¿Qué hace que cualquier historia sea grandiosa?

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English: What Makes Any Story Great?

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Carlos Diaz


Contenido

El Secreto oculto en nuestros corazones

“Me pregunto, ¿en qué clase de fábula hemos caído?” Así se preguntaba Samwise Gamgee a su estimado amigo y maestro, Frodo Baggins, en la historia épica venerada de Tolkien, El Señor de los Anillos (Las Dos Torres, 362). Y qué clase de fábula resulta ser. Es adorada por muchos porque tiene todos los elementos que adoramos tanto en una grandiosa historia.

Ahora, en cierto modo, es verdad que lo que hace que una historia sea grandiosa tiene que ver tanto por muchas descripciones como por las personas. Esa es una de las cosas gloriosas casi incomprensibles acerca de la humanidad: billones y billones de facetas únicas de expresión y preferencia. Pero muchas de las historias más grandiosas tienen elementos similares en común a medida que abarcan distintas culturas y generaciones. Y existe una razón para esto.

¿Qué hace que una historia sea grandiosa?

En el centro de casi todas las historias grandiosas está un problema desesperado entre el bien y el mal. Este problema proporciona el contexto y base para comprender todo lo demás en la historia. Define quienes son los héroes y heroínas y quienes son los villanos.

Y aunque estas historias pueden variar significativamente en momento y argumento, existe una constancia notable entre ellas cuando se trata de la naturaleza del bien y la naturaleza del mal. Los héroes, mientras generalmente son imperfectos, son admirables y valientes, y buscan el bien de los demás: a menudo a un gran costo para ellos mismos. Los villanos son despreciables y ven a los demás como un medio para su propia exaltación, con fines de dominar a los demás.

Y existen temas morales comunes y transcendentales, en mayor o menor grado, en estas historias que resuenan en lo más profundo de nosotros: verdad, rectitud, justicia, misericordia, gracia, fe, integridad, y siempre varias expresiones de amor. Amor romántico (eros), sí, especialmente en las historias de los últimos siglos. Pero también existe amor profundo de amigos (philio) y a menudo amor familiar (storge). “Pero la más grandiosa de estas” expresiones de amor en las historias más grandiosas es cuando alguien pone el bien de los demás antes que el de ellos mismos (agape) (1 Corintios 13:13). Somos especialmente movidos e inspirados por un amor de sacrificio, cuando “alguien que da su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Un cuento tan viejo como el tiempo

Y estas historias frecuentemente siguen un arco narrativo similar. Piensen en las historias épicas recientes, además de El Señor de los Anillos, que han capturado la imaginación de billones de colectivos alrededor del mundo: Los Vengadores, Guerra de las Galaxias, Harry Potter, y Las Crónicas de Narnia. ¿Cuál es la historia esencial?

Una fuerza del mal, buscando someter a las personas bajo su dominio, gana poder y recursos, y parece invencible, mientras el bien se halla a sí mismo en una posición débil, superados, inferiores en armas, y casi fuera de tiempo. Y justo cuando el mal está a punto de entregar el golpe final y lograr su deseo, contra todos los pronósticos aparentes, el bien halla una forma inesperada a través de eventos inesperados para superar y sacar la poderosa amenaza malvada y salvar a aquellos que fueron puestos en peligro.

Esta es una historia contada una y otra vez. Y ha sido contada por eras. Este arco narrativo es la historia bíblica de Ester, la cual tiene 2.500 años de antigüedad.

Cómo pueden cambiar las buenas historias

Pero hay un elemento adicional que aún no he mencionado. Y este elemento está siempre presente, un elemento indispensable que sostiene toda la trama de estas historias: la providencia.

Hacia el comienzo de El Señor de los Anillos, el mago Gandalf estaba explicando al preocupado hobbit, Frodo, por qué primero su tío Bilbo y ahora él de repente se hallaban en posesión del Anillo del Poder. Las fuerzas oscuras los rodeaban como Sauron, el creador del Anillo, intentando desesperadamente obtenerlo. Pero Gandalf le recordó:

Hay más de una fuerza en obras, Frodo. El Anillo estaba intentando regresar a su maestro. . . . Sólo para ser tomado por la persona menos imaginable: ¡Bilbo del Shire! Detrás de eso había algo más en obras, más allá de cualquier diseño del creador del Anillo. Puedo ponerlo sin más naturalidad diciendo que Bilbo estaba destinado a encontrar el Anillo, y no por su creador. En cuyo caso tú también estabas destinado a tenerlo. Y ese puede ser un pensamiento motivador. (La Comunidad del Anillo)

Lo que realmente amamos acerca de estas grandiosas historias es que el giro aparentemente improbable de eventos y los rescates aparentemente improbables ocurren porque, sea o no explícitamente mencionado, hay una providencia en acción ayudando al bien y guiando el resultado. Sin embargo está representad, la providencia es la luz de fondo iridiscente de la moral a las escenas en estas historias que provee al bien su belleza y hace que su triunfo sea significativo.

En la cultura occidental, la narrativa dominante acerca de los orígenes humanos y los destinos es darwiniano: que nosotros y todo eso ocurre en nuestra experiencia son producto de fuerzas irracionales, insignificantes, y sin moral. Pero en lo profundo las conocemos mejor. Nuestras historias más adoradas nos traicionan. Retiren la providencia y reemplácenla con una oportunidad aleatoria, coincidencia no guiada, y la belleza que amamos, todo el significado que necesitamos, es cambiado de las historias. Retira la providencia, y una historia cesa de ser tal.

Algo profundo dentro de nosotros sabe que supuestamente el bien en última instancia derrota al mal. Sabemos esto en nuestro corazón de corazones.

Ecos de la Historia Real

¿Por qué sabemos esto? ¿Por qué amamos tanto estos tipos de historias? Creo que es porque en ellas escuchamos ecos de la Gran Historia, la historia de la redención de Dios de la humanidad caída. El arco narrativo que nuestros corazones reconocen como glorioso es el arco narrativo de la Biblia.

La Biblia cuenta una historia épica, pero no en la manera que nuestras historias épicas son contadas. Es completamente única: una mezcla curiosa y contradictoria de géneros y autores y perspectivas. Nos desprendemos de ella con suficiente entendimiento del origen y meta de la historia, pero no cualquier cosa que consideraríamos integral. Y la historia está incompleta. Está incompleta porque la historia aún está siendo contada, justo ahora. Es la Historia Real siendo contada en tiempo real; la historia de la que todos somos parte.

Y la razón por la que amamos tanto una historia como El Señor de los Anillos es porque saca provecho de los lugares profundos de nuestro corazón, donde anhelamos una esperanza real: la esperanza bendecida real del retorno real del Rey verdadero (Tito 2:13) y el derrocamiento real final del espantoso mal en la vida real cuya sombra oscura realmente vivimos y languidecemos (1 Juan 3:8; 5:19).

¿En qué capítulo están?

Quizás, donde nos encontremos justo ahora en la Historia Real, nos sentimos como Frodo en esa conversación con Samwise Gamgee acerca del cuento en el que ellos mismos se encontraban:

“Tú y Yo, Sam, todavía estamos atascados en los peores lugares de la historia, y todavía es demasiado probable que algo diga en este punto: Cierra el libro ahora, papá; no queremos leerlo más”. (Las Dos Torres, 363).

Algunos están experimentando esto en formas más insoportables que otros, aunque, de verdad, estamos viviendo aquí, en las afueras de Mordor. Las grandes historias épicas ficticias tienen partes horribles porque la Historia Épica Real tiene partes horribles, algunas impronunciables.

Pero los días de Sauron están contados, el hechizo invernal de la Hechicera Blanca se está derritiendo, la Luz se está abriendo paso dentro del Lado Oscuro, el control de Voldemort se está debilitando, el chasquido de Thanos se está revirtiendo, y Haman se columpiará desde sus propias horcas. Jesús ha venido “a destruir las obras del mal” (1 Juan 3:8).

Sin importar qué enfrentemos, existe una esperanza real porque La Historia es real: “Todas esas escrituras proféticas se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, perseverando y teniendo el consuelo de las Escrituras, no nos falte la esperanza” (Romanos 15:4). Por tanto, “que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).


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