Tsunami y Arrepentimiento
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Desastres Naturales
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Caridad Adriana Zayas Velázquez
Desde los púlpitos hasta los noticieros, desde el periódico New York Times hasta el Wall Street Journal, el mensaje del Tsunami se perdió. Es un doble dolor cuando se pierden vidas y las lecciones no son aprendidas. Cada calamidad mortal es una llamada misericordiosa de Dios a los vivos al arrepentimiento. “Lloren con esos que lloran”, dice la Biblia. Si, pero permitámonos también llorar por nuestra propia rebelión contra el Dios viviente. Primera Lección: lloren por los muertos. Segunda lección: lloren por ustedes mismos.
Toda calamidad letal es un misericordioso llamado de Dios a los vivos al arrepentimiento. Esa fue la impresionante declaración de Jesús a aquellos que le trajeron las noticias de las calamidades. La torre de Siloé se derrumbó, y dieciocho personas fueron aplastadas. ¿Qué hay de esto, Jesús? Preguntaron. El contestó: “¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:4-5)
El punto de cada calamidad letal es este: Arrepentíos. Permitamos que nuestros corazones se quebranten ya que Dios significa muy poco para nosotros. Duele que él sea un chivo expiatorio para culpar por el dolor, pero no elogiado por el placer. Es lamentable que él encabece las noticias sólo cuando el hombre se burla de su poder, pero no por los diez mil días de ira retenida. Rindamos nuestros corazones, amamos más la vida de lo que amamos a Jesús Cristo. Lancemonos en la misericordia de nuestro Creador. El nos la brinda a través de la muerte y la resurrección de su Hijo.
Este es el punto de todos los placeres y todo el dolor. El Placer dice: “Dios es como esto, pero mejor; no hagáis un ídolo de mí. Yo sólo señalo el camino hacia él”. El Dolor dice: “Lo que merece el pecado es algo como esto, pero peor: no se ofendan conmigo. Sólo soy una advertencia misericordiosa.”
Pero, las bañistas topless en medio de las secuelas del Tsunami en Phuket, Tailandia no captaron el mensaje. Tampoco lo hizo el hombre que a duras penas escapó de la poderosa ola con la ayuda de un gimnasio-jungla y el techo de hojas de palmeras. El concluyó: “Me he quedado con un inmenso respeto hacia el poder de la naturaleza”. Se lo perdió. El punto es: reverencia al Creador, no, respeto a la creación. (Nota edit.: El punto teológico de John Piper se mantiene igual, pero observe que la mención fue truncada erróneamente por la prensa asociada. El señor Green en realidad vió y dijo la verdad, y fue referido de forma incompleta por la organización de John Piper. Para ver la disculpa ofrecida de John Piper a Patrick Green lea “Una Carta de John Piper”).
En su escrito en el diario New York Times, David Brooks con razón, desprecia la celebración de la magnitud de la naturaleza: “Cuando Thoreau (celebraba) el desenfreno salvaje de la naturaleza, parecía, esta semana, como un niño que ha visto una película de guerra y piensa que él ha experimentado la gloria del combate.” Pero Brooks no ve el mensaje implícito en la calamidad.: “Este es un momento para sentirnos muy mal, por los muertos y por aquellos de nosotros que no encuentran la explicación.”
David Hart, en su escrito en el diario de Wall Street, va más alla de Brooks y expresa: “Ningún Cristiano tiene licencia para pronunciar odiosas banalidades acerca de los inescrutables consejos de Dios o sugestiones blasfemas de que todo esto sirve misteriosamente a los buenos fines de Dios.”
Estas respuestas están previstas en las Escrituras: “Envié contra vosotros una plaga, como la plaga de Egipto, maté a espada a vuestros jóvenes,...pero no os habéis vuelto a mí —declara el Señor.” (Amos 4:10). “Y los hombres fueron quemados con el intenso calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.” (Apocalipsis 16:9).
Contrarias a la declaración de Hart, las Escrituras Cristianas sí nos permiten hablar de los “inescrutables consejos” de Dios y de cómo él trabaja en todas las cosas para buenos fines misteriosos. Llamar a esto banal y blasfemo es como un pájaro llamando al viento bajo sus alas, malvado.
Jesús dijo que el mas mínimo evento en la naturaleza está bajo el control de Dios. “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. (Mateo 10:29). El dijo esto para dar esperanza a aquellos que resultaran muertos en su nombre.
El mismo se levantó sobre el mar y detuvo las olas con una simple palabra (Marcos 4:39). Aún si la Naturaleza o Satanás desataron el mortal maremoto, una palabra de Dios lo hubiera parado. El no la dijo. Esto significa que hay un designio en este sufrimiento. Y todos sus designios son sabios, justos y buenos.
Uno de estos designios es mi arrepentimiento. Sin embargo, no pondré a Dios en tela de juicio. Yo estoy en tela de juicio. Solamente por Cristo podrán las olas que un día me alejaron, traerme de regreso de un modo seguro a su lado. Ven. El arrepentimiento es un buen sitio para estar.
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