¿Oras para no caer en tentación?

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English: Do You Pray Against Temptation?

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Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Marta Hernandez de Mera

“Ora para no caer en tentación”

Jesús se arrodilla en el jardín de la agonía y manda a sus hombres a orar, no solo para no caer en pecado, sino también en tentación.

En el comienzo de la mayor tentación de su vida, le pide a sus discípulos, no una, sino dos veces (Lucas 22:40-46) que oren para no caer en tentación. Cuarenta largos días de ayuno en el desierto debe parecer cosa fácil comparado con la prueba que va a tener que superar ahora: la hora ha llegado.

Se enfrenta a la mayor prueba de la historia del universo: ¿sufrirá el hombre-Dios sin pecado la tortura que le llevará a morir por los pecados de los rebeldes a los que ama? El comienzo de esta gran tentación le trae tanta angustia que el sudor de su cabeza cae en forma de sangre (Lucas 22:44), y aun así, se vuelve a sus hombres y les dice: “Orad que no entréis en tentación” (Lucas 22:40,46).

Expresado en su famosa oración

Esta no es la primera (o segunda) vez que pide a sus discípulos que oren para no caer en tentación.

Cuando vinieron a él y le pidieron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1), él respondió con la breve y poderosa oración que todos conocemos: El Padre Nuestro, que en el libro de Lucas, son solo 58 palabras en español. En esta oración concisa no solo menciona, sino que también concluye con la petición: “no nos metas en tentación” (Lucas 11:4).

Orar para no caer en tentación no es algo que se diga de pasada como si las palabras de Dios mismo se pudieran pasar por alto. Aquí, en el jardín, en el momento en que Jesús nos enseñó a orar, nos dice que no solo oremos para no caer en pecado (lo cual está implícito), sino que oremos explícitamente para no caer en tentación.

Los que tomamos en cuenta estas palabras, encontramos al menos tres conclusiones en la orden (quizás sorprendente) que da Jesús.

Ora para no caer en tentación

En primer lugar, Dios nos guarda de ciertas tentaciones como respuesta a nuestras oraciones. Dios y su Hijo no nos mandan a jugar con la oración. La oración es importante. El Dios soberano decide gobernar el universo de tal forma que la oración tiene un papel importante. Bajo su mano, algunos acontecimientos ocurren (o no) porque su pueblo ha orado; algunos no ocurren (o sí) porque su pueblo no ha orado.

Cuando oramos no solo para no caer en pecado, sino para no caer en tentación, mostramos una humildad madura. Reconocemos nuestra debilidad y el poder del pecado y recordamos que nuestro Padre ama la santidad y quiere nuestro bien. Dios “mismo no tienta a nadie” (Santiago 1:13). La culpa del pecado cae sobre el pecador. “Cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión” (Santiago 1:14). Y aun así, Dios, en su gracia y misericordia, se alegra de alejarnos de muchas tentaciones; incontables ocasiones en las que ni siquiera lo pedimos, y ¿cuántas veces lo habrá hecho como respuesta directa a nuestra petición?

Si nos tomamos en serio la profundidad de nuestro pecado y la profundidad de la misericordia de nuestro Padre, prestaremos atención a las palabras de Jesús y el comentario de John Owen: “¡Que nadie finja temer al pecado sin temer también a la tentación! Estos dos elementos están demasiado unidos como para ser separados. No se odia el fruto realmente si luego se deleita en la raíz”. En beneficio de la verdad y la buena conciencia, distinguimos la tentación del pecado y en beneficio de la santidad y el gozo, no los separamos y, por eso, no solo oramos para permanecer alejados del pecado, sino también de la tentación.

Planifica para no caer en tentación

En segundo lugar, cuando oramos para no caer en tentación empezamos un proceso de intentar evitarla y, al hacerlo, nos convertimos en el medio por el cual Dios responde a nuestra oración. A menudo, Dios no solo nos aparta de la tentación como respuesta a nuestras oraciones, sino que además, con cada oración, nos involucramos más en la lucha; fortalecemos nuestras almas ante el pecado; nos involucramos de forma más profunda; por el Espíritu, nos decidimos a aferrarnos a la verdad y a no endurecernos “por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13); recordamos en nuestros corazones que los placeres del pecado son superficiales y efímeros (Hebreos 11:25), mientras que el placer que encontramos en Dios es profundo y duradero (Salmos 16:11).

Orar para no caer en tentación nos lleva a planificar las cosas de forma tangible. Si reconocemos patrones y propensiones con respecto a ciertos pecados, podremos evitar contextos imprudentes; huiremos de “las pasiones juveniles” (2ª Timoteo 2:22) y no proveeremos “para los deseos de la carne” (Romanos 13:14); estaremos atentos a la sabiduría de un padre hacia su hijo (Proverbios 5:1) con respecto a la “mujer extraña” (Proverbios 5:3): no solo para alejarnos de su cama, sino también para alejar de ella nuestro camino y no acercarnos “a la puerta de su casa” (Proverbios 5:8).

La gracia de Dios no solo nos aparta de pecado, sino también de tentación (Apocalipsis 3:10). Nuestro espíritu puede estar dispuesto a decir “no” al pecado, pero la carne puede ser débil (Mateo 26:41); y orar para no caer en tentación nos coloca en el camino correcto para planificarnos bien y luchar en contra de la tentación.

Aun así, prepárate para la tentación

Finalmente, cuando entramos en tentación, en caso de haber orado con anterioridad, no nos debería tomar por sorpresa y deberíamos estar listos para la batalla. Dios ama a los corazones que oran para no caer en tentación y, a menudo, responde nuestra súplica. Aun así, sus caminos son más altos que los nuestros. Sabe, con amor, cuándo permitir que nos venga la tentación. De hecho, Jesús dice que “es inevitable que vengan tropiezos” (Lucas 17:1). Ora para que esto no ocurra, Dios no ha prometido que siempre responderá a nuestras oraciones de la forma que queramos, todavía no.

Así que, cuando oremos para no caer en tentación, preparémonos para no sorprendernos cuando vengan (1ª Pedro 4:12). Cuando oramos sentimos con más claridad que Dios ha permitido con amor cierta prueba en nuestra vida y no nos ha dejado sin las promesas que nos dio para estos momentos precisos. “pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1ª Corintios 10:13). Al igual que José, esto puede implicar huir (Génesis 39:11-12). Al igual que Jesús, a menudo implicará practicar usar las palabras de Dios (Mateo 4:1-11) o permanecer en silencio ante los necios (Mateo 26:63, Marcos 14:61, Hechos 8:32).

Protegidos por Dios en la prueba Ora por tus pecados específicos y cuando lo hagas, da un paso más allá y ora también por tentaciones específicas.

Cuando oramos para no caer en tentación podemos esperar dos resultados: 1. Dios nos apartará de tentaciones con las que nos podríamos haber encontrado de no haber orado. 2. A veces, Dios permitirá que nos encontremos ante tentaciones por las que hemos orado y, cuando llegue el momento, gracias a haber orado antes, estaremos mejor preparados para enfrentarnos y derrotar dicha tentación con el poder de su Espíritu. Dios proveerá una salida (1 Corintios 10:13), búscala y sal; y agradece a Dios, no solo por las múltiples ocasiones (desconocidas para ti) en las que te guardó de tentación, sino también por las veces que respondió a tus oraciones de forma diferente y no solo te apartó de tentación, sino también te ayudó a superar la tentación.


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