¿Cómo Puedo Saber Si Mi Arrepentimiento Es Genuino?

De Libros y Sermones Bíblicos

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English: How Can I Know If My Repentance Is Genuine?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Seguridad de la Salvación

Traducción por Natalia Micaela Moreno


La siguiente es una transcripción editada de audio.

Me temo que he cometido el pecado imperdonable. ¿Cómo puedo saber si mi arrepentimiento es genuino, o si es solo mi corazón malvado asegurándome falsamente que estoy bien posicionado frente a Dios?

Esas se sienten como dos preguntas para mí. Veamos si puedo responderlas por separado y luego tratar de averiguar la conexión.

"Me temo que he cometido el pecado imperdonable" es una cosa. Preocuparse de que nuestro arrepentimiento no es genuino y que nuestros corazones nos están tranquilizando falsamente, eso es un problema para muchas personas sin ninguna referencia al pecado imperdonable en absoluto.

En otras palabras, cualquiera de nosotros preguntaría en cualquier momento dado, "¿Soy real? ¿Esto es un juego para mí? ¿Acaso solamente heredé esto de mis padres? ¿Mi fe es real?" Y la respuesta a esa pregunta probablemente acabará respondiendo a la primera.

Cuando surge la pregunta, "¿Es mi fe auténtica?" (lo cual debería, porque la Biblia dice: "Probaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe"), la respuesta casi nunca se encuentra con la clase de certeza satisfactoria para el alma que quieres al mirar y pelar la cebolla de tu corazón.

Jonathan Edwards expuso mi ser en 1971 y 1972 mientras yo leía su libro Los Afectos Religiosos. Recuerdo varias noches en las que, en su capítulo sobre la humillación evangélica, comenzó a pelar las capas de la cebolla de mi alma.

Él decía: "¿Así que crees que eres humilde? ¿Y si estás jactándote de tu humildad?" Y tú admites: "Sí, Probablemente estoy jactándome de mi humildad." Y él preguntaba: "Bueno, ¿qué pasa si tu confesión de que estás jactándote de tu humildad es realmente una actuación, y sigues jactándote de tu humildad?"

Hizo pregunta tras pregunta que te hacían darte cuenta, "Esta cebolla no tiene centro." Pelas y pelas y pelas, y la última cáscara simplemente desaparece, porque siempre puedes preguntarte: "¿Cómo lo sabes?" Siempre puedes dudar de ti mismo. No hay manera, por mero autoanálisis, de llegar a un punto en el que veas algo y puedas decir: "¡Definitivamente auténtico!" Porque la capacidad del cerebro humano para dudar siempre está ahí.

Entonces, ¿de qué lugar en el mundo proviene la seguridad? La respuesta es que, aunque la introspección es elogiada y sabia hasta cierto punto, los cimientos de la seguridad vienen de cuando dejas de analizar y miras a Cristo y miras y miras y miras hasta que Cristo mismo en su gloria y su suficiencia despierta por reflejo, por así decirlo, un desinteresado "¡Sí!" hacia Él.

Tus mejores momentos de seguridad no son los momentos en los que piensas en tu seguridad. Porque en el mismo momento en que estás pensando en tu seguridad, tienes la capacidad en ese momento de dudar de tu seguridad. Esta vocecita, ya sea tu conciencia o el diablo, está diciendo, "crees que tienes seguridad, pero..."

Y entonces viene la respuesta: "¡Mira a la cruz! ¡Mira a Cristo!" Y si eres capaz de mirar a la cruz, si eres capaz de verlo como suficiente y satisfactorio y poderosamente capaz de cargar con todos tus pecados, y te sales de ti mismo para decirle "Sí" a Él, eso es lo que quieres. Estás seguro. Él es tu seguridad en ese momento.

La forma en que Pablo lo cuenta en Romanos 8 es que el Espíritu Santo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

Lidio con este problema probablemente más que con cualquier otro problema cuando rezo con la gente después de los servicios en Belén. Y mi respuesta final a ellos es: "Sabes, puedo decirte muchas cosas acerca de por qué Cristo es suficiente para ti, y por qué tus pecados no te han puesto más allá de los límites del perdón. Pero al final será la obra de Dios en tu vida, despertándote para verlo como completamente suficiente para ti personalmente." Y creo que ese es el testimonio del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo no te susurra al oído "Eres cristiano", porque podrías dudar de esa voz, ¿verdad? Podrías decir: "creo que esa fue mi pizza de anoche", o "fue el diablo." El testimonio del Espíritu Santo no es un susurro en tu oído.

El testimonio del Espíritu Santo es la obra del Espíritu Santo que te permite mirar a Cristo, sentirlo como propio, verlo como precioso, y decir Gálatas 2:20 (LBLA) personalmente: "Con Cristo he sido crucificado. Y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en la carne la vivo por la fe en el Hijo de Dios que me amó y se dio a sí mismo por ." Es ese el que establece nuestra seguridad.

Ahora, con respecto al pecado imperdonable, creo que el pecado imperdonable es cualquier pecado que te pone más allá de la capacidad de hacer eso.

Si puedes mirar a Cristo y conocerlo como propio, no has cometido el pecado imperdonable. El pecado imperdonable es el pecado que te hace un Esaú. Te lleva a un punto donde, según Hebreos 12, Esaú buscó arrepentimiento, y no pudo encontrarlo. Él no podía mirar hacia Cristo, renunciar a sus pecados, abrazar a Jesús, y descansar en él como suficiente.

Así que mi batalla con alguien cuando dicen que han cometido el pecado imperdonable no es decirle, "No lo has hecho." ¡Eso no lo sé! Pero los presiono para que miren a Cristo. Los presiono para que vuelen a Jesús y oren para que sus ojos sean abiertos. Y si Dios concede esa oración, entonces no lo han hecho.

Esa es la prueba de fuego, porque el pecado imperdonable no es ninguna palabra en particular, como "Dios te maldiga, Espíritu Santo." Hay personas que han dicho esas palabras a los 13 años de edad, cuando se enojaron con sus padres y simplemente volvieron a su dormitorio y dijeron esas palabras. Y yo digo: "No es eso. Podría ser, pero no lo creo." La pregunta es: "¿Puedes hoy renunciar a todos los pecados de tu pasado y aceptar a Cristo?"


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