¿Por qué Dios oculta su voluntad para ti?

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English: Why God Hides His Will for You

© Desiring God

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Por Sam Allberry sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Livia Giselle Seidel


Hace algún tiempo, la organización de asistencia Oxfam publicó una serie de anuncios utilizando un proverbio bien conocido:

Dale a un hombre un pescado y comerá por un día; enséñale a pescar y será capaz de alimentarse a sí mismo y a su familia por el resto de sus vidas.

El principio es claro y, cuando menos superficialmente, convincente. Es utilizado con frecuencia como la diferencia entre la ayuda y el desarrollo. En el primer caso se da lo que es necesario en el momento; en el segundo, se busca proveer los medios para que uno pueda ser autosostenible. Hay un importante paralelismo con esto en la vida cristiana.

Contenido

La voluntad de Dios para ti

El libro de Hebreos nos recuerda que en la época del Antiguo Testamento Dios habló “en muchas ocasiones y de muchas maneras” (Hebreos 1:1, LBLA). Pensamos no solo en profetas recibiendo palabras directas de Dios, sino también en ángeles apareciendo con dirección divina, en visiones, sueños, e incluso en mensajes personales apareciendo en la pared para declarar lo que estaba por suceder (Daniel 5:5).

Al volver la mirada a esos tiempos, fácilmente podríamos sentir un poco de envidia. ¿Quién de nosotros no querría su propio ángel privado para decirnos la mejor forma de navegar por la vida? ¿O una visión para mostrarnos cuál es la voluntad de Dios? Sin tales revelaciones divinas puede ser difícil discernir lo que Dios quiere que hagamos.

Pero al pensar de esa forma, en realidad podríamos estar pidiendo menos que más.

El Nuevo Testamento no carece de enseñanza acerca de la voluntad de Dios. La enseñanza está ahí y es muy clara. Pero a menudo no es tan específica como quisiéramos. En una ocasión, Pablo escribe: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual” (1 Tesalonicenses 4:3). Todo eso está muy bien, pero ¿Qué empleo debo tomar? ¿Debería mudarme el año que entra? ¿Debería estar buscando casarme? ¿Y qué hacemos con todas las decisiones triviales que enfrentamos cada día?

Cómo encontramos Su voluntad

Dios no nos ha dado una bola de cristal. Eso puede parecer frustrante. Pero Él nos ha dado algo mejor:

No os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. (Romanos 12:2)

Esta es nuestra relación con la voluntad de Dios: no que Él nos envíe por correo electrónico instrucciones diarias con lo que debemos hacer cada día, sino que gradualmente Él renueve nuestras mentes, cambiando la forma en la que trabajamos, dándonos la capacidad de discernir su voluntad, sin actualizaciones directas minuto a minuto.

Esto es altamente dignificante. Dios no nos está diciendo qué pensar a cada momento, sino cómo pensar. Rara vez Él nos dice qué decisión tomar; más bien, Él nos enseña cómo tomar decisiones.

Lo que Dios busca

Hay un par de ejemplos sobre esto en el Nuevo Testamento. Ya hemos visto lo que Pablo le dijo a los Tesalonicenses. La voluntad de Dios es que seamos santificados; que cada vez en mayor medida lleguemos a ser más como Él es: santo (1 Pedro 1:15). Una parte significativa de ello es que resistamos la inmoralidad sexual. Cualquier paso hacia el pecado sexual (mental o físico) es una contradicción directa de la voluntad de Dios. Entre más recibimos de la palabra de Dios, más comprendemos acerca de cómo es Él y lo que a Él le gusta.

O tomemos como ejemplo Romanos 8:29: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.” ¿Cuál es la voluntad de Dios para ti? Que llegues a ser más como Jesús, y que también muchos otros lleguen a ser más como Él. Cualquier cosa que nos lleve hacia ese fin es la voluntad de Dios.

Una pareja que conozco se retiró hace unos años y finalmente cumplió su deseo de tener una casa junto al mar. Pero no pensaron en si habría iglesias sanas en la zona. Su decisión los apartó del medio principal que Dios tiene para conformar a su gente a la imagen de Cristo y para llamar a otros a Él. Su iglesia no los envió con ese propósito. En realidad, ellos no estaban pensando en la voluntad de Dios para sus vidas.

O permíteme voltear esto hacia mí mismo: ¿Qué pasaría si no me tomara el tiempo para estar con el Señor y en su palabra esta mañana? La Biblia no dice que tengo que sentarme frente a mi escritorio a las siete de la mañana con una Biblia abierta. Pero sí dice que debo llegar a ser más como Cristo. Y esto no va a suceder si no paso tiempo en mis rodillas y en su palabra.

Transformado, no solo informado

Entonces, Dios no nos da un GPS espiritual – “Dé vuelta a la izquierda aquí; después a la derecha.” Él nos da un atlas— “este es tu destino; debes llegar aquí, por todos los medios disponibles.”

Esto puede no ser tan sencillo como si tan solo Dios nos dijera qué hacer o adónde ir, pero ciertamente es más gratificante. Dios nos está entrenando para no necesitar ángeles entregando instrucciones. Él nos está dando mucho más: la creciente capacidad, por su Espíritu que vive en nosotros, de pensar como Él piensa – de reiniciar nuestras mentes con Su nuevo sistema operativo. Dios no solo nos está dando un pescado cuando necesitamos comer, sino que nos está enseñando a pescar.

De cualquier forma, durante el proceso de aprender a pescar, con frecuencia la voluntad de Dios nos parecerá frustrantemente vaga e inespecífica. Dicha dificultad es parte del diseño. En esos momentos debemos mirar de nuevo al destino hacia el cual nos dirigimos, orar mucho, y pensar cuidadosamente acerca de cómo podemos llegar allí. Dios quiere mucho más que prescribir cada uno de nuestros pasos. Él quiere ayudarnos a cambiar. Él no solo quiere informarnos: Él quiere transformarnos.


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