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English: That the Truth of the Gospel Be Preserved for You

© Desiring God

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Por John Piper sobre Asuntos de Iglesia
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Gálatas 2: 1-10

“Entonces, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo a Tito. Subí en virtud de una revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles (pero lo hice en privado ante los que tenían alta reputación), para cerciorarme de que no fui o no había ido en vano. Pero, ni aún Tito, que estaba conmigo y era griego, fue obligado a circuncidarse por causa de los hermanos introducidos secretamente, quienes se habían infiltrado para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús y así reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento cedimos para no someternos, a fin de preservar la verdad del evangelio para vosotros. Y de aquellos que tenían reputación de ser algo (lo que eran no me interesa, Dios no hace acepción de personas), pues bien, los que tenían reputación nada me enseñaron. Sino al contrario, al ver que se me había encomendado el anuncio del evangelio a los que no estaban circuncidados, así como le fue confiado a Pedro el anuncio a los circuncidados, (porque aquel que obró eficazmente para con Pedro en su apostolado a los circuncidados también obró eficazmente para conmigo en mi apostolado a los gentiles), y al reconocer la gracia que se me había dado, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a Bernabé y a mí la diestra del compañerismo, para que nosotros nos encargáramos de los gentiles y ellos de los circuncidados. Solo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, lo mismo que yo estaba deseoso de hacer”.

Poco tiempo después de que Pablo estableciera las iglesias de Galacia, otros predicadores habían llegado a las iglesias a anunciar un evangelio diferente, el cual, según lo que dice Pablo en 1:7, no es evangelio en absoluto, sino una perversión de la verdad. A estos predicadores los llamamos judaizantes porque insistían en que los gentiles se circuncidaran (6:12; 5:2) y en que se observaran las fiestas de los judíos (4:10) si querían ser justificados y realizarse como cristianos (3:3). Los judaizantes pensaban que ser justificados por la gracia a través de la fe solamente no era suficiente. Entonces agregaron otros requerimientos. Para que su versión del evangelio persistiera tenían que desacreditar la de Pablo y para eso tenían que desacreditar su autoridad como apóstol. Ya lo habían hecho en ausencia de Pablo diciendo que era un apóstol secundario, en el mejor de los casos. No era uno de los doce apóstoles que estuvieron junto a Jesús durante su vida, por lo tanto, había aprendido el evangelio de los apóstoles y lo había adaptado de manera ilegítima. Su autoridad no imponía obligación porque provenía de los hombres, no de Dios.

Los dos primeros capítulos de Gálatas se refieren a la defensa de Pablo contra esos cargos. Gálatas 1:1 afirma que su autoridad como apóstol de Cristo “no era de parte de hombres o de hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios, el Padre”. Gálatas 1:12 ratifica que no recibió el mensaje del evangelio de ningún hombre ni le fue enseñado, sino que lo recibió por medio de una revelación de Jesucristo. El punto de Gálatas 1:11-24 es demostrar que Pablo no era un apóstol secundario. No era un recién llegado al grupo apostólico. Él argumenta que hay información pública suficiente sobre su vida antes y después de su encuentro con el Cristo vivo, de modo que nadie puede afirmar de manera razonable que es un apóstol secundario. Demuestra de una forma convincente (como lo vimos la semana pasada), que su apostolado y su evangelio llegaron a él independientemente de los apóstoles y que él se encuentra en la misma posición que Pedro, Jacobo y Juan ante Cristo.

Contenido

¿Hay una Contradicción en el Testimonio Apostólico?

Pónganse en el lugar de los creyentes de Galacia. Pablo demostró de forma contundente que lo que decía era cierto y se restableció su credibilidad cuando ellos leyeron su carta. Pero, la pregunta surge inevitablemente: ¿Hay una contradicción entre los apóstoles mismos? ¿Hay hombres que tienen la misma autoridad y predican dos evangelios diferentes? Los judaizantes afirmaban que representaban a los apóstoles de Jerusalén, pero el mensaje de ellos no concordaba con el de Pablo. Aunque la cuestión de la autoridad de Pablo esté arreglada, aparece otra pregunta, grave y alarmante: ¿Hay desunión entre los apóstoles? Si un apóstol predica un evangelio y otro apóstol predica otro evangelio, el fundamento de la iglesia (Efesios 2:20) se destruye y toda su estructura colapsará eventualmente.

En Gálatas 2:1-10, Pablo se ocupa de este serio problema. Lo tiene que hacer cuidadosamente y con completa integridad. Por una parte, tiene que mantener su independencia de los apóstoles de Jerusalén, para protegerse de la acusación de ser un apóstol secundario; por otra parte, debe demostrar que el evangelio que él predica es el mismo evangelio que predican los apóstoles de Jerusalén. Además, en este párrafo, todo lo que él dice está expuesto a que se lo verifique o se lo considere falso.

La manera en la que Pablo se ocupa del problema de la desunión entre los apóstoles puede explicarse así: (1) En 2:1-2 él cuenta cuándo, con quién y por qué fue a Jerusalén. (2) En 2:3-5 describe su encuentro con los falsos hermanos, contra los cuales mantiene su posición (en consecuencia, enfatiza su independencia). (3) En 2:6-10 describe su encuentro con los apóstoles mismos y cómo ellos aprobaron su ministerio completamente (para preservar la unidad del evangelio). Las dos partes del punto principal de este párrafo se encuentran al final del versículo 6: “Los que tenían reputación, nada me enseñaron” y en el versículo 9 “Al reconocer la gracia que se me había dado, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a Bernabé y a mí la diestra del compañerismo, para que nosotros nos encargáramos de los gentiles y ellos de los circuncidados”. En otras palabras, el punto principal de Pablo es: Después de 14 años, cuando finalmente consulté con los apóstoles no agregaron nada a mi evangelio (por lo tanto soy una autoridad independiente); en su lugar, ellos aprobaron mi trabajo y me dieron su bendición (por consiguiente, no hay dos evangelios, sino uno solo). Los gálatas tienen que deducir que los judaizantes no representan realmente a los apóstoles de Jerusalén. Por el contrario, ellos pertenecen a los falsos hermanos (2:4) a quienes Pablo se resistió y a los cuales los apóstoles de Jerusalén no apoyaban. Por lo tanto, permanezcan firmes en la maravillosa libertad del evangelio y no se sometan a la esclavitud legalista que demandan los Judaizantes.

Ese es el objetivo principal de 2:1-10. Analicémoslo detalladamente y veamos cómo Pablo lleva a cabo su propósito y cómo es aplicable a nosotros.

El Viaje a Jerusalén

Primero, los versículos 1 y 2: “Entonces, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén, llevando también a Tito. Subí por causa de una revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles, pero lo hice en privado a los que tenían alta reputación, para cerciorarme que no fui, o no había ido en vano”. Voy a formular cuatro observaciones para aclarar estos versículos.

  1. Pablo no fue a Jerusalén porque reconsideró su evangelio y quería asegurarse que era verdadero. Eso habría sido hacerles el juego a los judaizantes. El versículo 2 dice: “Subí por causa de una revelación”. Pablo no solo recibió su evangelio por medio de una revelación de Jesús (1:12), sino que aún catorce años después, el Señor que vive en el cielo, dirige los pasos de su apóstol mediante una revelación.
  2. ¿Por qué Pablo lleva a Tito? (v.2). Porque no los está engañando. Su evangelio se había arraigado en la gente. Tito va a ser la Evidencia A del evangelio que predica Pablo. Tito es griego y no está circuncidado según las leyes del Antiguo Testamento. Con todo, es hermano en Cristo por la fe. Esta es la libertad que defiende Pablo. Tito es su mejor prueba. ¿Lo obligarán los apóstoles de Jerusalén a circuncidarse o no? La mejor manera de tomar cartas en el asunto era llevar a alguien en persona.
  3. En el versículo 2, la frase “los que tenían alta reputación” se refiere a los apóstoles, especialmente a Pedro, Juan y Jacobo (el hermano del Señor). También lo pueden ver en el versículo 9, donde se describe a los tres como “los que eran considerados como columnas”. El versículo 2 dice que Pablo tuvo un encuentro privado con los apóstoles. De los versículos 4 y 5 pueden inferir la razón por la cual una reunión privada era necesaria. Los falsos hermanos, que insistían en circuncidar a Tito, no estaban dispuestos a escuchar atentamente. A veces los jefes tienen que deliberar en privado y luego presentar sus pensamientos unificados a los alborotados valientes.
  4. Según el versículo 2, el propósito de Pablo era ir a Jerusalén para confirmar que su viaje no había sido en vano. El ministerio de Pablo habría sido en vano si los judaizantes hubieran tenido razón, es decir, si los apóstoles de Jerusalén no hubieran estado de acuerdo con Pablo y hubieran insistido en circuncidar a los gentiles creyentes. Esto habría significado que los apóstoles de Cristo tenían mensajes contradictorios y no se puede establecer ninguna iglesia sobre una base fracturada. Pablo no tenía necesidad de confirmar su evangelio, lo que tenía que confirmar era que los apóstoles estaban de acuerdo y que había unidad.

De estos dos versículos, se pueden extraer dos consecuencias que nos conciernen. Primero, el hecho que Pablo fue a Jerusalén por una revelación, nos enseña que Cristo quiere que enfrentemos los desacuerdos de lleno. Si vamos a ser personas que están de acuerdo con la Biblia, debemos ser desafiantes. Si creemos que alguien está equivocado o el ministerio de la iglesia podría estar en peligro, tenemos que tratar que la gracia de Dios llegue a esa persona y exponerle nuestra posición. Casi ninguno de nosotros hace eso naturalmente, porque crea tensión y preferimos evitarlo.

El deseo de comodidad personal y el temor a un conflicto que interfiera en nuestras afectuosas confrontaciones, no surgen de la fe en Cristo. No son el fruto del Espíritu. Son producto de la carne. Son la clase de cosas que experimentamos cuando no acudimos a Cristo para que nos provea del poder que no encontramos en nosotros mismos. Pero eso no lo hacemos. En Gálatas 5:24, Pablo dice: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Al poner nuestra fe en Cristo y aproximarnos al poder de su Espíritu, dejamos de ser esclavos de la pasión por el confort y el temor a los conflictos y sentimos la libertad de hacer lo que hizo Pablo – enfrentarse a la desunión de lleno. No importa la paz que mantengamos en nuestras relaciones personales o en la iglesia o en el congreso General Bautista para evitar las confrontaciones necesarias, será una paz superficial y espiritualmente improductiva, que nos hará débiles en el largo camino porque significará que estamos comportándonos según la carne y no según el Espíritu. Esta es una de las consecuencias de los versículos 1 y 2: Cristo quiere que nos enfrentemos a los desacuerdos de lleno.

La segunda consecuencia, que surge de los versículos 1 y 2, es que debemos preocuparnos por la unidad doctrinal, especialmente en puntos que son cruciales. Nos tiene que preocupar que haya tanta división en la iglesia en asuntos concernientes a principios importantes. La desunión del pueblo de Dios con respecto a asuntos importantes relacionados con la fe nos debe inducir a la oración y al estudio de las Escrituras, pero me temo que en cambio nos hace pensar que la desunión es inofensiva e incluso valiosa. Por ejemplo, la palabra “de moda” entre los eruditos de la Biblia es “abundancia”. La “abundancia” de una colección de tradiciones es su “diversidad” y “diversidad” generalmente es un eufemismo de contradicción. Actualmente, son pocos los que defienden y aprecian la coherencia de la verdad. La lentitud con que la que se desplaza del mundo académico a la gente común como nosotros, simplemente se debe a que la desunión y el desacuerdo se dan por sentado; se equipara al relativismo con la humildad, a la indiferencia por los errores con el respeto a los demás, y así nos resulta muy difícil imaginarnos una doctrina lo suficientemente clara y cierta a la cual aferrarnos. El ejemplo que da Pablo aquí nos enseña que es muy importante que los cristianos estemos de acuerdo en principios cruciales de nuestra fe.

Los Falsos Hermanos

En los versículos 3-5, Pablo describe su encuentro con los falsos hermanos de Jerusalén: “Ni aún Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse aunque era griego. Y esto fue por causa de los falsos hermanos introducidos secretamente, que se habían infiltrado para descubrir la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a esclavitud, a los cuales ni por un momento cedimos para no someternos, a fin de resguardar para vosotros la verdad del evangelio”. ¿Por qué Pablo incluyó este episodio en su carta si su interés principal era demostrar que había unión entre él y los apóstoles? Podría haber ido directo del versículo 2 al 6 y hacerlo de un modo muy convincente. No creo que la única razón era demostrar que Tito no tenía que ser circuncidado; lo podría haber dicho. La verdadera razón, que se refleja en los versículos 3-5, es demostrar a los Gálatas cristianos que hay falsos hermanos que vienen de Jerusalén e insisten en que deben circuncidarse para obtener la salvación (Hechos 15:1) y, lo que es más importante, no representan la posición de Pedro, Jacobo y Juan.

En el versículo 5, Pablo dice que no se sometió a estos falsos hermanos “a fin de preservar la verdad del evangelio para nosotros”. Si Pablo se hubiera sometido a las condiciones de los falsos hermanos, ¡éstos habrían destruido el evangelio! Eso causa estupor. No habría más evangelio ni buenas nuevas si Pablo se hubiera sometido a la exigencia de la circuncisión. La buena nueva para el mundo es que Cristo nos redimió totalmente ante Dios con su muerte en el Calvario y solamente podemos disfrutarla mediante la fe en Él. Cualquier exigencia que nos haga confiar en nuestra obra y no en la obra de Cristo significa el fin del evangelio.

Según los versículos 3-5, Pablo logra demostrar a los Gálatas quienes son realmente los judaizantes (los falsos hermanos de Jerusalén) y que es lo que está en cuestión en sus condiciones (la verdad del evangelio). Aunque esos predicadores hayan venido de Jerusalén, no significa que representen a los apóstoles de Jerusalén. Ellos son falsos hermanos cuyas exigencias respecto a circuncidarse y guardar las fiestas representan un evangelio diferente, que no es evangelio en absoluto (1:7).

El Encuentro con los Apóstoles

Finalmente, como expresan los versículos 6-10, Pablo describe su encuentro con los apóstoles. El versículo 6 manifiesta esa negación trascendente que Pablo mantuvo siempre: “Nada me enseñaron”. Recuerden 1:12: “No recibí el evangelio del hombre ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo”. Años después de su conversión, Pablo propagó su evangelio entre los apóstoles de Jerusalén, pero ellos no creyeron necesario agregarle nada.

Mucho más importante es su afirmación en los versículos 7-10. La segunda parte del versículo 9 dice: “Jacobo, Pedro y Juan…nos dieron a Bernabé y a mí la diestra del compañerismo, para que nosotros nos encargáramos de los gentiles y ellos de los circuncidados”. Esa era la unidad que Pablo deseaba tanto. No había ido en vano. Los judaizantes no representaban a los apóstoles de Jerusalén. El testimonio apostólico, fundamento de la iglesia, no estaba dividido. Era firme y sólido. Había una base fuerte y unida para dos grandes misiones, una para los judíos y la otra para los gentiles. Ese fue un gran día de misiones, un gran día para nosotros los gentiles. Pablo se mantuvo en su posición “a fin de resguardar la verdad del evangelio para vosotros”. Debería haber un cálido lugar en nuestro corazón para este gran hombre de Dios. Como antes lo había hecho su Maestro, él vivió y murió para que pudiéramos recibir el evangelio y nos salvemos.

Como conclusión, no piensen que el evangelio se lo deben al hombre, sino a Dios. No solo Dios concibió el evangelio antes de la creación del mundo (Efesios 1:4), no solo consumó el evangelio al enviar a su Hijo para que con su muerte redima nuestros pecados y luego resucitarlo de entre los muertos, sino que fue Dios quien eligió a los apóstoles y los designó para que prediquen el evangelio en su nombre. El versículo 8 dice que la razón por la cual los apóstoles de Jerusalén reconocieron a Pablo como apóstol fue porque “aquél que obró eficazmente para con Pedro…también obró eficazmente para con Pablo”. El nacimiento de Pablo fue obra de Dios (1:15). El llamado que Pablo recibió para que se convirtiera en apóstol fue obra de Dios (1:16). Cuando Pablo predicaba era obra de Dios (2 Corintios 5:20), (1 Corintios 15:10). Cuando Pablo rehusó someterse a los falsos hermanos, fue obra de Dios, “a fin d resguardar la verdad del evangelio para vosotros”. Concluyo con estas preguntas: Si antes de la creación del mundo, Dios obró en la muerte y resurrección de Jesús, en el Consejo de Jerusalén, durante los últimos 2000 años, y en mi mensaje de hoy, “a fin de resguardar la verdad del evangelio para vosotros”, ¿no los ama Dios a ustedes y los valora por su fe y obediencia? Si Dios obró de esta manera a fin de resguardar la verdad del evangelio para quienes lo necesitan, ¿no es un desafío único que se dediquen a la difusión del evangelio? A menos que Dios haya cambiado, si se comprometen a preservar y anunciar las buena nueva de Cristo a los demás, ¿se puede decir que Dios todopoderoso obrará en ustedes y para ustedes? Si es así, no serán una base resquebrajada de la verdad, sino un testimonio apostólico, unificado e inspirado divinamente, del acontecimiento más grande de la historia: el Hijo de Dios murió por nuestros pecados, fue enterrado y resucitó al tercer día para salvar para siempre a aquellos que creen en Él.



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