El Desafío de Daniel a Darío en la Oración

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English: Daniel's Defiance of Darius in Prayer

© Desiring God

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Por John Piper sobre Oración

Traducción por Javier Matus

Daniel 6:1-13

Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: “No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.”

Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: “¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.” Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: “¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones?” Respondió el rey diciendo: “Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.” Entonces respondieron y dijeron delante del rey: “Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.”


Dios Es Mi Juez

El nombre de Daniel tiene tres sílabas y cada una tiene un significado en hebreo. “Dan” significa “juez”. El sonido de “i” significa “mi”. Y “el” significa “Dios”. Así que el nombre de Daniel significa “Dios, mi juez”—“Dios es mi juez”. Es una cosa maravillosa tener un nombre para el cual cumplir su expectativa. Daniel la cumplió en una manera muy notable. Él vivió una vida que gritó la verdad: “¡Dios es mi juez, no el hombre!” “¡Dios es mi juez, y no rey de Babilonia o Persia!”, “Voy a tener que dar cuenta a Dios de cómo vivo mi vida, no a Nabucodonosor, no a Belsasar y no a Darío.” “¡Dios es mi juez!”

En otras palabras, su vida estaba centrada en Dios. Estaba construida sobre Dios. Y su manera de ver el mundo estaba empapada de Dios. Esto se ve en la manera en que comió, en la manera en que interpretaba sueños, en la manera en que escribió su libro y en la manera en que oró.

La Manera en que Daniel Escribió

Tome, por ejemplo, la manera en que escribió su libro. Mire el principio del libro, el capítulo uno, versículo dos. Él describe la captura de Jerusalén y el reino de Judá por Nabucodonosor rey de Babilonia de esta manera: “Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá.” ¡Así nada más! Dios tiene un rey en su mano, y cuando Él quiere, lo da en la mano de otro rey—de la manera en que usted podría canjear un regalo de Navidad defectuoso en Rosedale; simplemente lo entrega en el mostrador. ¡Dios entregó a Joacim en la mano de Nabucodonosor! Una y otra vez Daniel nos cuenta la historia de los grandes acontecimientos políticos como ese (ver 2:21, 37 y 5:18).

La Manera en que Comió

O tome otro ejemplo: la manera en que comió. Recuerde, Daniel fue uno de los cautivos que fue llevado a Babilonia cuando Nabucodonosor capturó a Jerusalén. Fue elegido junto con otros para ser entrenados para el servicio en el palacio real y ser alimentado con lo mejor de la comida y el vino del rey. Sin embargo, Daniel vio a su comida como un asunto-de-Dios. Para él todo era un asunto-de-Dios. Así que Daniel 1:8 dice: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía.” Daniel miró a Dios para juzgar su causa, no al rey. Y el resultado en 1:17 fue este: “Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.”

La Manera en que Interpretó Sueños

La misma forma de vida empapada de Dios se manifiesta en la manera en que Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor y la visión de su hijo Belsasar. Él da todo el crédito a Dios, por ejemplo, en 2:28, “Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días.” Y acusa a los más poderosos gobernantes de la tierra de irreverencia y traición contra Dios. Por ejemplo, a Belsasar en 5:23, “El Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.” Cada interpretación que Daniel da tiene a Dios justo en el centro de la misma, y los grandes reyes como Nabucodonosor y Belsasar (o Gorbachov) se desvanecen de la historia como una nube (2:39, 5:28).

La Manera en que Oró

Pero uno de los ejemplos más sorprendentes de Daniel cumpliendo con su nombre es su vida de oración. “Dios es mi juez” significa “Lo que Dios piensa y lo que Dios hace importa más de lo que cualquier otra persona en el mundo piensa o hace.” Esa es la forma en que quiero que estemos en Belén al pasar de 1991 a 1992. Lo que piensa Dios de Belén y lo que Dios hace en Belén es más importante—mucho más importante—de lo que piensa cualquier otra persona y lo que hace cualquier otra persona. Para Daniel eso significó una vida de oración audaz, desafiante y disciplinada. Si lo que Dios piensa importa más, entonces usted le consulta más a Él. Si lo que Dios hace importa más, entonces le pide que actúe primero. En otras palabras, usted vive su vida por la oración.

Ahora no hay que olvidar que Daniel era una persona política muy poderosa. De regreso en Daniel 2:48, Nabucodonosor había hecho a Daniel “gobernador de toda la provincia de Babilonia.” Aquí, en nuestro texto (6:2) Darío hace a Daniel uno de los tres presidentes sobre los 120 sátrapas (o gobernadores) de todo el imperio. A veces erramos al pensar que la oración es la manera en que los monjes pasan su tiempo. Es algo para los pastores o los religiosos profesionales, pero no es para los activistas, u hombres de negocios o personas con poder e influencia.

Esa es una manera muy equivocada de pensar acerca de la oración y de su propia vida como una persona muy ocupada. Daniel estaba más inmerso en la vida secular que la mayoría de nosotros y vivió por la oración—oración audaz, desafiante y disciplinada—porque Dios era su juez. Lo que Dios pensó y lo que Dios hizo importaba más. Así que Daniel vivió consultando a Dios y pidiéndole a Dios que actuara.

El texto de hoy es un testimonio impresionante de la vida de oración audaz, desafiante y disciplinada de Daniel. Leí esto, y me llena con un anhelo de ser valiente en la oración. Me dan ganas de ser audaz en la oración, y si es necesario desafiante en la oración contra los poderes terrenales y disciplinado en la oración. No quiero ser una medusa espiritual, a la deriva en el mar de emocionalismo, orando un poquito aquí y un poquito allí al subir y bajar las olas de la emoción. Mi esperanza es que Dios use el ejemplo de Daniel aquí para que llene a usted con el mismo anhelo y el mismo compromiso para el año 1992.

Famosamente y Firmemente Dependiente de Dios

Mire la respuesta increíble de Daniel al decreto de Darío en contra la oración. Veamos la situación. Versículo 2: Daniel era uno de los tres presidentes sobre el reino de los medos y los persas. Versículo 3: “Había en él un espíritu superior” y se destacó por encima de los demás, y el rey planeó ponerlo por encima de los demás y sobre todo el reino.

Daniel tenía un increíble futuro exitoso frente a él—toda la influencia y todo el prestigio y la riqueza y la libertad que él podía haber pedido. Pero esto lo convirtió en blanco de celos y envidia. Así que los versículos 4-9 describen cómo los otros presidentes y sátrapas persuadieron a Darío para hacer una ley que decía (según el versículo 7), “Cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.”

En otras palabras, la vida de oración de Daniel era tan bien conocida y establecida como parte de su carácter que sus enemigos sabían que ese era el único lugar en el que podían contar con él para que no se acobardara. Y estaban precisamente en lo correcto.

El versículo 10 simplemente quita el aliento. Aquí es donde percibo que la oración de Daniel era audaz y desafiante y disciplinada.

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

Seis Expresiones de Dependencia Audaz

Note seis cosas audaces:

1) No actuó en ignorancia, actuó con pleno conocimiento de la ley y las consecuencias.

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró…” a orar. No olvide, Daniel está a punto de ser ascendido a ser el regidor principal en Persia. Piense en las racionalizaciones que debieron subirle a la cabeza—“mi influencia sería tan grande si tuviera esa posición … puedo hacer más por Dios vivo que muerto … es sólo treinta días, y luego puedo orar de nuevo … ciertamente el legalismo es un pecado peor que la conveniencia[1] … etc.” Pero él rechazó todas las racionalizaciones. Conocía la ley. Conocía la pena. Y se fue a orar.

2) No fue al bosque a orar, fue a su casa.

Podía haber seguido orando a su Dios sin ponerse en riesgo si sólo se hubiera escondido durante treinta días. No hay ninguna ley que diga que usted tiene que orar en su casa donde sus enemigos lo estarán buscando.

3) No fue a la cámara interior secreta de su casa.

Fue a la habitación con ventanas (ventanas abiertas)—la que está en el segundo piso de la casa, la más visible, la que miraba a Jerusalén y no al palacio en Babilonia.

¿Empieza a entender por qué llamo a este acto de oración desafiante? Daniel no sólo está orando contrario al decreto del rey. Él está haciendo una declaración pública. Hoy diríamos que él se está manifestando. Él está haciendo un acto público de desobediencia civil. Y lo está haciendo en una manera pública que ninguna ley bíblica requiere.

4) El no oró una vez, temprano en la mañana cuando no hay nadie podría estar viéndolo, sino tres veces al día y todos los días.

Él se aseguraría de que no fuera pasado por alto en su negativa a obedecer esta ley.

5) Cuando Daniel oró, no usó palabras que eran indistintas y ambiguas que algún abogado de la defensa inteligente podría argumentar que en realidad se hicieron a Darío, porque no especificaban a qué dios estaban dirigidas.

Dice: “Daba gracias delante de su Dios.” No a Darío. Y no a los dioses de los medos y los persas, sino al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

6) No cambió la forma en que oró o hizo algo diferente para ceder a las presiones de la ley que Darío había hecho.

Dice al final del versículo que oraba “como lo solía hacer antes.” Había muchas maneras de orar que pudieran no haber sido detectadas y eso hubiera cumplido la ley de su Dios. Sin embargo, Daniel oró audazmente, desafiantemente y en su forma habitual disciplinada de tres veces al día.

Imitando a Daniel en Nuestros Días

¿Y ahora qué vamos a sacar de todo esto? Yo sugeriría cuatro aplicaciones finales para nuestra vida de oración hoy.

1. La oración es un testimonio público legítimo, y debemos buscar usarlo como Dios nos guíe.

Jesús dijo:

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo 6:5-6)

¿Esto inculpa a la manifestación de oración pública de Daniel? No lo creo. Jesús estaba advirtiendo en contra de nuestro amor a la alabanza por la oración, no a nuestro querer sufrir por la oración. Él no estaba diciendo que está mal el ser visto en oración. Él estaba diciendo que es malo desear ser visto para luego ser alabado por su piedad. Bienaventurados son cuando padecen persecución por causa de la justicia (Mateo 5:10), pero ay de ustedes cuando usen su justicia para buscar su propia alabanza (6:2-4).

En el contexto de Daniel—y aquí necesitamos una gran sabiduría para conocer nuestro propio contexto—el llamado de Dios en su vida fue “alumbrar su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.” Para Daniel, la oración se había convertido en una declaración pública de la gloria de Dios sobre la gloria de Darío. Y fue un testimonio legítimo. Y lo es para nosotros, si nuestros corazones están correctos.

2. La oración de Daniel fue un testimonio, no sólo para la gloria de Dios sobre la gloria de Darío, sino también, al hecho de que su vida estaba construida sobre la oración.

Daniel estaba haciendo una declaración, no sólo acerca de Dios sino acerca de su relación con Dios. Dios no hubiera cambiado si Daniel hubiese orado en secreto. Dios seguiría siendo Dios. Daniel todavía sería un gobernante de Persia. Lo que hubiera sido diferente era la manera en que los gobernadores y sátrapas pensarían acerca de la relación de Daniel con Dios. Y cuando Daniel pensó sobre eso, no se atrevió a pasar a la clandestinidad.

Era conocido como un hombre que vivía por la oración—cuya vida estaba construida sobre la oración—quien consultó a su Dios en todas las cosas y quien buscó la acción de su Dios antes de que él mismo tomara acción. Daniel no desecharía ese testimonio. Yo oro para que tampoco desechemos ese testimonio. ¡Que nuestra semana de oración—nuestro ayuno, nuestras vigilias de oración por la mañana, nuestra noche de oración—sea un testimonio contundente de la gloria de Dios y de nuestra vida y nuestra iglesia siendo construidas sobre la oración!

3. La oración de Daniel era disciplinada y regular.

Cuando llegó el momento para una demostración, Daniel no tuvo que cambiar nada. Él ya estaba orando tres veces al día en un lugar indicado. Había un patrón y una rutina y disciplina. ¿Le parece extraño que en Estados Unidos hoy casi no hay cristianos que oren de esta manera? Estoy seguro de que hay algunos que celebran esta ausencia de orden y diseño y costumbre y patrón como una señal de la libertad de las ataduras del legalismo. Me lo creería si viera algo parecido a la libertad y el poder de Daniel donde la disciplina como la suya está ausente. Pero no lo veo, no lo creo.

Pregunté en el STAR la semana pasada: ¿podría ser que la disciplina de Daniel en la oración era el secreto de sus encuentros inesperados, no planeados y espontáneos con Dios? ¿Podría ser que la disciplina no es el sustituto aburrido de la espontaneidad y el poder, sino el jardín donde crece? Usted cultiva el jardín con disciplina paciente y de repente Dios hace crecer a una planta con poder sobrenatural. Creo que esto es así. Le exhorto a tomar tiempo esta semana para detenerse y planear un poco de disciplina en su vida de oración para el año 1992. Sea como Daniel.

4. Por último, la oración es más preciosa que la vida.

Sólo piénselo. Daniel sabía que la pena por la oración sería el foso de los leones. No creo que Daniel sabía que iba a ser liberado más de lo que Sadrac, Mesac y Abednego lo sabían mientras estaban delante del horno de fuego y dijeron: “Si Dios no nos libera, que sepas que no serviremos a tus dioses” (Daniel 3:18).

Esto debe significar que la oración es más importante que la vida. Daniel prefiere orar que salvar su vida. El no orar era un panorama peor para Daniel al que ser comido por los leones. Ese es un compromiso radical con la oración. Sólo piénselo. ¿Puede decir con Daniel: “Tendrán que tomar mi vida antes de que tomen mi oración”?

La semana de oración es un tiempo de introspección espiritual. Yo le llamo al ayuno y a la oración. Le invito a buscar en su corazón y ver si Dios tiene algo nuevo para usted en el año 1992. Por favor, por su propio sentido de la vida espiritual y la realidad y el poder, no deje que esta semana de oración sea como todas los demás. Deténgase. Dése al ayuno. Busque al Señor.



  1. El legalismo no está atacando a la Iglesia Estadounidense hoy en día en la forma de disciplina espiritual. ¡Para nada! Ese no es nuestro peligro que asedia. Creo que la forma más distintiva del legalismo (no es la única) en nuestros días es casi exactamente lo contrario, con dos caras de la moneda.<br><br>Un lado es el miedo a algo remotamente parecido a la idea bíblica de la disciplina implícita en frases como “Ejercítate para la piedad” (1 Timoteo 4:7) o “Esfuércense a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24) o “tome su cruz cada día” (Lucas 9:23) o “ocúpense en su salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12) o “golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre” (1 Corintios 9:27) o “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo” (Mateo 5:29), o “me ayudan orando por mí” (Romanos 15:30). Esa realidad completa de la disciplina cristiana, que ha marcado a los santos más grandes por 1900 años, se teme hoy en el nuevo legalismo.<br><br>La otra cara de la moneda es la aparición hoy de lo que usted podría llamar un discurso psicológicamente correcto. Si usted no usa un idioma determinado para describir la moral y la ética y el deber y los mandamientos de Dios para que sea “psicológicamente correcto”, entonces usted está defectuoso como un cristiano que ayuda a la gente. En lugar de la antigua lista de tabúes ahora hay una nueva lista de tabúes: palabras como “debería” y “necesitaría” y “debe” no se atreven (léase: no deberían) a ser utilizadas. Y las advertencias como “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21), y “porque si viven conforme a la carne, morirán” (Romanos 8:13) están prohibidas. Simplemente no son formas “psicológicamente correctas” de lidiar con la realidad.<br><br>Si hay un legalismo deslizándose sobre el evangelicalismo estadounidense yo creo que es éste, y no la disciplina de Daniel orando tres veces al día. Y le exhorto a considerar si algo de nuestra debilidad en el cristianismo americano cómodo, auto-complaciente y suple-mi-necesidad, no se debe a nuestra esclavitud a las listas sin vida de hacer y no hacer, sino a nuestra pérdida de disciplina bíblica. Considere a Daniel mientras reflexiona sobre la manera en que desea orar en 1992.

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