"Todavía Este Año"

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Por Charles H. Spurgeon sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Metropolitan Tabernacle Pulpit

Traducción por Allan Aviles


"Todavía este año". Lucas 13: 8.

Al inicio de otro año, y al comienzo de otro volumen de sermones, deseamos con toda sinceridad expresar una palabra de exhortación: pero, ay, en este momento, el predicador es un prisionero, y debe hablar desde su almohada en vez de hacerlo desde su púlpito. No permitan que las pocas palabras que pueda expresar un hombre enfermo, les lleguen con un poder disminuido, pues el fusil disparado por un soldado herido, dispara la bala con la misma fuerza. Nuestro deseo es hablar con palabras vivas, o no hablar en absoluto. Suplicamos a Aquel, que nos habilita para sentarnos y componer estas trémulas frases, que las vista con Su Espíritu, para que sean frases que vayan de acuerdo con Su propia mente.

El viñador intercesor suplicó por la higuera estéril: "Déjala todavía este año," pidiendo la fecha de un año, por decirlo así, a partir del momento en que habló. Los árboles y las plantas que dan fruto tienen una medida natural para sus vidas: evidentemente un año había transcurrido cuando llegó el tiempo de buscar fruto en la higuera, y otro año comenzaba cuando el viñador comenzó de nuevo su obra de cavar y podar.

Los hombres son seres tan estériles, que su producción de frutos no marca períodos ciertos, y se hace necesario establecer para ellos divisiones artificiales de tiempo; no parece que hubiera un período definido para la cosecha o la vendimia espirituales, o si lo hubiera, las gavillas y los racimos no llegan en su estación, y, por esto, nos tenemos que decir los unos a los otros: "este será el comienzo de un nuevo año."

Que así sea, entonces. Congratulémonos los unos a los otros por ver la alborada de "todavía este año", y oremos unidamente para que podamos entrar en él, y continuar en él, y llegar a su conclusión, bajo la bendición perenne del Señor a quien pertenecen todos los años.

I. El comienzo de un nuevo año SUGIERE UNA MIRADA RETROSPECTIVA. Demos esa mirada resuelta y honestamente. "Todavía este año": entonces hubo años anteriores de gracia. El viñador no estaba consciente por primera vez de la falla de la higuera, ni tampoco el dueño de la higuera había venido por primera vez buscando higos en vano.

Dios, que nos da "todavía este año", nos ha dado otros años previamente; Su paciente misericordia no es una novedad. Su paciencia ya ha sido puesta a prueba por nuestras provocaciones. Primero vinieron nuestros años juveniles, cuando incluso un pequeño fruto para Dios es peculiarmente agradable para Él. ¿Cómo los pasamos? ¿Se acumuló toda nuestra fuerza en la corteza silvestre y en la rama echada a perder? Si es así, bien podemos deplorar ese vigor desperdiciado, esa vida malgastada, ese pecado asombrosamente multiplicado. Quien nos vio usar indebidamente aquellos meses de oro de la juventud, nos proporciona "todavía este año", y hemos de entrar en él con un santo celo, para que la fuerza y el ardor que nos hubieren quedado no corran los mismos caminos de despilfarro como en los años anteriores.

Siguiendo los talones de nuestros años juveniles, vinieron los años correspondientes a la temprana madurez, cuando comenzamos a formar un hogar, y volvernos como un árbol plantado en su lugar; también entonces el fruto habría sido precioso. ¿Produjimos algún fruto? ¿Presentamos al Señor un canastillo de fruta de verano? ¿Le ofrecimos las primicias de nuestra fuerza? Si lo hicimos así, bien podemos adorar la gracia que nos salvó tan tempranamente; pero si no fuera así, el pasado nos increpa, y, alzando un dedo admonitorio, nos advierte que no permitamos que "todavía este año" siga el camino del resto de nuestras vidas.

Aquel que hubiere desperdiciado la juventud y la mañana de la madurez, ha dedicado suficiente tiempo a la insensatez: el tiempo pasado debería bastarle para haber cumplido la voluntad de la carne: sería un exceso de iniquidad permitir que "todavía este año" sea hollado en el servicio del pecado.

Muchos de nosotros nos encontramos en la flor de la vida, y los años que ya hemos vivido no son pocos. ¿Todavía necesitamos confesar que nuestros años son comidos por la langosta y por el pulgón? ¿Acaso ya hemos tenido que recurrir a algún centro de rehabilitación, y todavía no sabemos adónde vamos? ¿Somos todavía necios a la edad de cuarenta años? ¿Tenemos cincuenta años, de acuerdo al calendario, y, sin embargo, nos encontramos a gran distancia de los años de discreción? ¡Ay, grandioso Dios, que haya hombres que sobrepasan esta edad y que todavía no tengan conocimiento! ¡No son salvos a los sesenta, no son regenerados a los setenta, no han sido despertados a los ochenta, no son renovados a los noventa! Todas y cada una de estas consideraciones son muy alarmantes. Sin embargo, por ventura, cada una de ellas caerá en oídos que no podrán dejar de retiñir, aunque las oirán como si no las hubiesen escuchado. La continuidad en el mal genera dureza de corazón, y cuando el alma ha estado durmiendo por largo tiempo en la indiferencia, es difícil despertarla del mortal estupor.

El sonido de estas palabras: "todavía este año", nos hace recordar, a algunos de nosotros, los años de gran misericordia, rutilantes y resplandecientes de deleite. ¿Fueron colocados esos años a los pies del Señor? ¿Fueron comparables a las campanillas de plata de los caballos: fueron de "Santidad a Jehová"? Si no lo fueron, ¿cómo habremos de responder por ello si "todavía este año" debería ser musical con jubilosa misericordia, y, sin embargo, lo desperdiciamos en los caminos del abandono?

Las mismas palabras nos recuerdan, a algunos de nosotros, nuestros años de severa aflicción, cuando, en verdad, cavaban alrededor nuestro y nos abonaban. ¿Cómo pasaron esos años? Dios estaba haciendo grandes cosas para nosotros, ejerciendo una labranza cuidadosa y costosa, cuidando de nosotros con un cuidado sumamente grande y sabio. ¿Produjimos de acuerdo al beneficio recibido? ¿Nos levantamos del lecho siendo más pacientes y mansos, destetados del mundo, y unidos sólidamente a Cristo? ¿Produjimos racimos para recompensar al viñador de la viña?

No rehusemos estas preguntas de autoexamen, pues pudiera ser que este resulte ser otro de esos años de cautividad, otra estación de horno y de crisol. Que el Señor nos conceda que la tribulación venidera nos libere de más paja que cualquiera de los años precedentes, y deje el trigo más limpio y en mejores condiciones.

El nuevo año también nos recuerda de las oportunidades de utilidad, que han llegado y se han ido, y de resoluciones incumplidas, que han florecido sólo para marchitarse; ¿será "todavía este año" como esos que han transcurrido antes? ¿No podríamos esperar que la gracia avanzara sobre la gracia ya ganada, y no deberíamos buscar poder para transformar nuestras promesas enfermizas en robusta acción?

Mirando al pasado, lamentamos las insensateces por las cuales no querríamos ser mantenidos voluntariamente cautivos "también este año", y adoramos la misericordia perdonadora, la providencia preservadora, la liberalidad ilimitada y el amor divino, de los cuales esperamos ser partícipes "todavía este año".

II. Si el predicador pudiera pensar con libertad, podría navegar en el texto a placer en muchas direcciones, pero él está débil, y por ello debe dejarse ir con la corriente que lo lleva a una segunda consideración: el texto MENCIONA UNA MISERICORDIA. Fue debido a una gran benignidad, que le fuera permitido al árbol que inutilizaba la tierra, permanecer otro año, y la vida prolongada siempre ha de ser considerada una bendición de la misericordia. Hemos de ver "todavía este año" como una dádiva de la gracia infinita. Es malo hablar como si no nos importara nada la vida, y considerar nuestra permanencia aquí como un mal o un castigo; estamos aquí "todavía este año" como el resultado de las intercesiones del amor, y en cumplimiento de los designios del amor.

El hombre malvado debería considerar que la paciencia del Señor apunta a su salvación, y debería permitir que las cuerdas de amor lo atraigan a ella. ¡Oh, que el Espíritu Santo hiciera que el blasfemo, el quebrantador del día domingo y el vicioso ostentoso sintieran cuán grande portento es que sus vidas sean prolongadas "todavía este año"! ¿Acaso se les concede vida para que maldigan, y corran desenfrenados y desafíen a su Hacedor? ¿Acaso deberá ser este el único fruto de la paciente misericordia? Aquel que deja las cosas para más tarde y que ha desechado al mensajero del cielo con sus demoras y medias promesas, ¿no debería maravillarse de que se le permita ver "todavía este año"? ¿Cómo es que el Señor ha sido indulgente con él, y ha tolerado sus vacilaciones y sus titubeos? ¿Acaso este año de gracia ha de ser malgastado de la misma manera? Las impresiones pasajeras, las resoluciones precipitadas y las prontas apostasías, ¿habrá de ser todo esto la misma historia trillada que se repita una y otra vez? ¡La conciencia asustada, la tirana pasión, la emoción reprimida! ¿Habrán de ser estas las señales de 'todavía otro año'? Dios no quiera que ninguno de nosotros dude o posponga a lo largo de "todavía este año".

La piedad infinita detiene el hacha de la justicia; ¿habrá de ser insultada esa justicia por la repetición de los pecados que provocaron que se alzara el instrumento de la ira? ¿Qué podría ser más atormentador para el corazón de la benignidad que la indecisión? Bien hace el profeta del Señor en ponerse impaciente y clamar: "¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Muy bien puede Dios apremiar una decisión y exigir un respuesta inmediata.

Oh alma indecisa, ¿oscilarás mucho tiempo más entre el cielo y el infierno, y actuarás como si fuera difícil decidir entre la esclavitud de Satanás y la libertad del hogar de amor del Grandioso Padre? ¿"Todavía este año" te divertirás en el desafío de la justicia, y pervertirás la generosidad de la misericordia, convirtiéndola en una licencia para una mayor rebelión? ¿"Todavía este año" ha de ser el amor divino convertido en una ocasión para un pecado continuado? Oh, no actúes tan vilmente, de manera tan contraria a todo instinto noble, de manera tan injuriosa para tus propios y mejores intereses.

El creyente es conservado fuera del cielo "todavía este año" en amor, y no en ira. Hay algunos por cuya causa es necesario que habite en la carne, algunos que habrán de ser ayudados por él en su camino hacia el cielo, y otros que habrán de ser conducidos a los pies del Redentor por su instrucción. El cielo de muchos santos no está preparado todavía para ellos, porque sus compañeros más cercanos no han llegado todavía, y sus hijos espirituales no se han reunido en la gloria en número suficiente, para darles una íntegra bienvenida celestial: han de esperar "todavía este año" para que su reposo sea más glorioso, y para que las gavillas que llevarán con ellos, puedan proporcionarles un mayor gozo.

En verdad, por causa de las almas, por el deleite de glorificar a nuestro Señor, y por el incremento de las joyas de nuestra corona, podemos estar contentos de esperar aquí abajo "todavía este año". Este es un campo muy vasto, pero no podemos demorarnos en él, pues nuestro espacio es reducido, y nuestra fuerza es aún menor.

III. Nuestras últimas palabras débiles han de recordarles que la expresión "todavía este año", IMPLICA UN LÍMITE. El viñador no solicitó una suspensión de la sentencia mayor a un año. Si labor de cavar y de abonar no demostrara entonces ser exitosa, no intercedería más, y el árbol debería caer.

Incluso cuando Jesús es el intercesor, la solicitud de misericordia tiene sus límites y sus tiempos. No es para siempre que seremos dejados solos, y que se nos permita inutilizar la tierra; si no nos arrepentimos, debemos perecer; si no queremos ser beneficiados por el azadón, debemos caer por el golpe del hacha.

Vendrá un último año a cada uno de nosotros: por tanto, que cada uno se diga a sí mismo: ¿es este mi último año? Si fuera el último año para el predicador, se ceñiría sus lomos para entregar el mensaje del Señor con toda su alma, y pedirle a sus semejantes que sean reconciliados con Dios.

Querido amigo, ¿habrá de ser "todavía este año" tu último año? ¿Estás preparado para ver que la cortina se alza mostrando la eternidad? ¿Estás preparado para oír el grito de medianoche, y entrar a la cena de bodas? El juicio y todo lo que le seguirá son, de manera sumamente cierta, la herencia de todo hombre. Benditos aquellos que por la fe en Jesús son capaces de enfrentar el tribunal de Dios sin un pensamiento de terror.

Si viviéramos para ser contados entre los habitantes más viejos, aun así debemos partir al fin: tiene que haber un término, y la voz debe ser escuchada: "Así dice el Señor, morirás en este año." Tantos se han ido antes que nosotros, y se están yendo cada hora, que nadie debería necesitar ningún otro memento mori (recuerda que has de morir), y, sin embargo, el hombre está tan interesado en olvidar su propia mortalidad, y mediante eso, perder sus esperanzas de la bienaventuranza, que no podemos ponerla en demasía delante del ojo de la mente. ¡Oh hombre mortal, reflexiona! Prepárate para venir al encuentro de tu Dios; pues debes encontrarte con Él. Busca al Salvador, sí, búscalo antes de que otro sol se oculte para su descanso.

Una vez más, "todavía este año", -y podría ser sólo por este año- la cruz es levantada como el faro del mundo, la única luz a la que ningún ojo mira en vano. Oh, que millones de personas miraran a ese lugar y vivieran. Pronto el Señor Jesús vendrá una segunda vez, y entonces el resplandor de Su trono ocupará el lugar del ligero esplendor de Su cruz: el Juez será visto en lugar del Redentor. Ahora Él salva, pero en aquel momento Él destruirá. Oigamos Su voz en este instante. Él ha puesto un límite a un día; estemos deseosos de beneficiarnos del tiempo de gracia. Creamos en Jesús en este día, viendo que pudiera ser nuestro último día. Estas son las súplicas de alguien que ahora se recuesta en su almohada, sumido en la debilidad. Óiganlas por causa de sus propias almas y vivan.


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