¿Cómo está obrando Dios en el mundo? Entendiendo los milagros y la providencia

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English: How Is God Working in the World? Understanding Miracles and Providence

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Por Justin Holcomb sobre Teología Bíblica

Traducción por The Gospel Coalition


Las páginas de la Biblia están llenas de actos milagrosos de Dios, y los que creen en la confiabilidad de la Escritura ciertamente creen en los milagros. Sin embargo, hoy en día, cuando alguien afirma haber sido testigo de un milagro, aun los cristianos evangélicos tienden a reírse por dentro, quizá atribuyendole el "milagro" a una imaginación hiperactiva o a los avances de la ciencia moderna. Nos enfrentamos a una paradoja difícil: por un lado, anhelamos señales y prodigios como aquellos en la Escritura, pero a menudo cuando vemos o escuchamos de acontecimientos dignos de ser llamados "milagrosos", luchamos para vencer nuestro escepticismo. ¿Ha dejado Dios de trabajar en el mundo de la manera que lo hizo en los tiempos bíblicos?

Con el fin de responder a esta pregunta, tenemos que desarrollar una teología de los milagros que nos ayudará a entender bien la forma en que Dios actúa en el mundo de hoy, de modo que evitemos los extremos ver un milagro en todas partes, por una lado, o no ver los milagros cuando ocurren, por el otro. Tenemos que determinar lo que es un milagro y lo que no es.

Puntos de vista erróneos de los milagros

Hay muchos falsos puntos de vista de los milagros en la actualidad. Por ejemplo, algunas personas creen que Dios creó el mundo como un reloj, que sólo necesitaba que se le diera vueltas, para ser dejado solo, funcionando de acuerdo a un conjunto de leyes naturales. En este punto de vista, Dios no suele intervenir en el mundo, y los milagros son esos momentos en los que Él elige interrumpir las leyes de la naturaleza. Pero este punto de vista deja a Dios fuera de cualquier sostenimiento ordinario y providencial del orden creado. Es decir, asume que Dios no suele actuar en la creación. Esta no es una enseñanza bíblica.

Un segundo punto de vista equivocado de milagros también trata de sacar cualquier acción divina fuera del mundo, pero de una manera diferente. Esta perspectiva sugiere que en realidad no hay tales cosas como milagros, ya que, por definición, los milagros violan las leyes de la naturaleza. Sin embargo, debido a que no tenemos una comprensión exhaustiva de las leyes de la naturaleza, ¿cómo podemos estar seguros de que cualquier milagro violó alguna ley? Irónicamente, esta posición admite que algunas de las cosas que suceden en el mundo superan nuestra comprensión —sólo que le atribuye esos misterios a la ciencia en lugar de a Dios.

La contraparte de la segunda perspectiva es el punto de vista del "Dios de los espacios" o "el Dios de las Brechas", que básicamente atribuye cualquier cosa que no entendemos en la actualidad al poder milagroso de Dios. En lugar de explicar un acontecimiento extraordinario por "mera ciencia", la perspectiva del "Dios de la brecha" explica toda brecha de conocimientos científicos con la existencia o la acción divina. Pero a medida que el conocimiento científico crece, y las lagunas en nuestro conocimiento se reducen, el dios que llenaba esos espacios se va achicando.

Sin embargo, otro punto de vista erróneo de los milagros vuelve cada acción de Dios en el mundo en un milagro extraordinario. Michael Horton describe bien este punto de vista en La Fe Cristiana (The Christian Faith):

En reacción contra el naturalismo, a menudo se afirma por los cristianos que Dios de hecho se involucra regularmente en el curso de sus vidas en la forma de milagros. Muriéndose de hambre por algún sentido práctico de la preocupación de Dios por sus vidas cotidianas, muchos cristianos acuden a grupos y personas prometiéndoles un encuentro diario con milagros. Lo que se pierde en la negociación es un sentido de la providencia ordinaria de Dios en y a través de medios creados y los procesos naturales que Él ha creado y sostiene. (368) [1]

Es decir, algunos cristianos están tan preocupados de que el secularismo moderno no tiene lugar para Dios que compensan en exceso, llamando a todo lo extraordinario que suceda un milagro. Pero cuando todo es un milagro, nada es un milagro.

Milagros vs providencia

Una de las creencias cristianas más básicas es que Dios —como el creador, sustentador y redentor de toda la vida en el universo— actúa en, sobre y a través de lo que Él ha creado. En cierto sentido, toda la Biblia es un relato de un milagro tras otro: del continuo trabajo especial de Dios en la creación para redimir y restaurar el pueblo del pacto para sí mismo. La Confesión de Westminster declara este punto de manera sucinta:

"Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más grande hasta la más pequeña, por su sabia y santa providencia, conforme a su presciencia infalible y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia."

Entonces, ¿qué es un milagro, y como es un milagro distinguible de la acción divina regular? ¿Cómo podemos mantener una comprensión sólida de la divina providencia general y la intervención divina especial en los milagros? Con el fin de entender los milagros correctamente, los cristianos deben dar cuenta de la sustentadora providencia diaria de Dios.

Según Wayne Grudem en su Teología Sistemática, "Un milagro es un tipo menos común de la actividad de Dios en el que despierta asombro y admiración de la gente y da testimonio de sí mismo" (355). O, como Horton dice, "A diferencia de la providencia ordinaria de Dios, su milagrosa intervención implica una suspensión o alteración de las leyes y procesos naturales en circunstancias particulares" (368). Observe que estas dos definiciones de milagros presuponen que Dios ya está involucrado en la creación continuamente. Dios está involucrado en el mundo a través de algo más que milagros, incluso los procesos naturales pueden atribuirse a la intervención divina. Como observa Horton, "Cuando una quemadura se cura, es Dios el que sana a través de los procesos naturales con los que ha dotado ricamente y con tanto cuidado le atiende" (369).

Cuando entendemos que Dios providencialmente guía y sostiene nuestra vida cotidiana, la distinción entre "natural" y "sobrenatural" se desvanece. Horton explica:

Solemos distinguir causas naturales y sobrenaturales, pero esto también puede reflejar la falsa elección de atribuir las circunstancias, ya sea a Dios o a la naturaleza. Las Escrituras no saben nada de una creación o una historia que se encuentra en algún momento independiente del actuar de Dios. La pregunta no es si Dios está involucrado en cada aspecto de nuestras vidas, sino cómo está Dios involucrado. Por lo tanto, con respecto a la providencia, la pregunta nunca es si las causas son exclusivamente naturales o sobrenaturales, sino si la participación de Dios en cada momento es providencial o milagrosa. (369)
Perspectivas "intervencionistas" de la acción divina ven cualquier actividad de Dios como milagrosa, disminuyen la guía providencial de Dios, y crean una dicotomía demasiado fuerte entre la agencia de Dios y la agencia de la criatura. Por el contrario, una perspectiva que ve los milagros como un caso especial de la actividad de Dios reconoce que "incluso en su actividad milagrosa, Dios por lo general obra a través de medios creaturales, pero él los santifica por su extraordinario servicio" (368).

Estar decepcionados al no ver milagros "como en la Biblia" en nuestra propia vida es no comprender el significado del cuidado providencial de Dios sobre la creación. "No solo cuando Dios interviene extraordinariamente, suspendiendo su orden natural, pero en su diseño y fidelidad a ese orden, tenemos motivos para dar gracias", escribe el Dr. Horton.

"No sólo cuando el cáncer de alguien desaparece misteriosamente, sino cuando se conquista a través de las innumerables capas de la mediación de las criaturas, en última instancia, Dios es el sanador" (369).

Si experimentamos el poder de Dios de una manera obviamente milagrosa, como una curación, o simplemente a través de su guía providencial de las manos de un cirujano, Dios está igualmente cerca de nosotros, porque "en él vivimos, nos movemos y somos" (Hch 17:27-28).


[1] Michael Horton, The Christian Faith: A Systematic Theology for Pilgrims on the Way (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2011). All Horton quotes in this article can be found in The Christian Faith.


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