¿Cuál es tu temor más grande?

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English: What Is Your Greatest Fear?

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Por Marshall Segal sobre Miedo y Ansiedad

Traducción por Laura Coloma


El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor? (Salmos 27:1)

Si alguien tenía motivos para temer, ese era David. Cuando no estaba en guerra con naciones vecinas, estaba siendo buscado por su propio pueblo. Su vida casi siempre corría peligro. Los salmos están llenos de testimonios de los horrores que enfrentaba día a día.

Pero aun con el mal a cada costado, pudo decir en el Salmo 27:1, “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor? ¿De quién tendré temor? ¿Qué tal de Saúl o de los ejércitos enemigos o de los traidores dentro de sus propias filas? La pregunta real debería ser, ¿de quién no debía tener temor?

De alguna manera, David fue capaz de ver a la derrota y a la muerte en la cara sin temer. Veía más que sus circunstancias – algo más allá de sus circunstancias – algo que le dio consuelo y confianza aun cuando parecía que lo perdería todo. Vio, a través de las amenazas, a Dios, quien prometió protegerlo y ayudarlo.

Contenido

¿Cuál es tu temor más grande?

Ser un creyente en Jesucristo por el perdón de tus pecados es estar salvado de la ira y la destrucción de Dios. Seguridad es probablemente la forma más común de describir lo que Dios nos ofrece a través del evangelio. Después de todo, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Por mucho que estemos eternamente seguros en Jesús, los temores de la vida todavía empañan nuestro sentido de comodidad y confianza en Cristo. Claro que son temores menores, pero eso no los hace menos reales, tangibles e inminentes. Realmente los sentimos. Podemos decepcionar a otros o puede que ellos nos decepcionen. ¿Qué tal si algo le pasa a mi hijo o si no lo crío adecuadamente? Podemos perder nuestro trabajo y no ser capaces de pagar las cuentas. Tenemos miedo de perder a nuestro cónyuge o lo que es peor, de nunca tener uno. Tememos a la muerte y a todas las distintas formas en las que puede llegar. Estamos rodeados de razones - verdaderas razones - para temer.

¿A qué debemos temer?

Mas la lógica del salmo 27:1 sugiere que todas estas amenazas no son nada tomando en cuenta lo que Dios es para nosotros. El terror más grande que podemos enfrentar es el de ver nuestras vidas llenas de pecado expuestas ante un Dios santo. “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Sin embargo, por medio de la fe en Cristo, esta amenaza ha sido dejada a un lado para siempre. Para nosotros como creyentes, el terror más grande, más espantoso, más intimidante, más duradero fue expulsado y destruido. La crisis ha sido evitada. La angustia ha pasado. La culpa eliminada. La ejecución cancelada. El Dios del universo satisfecho y vindicado. Así que no necesitamos temer más.

Un ejemplo sobre nuestro miedo a volar

Una línea aérea garantiza tu protección durante el viaje a un destino cualquiera. Una vez que has comprado el boleto, abordado el avión y abrochado el cinturón, han asumido la responsabilidad de tu seguridad. Ahora, todavía podrían ocurrirte mil cosas en el vuelo. Puedes derramar café en tus pantalones y mancharlos. Puedes cortarte con papel mientras lees Las Crónica de Narnia. Puedes lastimarte tratando de acomodarte en un baño. Pero todas estas amenazas no son nada comparadas con estar completamente seguro a 30.000 pies en el aire y viajando 2.000 millas en tres horas sin incidentes y sin daños relativos. Si sentimos la tentación de quejarnos por el café derramado – y todos la sentimos – habremos perdido nuestra admiración por el milagro de la seguridad de los viajes aéreos.

Así pasa con todos los temores de esta vida, aun con los más terribles e intensos. Quienes han experimentado un dolor o una pérdida apabullantes dirán que es muy fácil de decir, pero difícilmente es cierto en la vida real. Pero la Biblia trae la buena noticia que si realmente conociéramos la profundidad de nuestra desesperación en pecado y el tamaño del amor liberador de Dios hacia nosotros a través de la cruz, nunca tendremos que tener miedo de nada. Este es un lugar sólido y seguro en donde apoyarse cuando tu situación parezca cualquier cosa menos segura.

Nada que temer

¿De quién tendré temor? De nadie. Dios se ha convertido en nuestra luz y salvación. El que nos ha redimido seguramente nos rescatará y ayudará. ¿A qué debemos temer? A nada. Nos ha sido prometida una vida eterna llena de creciente felicidad y purificada de todo pecado y de toda consecuencia del pecado. Por un tiempo padeceremos cosas horribles en este mundo destrozado, pero solo por un tiempo. Y cambiaremos cualquier cantidad de quejas y sufrimientos aquí para vivir la plenitud de lo que nos espera allá con él.



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