Esperanza para amistades tóxicas
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Christine Hoover sobre Relaciones
Traducción por Gabriel Arevalo
Al ingresar a la universidad en una pequeña escuela cristiana, inmediatamente Emma quedó bajo la tutela de una de sus maestras. Siendo una estudiante de transferencia, lejos de casa por primera vez, la amistad e interés de su maestra le dio a Emma una sensación de seguridad y un sentimiento de importancia. A medida que se desarrollaba el semestre, comenzó a pasar cada vez más tiempo con profesora, y se hizo evidente tanto para ella como para sus compañeros de clase que ella era la "favorita".
Sin embargo, mientras que Emma disfrutaba la atención que recibía de su maestra, también comenzó a experimentar sentimientos encontrados. Se sentía presionada a complacerla todo el tiempo. El estado de ánimo de Emma comenzó a subir y a bajar dependiendo del estado de ánimo de la maestra; minimizaba a otras amistades y no programaba nada a menos que supiera que su maestra no tenía planes ni expectativas para ella en ese momento.
Emma a menudo se sentía manipulada, pero al mismo tiempo deseaba desesperadamente complacer a su maestra y mantener la amistad, porque recibía mucho amor e importancia de ello. Ella pensaba que era una amistad. Su profesora la trataba como a una compañera, a pesar de ser además una maestra espiritual y una figura de autoridad.
Dependencia emocional
Un día, la compañera de cuarto de Emma le dijo de forma prudente que su amistad con la maestra no era saludable. Emma respondió con enojo y actitud defensiva, pero sabía que en el fondo su compañera de cuarto tenía razón.
Su relación con la maestra era diferente a cualquiera de sus otras amistades. Sentía una sensación de esclavitud por las necesidades y el control que ella ejercía. En esos momentos, se dio cuenta de la gran dependencia que su vida y sus emociones tenían de esta relación, y reconoció ante sí misma y ante Dios que su amistad con su profesora no era correcta. La maestra se había apoderado del lugar de Cristo en la mente y en el corazón de Emma.
La amiga de Emma le dio un nombre a este tipo de relación idólatra: dependencia emocional.
¿La historia de Emma es la tuya?
Emma no sabía qué hacer, por lo que evitaba a su maestra, la rechazaba y finalmente se mudó después de la graduación. En su nueva ciudad, sin embargo, Emma no inició nuevas amistades porque no confiaba en sí misma. Temía ser lastimada de nuevo o posiblemente manipular a otros de la misma manera que su profesora la había manipulado.
En lugar de confesar su pecado, evitaba pensar en su amistad con la maestra y reprimía la vergüenza que sentía por dentro.
En su aislamiento voluntario, sin embargo, Dios comenzó a trabajar. El Espíritu Santo constantemente la presionaba para que considerara lo que la había llevado a depender emocionalmente de su maestra. Empezó a ver todas las señales de advertencia que antes había pasado por alto, y asumió de nuevo una actitud abierta para encontrar nuevos amigos, amigos a los que eventualmente confesó su vergüenza, miedo y heridas.
Yo soy uno de esas amigas. Ahora he visto a Dios transformar el corazón de Emma y enseñarle a tener amistades bíblicas saludables sin miedo. Recientemente le pregunté qué había hecho Dios exactamente y cómo alentaría a otras mujeres atrapadas en una dependencia tóxica de los demás. Y ella respondió lo siguiente:
¿Cuál es una definición saludable y bíblica de amistad para ti ahora?
No podemos ser Cristo para nadie, y nadie puede ser Cristo para nosotros sino Él. Cada vez que vemos a los demás como nuestro salvador, cada vez que esperemos que sean nuestro "todo", convertimos la amistad en idolatría. En el pasado, por ejemplo, cuando algo me sucedía, acudía a mi maestra en lugar de acudir a Dios.
En las buenas amistades, sin embargo, el objetivo es dirigirnos mutuamente hacia Cristo, lo que nos permite mantener a Dios en el centro de nuestro amor recíproco. Debo permitir que mis amigos no sean Cristo. En otras palabras, ellos me decepcionarán y no me amarán incondicionalmente, y viceversa. Pero siempre puedo regresar a Cristo y ser amada, y siempre puedo dirigir a mis amigos hacia Cristo para sus necesidades.
¿Cómo sabes cuando tus motivos para depender de un amigo son correctos o incorrectos?
Ahora reconozco mejor mis motivaciones y mi corazón. Veo cómo manipulé las conversaciones en el pasado para obtener algún tipo de validación o significado. Ahora también sé más de las señales de advertencia. Mi impulso inicial es generalmente ir a la gente, pero Dios me ha entrenado para ir a Él primero. Tengo que confiar en que Él me guiará a ir a otra persona si es necesario.
Cuando voy hacia los amigos, suelo contactar a más de una persona. Si solamente voy hacia una persona, será la única que sabe cosas delicadas sobre mí. Eso puede llevar a una dependencia pecaminosa. Para protegerme, comparto la necesidad con dos o tres amigos.
También he adoptado ciertas defensas al memorizar varios pasajes relevantes de las Escrituras: Jeremías 2:5, 11, 13; Salmo 25; Salmo 27:4, Juan 15:1-17; y Salmo 43:3-4. Todos ellos me recuerdan que debo encontrar mi máxima satisfacción solamente en Dios. Cuando surge una necesidad, oro, pidiéndole a Dios que satisfaga mis carencias y que investigue mis sentimientos de soledad.
También me hago preguntas de "control":
- ¿Estoy viendo mi vida a través del lente o el filtro de otra persona?
- ¿Estoy creando la oportunidad para que Dios me dé nuevas amistades?
- ¿Estoy bien si, y, de hecho, me alegro de que mis amigos más íntimos tengan nuevas amistades?
- ¿Estoy viviendo desde mis inseguridades o estoy viviendo desde mi identidad en Cristo (y respondiendo y relacionándome con mis amigos de esa manera)?
¿Qué estímulo le darías a aquellos atrapados en amistades tóxicas?
Los animaría a que lo llamen por su nombre: una relación pecaminosa. Ve a Cristo y confiésalo. Habla con otra persona que haya experimentado algo similar en las amistades pero que también te dirija hacia las Escrituras y hacia Jesús en lugar de permitirte depender de ellos.
Puedes sentir que no eres capaz de mantener relaciones sanas, pero realmente hay esperanza para ti en Cristo. Como en cualquier lucha contra el pecado o fortaleza, Él puede cambiarte. Habrá momentos en los que te sentirás tentado a volver a los hábitos pasados, pero cree que Jesús es bueno y que Él no te dejará ir allí. Él te ayudará.
Hay una mejor forma de amistad que la que has experimentado. Cuando tratamos de tomar los buenos dones que Él nos ha dado y los usamos a nuestro modo, distorsionamos esos dones. En cambio, he aprendido a preguntar: "¿Cómo quiere Dios usarme en la vida de esta persona?" Y "¿Cómo quiere usar a estas personas en la mía?".
Los amigos siempre deben recibirse con las manos abiertas, siempre manteniendo a Cristo en el centro. Cuando lo hagamos, descubriremos lo hermosas que pueden ser las amistades.
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