Si Piensas que ya has Triunfado
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Ruben Saenz Serrano
No lo vi en ese momento, pero disfruté la celebridad del ministerio que experimenté en mis días iniciales en la región del carbón. Yo fui el centro de una pequeña iglesia en crecimiento y de una escuela cristiana que crecía rápidamente, y lo disfrutaba. Estábamos viendo el fruto en un lugar en donde no había habido mucho fruto, y la gente estaba emocionada. Parecía que había gente agradecida en todas partes y expresaban continuamente su agradecimiento. Pero, de maneras que no vi entonces, yo tomé mucho del crédito.
No me daba cuenta de lo orgulloso que estaba hasta que un hombre me pidió una cita para hablar conmigo. Estaba seguro que él había sido conmovido por uno de mis gloriosos sermones y deseaba una consulta conmigo. Nos reunimos para cenar, en una comida que ninguno de los dos consumió y pronto vi claramente que él no quería hablar de sí mismo. Durante dos horas, me puso ejemplo tras ejemplo de mi orgullo. Dijo que él pensó varias veces que mi trabajo era “dar la opinión final en todo”
Estaba devastado. Pensé que él estaba equivocado y que había sido cruel. Pero no me podía escapar de sus palabras, y por lo tanto llamé a mi hermano Tedd para preguntarle qué debía hacer. Tedd me dio el mejor y más duro consejo. Simplemente me dijo: “Escucha.” En las siguientes semanas, traté de hacer lo mejor que pude para detenerme, escuchar y observar. Lo que vi fue un hombre orgulloso que había comenzado, de manera imperceptible y también perceptible, a tomar crédito por aquello que sólo la gracia de Dios puede producir. Escuché hablar a un hombre que había olvidado quién ere él. Miré a un joven pastor que había comenzado a actuar como si ya hubiera triunfado.
Me gustaría poder decir que ya estoy libre de los engaños de mi auto-evaluación de mi joven ministerio. Hay momentos cuando los comentarios y congratulaciones de algún oyente agradecido se transforman en auto-congratulación. Hay momentos cuando estoy a la defensiva cuando alguien presume cuestionarme o me confronta. Hay momentos cuando estoy demasiado consciente de mí mismo y no de Cristo como debería ser. Todavía batallo con una latente auto-rectitud, y el halago de otros tiende a confirmar el halago a mí mismo que todavía llevo en mi corazón. Por eso, sigo clamando por ayuda. Todavía necesito ser rescatado de mí mismo. Y todavía tengo una esperanza: la gracia transformadora de Jesucristo.
Entonces, ¿cuáles son las tendencias del estilo de vida de un pastor ministrando desde una posición de triunfo? Si tú piensas que ya has triunfado, deberías:
Piensa que no necesitas lo que predicas
Sinclair Ferguson dijo que él había determinado ser un hombre que se sentaría bajo su propia predicación. Aún tu preparación debe ser un reconocimiento de una urgente necesidad, un clamor por la ayuda divina y una celebración de la siempre presente e inagotable gracia. Piensa en Isaías 6: Soy hombre de labios inmundos y vivo entre gente de labios inmundos.
Si piensas que ya has triunfado, preparas el material por encima del nivel de la gente que tristemente, necesita lo que tú ya no necesitas. ¿Estás desesperadamente hambriento por las verdades que tú regularmente preparas para exponerlas a otros?
No estar abierto al ministerio del cuerpo de Cristo
El éxito tiende a producir auto-suficiencia. Si tú piensas que eres sabio, no estás mirando la sabiduría de otros. Si tú piensas que eres maduro, tú no ansías la protección de otros. Si tú te ves a ti mismo como una persona de fe madura, tú no ves el coraje que se necesita para estimular a otros. Si tú no ves tu pecado, tú no verás el valor de confesarlo a aquellos que te pueden aconsejar y prevenir. Si tú piensas que cualquier tentación no te puede tirar, tú no pides que otros ojos te vigilen y aquellos corazones puedan orar por ti.
El éxito, sea consciente o no, siempre comenzará por separarte del esencial protector y santificador ministerio del cuerpo de Cristo.
Esperar de otros la perfección que tú piensas que has alcanzado
El éxito no es el terreno en el cual la gracia pastoral crece. La gente que se considera a sí mismos como rectos, tienden a esperar y requieren de los demás la misma rectitud que ellos piensan que han alcanzado. En lugar de ser el terreno en el cual la gracia crece, el éxito es el terreno en el cual crecen expectativas irreales, criticismo, impaciencia y donde se hacen duros juicios.
Es incontable el número de miembros del liderazgo de las iglesias que me han compartido que su relación con sus pastores (y estas son mis palabras) se caracteriza más por lo legal que por la gracia. Si tú piensas que está guardando la ley, entonces estás cómodo tirando la ley a los demás. Pero si tú tienes una carga por la realidad en la que caes diariamente, de la lamentable escasez de los requerimientos de la rectitud de Cristo, entonces no puedes descansar en tu propia rectitud, sino en la rectitud de Cristo cuando naturalmente ministres a otros la misma gracia que tú tan desesperadamente necesitas y que gentilmente recibes de la mano de Dios.
Sentirse calificado para más control
Si tú estás impresionado por tu propia sabiduría y fortaleza, y si amontonas evidencias de tu propia rectitud, entonces, tiene sentido que te sientas seguro de ti mismo. Tú piensas que eres capaz, listo para enfrentar lo que sea que Dios ponga en tu plato. Porque tú estás convencido que eres fuerte y sabio, es natural que consideres que tú estás en control. Tú no llevas a todas partes el hambre de conocimiento o protección de tu propia debilidad.
Seamos honestos. Hay muchas luchas de poder en la iglesia local. El ministerio del evangelio es fácilmente politizado. El orgullo causa en ti el hambre de poder (aun cuando tú no lo sepas) El hambre de poder hace que tú reúnas aliados de tu ministerio, y el deseo por el control hace que localices a los enemigos de tu ministerio. De alguna manera, algunos dirían, el ministerio del evangelio se ha convertido en un campo de batalla del poder humano.
Esta es una forma de ministerio que ha perdido su centro. Jesús ha abandonado el edificio. Un rey es entronado, pero no es el Rey. Se ha construido un reino, pero no es el reino. Si como pastor tú pastoreas, lo estás haciendo para otros, pero si como pastor te has politizado, lo estás haciendo para ti mismo.
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