Sentir la oración por la bondad de Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Traducción por Alexis Ochoa
Por Greg Morse
sobre Oración
Desearía poder dirigirme siempre a Dios en oración como lo hacía Pablo: «Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...». (Efesios 3:20)
Si creyera más seguido que mi Dios siempre fue de responder mucho más allá de lo que pedía, mis oraciones serían más frecuentes y firmes. La fe le enseñó a Pablo a comenzar así, una fe que, habitualmente, arrojaba montañas al mar. Pablo no se dirige simplemente a un Dios que escucha, sino a un Dios que responde.
Sin embargo, Él va más allá. Pablo no se dirige simplemente a un Dios que responde, sino a un Dios que responde mucho mejor de lo que seríamos capaces de pedir en oración. Nos llama a pedirle a un Dios en lo alto y capaz: "Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...".
Mi corazón, en los días de mayor debilidad, lucha por elevar su voz a un Dios así. Él tiene preguntas. Cuando intento tomar el texto con seriedad, aparecen las dudas: Si Él es el único que puede responder de esta manera, ¿por qué no lo ha hecho? Si puede responderme "muy por encima" de lo que puedo preguntar o pensar, ¿por qué no ha respondido a lo que ya le pedí o pensé? He podido orar por muchas cosas maravillosas que nunca pasaron. Las oraciones sin respuestas cambian la cita a: «Y a aquel que no siempre es poderoso para hacer las cosas modestas que pensamos o pedimos...».
Pequeñas preguntas como estas pueden molestar en el corazón hasta la muerte, dejando atrás oraciones mucho menos triunfantes. La salvación de un hijo pródigo, la curación de una madre moribunda, el nacimiento seguro de su primer hijo, Él le respondió de manera diferente a cómo usted oró. ¿Cómo doblas las rodillas y dices: «A ti, ¿que eres poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pido o entiendo»?
Tal vez sus sospechas van más allá. Usted no duda del poder de Dios, sino de su corazón. No «a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos», sino «al que no lo hará». Cuando Cristo estaba en la tierra, un leproso se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Usted ya ha orado así antes. Sabe que Él puede si realmente quiere. ¿Pero Él quiere? La respuesta de Cristo a ese leproso parece diferente de su respuesta a usted: «Quiero; se limpio» (Mateo 8:2–3).
Espero animarle a usted (y a mí mismo) a orar a este Dios de capacidad abundante. No importa sus preguntas o decepciones, Pablo está orando (e instruyéndonos a orar) a este Dios, el único Dios. En otras palabras, dejemos que Dios sea real y nuestras dudas sean falsas. Miremos más de cerca a este Dios a quien Pablo dirige nuestros ojos. Espero convencernos a ambos de orar a este Dios este nuevo año.
Contenido |
Al Dios que es capaz
A aquel que es poderoso...
Porque suyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Él es «aquel que es poderoso». Suyos son los recursos. Solo suya es la capacidad de hacer siempre lo que le plazca en la tierra y en el cielo. Si no responde como le pedimos, nunca es porque no pueda.
Observe que, con el corazón desganado, Pablo nos dirige al Dios que todo lo puede mientras escribe desde la prisión. Su Dios puede conceder cualquier petición, aunque sabe muy bien que cada petición no está garantizada. Pero para Pablo, la oración sin respuesta no perjudica más su confianza en el poder de Dios, no como un alma amargada que se queja en que las sombras pueden acabar con la luz del sol. Caemos frente a los cielos silenciosos, no porque Dios sea incapaz, sino porque somos demasiado imprudentes para saber por qué su silencio es una muestra de misericordia.
La habilidad de Dios es mencionada en las Epístolas. A los romanos: «Y a aquel que es poderoso para afirmaros» (Romanos 16:25). A los cristianos judíos: «Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría» (Judas 1:24). A los corintios: «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra» (2 Corintios 9:8).
La incredulidad no le clama a este Dios. La duda no conoce su nombre. Entendiendo esto, Jesús le preguntó a dos hombres ciegos: «¿Creéis que puedo hacer esto?» El dios de las oraciones a medias y agitadas por la tormenta a veces dispuesto, a veces capaz. ¿Cómo podríamos comenzar nuestra vida de oración si Jesús nos interrumpiera con la misma pregunta: «¿Creéis que puedo hacer esto?»? ¿Cómo podría levantarse nuestra fe si respondiéramos: «Sí, Señor»?, junto con los ciegos, los que fueron sanados de acuerdo con su fe (Mateo 9:27–29).
Para hacer más de lo que piensas
...para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...
El Dios de Pablo no es solo el Capaz, sino el Capaz que responde mejor de lo que podemos pedir o incluso pensar en pedir. Entendamos que, lo que nos hace pedir es un "lago"; lo que podemos pensar en pedir es un "océano"; Dios va muy por encima de ambos. Podemos traducir la palabra griega para 'mucho más abundantemente' como 'más allá de toda medida, la más alta comparación imaginable'. Nuestro Dios puede lograr mucho más que todas nuestras oraciones más difíciles.
Desde hace más de un mes, mi hijo nos pregunta a mí y a mi esposa (casi todas las noches) si vamos a su fiesta de cumpleaños. Aquí está el pedido supremo que puede imaginar: una fiesta de cumpleaños, con todas las mismas personas que han estado en sus otras fiestas de cumpleaños, con pastel y helado en un parque techado. Se va a la cama pensando en esta fiesta. Es el mayor deseo de su pequeña mente. Inoportunamente nos lo pregunta, nos lo recuerda. No puede pensar en nada que supere eso.
Como tal palo, tal astilla. ¿Con qué frecuencia oro: Señor, recuerda venir a mi fiesta de cumpleaños? Es una buena petición, pero los deseos de mi corazón por la vida de mi hijo supera con creces ir a su fiesta de cumpleaños. Deseo asegurarle tantas cosas por las que aún no sabe orar, maravillas que dejaría de lado si se comparan a un pastel de Paw Patrol. Pido para que él tenga un corazón nuevo, para el perdón de sus pecados, para un cónyuge piadoso e idóneo, para una vida con propósito ahora y la vida eterna por venir, pero ¿qué son estas cosas para un niño de tres años?
Dios mismo nos enseña muchas buenas peticiones. Pero sigue siendo cierto que «no sabemos orar como debiéramos» (Romanos 8:26). No sabemos qué es lo mejor. Nuestro Dios no está afligido. Él planea responder a sus hijos muy por encima de lo que podríamos preguntar o pensar, incluso cuando sus respuestas entran en conflicto con lo que pedimos.
Las pruebas
Con las oraciones sin respuesta dando vueltas en nuestra cabeza, ¿por qué confiar en que Él nos responderá más allá de lo que podamos preguntar o pensar? Porque ya lo hizo. Esta parece ser la única conclusión cuando consideramos toda la evidencia ya dada en Efesios. Pablo nos presenta anteriormente como muertos en delitos y pecados, siguiendo la corriente de este mundo, llenos de desobediencia y siendo hijos de ira. Cuando no pensamos en orar o arrepentirnos, Él nos dio vida junto con Cristo. Nuestro pasaje completo:
Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21)
Considerar el poder de Dios que ya está obrando dentro de los cristianos es intentar abrazar la base de una montaña. Pablo oró por sabiduría sobrenatural y revelación para comenzar a entender "cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos" (Efesios 1:19). Hacer mucho más de lo que podríamos pedir es la continuación de su bondad hacia nosotros, no el comienzo de la misma.
Nunca, conscientemente, usted pensó en pedir perdón, sin embargo, Él respondió. Nunca concibió la vida eterna, sin embargo, él la aseguró para usted de todos modos. Nunca conoció el horror de la palabra infierno, la gloria de la palabra gracia, la maravilla de la palabra evangelio, la vida en el nombre de Jesús, sin embargo, mientras que la oración torcida de su corazón moribundo era por más cosas de este mundo, pecado y rebelión, Él le respondió con el cielo, su Espíritu, su Hijo y Él mismo.
El creer
No naveguemos más con nuestras oraciones dentro de una barca vulnerable en las fuertes olas de la duda. El Dios de Pablo es nuestro Dios: Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. Algunos de nosotros no le conocemos por este nombre. Dejemos que Charles Spurgeon nos lo diga con más claridad:
Si cree en la oración, espera a que Dios le escuche. Si no espera eso, usted no tendrá respuesta. Dios no le escuchará a menos que usted crea que Él le escuchará; pero si cree que Él lo hará, será tan bueno como su fe. Él nunca le permitirá pensar una idea mas elevada de Él de lo que Él es. (Autobiografía, 1:25)
Él será tan bueno como su fe. Él nunca le permitirá pensar una idea mas elevada de Él de lo que Él es. Cuando ore, escuche a Jesús preguntarle: «¿Crees que puedo hacer esto?» Despierte su fe para intentar lo imposible este año: Sentir la oración por la bondad de Dios. Trate de preguntar y pensar más alto de lo que Él puede responder y vea cómo su confianza en Él se llena con una bendición inesperada que lo inclina en humilde adoración y levanta su voz para llamar a los demás: «a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...»
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