¡Qué Raro y Maravilloso Es el Amor de Cristo!

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English: How Strange and Wonderful Is the Love of Christ!

© Desiring God

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Por John Piper sobre Jesucristo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Cristina Abánades López


Durante muchos años he tratado de entender cómo el Dios-centrismo de Dios se relaciona con su amor por los pecadores como nosotros. La mayoría de la gente no ve de inmediato la pasión de Dios por la gloria de Dios como un acto de amor. Una razón para esto es que hemos absorbido la definición de amor del mundo. Se dice: Eres amado cuando haces mucho. En otras palabras, el amor a alguien significa, sobre todo, hacerle o hacerla el centro o lo más importante.

El problema principal con esta definición de amor es que cuando se trata de aplicarlo al amor de Dios por nosotros, distorsiona la realidad. El amor de Dios por nosotros NO es fundamentalmente el hacer mucho de nosotros, sino el darnos la capacidad de disfrutar haciendo mucho de él siempre. En otras palabras, el amor de Dios por nosotros mantiene a Dios en el centro. El amor de Dios por nosotros exalta su valor y nuestra satisfacción en ello. Si el amor de Dios nos hace estar en el centro y centrados en nuestro valor, nos distraerá de aquello que es más preciado, digamos, de él mismo. El amor insiste y sufre para cautivarnos con aquello que es infinita y eternamente satisfactorio: Dios. Por eso, el amor de Dios insiste y sufre para romper nuestra esclavitud hacia el ídolo del propio engrandecimiento y centrar nuestro cariño en el tesoro de Dios.

Vi esto de nuevo en la historia de la enfermedad y la muerte de Lázaro.

Bien, un hombre estaba enfermo, Lázaro de Betania, el pueblo de María y su hermana Marta. 2 María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue quién ungió al Señor con ungüento y limpió sus pies con sus cabellos. 3 Entonces las hermanas Le transmitieron un mensaje: “Señor, mira, el que tú amas está enfermo.” 4 Cuando Jesús lo oyó, dijo: “Esta enfermedad no terminará en muerte, por la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ello.” 5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando Él oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar dónde estaba. (Juan 11:1-6)

Observad tres cosas asombrosas:

1) Jesús eligió dejar morir a Lázaro. Verso 6: “Cuando Él oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar dónde estaba.” No había prisa. Su intención no fue provocar dolor a la familia, sino levantar a Lázaro de entre los muertos.

2) Estaba motivado por la pasión por la gloria de Dios que se manifestaba en su propio glorioso poder. Verso 4: “Esta enfermedad no terminará en muerte, por la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ello.”

3) Sin embargo, tanto la decisión de dejar morir a Lázaro como la motivación de magnificar a Dios fueron dos muestras de amor a María, Marta y Lázaro. Verso 5: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. . . así que se quedó. . . dónde estaba.”

Hoy en día, cuánta gente – incluso los cristianos – rumorearía sobre Jesús por dejar morir a Lázaro cruelmente y hacerle pasar a él, a María, a Marta y a otros el dolor y la miseria de aquellos días. Y si además vieran que eso fue motivado por el deseo de Jesús de magnificar la gloria de Dios, muchos llamarían a esto severo o nada cariñoso. Lo que esto muestra es cuánto valora la mayoría de la gente las vidas sin dolor por encima de la gloria de Dios. Para la mayoría de la gente el amor es cualquier cosa que pone el valor y el bienestar humano en el centro. Así que ellos no comprenden el comportamiento de Jesús.

Pero no debemos decirle a Jesús lo que es el amor. No debemos enseñarle cómo debe amarnos y hacernos el centro. Debemos aprender de Jesús lo que es el amor y cuál es nuestro verdadero bienestar. El amor es hacer aquello que necesites para ayudar a que la gente vea y saboree la gloria de Dios para siempre. El amor mantiene a Dios en el centro. Porque el alma fue hecha por Dios.

Jesús confirma que estamos en la buena dirección rezando a Juan 17:24, “Padre, quiero que también ellos, los que Me has dado, estén conmigo dónde yo esté, para que vean Mi gloria, que Tú Me has dado, porque Me querías desde antes de la creación del mundo.” El amor de Jesús le lleva a rezar por nosotros y luego morir por nosotros, NO es que nuestro valor vaya a ser el centro, sino que su gloria puede ser el centro, y podemos verlo y saborearlo para toda la eternidad. “¡Que ellos puedan ver Mi gloria!” –por eso dejó morir a Lázaro, y por eso fue a la cruz.

Aprender a sentirse amado con el amor centrado en Dios,

Pastor John


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