Oración para cuando nos sentimos cansados y deprimidos
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Scotty Smith sobre Oración
Traducción por José Manuel Puerto Cabeza
El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra. No se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable. El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor. Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.Isa. 40:28-31 (LBLA)
Dios Misericordioso, esta fue una de las primeras escrituras que memoricé cuando era un joven creyente, y todavía hoy, leerla es como encontrar un tesoro nuevo en un campo viejo; como pescar una trucha arcoíris de premio con una caña Zebco de Piolín o como abrir las cortinas de mi sala de estar en Franklin y contemplar los Alpes de Suiza.
Esta es una de las cosas que más admiro de tu Palabra. Esta no es nunca manipulable o redundante, sino novedosa y vivificadora. Tú eres el Dios que habla de forma específica y sin tartamudear. Tú eres el Padre que sabe lo que necesitamos incluso antes de que te lo pidamos, y nos lo das antes de que pidamos. Diarias son tus misericordias e incondicional tu amor... grande es tu fidelidad.
Este pasaje está subrayado varias veces en mi Biblia favorita con rotuladores diferentes por una buena razón. Me recuerda, Padre, que tú eres diferente a mí, (afortunadamente), en muchísimos aspectos. Tú nunca te cansas ni te deprimes. Yo sí. Aceptar limitaciones, finitudes y debilidades nunca se me dio bien. Pero debo hacerlo. Dado que los jóvenes se cansan y se deprimen, y los hombres jóvenes tropiezan y caen, ¿Por qué creo que yo estoy exento de quedarme sin fuerzas y caer en crisis?
Padre, no te estoy pidiendo planear como un águila, por muy bonito que suene; ni tampoco busco correr como un atleta. Será suficiente sólo con caminar derecho con un corazón renovado, paso firme y con energías renovadas.
Mis esperanzas están puestas en ti, Padre— El Dios que lleva agua viva a lugares desérticos; el evangelio que Maná preparó perfectamente para mi corazón hambriento; gracia suficiente para mi gran insuficiencia. Ahora mismo te busco por tu fuerza espiritual, emocional, mental y física que necesitaré para poner en práctica las implicaciones del evangelio, en este mismo día. No estoy condenado, aunque podría estar por ese camino. Pero no tengo ninguna duda de tu gran compasión por mí en Jesús.
Jesús abrazó la debilidad última y el cansancio de la cruz, y por eso tengo confianza en tu amor que soporta la carga; y soy libre de confesar y de no despreciar mis rupturas y debilidades. Quizás me pueda cansar en mi servidumbre, pero tengo una gran paz con mi relación entre el Padre y el Hijo. Nada puede separarnos de tu amor, Abba, Padre, Nada. Esto es muy significativo para mí, y es mi ancla de esperanza cuando me queda poca energía la que rema en mi pequeña balsa. Por tanto, recemos en el nombre compasivo y triunfante de Jesús, Amén.
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