Por el amor de Dios, volumen 1/9 de mayo

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/May 9

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 131 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Jaime Duran


9 DE MARZO 

Éxodo 20; Lucas 23; Job 38; 2 Corintios 8

LOS DIEZ MANDAMIENTOS (Ex.20) alguna vez fueron aprendidos por cada niño en la escuela en el mundo Occidental. Éstos establecieron principios profundamente arraigados de lo correcto e incorrecto que contribuyeron a moldear la civilización del mundo occidental. No eran vistos como diez recomendaciones, finezas opcionales para personas educadas. Aún muchos de aquéllos que no creían que fueron dados por Dios mismo (“Dios habló todas éstas palabras,” 20:1) los veían como el mayor resumen breve de moral privada y pública necesarios para el buen orden de la sociedad. Su importancia ahora se está disipando rápidamente en Occidente. Aún, muchas iglesias no pueden siquiera recitar más de tres o cuatro de ellos. Es impensable que un Cristiano reflexivo no llegue a memorizarlos. Sin embargo el escenario dónde fueron primeramente dados el que llama a ésta meditación. Los Diez Mandamientos fueron dados por Dios a través de Moisés a los Israelitas en el tercer mes después de su rescate de Egipto. Cuatro observaciones:

(1) Los Diez Mandamientos son, en primer lugar, el punto más alto del pacto mediado por Moisés (cf. 19:5), dados por Dios en Sinaí (Horeb). El resto del pacto tiene poco sentido sin ellos; los Diez Mandamientos en sí están respaldados por la demás estipulaciones del pacto. No obstante duraderos, no son principios meramente abstractos, pero son emitidos en los términos concretos de esa cultura: ej., la prohibición de codiciar el buey o burro del prójimo.

(2) Los Diez Mandamientos son introducidos con un recordatorio que Dios redimió a ésta comunidad de la esclavitud: “Yo soy el SEÑOR tu DIOS, que los sacó de Egipto, de un tierra de esclavitud” (20:2). Ellos son su pueblo no sólo por ser su creación, tampoco por el pacto hecho con Abraham, pero porque Dios los rescató de Egipto.

(3) Dios entregó los Diez mandamientos en un despliegue terrible de poder. En una época anterior al holocausto nuclear, la experiencia más temible de poder fue librada por la naturaleza. Aquí, no sólo la violencia de la tormenta, el terremoto de la tierra, los rayos, el ruido, el humo (19:16-19; 20:18) no sólo solemnizaron el evento, pero le enseñó a la gente a tener temor reverente (20:19-20). El temor del Señor no sólo es el comienzo de la sabiduría (Prov. 1:7), pero también mantiene a la gente de pecar (Ex.20:20). Dios quiere que ellos sepan que El los rescató; también quiere que sepan que Él no es una deidad domesticada que felizmente dispensa bendiciones tribales. El no es tan sólo un buen Dios, pero un Dios terrible, maravilloso.

(4) Desde que Dios es tan terrible, la gente misma insiste que Moisés debe mediar entre Él y ellos (20:18-19). Y esto prepara el camino para otro, Mediador final, (Deut.18:15-18).


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