Adquiere sabiduría

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Revisión a fecha de 16:40 8 jun 2020; Kathyyee (Discusión | contribuciones)
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Por John Piper sobre Sabiduría

Traducción por Natalia Micaela Moreno


Proverbios 4:1-13
Creo que todos los hombres coinciden en esto: quieren ser felices. No todos están de acuerdo en qué es lo que trae la mayor felicidad, pero todos anhelan obtenerla. Y este anhelo no es malo. Es bueno. La maldad consiste en tratar de hallar felicidad de formas que desagradan y deshonran a Dios. La bondad consiste en encontrar felicidad de formas que agradan y honran a Dios. Podemos concebir un mundo en el que seamos llamados a hacer lo correcto a expensas de nuestra máxima felicidad. Pero ese "no" es el mundo en el que vivimos. Dios estableció este mundo de tal forma que hacer el bien a través de la fe en Cristo siempre lleva a mayor felicidad eventualmente. ¡No vivimos en un mundo donde debemos elegir entre nuestra eterna felicidad y la gloria de Dios! Dios ha creado este mundo y sus leyes morales de tal forma que mientras más elegimos glorificar a Dios, más felices seremos.

Contenido

Dios Nos Hizo Para Ser Eternamente Felices

Por supuesto que esto no significa que no hay disciplina, que no hay abnegación. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. "Porque" el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará" (Marcos 8:34-35, LBLA). Pero las palabras de Jesús dejan claro que la abnegación es un medio para salvar nuestras vidas. Esto significa simplemente que debemos parar de buscar nuestra felicidad de una forma y comenzar a buscarla de otra. Por lo tanto lo que separa a los cristianos del mundo no es que nos hayamos rendido en la búsqueda universal por la felicidad, sino que ahora buscamos nuestra felicidad en una fuente distinta y de formas distintas. Hemos aprendido de Jesús, "quien por el "gozo" puesto delante de Él soportó la cruz" (Hebreos 12:2, LBLA), que el gozo que buscamos podría requerir que elijamos sufrir por el amor de Cristo. Aún así nunca debemos volvernos autocompasivos porque "los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada" (Romanos 8:18, LBLA). Ni tampoco debemos volvernos arrogantes ya que sabemos que "la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza" (Romanos 5:3-4, LBLA)—esperanza de que Dios restaurará nuestra felicidad cien veces (Marcos 10:30). Así que no puedes presumir de tus sufrimientos ya que todos traerán nuestra mayor felicidad en Dios.

Así que considero que es una verdad grandiosa y maravillosa y liberadora que Dios nos hizo para ser eternamente felices. Y me ayuda en gran manera ver a la Biblia como la guía de Dios hacia el gozo. Deberíamos ver la Biblia como una receta divina sobre cómo ser curado de toda infelicidad. La medicina que prescribe no siempre es dulce, pero la cura que trae es gozo infinito y eterno en la diestra de Dios (Salmos 16:11, LBLA).

El punto de mi mensaje de esta mañana es que debemos "adquirir sabiduría." Deberíamos redoblar todos nuestros esfuerzos para volvernos más sabios mañana de lo que somos hoy. Y no hablo solo de estudiantes y graduados, sino de todos nosotros. La graduación de hoy en Belén me da la ocasión de decir algo que aplique a todos nosotros, y eso es, que la educación formal solo es un escalón en el proceso de volverse en una persona sabia. Tanto de la vida ha sido profesionalizado e institucionalizado que fácilmente caemos en la noción de que es la responsabilidad de alguna profesión o de alguna institución de impartirnos sabiduría. Pueden ver esta tendencia en el hecho de que continuar la educación en muchas esferas es considerado enteramente en términos de tomar cursos de profesionales en instituciones. Lo que esto parece implicar es que la sabiduría y el entendimiento son algo que se compra con tutorías y tarifas de clase, en lugar de ser un proceso de crecimiento diario, que dura toda la vida. Pero lo que quiero enfatizar esta mañana es que nunca debemos contentarnos con la sabiduría que adquirimos a través de la educación formal, y no debemos pensar que la única forma de ampliar nuestro entendimiento es tomando más cursos. Cuando el hombre sabio dice en Proverbios 4:5 (LBLA), "Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia", él no quiere decir "Ve a la escuela, toma más cursos." Eso podría ser parte del plan de Dios para ti. Pero para la mayoría de nosotros no lo es. Aún así el mandamiento nos dice a todos: "¡Adquiere sabiduría!" ¿Qué significa esto? ¿Como lo haremos? ¿Y por qué es tan importante?

¿Cuál es la Importancia de Adquirir Sabiduría?

Empecemos preguntándonos ¿por qué es tan importante? Ya vimos que todos los hombres buscan felicidad, y esto no es malo sino bueno. El motivo por el que adquirir sabiduría es importante es que es el conocimiento práctico mediante el cual ganamos esta felicidad verdadera y duradera. Proverbios 3:13 (LBLA) dice: "Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento." Proverbios 24:13–14 (LBLA) dice: "Come miel, hijo mío, porque es buena; sí, la miel del panal es dulce a tu paladar. Sabe que así es la sabiduría para tu alma; si la hallas, "entonces habrá un futuro, y tu esperanza no será cortada."" En otras palabras, a través de la sabiduría puedes abrirte camino hacia un futuro lleno de esperanza. Es la llave para la felicidad duradera. Proverbios 19:8 (LBLA) dice: "El que adquiere cordura ama su alma." En otras palabras, hazte un favor: ¡Adquiere sabiduría! ¡Adquiere Sabiduría! Proverbios 8:32–36 (LBLA) lo resume todo maravillosamente. Aquí la sabiduría misma habla y dice: "Ahora pues, hijos, escuchadme, porque bienaventurados son los que guardan mis caminos. .". Bienaventurado" el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando en los postes de mi entrada. Porque el que me halla, halla la "vida", y alcanza el "favor" del Señor. Pero el que peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian, aman la muerte." Si no hacemos nuestro objetivo el "adquirir sabiduría," sufriremos heridas y finalmente la muerte. Por lo tanto, el mandamiento, "Adquiere sabiduría; adquiere inteligencia," es muy importante. Como lo dice Proverbios 16:16 (LBLA): "Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata." Es una cuestión de vida o muerte. La felicidad eterna y máxima que todas las personas anhelan solo será encontrada por aquellos que primero "adquieran sabiduría."

Digo que la felicidad "máxima" y "eterna" es lo que traerá la sabiduría, porque quiero enfatizar que no toda la felicidad viene de la verdadera sabiduría. Proverbios 15:21 (LBLA) dice: "La necedad es alegría para el insensato." Nuestra sed por felicidad es insaciable en este mundo, y si no tenemos la sabiduría para buscarla en Dios, entonces encontraremos cualquier sustituto que podamos hallar en el mundo. Los terroristas la pueden encontrar disparando a presidentes y papas. Los ejecutivos la pueden encontrar trepando la escalera corporativa. Los atletas rompiendo récords mundiales. Los eruditos publicando libros. Los apostadores la pueden encontrar en Reno. Los músicos vendiendo millones de discos. Las fuentes en donde la gente busca felicidad aparte de Dios son innumerables: bebida, drogas, sexo, bronceados, televisión, tubing, comiendo, hablando, caminando, etc., etc. Pero la felicidad que estas cosas traen no es verdadera y duradera. No es máxima y eterna. No es el gozo para el que fuimos hechos. Y, por lo tanto, nos dejan insatisfechos, frustrados, incompletos, sabiendo que debe haber algo más. Pero esa felicidad eterna y máxima que anhelamos solo se puede hallar por la sabiduría. Por lo tanto es supremamente importante que "adquiramos sabiduría."

¿Qué es la Sabiduría?

Bien, ¿qué es? ¿Cuáles son las características de la persona que la tiene? La primera característica todos la conocen: "El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia" (Proverbios 9:10, LBLA). La sabiduría que lleva a la vida y al gozo máximo comienza conociendo y temiendo a Dios. Recordarán de hace dos semanas en el mensaje "Una Mujer Que Teme al Señor Debe Ser Admirada," que temer al Señor significa temer alejarse de Él. Significa temer buscar refugio, y gozo, y esperanza en cualquier otro lugar que no sea Dios. Significa mantener en mente que un perspectiva temerosa es parar de confiar y depender de Dios para satisfacer nuestras necesidades. Temer al Señor es, por lo tanto, el principio de la sabiduría no solo en el sentido de que es el primer paso para vivir de forma sabia, sino también en el sentido de que todas las características anteriores de la sabiduría fluyan desde el temor de Dios como un río fluye desde una fuente.

Veamos algunos ejemplos. Proverbios 11:2 (LBLA) dice: "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los "humildes" está la sabiduría." La persona sabia está caracterizada por la humildad. La persona que es soberbia no teme al Señor, que odia los espíritus arrogantes y por lo tanto no puede avanzar a la primera base de la sabiduría. Sino que la persona que teme al Señor es humilde, porque depende de Dios para todo y teme tomar crédito por sí misma por lo que "Dios" hace. La humildad, a su vez, es fundamental para los otros aspectos de la sabiduría divina porque la humildad se puede enseñar y está abierta a cambio y crecimiento. A la persona arrogante no le gusta admitir sus errores y su necesidad por crecimiento. Pero la persona humilde está abierta a consejo y razón, y lista para ser corregida y seguir la verdad.

La humildad, a diferencia de la arrogancia, no reniega cuando se le manda a hacer algo. Y esto es esencial para el avance de la sabiduría, porque Moisés nos enseñó que la sabiduría consiste en conocer y cumplir los mandamientos de Dios. Deuteronomio 4:5–6 (LBLA): "Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el Señor mi Dios me ordenó, para que los cumpláis . . . Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra "sabiduría" y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos." Y Jesús dijo lo mismo acerca de sus propias palabras: "Cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca" (Mateo 7:24, LBLA). Una buena definición de sabiduría divina, por lo tanto, sería: escuchar y practicar la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es una receta divina sobre cómo ser curado de toda infelicidad. La sabiduría es es conocimiento práctico de cómo alcanzar esa felicidad. Por lo tanto, la sabiduría es escuchar y practicar la Palabra de Dios. Pero las únicas personas que harán esto son las personas que humildemente se apoyan en Dios por ayuda y temen buscar felicidad en cualquier lado que no sea Él. Por lo tanto, el temor del Señor es el principio y la fuente de toda sabiduría verdadera.

Pero algo más debe decirse sobre la naturaleza de esta sabiduría. No es suficiente decir que es escuchar humildemente y practicar la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios no se aplica específicamente a cada dilema humano. Lo ilustraremos con un famoso ejemplo de la vida de Salomón (1 Reyes 3:16–28, LBLA). Por ese tiempo dos mujeres que eran rameras, vinieron al rey y se presentaron delante de él. Y una de las mujeres dijo: "Oh, mi señor, yo y esta mujer vivimos en la misma casa; y yo di a luz estando con ella en la casa. Y el hijo de esta mujer murió durante la noche, porque ella se durmió sobre él. Entonces ella se levantó a medianoche, tomó a mi hijo de mi lado mientras tu sierva estaba dormida y lo puso en su regazo, y a su hijo muerto lo puso en mi regazo. Cuando me levanté al amanecer y lo observé con cuidado por la mañana, vi que no era mi hijo." Entonces la otra mujer dijo: "No, pues mi hijo es el que vive y tu hijo es el muerto." Así hablaban ellas delante del rey. Entonces el rey dijo: "Ambas dicen que el niño que vive es suyo. Voy a resolver el asunto; Traedme una espada." Y trajeron una espada al rey y dijo: "Partid al niño vivo en dos, y dad la mitad a una y la otra mitad a la otra." Entonces la mujer de quien era el niño vivo habló al rey: "Oh, mi señor, dale a ella el niño vivo, y de ninguna manera lo mates." Pero la otra decía: "No será ni mío ni tuyo; partidlo." Entonces el rey respondió y dijo: Dad el niño vivo a la primera mujer. Ella es la madre." La historia concluye con esta observación: "Cuando todo Israel oyó del juicio que el rey había pronunciado, temieron al rey, porque vieron que la sabiduría de Dios estaba en él para administrar justicia." (1 Reyes 3:28, LBLA).

No había mandamiento bíblico que le dijera a Salomón qué hacer cuando dos rameras reclaman el mismo bebé. Por lo tanto, la sabiduría debe ir más allá de conocer y practicar la Palabra de Dios. La sabiduría debe incluir un juicio o discernimiento maduro y sensitivo sobre cómo el temor del Señor debe resolverse en todas las circunstancias no tratadas específicamente en la Biblia. Tiene que haber lo que Pablo llama en Romanos 12:2 (LBLA) una "renovación de la mente" que puede examinar y aprobar la voluntad de Dios. Él llama a esto "sabiduría espiritual" en Colosenses 1:9 (LBLA): "No hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda "sabiduría y comprensión espiritual"." Por supuesto, la sabiduría que sigue la Palabra de Dios y la sabiduría que discierne la forma de actuar cuando no hay una palabra clara por parte de Dios no están separadas. Es precisamente saturando nuestras mentes y corazones con la Palabra de Dios que ganamos la sabiduría espiritual para guiarnos en toda situación.

Así que resumiendo, cuando la Biblia dice, "Adquiere sabiduría," se refiere al conocimiento práctico de cómo alcanzar la felicidad verdadera y duradera. Comienza con el temor del Señor y consiste en escuchar humildemente y practicar la voluntad de Dios percibida tanto en las Escrituras como en las circunstancias únicas del momento. Tal sabiduría es esencial porque la persona que la tiene encuentra vida y gozo, pero la persona que no la tiene encuentra muerte y miseria. Por lo tanto, "¡Adquiere sabiduría!" ¡Adquiere Sabiduría!

¿Cómo Podemos Adquirir Sabiduría?

Ahora finalmente quiero mencionar cinco instrucciones bíblicas sobre "cómo" adquirir esta sabiduría. "Primero, desea "la sabiduría con todas tus fuerzas Proverbios 4:8 (LBLA) dice: "Estímala, y ella te ensalzará; ella te honrará si tú la abrazas." Estas no son palabras baratas. "Estimar" algo y abrazar a alguien son signos de deseo intenso y amor. La sabiduría debe "ser valiosa" para nosotros. Debemos estar dispuestos a venderlo todo con tal de comprarla: "si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos" (Proverbios 2:4, LBLA). Bienaventurado el graduado que camina a través de la línea de graduación más hambriento de sabiduría que cuando ingresó a la escuela, porque será satisfecho.

"Segundo", ya que la sabiduría se encuentra en la Palabra de Dios, debemos aplicarnos en el estudio y la meditación para conocer la Palabra y practicarla. "La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, "que hace sabio al sencillo"." (Salmos 19:7, LBLA). Por lo tanto, debemos dedicarnos a conocer y entender los testimonios del Señor. Y aquí encomiendo no solo estudiar fielmente la Biblia, sino también leer regularmente los grandes libros de la teología e interpretación bíblica, libros que destilan la sabiduría de los más grandes estudiantes del mundo en los últimos 1900 años.

Bien, sé lo que están pensando: No tengo el tiempo o la capacidad de llegar a ningún lado en libros como esos. Así que quiero mostrarles algo realmente alentador. Cuando mi pastor me mostró esto hace cerca de cuatro años, cambió mi vida. La mayoría de nosotros no aspira a llegar muy lejos en nuestra lectura porque no sentimos como si hubiera esperanza en absoluto. Pero escuchen esto. Supongamos que lees alrededor de 250 palabras por minuto y que decides dedicar solo 15 minutos al día para lectura teológica seria para profundizar tu entendimiento de la verdad bíblica. En un año (365 días) habrás leído por 5.475 minutos. Multiplica eso por 250 palabras por minuto y obtienes 1.368.750 palabras por año. Bien, la mayoría de los libros tienen entre 300 y 400 palabras por página. Así que si tomamos las 350 palabras por página y las dividimos por las 1.368.750 palabras por año obtenemos 3.910 páginas por año. Esto significa que con 250 palabras por minuto, durante 15 minutos al día, ¡puedes leer cerca de 20 libros tamaño promedio al año! Cuando oí esto, fui a casa, analicé mi día, y aparté los 15 minutos justo antes de la cena para leer el gran libro de Jonathan Edwards, Original Sin. Y lo hice en un par de meses. Y entonces seguí con algo más. Estaba absolutamente exaltado: leyendo lo que pensé que nunca podría alcanzar, en un espacio de 15 minutos que habría desperdiciado de todas formas. Por lo tanto, te aliento, hay esperanza. Elige algunos clásicos que siempre hayas querido leer ("Confesiones, o La Ciudad de Dios" de san Agustín; La institución de la religión cristiana de Juan Calvino; Comentarios de Gálatas o La Esclavitud de la Voluntad de Martín Lutero; El progreso del peregrino de John Bunyan; Los Afectos Religiosos de Jonathan Edwards; etc.), y aparta 15 minutos, quizás justo antes de irte a dormir, para leer. No serás la misma persona el año que viene a estas alturas. Tu mente se habrá abierto, tu corazón agrandado, tu celo vuelto más ferviente. Y sobre todo, habrás crecido en sabiduría. Y puede que no pase mucho hasta que alguien diga de ti: "Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; arroyo que fluye, la fuente de sabiduría" (Proverbios 18:4, LBLA).

La "tercera" cosa que debemos hacer para conseguir sabiduría es orar. Salomón no nació como un hombre sabio. Él oró por sabiduría y Dios dijo: "Porque has pedido esto y no has pedido para ti larga vida, ni has pedido para ti riquezas, ni has pedido la vida de tus enemigos, sino que has pedido para ti inteligencia para administrar justicia, he aquí, he hecho conforme a tus palabras" (1 Reyes 3:11, LBLA). Y Daniel admitió que no había sabiduría en sí mismo (Daniel 2:30), pero dijo: "A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y alabo, porque me has dado sabiduría y poder, y ahora me has revelado lo que te habíamos pedido, pues el asunto del rey nos has dado a conocer" (2:23, LBLA). Y hemos visto como Pablo oró para que las iglesias adquirieran "sabiduría espiritual" (Colosenses 1:9, LBLA) y que pudieran tener "espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él" (Efesios 1:17, LBLA). Y finalmente, Santiago lo aclara tanto como podríamos desear: "Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios," (Santiago 1:5, LBLA). La sabiduría que lleva a la felicidad verdadera y duradera no es natural o innata. Es sobrenatural. Es un regalo de Dios. Por lo tanto, si queremos "adquirir sabiduría," debemos orar.

La "cuarta" instrucción bíblica sobre cómo obtener sabiduría es pensar frecuentemente de tu muerte. O para ponerlo de otra forma, pensar en lo corto de esta vida y en lo infinito de la siguiente. Salmos 90:12 (LBLA) dice: "Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría." Pocos pensamientos hay que purguen nuestras prioridades de percepciones vanas y mundanas como el pensamiento de nuestra inminente muerte. ¡Oh, qué limpieza es reflexionar sobre el tipo de vida que nos gustaría mirar hacia atrás cuando lleguemos a morir! Hay gran sabiduría en una meditación así. Por lo tanto, piensa seguido acerca de tu muerte.

"Finalmente", hay una última cosa, absolutamente esencial para hacer si quieres "adquirir sabiduría": debes venir a Jesús. Él dijo a la gente de su tiempo, "La Reina del Sur se levantará con esta generación en el juicio y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí" (Mateo 12:42, LBLA). Qué eufemismo. ¡Claro que mucho más grande que Salomón! Salomón habló la sabiduría de Dios. Jesús es la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24, 30). Otros han hablado verdad; Él es la verdad. Otros han apuntado el camino a la vida; Él es el camino y la vida (Juan 14:6). Otros han hecho promesas, pero "tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí" (2 Corintios 1:20, LBLA). Otros han ofrecido el perdón de Dios; Jesús lo compró con su muerte. Por lo tanto, en Él "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Colosenses 2:3, LBLA). Conocer, amar y seguir a Jesús es poseer el tesoro de la felicidad máxima y eterna. Por lo tanto, el mandamiento, "Adquiere sabiduría," significa primero y ante todo "¡Ven a Jesús! ¡Ven a Jesús!" en quien se esconden todos los tesoros de la sabiduría.


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