Mmm, creo que a ti te daré ojos
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Gratitud
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Silvia Vanesa González
Tú eres millonario. Sí, millonario. No es millonario quien tiene un millón de dólares en efectivo, sino quien tiene algo que vale millones de dólares. Lo que tienes vale más que un millón de dólares si es que no lo vendes por esa cantidad de dinero. ¿Quién es el que vende sus ojos por un millón de dólares? Si no lo hace, es millonario. Tú tienes posesiones que valen mucho más que un millón de dólares.
¿Por qué las personas desean enriquecerse cuando ya tienen cosas que valen millones de dólares? La respuesta es que no meditan en el valor de lo que tienen. Si repentinamente te quedaras ciego y estuvieras ciego durante un año, y luego recuperaras la vista, ¿cómo te sentirías la primera mañana en que despiertes a la luz del amanecer? Te sentirías diez veces más feliz que si alguien te hubiera dado un cheque por un millón de dólares. Sentirías el tesoro del millón que llevas a todos lados todos los días.
Mirarías al techo pintado, notarías pequeñas partes brillantes y cómo la luz pasa de una a otra parte. Darías un vistazo a la abertura de una puerta y tocarías los ángulos rectos de las esquinas con tu mente. Mirarías por la ventana a las ramas del álamo que se puebla con el calor de la primavera pero que aún sigue despojado como si estuviera marchito. Verías una blanca nube, pero la nube es mucho más que eso: un elefante, un malvavisco, una manta arrugada, Rip van Winkle, el Pan de Azúcar, la cabeza de un caballo, una barracuda, el perfil de Martin Luther… ¡todo en una nube! Y, posteriormente, verías su rostro que todavía duerme sobre la almohada; verías cada curva, cada peca, cada línea, cada vello de sus cejas, cada movimiento de su respiración silenciosa.
¡Y te sentirías multimillonario! Te dirías a ti mismo: ¿por qué existe más belleza y más felicidad en tener los ojos abiertos durante cinco minutos que en tener todo el dinero del mundo que pudiera comprar mi ceguera?
Ah, ¡qué Dios nos despierte! Medita sobre el valor de lo que tienes. ¿No deseas vivir una vida apreciando lo que posees con la misma emoción como si tus posesiones te hubieran sido arrebatadas en una tragedia y milagrosamente se te vuelven a conceder? Pues bien, esto te fue concedido de manera milagrosa. Tus ojos son un don que Dios decidió que le gustaría que tuvieras. Podría haber sido totalmente lo contrario. Porque Dios es libre. Es como si estuvieras parado en la fila para recibir un don especial y Él dijera: “Mmm, creo que a ti te daré ojos. Ahí está. ¿Cómo los quieres?”
Un gusto verte,
El Pastor John
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