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Por John Piper sobre Fe
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Rudy Martinez Lopez


El lamento de la fe desfalleciendo

La fe se alimenta de la palabra de Dios. Sin una dieta fija se debilita más y más. Si te sientes insatisfecho con tu fortaleza, gozo y pureza de corazón Cristianos, revisa la manera como estas alimentando tu fe.

Compara tu forma de comer. Imagina que empiezas el día con un vaso de jugo de naranja. Es sabroso y bueno para tu salud. Quizás te tome 5 minutos beberlo, si lees el periódico al mismo tiempo. Después acudes al trabajo o al colegio. No vuelves a comer nada más hasta la mañana siguiente, cuando bebes otro vaso de jugo. Y continúas tomando un vaso de jugo de naranja al día hasta que te desmoronas.

De esta forma muchos Cristianos tratan de sobrevivir como creyentes. Alimentan su fe durante 5 minutos en la mañana o en la noche y no ingieren alimento durante las 24 horas siguientes. Algunos incluso se saltan una o dos mañanas y dejan transcurrir varios días sin alimentar su fe.

El efecto de no alimentar tu fe es que tu fe se muere de hambre. No es difícil de entender. Y cuando la fe está muriendo de hambre, es débil e incapaz de hacer mucho. Le es difícil confiar en Dios, adorar a Dios, regocijarse y resistir el pecado. Desfallece y se tambalea.

Pero algunos podrían argumentar, “¿Como sabes que la fe necesita el alimento de la palabra para prosperar y crecer?” bueno, tenemos algunos textos bíblicos como apoyo.

Primero: Romanos 10:17 (LBLA) dice; “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. Si la fe viene por la palabra, se va por la ausencia de la palabra.

Segundo: Salmos 78:5-7 (LBLA) dice que “Dios puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos… para que ellos pusieran su confianza en Dios.” En otras palabras, el objetivo de enseñar la palabra de Dios a nuestros niños es fomentar la confianza (es decir, la fe) en Dios. Por lo tanto la fe se alimenta de la palabra de Dios.

Tercero: Proverbios 22:18-19 (LBLA) dice, “Porque te será agradable si las guardas [las palabras de Dios] dentro de ti, para que estén listas en tus labios. Para que tu confianza esté en el SEÑOR, te he instruido hoy a ti también”. Esto muestra que las palabras de Dios son “para que puedas confiar en Dios”. La fe es alimentada por la palabra de Dios.

Cuarto: compare el Salmo 1:2-3 y Jeremías 17:7-8. Uno dice que aquel que medita en la palabra de Dios es como un árbol fuerte; el otro dice que el hombre que confía en el Señor es como un árbol fuerte. ¿Cuál es? Es ambos. ¿Por qué? Porque la persona que medita en la palabra de Dios de día y de noche alimenta su fe de día y de noche, de manera que su fe es fuerte.

Quinto: es obvio que la fe se alimenta de la palabra de Dios ya que confía en ella. Y cuando no existen palabras confiables, la fe no tiene a qué hincar el diente. Esa es la naturaleza de fe. Existe por lo que confía. No tiene otra vida sino la que obtiene de la verdad en la cual cree. Por lo tanto, si no la alimentamos con una dieta sustanciosa de verdad que da vida, la fe se marchitará.

Todo esto significa que deberíamos memorizar las Escrituras todos los días para alimentar nuestra fe de manera constante a lo largo del día. Solo algunas personas se dan el lujo de poder abrir su Biblia constantemente. Sin embargo, todos podemos consultar nuestra memoria a cada hora. De hecho necesitamos hacerlo.

Así que de todo corazón les invito a hacerlo. Cuando haces devociones en la palabra de Dios, elige una frase o versículo y memorízalo. Esto es como si colocaras fe-alimento en la despensa de tu mente. Durante el día abres la despensa y le das un mordisco a ese bocado. Podría ser algo sencillo como “Nunca te abandonaré o nunca renunciaré a ti”. Tómalo y mastícalo cada hora. La nutrición alimentará tu fe y esta crecerá fuertemente, y podrás orar por fruto y esta vendrá.

Aprendiendo contigo como la palabra permanece en nosotros,

Pastor John


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