¿Puede la enfermedad ser mejor que la salud?

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</p><p>¿Pueden las enfermedades y el sufrimiento ser mejores que la salud y la prosperidad?
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¿Pueden las enfermedades y el sufrimiento ser mejores que la salud y la prosperidad?
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</p><p>En un mundo que vive para evitar el dolor, esa pregunta puede parecer ridícula. No sólo los buscadores de placer, sino incluso los religiosos, ven el sufrimiento como totalmente negativo, un signo de la desaprobación de Dios. En la mayoría de las religiones del mundo, la salud y la prosperidad son la recompensa para una vida buena y fiel, mientras que la enfermedad y el sufrimiento son maldiciones, el resultado de malas malas pasadas en esta vida o de una pasada. La prosperidad estadounidense "evangelio" perpetúa estas mentiras, equiparando la salud y las bendiciones materiales con nuestra fidelidad y el favor de Dios, y la enfermedad con la falta de fe.
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En un mundo que vive para evitar el dolor, esa pregunta puede parecer ridícula. No sólo los buscadores de placer, sino incluso los religiosos, ven el sufrimiento como totalmente negativo, un signo de la desaprobación de Dios. En la mayoría de las religiones del mundo, la salud y la prosperidad son la recompensa para una vida buena y fiel, mientras que la enfermedad y el sufrimiento son maldiciones, el resultado de malas malas pasadas en esta vida o de una pasada. La prosperidad estadounidense "evangelio" perpetúa estas mentiras, equiparando la salud y las bendiciones materiales con nuestra fidelidad y el favor de Dios, y la enfermedad con la falta de fe.
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<h4>Mi vida de enfermedad</h4>
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<p>A veces, casi estaba de acuerdo con ellos, sin embargo, particularmente cuando mis oraciones se sentían sin respuesta y mi dolor implacable.
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====Mi vida de enfermedad====
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</p><p>Me preguntaba por qué Dios no respondía a mis súplicas sinceras, sospechando que me había maldecido, en lugar de bendecirme. Mi único enfoque era obtener alivio, así que me desconcertaron versos como estos: &lt;&lt; Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas&gt;&gt;   (Santiago 1:2) y &lt;&lt; Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.&gt;&gt; (Salmos 119:71). Las pruebas me hicieron sentir miserable. Nada de aflicción parecía bueno. Miré con envidia a la gente que tenía lo que quería y anhelaba una vida más fácil.
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</p><p>Contraer la poliomielitis cuando era un bebé, siempre he sido físicamente limitado, incapaz de correr o caminar o incluso estar afuera solo. En cambio, aprendí a amar las actividades &lt;&lt;interiors&gt;&gt; como la artesanía, la pintura y la cocina, feliz de hacer cualquier cosa creativa con mis manos.
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A veces, casi estaba de acuerdo con ellos, sin embargo, particularmente cuando mis oraciones se sentían sin respuesta y mi dolor implacable.
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</p><p>El diagnóstico del síndrome post-polio cambió eso, estrechando aún más mi mundo físico de modo que ahora a veces me cuesta tomar un vaso. Vivo con dolor diario que una vez fue ocasional. Sin embargo, en lugar de hacer mi vida más difícil, cada pérdida física ha sido un regalo extraño, que ha aumentado mi dependencia y amor por Dios.
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Me preguntaba por qué Dios no respondía a mis súplicas sinceras, sospechando que me había maldecido, en lugar de bendecirme. Mi único enfoque era obtener alivio, así que me desconcertaron versos como estos: << Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas>>   (Santiago 1:2) y << Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.>> (Salmos 119:71). Las pruebas me hicieron sentir miserable. Nada de aflicción parecía bueno. Miré con envidia a la gente que tenía lo que quería y anhelaba una vida más fácil.
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<h4>Los testimonios de los enfermos</h4>
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<p>Mi experiencia no es inusual. Los cristianos de todo el mundo y a lo largo de los siglos han experimentado la bendición única que Dios nos da en la enfermedad y el sufrimiento. Hudson Taylor, el conocido misionero de China en el siglo XIX, informó, &lt;&lt;
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Contraer la poliomielitis cuando era un bebé, siempre he sido físicamente limitado, incapaz de correr o caminar o incluso estar afuera solo. En cambio, aprendí a amar las actividades <<interiors>> como la artesanía, la pintura y la cocina, feliz de hacer cualquier cosa creativa con mis manos.
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</p><blockquote>Las lecciones espirituales más profundas, preciosas y perdurables, que Dios ha tenido el placer de enseñarme, se aprendieron como consecuencia de soportar mis diversas experiencias de enfermedad... Siento que habría sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado... Estoy seguro de que a veces me he encontrado con la negativa de Dios a sanar cuando he estado más en comunión con él.&gt;&gt;.
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</blockquote><p><i>Hubiera sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado.</i> El sufrimiento físico de Hudson Taylor incluyó hepatitis, un hígado dañado, agotamiento constante, parálisis de un año de duración por una caída y depresión severa. Sin embargo, el sufrimiento es lo que atrajo a Taylor más cercano a Dios.
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El diagnóstico del síndrome post-polio cambió eso, estrechando aún más mi mundo físico de modo que ahora a veces me cuesta tomar un vaso. Vivo con dolor diario que una vez fue ocasional. Sin embargo, en lugar de hacer mi vida más difícil, cada pérdida física ha sido un regalo extraño, que ha aumentado mi dependencia y amor por Dios.
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</p><p>Henry Frost, un médico y amigo de Hudson Taylor, atestiguó los mismos beneficios del sufrimiento. Vio a algunos de sus pacientes milagrosamente curados después de la oración, mientras que otros pacientes, igualmente enfermos e igualmente fieles, no fueron curados. Frost comentó, &lt;&lt;
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</p><blockquote>Se dieron bendiciones espirituales especiales a las personas a las que se les permitió enfermarse, y la mayoría de las personas, si no todas, finalmente se vieron limitadas a testificar que creían que la enfermedad había demostrado ser aún mejor de lo que la salud podría haber sido.
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====Los testimonios de los enfermos====
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</blockquote><p><i> La enfermedad resultó ser incluso mejor de lo que la salud podría haber sido.&gt;&gt;.</i>
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</p><p>Eareckson Tada, una santa y cuadripléjica moderna que vive con un dolor agonizante, está de acuerdo con Frost y Taylor en su libro ‘A Place of Healing’. Ella añade: &lt;&lt;No ha elegido sanarme, sino abrazarme. Cuanto más intenso es el dolor, más cerca su abrazo.&gt;&gt;
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Mi experiencia no es inusual. Los cristianos de todo el mundo y a lo largo de los siglos han experimentado la bendición única que Dios nos da en la enfermedad y el sufrimiento. Hudson Taylor, el conocido misionero de China en el siglo XIX, informó, << Las lecciones espirituales más profundas, preciosas y perdurables, que Dios ha tenido el placer de enseñarme, se aprendieron como consecuencia de soportar mis diversas experiencias de enfermedad... Siento que habría sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado... Estoy seguro de que a veces me he encontrado con la negativa de Dios a sanar cuando he estado más en comunión con él.>>.
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</p><p><i>Cuanto más intenso es el dolor, más cerca está su abrazo.</i>
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</p><p>Los testimonios de estos santos, aunque radicales, no son raros. Todos los que he encontrado que se han vuelto a Cristo en su sufrimiento, mirando a Jesús y su gracia en su dolor, testifican de esta realidad: el sufrimiento y la enfermedad son mayores dones que la salud y la prosperidad. La intensidad de la comunión con él, la inmediatez de su presencia y la consuelo de su amor se acentúan en el sufrimiento.
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Hubiera sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado. El sufrimiento físico de Hudson Taylor incluyó hepatitis, un hígado dañado, agotamiento constante, parálisis de un año de duración por una caída y depresión severa. Sin embargo, el sufrimiento es lo que atrajo a Taylor más cercano a Dios.
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<h4>Nada me ha dado más forma</h4>
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Henry Frost, un médico y amigo de Hudson Taylor, atestiguó los mismos beneficios del sufrimiento. Vio a algunos de sus pacientes milagrosamente curados después de la oración, mientras que otros pacientes, igualmente enfermos e igualmente fieles, no fueron curados. Frost comentó, <<Se dieron bendiciones espirituales especiales a las personas a las que se les permitió enfermarse, y la mayoría de las personas, si no todas, finalmente se vieron limitadas a testificar que creían que la enfermedad había demostrado ser aún mejor de lo que la salud podría haber sido. La enfermedad resultó ser incluso mejor de lo que la salud podría haber sido.>>.
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<p>A través del dolor, Dios me ha llevado a los encuentros más completos, íntimos y más sagrados con él. Eran periodos que nunca olvidaré, incluso después de que mi sufrimiento haya pasado. Mi fe se ha vuelto mucho más fuerte.
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</p><p>Debido a la enfermedad, estoy menos apegado a los temporales y más castigados en lo eterno. Soy más comprensivo y compasivo, consciente de mis propias fragilidades y debilidad bajo presión. De hecho, nada me ha dado forma más poderosamente —mi teología, mi carácter, mi amor por Dios y mi amor por los demás— que el sufrimiento. A través de ella, he aprendido que un día en sus cortes, un día abrazado por su amor, un día de compañerismo con él, es mejor que mil en otros lugares.
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Eareckson Tada, una santa y cuadripléjica moderna que vive con un dolor agonizante, está de acuerdo con Frost y Taylor en su libro ‘A Place of Healing’. Ella añade: <<No ha elegido sanarme, sino abrazarme. Cuanto más intenso es el dolor, más cerca su abrazo.>>
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</p><p>En la prosperidad y la salud, estoy agradecido por sus regalos, pero no tan desesperado por su presencia. Mis bendiciones materiales pueden mantenerme ocupada. En la facilidad y la abundancia, tiendo a vivir egoístamente, con derecho e independiente, centrándome en lo que me hace sentir más cómodo. He pasado días pensando en Dios, sin no notar ninguna necesidad de él. Estoy contento de mantener a Dios a distancia, pero en el sufrimiento lo necesito cerca.
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Cuanto más intenso es el dolor, más cerca está su abrazo.
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<h4>Mayor misericordia que la salud</h4>
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<p>Charles Spurgeon, que luchó con la depresión frecuente, el reumatismo, la gota y la enfermedad de Brights, dijo: &lt;&lt;
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Los testimonios de estos santos, aunque radicales, no son raros. Todos los que he encontrado que se han vuelto a Cristo en su sufrimiento, mirando a Jesús y su gracia en su dolor, testifican de esta realidad: el sufrimiento y la enfermedad son mayores dones que la salud y la prosperidad. La intensidad de la comunión con él, la inmediatez de su presencia y la consuelo de su amor se acentúan en el sufrimiento.
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</p><blockquote>"No hay mayor misericordia que yo sepa en la tierra que la buena salud, excepto que sea enfermedad; y eso a menudo ha sido una mayor misericordia para mí que la salud. Es bueno estar sin problemas; pero es mejor tener un problema y saber cómo obtener la gracia suficiente para soportarlo&gt;&gt;.
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</blockquote><p>Conseguir la gracia para soportar nuestras luchas puede ser mejor que no tenerlas. Sí, la prosperidad y la salud son misericordias, pero son sólo temporales, destinadas a ser disfrutadas solo en esta vida. Pero el sufrimiento y los problemas nos permiten aferrarnos a los regalos mayores de Dios, regalos como su comunión, consuelo y amor, que se hacen más dulces con el tiempo.
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====Nada me ha dado más forma====
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</p><p>A Dios le encanta dar a sus hijos buenos regalos y, mirando a través de la lente de la fe, podemos ver que la enfermedad y el sufrimiento están entre los más grandes.
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A través del dolor, Dios me ha llevado a los encuentros más completos, íntimos y más sagrados con él. Eran periodos que nunca olvidaré, incluso después de que mi sufrimiento haya pasado. Mi fe se ha vuelto mucho más fuerte.
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Debido a la enfermedad, estoy menos apegado a los temporales y más castigados en lo eterno. Soy más comprensivo y compasivo, consciente de mis propias fragilidades y debilidad bajo presión. De hecho, nada me ha dado forma más poderosamente —mi teología, mi carácter, mi amor por Dios y mi amor por los demás— que el sufrimiento. A través de ella, he aprendido que un día en sus cortes, un día abrazado por su amor, un día de compañerismo con él, es mejor que mil en otros lugares.
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En la prosperidad y la salud, estoy agradecido por sus regalos, pero no tan desesperado por su presencia. Mis bendiciones materiales pueden mantenerme ocupada. En la facilidad y la abundancia, tiendo a vivir egoístamente, con derecho e independiente, centrándome en lo que me hace sentir más cómodo. He pasado días pensando en Dios, sin no notar ninguna necesidad de él. Estoy contento de mantener a Dios a distancia, pero en el sufrimiento lo necesito cerca.
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====Mayor misericordia que la salud====
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Charles Spurgeon, que luchó con la depresión frecuente, el reumatismo, la gota y la enfermedad de Brights, dijo: <<"No hay mayor misericordia que yo sepa en la tierra que la buena salud, excepto que sea enfermedad; y eso a menudo ha sido una mayor misericordia para mí que la salud. Es bueno estar sin problemas; pero es mejor tener un problema y saber cómo obtener la gracia suficiente para soportarlo>>.
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Conseguir la gracia para soportar nuestras luchas puede ser mejor que no tenerlas. Sí, la prosperidad y la salud son misericordias, pero son sólo temporales, destinadas a ser disfrutadas solo en esta vida. Pero el sufrimiento y los problemas nos permiten aferrarnos a los regalos mayores de Dios, regalos como su comunión, consuelo y amor, que se hacen más dulces con el tiempo.
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A Dios le encanta dar a sus hijos buenos regalos y, mirando a través de la lente de la fe, podemos ver que la enfermedad y el sufrimiento están entre los más grandes.
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Revisión de 19:29 17 mar 2020

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Sobre esta Traducción
English: Can Sickness Be Better Than Health?

© Desiring God

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Por Vaneetha Rendall Risner sobre Sufrimiento

Traducción por Harrington Lackey


¿Pueden las enfermedades y el sufrimiento ser mejores que la salud y la prosperidad?

En un mundo que vive para evitar el dolor, esa pregunta puede parecer ridícula. No sólo los buscadores de placer, sino incluso los religiosos, ven el sufrimiento como totalmente negativo, un signo de la desaprobación de Dios. En la mayoría de las religiones del mundo, la salud y la prosperidad son la recompensa para una vida buena y fiel, mientras que la enfermedad y el sufrimiento son maldiciones, el resultado de malas malas pasadas en esta vida o de una pasada. La prosperidad estadounidense "evangelio" perpetúa estas mentiras, equiparando la salud y las bendiciones materiales con nuestra fidelidad y el favor de Dios, y la enfermedad con la falta de fe.

Contenido

Mi vida de enfermedad

A veces, casi estaba de acuerdo con ellos, sin embargo, particularmente cuando mis oraciones se sentían sin respuesta y mi dolor implacable.

Me preguntaba por qué Dios no respondía a mis súplicas sinceras, sospechando que me había maldecido, en lugar de bendecirme. Mi único enfoque era obtener alivio, así que me desconcertaron versos como estos: << Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas>> (Santiago 1:2) y << Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.>> (Salmos 119:71). Las pruebas me hicieron sentir miserable. Nada de aflicción parecía bueno. Miré con envidia a la gente que tenía lo que quería y anhelaba una vida más fácil.

Contraer la poliomielitis cuando era un bebé, siempre he sido físicamente limitado, incapaz de correr o caminar o incluso estar afuera solo. En cambio, aprendí a amar las actividades <<interiors>> como la artesanía, la pintura y la cocina, feliz de hacer cualquier cosa creativa con mis manos.

El diagnóstico del síndrome post-polio cambió eso, estrechando aún más mi mundo físico de modo que ahora a veces me cuesta tomar un vaso. Vivo con dolor diario que una vez fue ocasional. Sin embargo, en lugar de hacer mi vida más difícil, cada pérdida física ha sido un regalo extraño, que ha aumentado mi dependencia y amor por Dios.

Los testimonios de los enfermos

Mi experiencia no es inusual. Los cristianos de todo el mundo y a lo largo de los siglos han experimentado la bendición única que Dios nos da en la enfermedad y el sufrimiento. Hudson Taylor, el conocido misionero de China en el siglo XIX, informó, <<

Las lecciones espirituales más profundas, preciosas y perdurables, que Dios ha tenido el placer de enseñarme, se aprendieron como consecuencia de soportar mis diversas experiencias de enfermedad... Siento que habría sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado... Estoy seguro de que a veces me he encontrado con la negativa de Dios a sanar cuando he estado más en comunión con él.>>.

Hubiera sido nada menos que una calamidad haber perdido el sufrimiento físico por el que he pasado. El sufrimiento físico de Hudson Taylor incluyó hepatitis, un hígado dañado, agotamiento constante, parálisis de un año de duración por una caída y depresión severa. Sin embargo, el sufrimiento es lo que atrajo a Taylor más cercano a Dios.

Henry Frost, un médico y amigo de Hudson Taylor, atestiguó los mismos beneficios del sufrimiento. Vio a algunos de sus pacientes milagrosamente curados después de la oración, mientras que otros pacientes, igualmente enfermos e igualmente fieles, no fueron curados. Frost comentó, <<

Se dieron bendiciones espirituales especiales a las personas a las que se les permitió enfermarse, y la mayoría de las personas, si no todas, finalmente se vieron limitadas a testificar que creían que la enfermedad había demostrado ser aún mejor de lo que la salud podría haber sido.

La enfermedad resultó ser incluso mejor de lo que la salud podría haber sido.>>.

Eareckson Tada, una santa y cuadripléjica moderna que vive con un dolor agonizante, está de acuerdo con Frost y Taylor en su libro ‘A Place of Healing’. Ella añade: <<No ha elegido sanarme, sino abrazarme. Cuanto más intenso es el dolor, más cerca su abrazo.>>

Cuanto más intenso es el dolor, más cerca está su abrazo.

Los testimonios de estos santos, aunque radicales, no son raros. Todos los que he encontrado que se han vuelto a Cristo en su sufrimiento, mirando a Jesús y su gracia en su dolor, testifican de esta realidad: el sufrimiento y la enfermedad son mayores dones que la salud y la prosperidad. La intensidad de la comunión con él, la inmediatez de su presencia y la consuelo de su amor se acentúan en el sufrimiento.

Nada me ha dado más forma

A través del dolor, Dios me ha llevado a los encuentros más completos, íntimos y más sagrados con él. Eran periodos que nunca olvidaré, incluso después de que mi sufrimiento haya pasado. Mi fe se ha vuelto mucho más fuerte.

Debido a la enfermedad, estoy menos apegado a los temporales y más castigados en lo eterno. Soy más comprensivo y compasivo, consciente de mis propias fragilidades y debilidad bajo presión. De hecho, nada me ha dado forma más poderosamente —mi teología, mi carácter, mi amor por Dios y mi amor por los demás— que el sufrimiento. A través de ella, he aprendido que un día en sus cortes, un día abrazado por su amor, un día de compañerismo con él, es mejor que mil en otros lugares.

En la prosperidad y la salud, estoy agradecido por sus regalos, pero no tan desesperado por su presencia. Mis bendiciones materiales pueden mantenerme ocupada. En la facilidad y la abundancia, tiendo a vivir egoístamente, con derecho e independiente, centrándome en lo que me hace sentir más cómodo. He pasado días pensando en Dios, sin no notar ninguna necesidad de él. Estoy contento de mantener a Dios a distancia, pero en el sufrimiento lo necesito cerca.

Mayor misericordia que la salud

Charles Spurgeon, que luchó con la depresión frecuente, el reumatismo, la gota y la enfermedad de Brights, dijo: <<

"No hay mayor misericordia que yo sepa en la tierra que la buena salud, excepto que sea enfermedad; y eso a menudo ha sido una mayor misericordia para mí que la salud. Es bueno estar sin problemas; pero es mejor tener un problema y saber cómo obtener la gracia suficiente para soportarlo>>.

Conseguir la gracia para soportar nuestras luchas puede ser mejor que no tenerlas. Sí, la prosperidad y la salud son misericordias, pero son sólo temporales, destinadas a ser disfrutadas solo en esta vida. Pero el sufrimiento y los problemas nos permiten aferrarnos a los regalos mayores de Dios, regalos como su comunión, consuelo y amor, que se hacen más dulces con el tiempo.

A Dios le encanta dar a sus hijos buenos regalos y, mirando a través de la lente de la fe, podemos ver que la enfermedad y el sufrimiento están entre los más grandes.


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