El deber: La Fe

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English: The Duty: Faith

© Desiring God

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Por John Piper sobre El Evangelio
Una parte de la serie John 3:16

Traducción por Pilar Daza Pareja


Juan 3:16

Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que dio a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que cree en Él,
no se pierda,
mas tenga vida eterna.

Introducción

He intentado organizar estos mensajes de forma que os sirvan para recordar lo que nos dice este versículo y para compartirlo con otros.

Suponed que alguien en el trabajo os pregunta: "¿Tú eres uno de aquellos Cristianos renacidos, verdad?" Podéis contestarle: "No sé si encajo en la idea que tienes sobre ellos, pero ¿porqué no intercambiamos opiniones hoy, a la hora de la comida?" Y a la hora de la comida le podéis decir: "Una forma de resumir mi fe es mediante las palabras de Jesús del evangelio de Juan: 'Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.'

Así Jesús nos advierte del peligro que corremos – el peligro de perecer. Nos habla del designio de Dios de enviar a su Hijo para rescatarnos de perecer. Nos indica que el deber que tenemos es creer en su Hijo. Y nos avisa que si creemos, el destino que tenemos es la vida eterna en lugar de la muerte."

Espero que todos aquellos creyentes, que asistís regularmente a Bethlehem estéis dispuestos a compartir eso una vez que hayamos concluido esta serie de lecturas.

El deber: La Fe

Hoy nos centramos en la segunda "D": el deber que tenemos de creer. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda." Centremos nuestra atención en el acto de creer desde diferentes perspectivas.

1. El vínculo vital entre vuestra alma y el amor de Dios

Creer es el vínculo vital entre vuestra alma y el amor redentor de Dios.

Si no creemos, perdemos el amor de Dios y permanecemos bajo su ira. Juan 3:36 dice: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él."

Creer es nuestro vínculo con el amor de Dios. Observad lo que Jesús dice acerca del amor redentor de Dios: Dios amó de esta forma al mundo para que los que creen no perezcan. Una de las formas de expresarlo es que el amor de Dios es suficiente para salvar al mundo, pero eficaz para salvar a aquellos que creen. Eficaz significa que su amor realmente salva a los creyentes. Es eficaz salvándoles de perecer. El amor de Dios no tiene este efecto en las vidas de aquellos que no son creyentes. Ellos perecen.

De modo que es fundamental ser creyente. El mundo se divide en dos grupos a medida que el evangelio va pasando por él. Los que creen y los que no creen. Aquellos que creen están vitalmente vinculados al amor de Dios y son salvados de perecer. Los que no creen, permanecen bajo la ira de Dios.

Creer es nuestro vínculo con el amor redentor de Dios. No es vuestra raza, ni vuestro cociente intelectual, ni vuestra asistencia a la iglesia o vuestro pasado religioso, ni cuántos pecados mortales hayáis dejado de cometer. Es el hecho de creer en el Hijo de Dios. Así que, ¿qué es esto? Creer os vincula con el amor de Dios redentor.

2. Una condición permanente del corazón y de la mente

Ser creyente es una condición permanente del corazón y de la mente, no un acto individual.

El tiempo verbal en el evangelio de Juan nos muestra esto con claridad. "...para que todo aquel que cree en Él no se pierda." [No dice "creía"] El tiempo verbal presente en griego es una acción continua y constante. Juan 20:31 nos explica porqué se escribió este evangelio y evidencia la continuidad de creer. Dice: "Éstas se han escrito para que creáis [el tiempo verbal en griego aoristo o en algunos manuscritos es presente: lleguéis a creer] que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer [tiempo presente: creer continuamente], tengáis vida en Su nombre.

Ser creyente es un vínculo vital con el amor redentor de Dios cuando esa fe es una condición constante del corazón. Es muy peligroso e insensato orientarse en decisiones pasadas cuando se medita si se es cristiano. El tema es: ¿creéis en Jesucristo, el Hijo de Dios? ¿Es esta una condición permanente en vuestro corazón?

3. Jesucristo como objetivo y centro

EL objetivo o núcleo de la fe es Jesucristo, el Hijo de Dios, tal como nos fue dado por el Padre.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El..." el Hijo de Dios enviado por el Padre.

De modo que algunas veces Jesús dice que creer en el Padre que le envió da vida: Juan 5:24: "[...] el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna". Y otra veces Jesús dice que creer en el Hijo da vida: Juan 3:36: " El que cree en el Hijo tiene vida eterna". Y en Juan 12:44 vemos por qué las dos afirmaciones son ciertas: "Jesús exclamó y dijo: 'El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado'".

Para Jesús, todo el que creyera verdaderamente en él también creía en Dios—que Dios es su Padre y que él fue enviado por el Padre como revelación del Padre, y que conocer a Jesús es conocer a Dios. Así pues, la creencia constante que nos vincula al amor de Dios es la fe en Jesucristo como Hijo de Dios, enviado por Dios.

4. Aceptar la verdad objetiva acerca de Cristo

Creer incluye aceptar con nuestro intelecto la verdad objetiva sobre Cristo.

Creer no es un asunto meramente emocional o subjetivo. Tiene un contenido específico de verdad; es verdad aunque lo creáis o no. La cristiandad es diametralmente opuesta al relativismo de nuestros días que dice: "Para mí es cierto, pero no afirmaré que deba ser verdad para vosotros". Cristo es quien es, creamos o no creamos en él. Me parece que C.S. Lewis dijo: "Un loco en una celda de aislamiento clamando que no existe el sol, no tiene ningún efecto sobre el hecho de que el sol salga y se ponga a su hora".

La verdad es la verdad, bien sea que creamos en ella o no. Y la fe genuina en Jesús concuerda con la verdad objetiva acerca de Jesús. Por ejemplo, en Juan 17:8, Jesús ora: "[...] les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste".

Entendieron los hechos objetivos acerca de Jesús, entendieron que el procedía del Padre. Y creyeron en ello. Creer incluye aceptar con nuestro intelecto la verdad objetiva sobre Cristo. Por consiguiente necesitamos conocer y enseñar verdades concretas acerca de Cristo.

5. Satisfacción con todo aquello que Dios es para vosotros en Cristo

Creer implica que vuestro corazón se siente satisfecho con todo lo que Dios es para vosotros en Cristo.

En otras palabras, si creer para vosotros solo es un acuerdo con vuestro intelecto acerca de hechos sobre Jesús, vuestra fe no se diferencia de la fe de los demonios, que creen y tiemblan (Santiago 2:19). Conocer y aceptar la verdad es necesario, pero no es suficiente. Esto no os convierte en cristianos. Creer significa sentirse satisfechos de lo que Dios es para vosotros en Jesús.

Considerad el texto de Juan 6:35: " Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed". Creer en Jesús es venir a Él de una forma que satisfaga el hambre y la sed de vuestra alma. Creer es una cosa muy poderosa. Es algo que renueva el corazón con nuevos afectos. Lo que una vez satisfizo, ahora es repugnante. Creer está basado en nuevas papilas gustativas del alma. Antes, el alma se sentía satisfecha (o al menos así lo creía) con lo que el mundo le podía ofrecer. Ahora Cristo es tan satisfactorio para el alma que el mundo pierde su poder.

O veamos el texto de Juan 14:1: "No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí". En otras palabras, creer en lo que Dios es para nosotros en Jesús trae consuelo a nuestras turbadas almas. Creer no es un mero hecho intelectual, que resuelve problemas filosóficos. Es lo anterior. Y algunos de vosotros deberíais dedicaros a explicarlo. Pero creer también es la experiencia emocional de ser liberados de un corazón lleno de tribulaciones y de un alma hambrienta.

Es venir a Cristo y descubrirlo verdadero y satisfactorio para las añoranzas más profundas del alma.

Resumen:

  1. Creer es nuestro vínculo con el amor redentor de Dios. No existe una salvación sin él.
  2. Ser creyente es una condición permanente del corazón y de la mente, no un acto individual.
  3. El objetivo o núcleo de la fe es Jesucristo, el Hijo de Dios, tal como nos fue dado por el Padre.
  4. Creer incluye una aceptación mental de verdades objetivas sobre Cristo.
  5. Creer incluye una satisfacción sincera con todo lo que Dios es para nosotros en Cristo.

6. No es una simple iniciativa humana, sino una obra de Dios

Finalmente, creer no es una simple iniciativa humana, sino una obra de Dios.

Esto no anula lo que ya hemos dicho, que creer es un acto de la mente humana aceptando la verdad y un acto humano del corazón al estar satisfecho con Cristo. Eso es cierto. Pero la biblia nos enseña que la mente humana está ciega a la verdad espiritual, y que el corazón humano es duro hacia los placeres espirituales. ¿Así pues, como puede alguien salvarse?

La respuesta de Jesús se encuentra en Juan 6:44: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió". En Juan 6:37 dice: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera". En Juan 6:65 dice: "Nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre". (Cf. 1:12–13; 8:47; 10:26; 18:37.)

En otras palabras, la respuesta de Jesús a la ceguera y a la dureza de corazón del ser humano es que el padre los acerca. Se lleva la ceguera de la mente y cambia el corazón de piedra. Nos concede ver la verdad de la gloria evidente de Cristo y nos permite probar la gratificante belleza del Señor.

Y esto lo hace de forma muy simple, mediante las verdades que encontramos en Juan 3:16 y en este sermón (Juan 17:20). Dios está trabajando en este momento, alzando el velo de la mente y ablandando los corazones. Mi ruego es el siguiente: no endurezcáis vuestros corazones. No endurezcáis vuestra cerviz. Ceded esta mañana a la palabra del Señor. Creed en Jesús y no pereceréis sino que tendréis vida eterna.



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