿Cómo es que estos testigos dan un fundamento firme para nuestra fe en la gran salvación de Dios? ¿Por qué somos más culpables por descuidar esta gran salvación a causa de estos cuatro tipos de testigos?

Hago esta pregunta porque no es sencillo llegar a tener una convicción firme y razonable sobre la verdad. Por ejemplo, si Dios habla, usted siempre podrá decir: "¿Cómo sé que es Dios?" O, si Jesús habla, usted puede decirle: "¿Cómo sé que no eres un falso profeta?" O, si un apóstol habla de que vio al Cristo resucitado, usted puede decir: "¿Cómo sé que no estabas alucinando? O quizás eres un charlatán y estás tratando de hacerte famoso". Y, si alguien hace milagros, puedes decir: "Quizás es magia, o quizás es Satanás tratando de engañarme".

Si te digo ahora mismo que ayer, mientras trabajaba en este mensaje, recibí un correo electrónico con la historia de una sanidad milagrosa en Lyon, Francia, que llevó a la conversión de un incrédulo escéptico y antiguo ciclista del Tour de France, usted pudiera pensar en muchas razones para no creer en la historia. Si le mostrara el mensaje en mi computadora en esta tarde, podría decir que yo lo redacté o que hice que alguien más lo hiciera para usarlo como ilustración hoy. Si digo que la historia fue narrada por la misma persona a quien Dios usó para realizar el milagro y diera su nombre y dirección de correo electrónico, usted todavía creería en una teoría de conspiración, o de engaño que le permitiera no creer que sucedió. Y me atrevo a decir que si usted hubiera estado allí en el restaurante cuando Ron Cohen oró por la rodilla herida del escéptico, y le viera poner sus muletas a un lado y caminar alrededor de la mesa gritando "C'est impossible!", aun le sería posible imaginar una explicación diferente a que Dios actuaba como testigo de esta gran salvación.

Así que esta es la pregunta: Ya que siempre es posible dudar de un testimonio, ¿qué hace que una persona sea apropiadamente persuadida? ¿Qué sucede en la mente que le hace confiar en la verdad? ¿Cómo puede usted, alguna vez, llegar a tener una convicción válida acerca del testimonio de alguien (el mío, el de los apóstoles, el de Jesús, o el de Dios)? ¿Cómo es que se reemplaza el escepticismo con la fe bien fundamentada?

Este texto no da toda la respuesta. Simplemente asume que Dios ha hablado esta gran salvación. Jesús, el Señor del universo fue aquel a través de quien Dios habló, y por eso añade su testimonio. Los apóstoles escucharon a Jesús en la carne y vinieron y predicaron la gran salvación a los lectores de esta carta. Y Dios añadió el testimonio de milagros y dones del Espíritu Santo. En otras palabras, la fe bien fundamentada viene mediante un grupo de testimonios.

Pero, ¿cómo creer?, pues si usted quisiera dudar, puede dudar de todos ellos.

El texto no lo dice de manera específica, pero me arriesgo a dar una respuesta, partiendo de algunos otros pasajes, como 2da a los Corintios 4:4-6, y Mateo 11:27; 16:17.

Del escepticismo a una fe bien fundamentada

Tienen que darse dos condiciones para que vayamos del escepticismo a una fe bien fundamentada: primero, el testimonio tiene que aclarar algo real (la calidad histórica, moral, y espiritual de la realidad testificada tiene que ser mostrada con claridad); y segundo, la mente del oyente tiene que ser suficientemente cuidadosa y limpia y humilde para percibir y aceptar lo que es real. En otras palabras, llegar a una convicción válida acerca de la verdad partiendo de un testimonio es, en un sentido supremo, la coherencia o armonía entre el concepto de fiabilidad que tiene la mente, por un lado, y la encarnación y presentación que el testigo hace de la realidad, por otro lado.

Permítame decirlo con una ayuda visual. La mente del oyente y el reclamo de la verdad del testigo son como un conector y un enchufe eléctrico que se supone que deben encajar uno con el otro para que la corriente de la convicción pueda fluir. Por el lado del testigo, el conector debe ser claro (debe mostrar los contornos claros de la belleza histórica, moral, y espiritual, de nuestra gran salvación en Cristo). Por el lado del oyente, el enchufe debe estar cuidadosamente posicionado, y limpio de realidades sustitutas, y debe estar humildemente dispuesto a ser inundado de la realidad espiritual. Cuando esto ocurre, el conector se acerca y quizás, por primera vez en su vida, encaja perfectamente en el enchufe, y nace una convicción profunda y justificada.

Hebreos 2:3-4 dice que los testigos han hecho su parte. La realidad histórica, moral, y espiritual de la gran salvación de Dios ha sido mostrada. Cualquier falta de convicción de nuestra parte, cualquier descuido de esta gran salvación, no se debe a ellos, sino a nosotros. Somos nosotros quienes necesitamos cambiar. Nuestras mentes son indiferentes o impuras (aferrándose a falsas ideas y deseos), o demasiado orgullosas para recibir el mensaje de salvación que necesitamos.

Así que mi oración para nosotros, en esta mañana, es que Dios resplandezca en nuestros corazones y haga que los "enchufes" sean cuidadosos, limpios, y humildes, a fin de que recibamos y amemos la gran salvación de Dios y no la descuidemos.


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