Andemos por el Espíritu

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English: Let Us Walk by the Spirit

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Four Sermons on the Holy Spirit

Traducción por Wendy M. Soto

 

Gálatas 5:25
Este es la segundo de una serie de mensajes sobre el Espíritu Santo. La semana pasada tratamos la causa del nuevo nacimiento. Argumenté, usando el pasaje Juan 3:5-8, que la naturaleza humana, con la cual todos nacemos, no entrará en el reino de Dios sin cambiar. Se llama este cambio nacer de nuevo, y lo que significa esto es que el Espíritu de Dios crea algo nuevo; nos quita el corazón de piedra que se rebela contra Dios, y nos da un corazón nuevo que tiene fe en Dios y que sigue su camino; o, en otras palabras, el Espíritu Santo se establece como el nuevo y predominante principio de nuestra vida. "Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es". Es decir, lo procreado del Espíritu tiene la naturaleza del Espíritu, se impregna del carácter del Espíritu, es animado por el Espíritu. Ese cambio se debe completamente a la obra de gracia libre del Espíritu, antes que a algún acto de fe redentor de nuestra parte. El nuevo nacimiento no es por nuestra fe; por el contario, nuestra fe es por el nuevo nacimiento. "Nadie puede venir [al Hijo] si no se lo ha concedido el Padre" (Juan 6:65). Por lo tanto, la vida que tenemos en Cristo se debe completamente a la obra del Espíritu de Dios, y no tenemos causa de ser vanagloriosos de ninguna forma. Vivimos por el Espíritu.

¿Y ahora qué? Gálatas 5:25 declara concisamente lo que debe ser nuestro próximo paso. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." Pablo está completamente de acuerdo con Jesucristo que es por la obra del Espíritu Santo que hemos recibido vida nueva. "Aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, Dios nos dio vida juntamente con Cristo. . . …Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús (Efesios 2:5, 10; Colosenses 2:13). Así como dijo una vez Dios, "Sea la luz," y hubo luz, también "es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo." (2 Corintios 4:6). Pablo, en Gálatas 5:25, saca una deducción sobre cómo empezó nuestra vida nueva en Cristo: si empezó con el Espíritu, entonces toda nuestra vida subsiguiente debe ser llevado a cabo por el Espíritu (vea Gálatas 3:1-5). Si nuestra vida espiritual llegó a ser por el libre y soberano poder del Espíritu, entonces se debe vivir la vida nueva por este mismo libre y soberano poder. "Andar por el Espíritu" significa que debemos hacer todo lo que hacemos cada día por el Espíritu; vivir cada detalle de nuestra vida, desde desperatarnos en la mañana hasta dormirnos en la noche, por el poder autorizante del Espíritu. ¿Pero qué significa eso, en términos prácticos? ¿Cómo podemos "andar por el Espíritu"?
Observemos unas cosas en el contexto inmediato de Gálatos 5 y combinarlas con otras Escrituras para contestar esta pregunta tan completamente como posible. Concluiré por describir cinco cosas que se necesita para andar por el Espíritu.

¿Cómo podemos andar por el Espíritu?
La frase "andar por el Espíritu" ocurre no solamente en verso 25 sino también en verso 16: "Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne." Así aquí vemos el opuesto de andar por el Espíritu, a saber, ceder frente a los deseos de la carne. Recuerden que la "carne" es la vieja naturaleza ordinaria a que no le gustan las cosas de Dios y prefiere obtener satisfacción por independencia, poder, prestigio, y placeres materiales. Cuando "andamos por el Espíritu," no estamos controlados por esos deseos. Esto es lo que significa verso 17: la carne produce un tipo de deseo, y el Espíritu produce otro, y se oponen. Andar por el Espíritu es lo que hacemos cuando los deseos producidos por el Espíritu son más fuertes que los producidos por la carne. Esto significa que "andar por el Espíritu" no es algo que hacemos para obtener ayuda del Espíritu, sino que, así como implica la frase, es algo que hacemos por la autorización del Espíritu.

A la larga, todas las buenas tendencias o preferencias o deseos que tenemos son dados por el Espíritu Santo. Aparte del Espíritu somos mera carne. Y como dijo Pablo en Romanos 7:18, "Yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno." Aparte de las influencias benévolas del Espíritu Santo, ninguna de nuestras tendencias o deseos es santo ni bueno, "ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo" (Romanos 8:7). El nuevo nacimiento entra en nuestra vida por el Espíritu Santo para crear una nueva colección de deseos y amores y anhelos. Y cuando estos deseos son más fuertes que los deseos contarios de la carne, entonces estamos "andando por el Espíritu." Porque siempre actuamos según nuestros deseos más fuertes.
Por lo tanto, "andar por el Espíritu" es algo que el Espíritu Santo nos autoriza hacer produciendo al dentro los deseos que son de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto es lo que dijo que haría Dios en Ezequiel 36: 26,27:
               Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. . . 
               Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.
Así cuando "andamos por el Espíritu," experimentamos el cumplimiento de esta profecía. El Espíritu Santo produce al dentro de nosotros el deseo de seguir el camino de Dios, lo cual es más fuerte que nuestro deseo carnal, y así nos causa seguir los preceptos de Dios.
Guiado por el Espíritu y no bajo la Ley
Eso entonces explica las dos secciones del próximo verso en Gálatas 5, verso 18: "Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley." Considerando lo que hemos visto, es fácil de entender como Pablo podía cambiar de la frase "andar por el Espíritu" en verso 16, a "ser guiado por el Espíritu" en verso 18. La frase "ser guiado por el Espíritu," simplemente hace más concreto la iniciativa del Espíritu en la vida cristiana. Nosotros no lo guiamos; él nos guía a nosotros. Nos está guiando por los deseos más fuertes que nos despierta por dentro. "Andar por el Espíritu" y ser "guiado por el Espíritu" se refieren a la misma cosa. "Ser guiado por el Espíritu" enfatiza la iniciativa y la autorización del Espíritu. "Andar por el Espíritu" enfatiza nuestro comportamiento resultante. El Espíritu nos guía creando el deseo de obedecer al Dios, y andamos cumpliendo esos deseos en acción.
Esto explica, entonces, porque no estamos "bajo la ley" como dice el verso 18. "Pero si sois guiados por el Espíritu (ej., guiado por él a obeceder la ley), no estáis bajo la ley." No estamos "bajo la ley" en dos sentidos. En primer lugar, no estamos bajo la condemnación de la ley porque estamos cumpliendo el requisito justo de la ley. Eso es lo que quería decir Pablo en Romanos 8:4 cuando dijo que Cristo se murió "para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." Cuando andamos por el Espíritu, cumplimos con el requisito básico de la ley y por eso no estamos bajo de su condemnación. El según sentido por lo cual no estamos bajo de la ley cuando "andamos por el Espíritu" o somos "guiados por el Espíritu" es que no pasamos estracheces ni sentimos la carga de la ley demandándonos lo que no deseamos hacer. Cuando el Espíritu nos guía produciendo al dentro deseos píos, entonces el mando de Dios no es una carga sino una alegría. Así de esta manera también, andar por el Espíritu nos libera de estar bajo de la ley. "Donde está el Espíritu del Señor, hay libertad" (2 Corintios 3:17).
Obras de la carne y el fruto del Espíritu
Si leemos los versos 19-24 que siguen, encontramos otra expresión sobre el Espíritu que confirme y amplia lo que hemos visto hasta el momento sobre "andar por el Espíritu." En estos versos Pablo contrasta las "obras de la carne" (19-21) con el "fruto del Espíritu" (22-23). El opuesto de hacer las "obras de la carne" es "dando el fruto del Espíritu." Esto es precisamente el mismo contraste que vimos en el verso 16: "Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne." Hacemos las "obras de la carne" cuando "cumplimos el deseo de la carne." El "fruto del Espíritu" es lo que aparece en nuestra vida cuando "andamos por el Espíritu." Por lo tanto lo que tenemos en estos versos son tres imagenes de la obra del Espíritu en nuestra vida: "andar por el Espíritu" en verso 16, "ser guiado por el Espíritu" en verso 18, y dar "el fruto del Espíritu" en verso 22.
¿Por qué se refiere Pablo al "fruto del Espíritu" en vez de las "obras del Espíritu" para corresponder a las "obras de la carne"? Dado lo que hemos visto hasta el momento, creo que es porque Pablo no quiere dar la impresión que lo que produce el Espíritu es nuestra obra. No esnuestra obra; es el fruto suyo . Lo que hacemos cuando andamos por el Espíritu es simplemente cumplir con los deseos producidos por el Espíritu. ¿Y qué mejor manera hay para describir la facilidad de seguir nuestros deseos más fuertes que decir que es como tener el fruto del Espíritu escaparse de nuestras acciones y actitudes? Por lo tanto, así como la frase "guiado por el Espíritu," la frase "fruto del Espíritu" enfatiza la iniciativa y la autorización del Espíritu en cumplir con la ley de Dios.
Ame a su vecino
La última cosa que queremos notar en estos versos sobre "andando por el Espíritu" es que básicamente se refiere a un tipo de comportamiento: comportamiento amable. La primera cosa que se menciona sobre el fruto del Espíritu en verso 22 es el amor. Esto se enfatiza aún más en los versos 13 y 14:
               Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne,

               sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: "Amarás a tu

               projimo como a ti mismo."

Así como las obras de la carne y el fruto del Espíritu se contrastan en versos 19-23, también ceder a la carne y servirse por el amor se contrastan in versos 13 y 14. Esto demuestra que el amor es el estilo de vida que abarca todo para la persona que da el fruto del Espíritu, es guiado por el Espíritu, y anda por el Espíritu. Esto es confirmado por la referencia a la ley en verso 14 y en verso 18. En verso 18, "Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley." En verso 14, "Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." Por lo tanto, amar al prójimo y ser guiado por el Espíritu (o andar por el Espíritu) son casi sinóminos.
Casi. Pero hay una diferencia decisivo que nos debe hacer agradecidos que Pablo nos enseñó sobre el Espíritu Santo. Si lo único que jamás nos dijeron fue "Ame a su prójimo," probablemente hubiéramos tratado de hacerlo nuestros mismos y convertido el amor en una obra de la carne. Sabemos que esto ocurre porque en 1 Corintios 13:3 Pablo nos dice:

               Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor,

               de nada me aprovecha.
¡Nada! Escucha detenidamente. Esto es totalmente importante para su vida. Pero es entendido por poquísimos. Es posible emprender los actos de sacrificio más grandes y aún no gustar a Dios. Regalar todos los bienes y su propria vida también, y no llegar a ser nada en los ojos de Dios. Es posible ser exaltado por el mundo como el filántrope más grande o el mártir más devoto y aún no gustar a Dios. ¿Por qué? ¡Porque lo que le gusta a Dios es andar por el Espíritu y ser guiado por el Espíritu y dar el fruto del Espíritu! El gran problema en la vida cristiana moderna no es aprender las cosas correctas que hacer sino aprender como hacer las cosas correctas. El problema no es descubrir como parece el amor, sino descubrir como amar por el Espíritu. Para Pablo, si llegamos a la vida por la obra libre y soberano del Espíritu, es crucial que aprendamos andar por la obra libre y soberano del Espíritu. En vista de la soberanía del Espíritu que nos guía para donde dispone por los deseos más fuertes que crea dentro de nosotros, ¿qué debemos hacer? ¿Qué, muy prácticamente, está involucrado en obedecer el mando, "Anda por el Espíritu?"
Cinco medidas a tomar para andar por el Espíritu
Déjame concluir mencionando cinco medidas que debemos tomar para que se puede decir verdaderamente que andamos por el Espíritu.

1. Admitir
Primero, debemos admitir del corazón que somos incapaces de hacer el bien aparte de la autorización del Espíritu Santo. Como dijo Pablo en Romanos 7:18, "Yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno." ¿Qué quería decir Jesús cuando dijo en Juan 15:5, Separados de mí nada podéis hacer?" Claro que podemos hacer algo sin Jesús: ¡podemos pecar! Pero eso es lo único que podemos hacer. Así, la primera medida de andar por el Espíritu es: admitir esta verdad y dejarlo tener su efecto devastador en nuestro orgullo. No podemos hacer nada que le gusta a Dios sin la autorización constante del Espíritu.

2. Orar
Segundo, ya que nos promete en Ezequiel 36:27 que Dios pondrá dentro de nosotros su Espíritu y hará que andemos en sus estatutos, ore que se lo hace por su tremendo poder. Muchos de ustedes conocen la experienca gloriosa y liberadora de tener un deseo irresistible para pecar vencido por un deseo nuevo y más fuerte para Dios y su camino. Y cuando mira atrás, ¿a quién atribuye Ud. ese deseo nuevo? ¿De dónde vino? Vino del Espíritu Santo misericordioso. Por lo tanto, déjanos orar como hizo Pablo en 1 Tesalonicenses 3:12 por ese fruto principal del Espíritu: "Y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros." Y oremos como hizo el escritor a los hebreos en Hebreos 13:21,

               Y ahora que el Dios de paz . . os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando El en nosotros

               lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo.

Si es solo Dios que hace en nosotros lo que es agradable delante de él, entonces sobretodo, debemos orar. Crea en mí, o Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí (Salmos 51:10).
3. Tener fé
La tercera medida involucrado en andar por el Espíritu es la fé. Debemos creer que ya que llegamos bajo del dominio misericordioso del Espíritu de Dios, "el pecado no tendrá dominio sobre nosotros" (Romanos 6:14). Esta confidencia es lo que trataba decir Pablo cuando dijo "nos consideramos muertos para el pecado, pero vivos para Dios" (Romanos 6:11). Simplemente contamos con el hecho que el Espíritu que nos hizo vivos cuando estábamos muertos en pecado desea que seamos santos y tiene el poder para lograr lo que desea. Tal vez recuerda que en uno de mis sermones sobre la oración, dije que una de las cosas para que nosotros los creyentes podemos orar confé absoluta que Dios la hará es nuestra santificación, la cual es el mismo que ser guiado por el Espíritu. Podemos hacer esto porque sabemos que Dios causará que sus hijos sean guiados por el Espíritu. Y lo sabemos por causa del verso Romanos 8:14, donde dice Pablo que no puede ser hijo de Dios a menos que es guiado por el Espíritu. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios." Si Ud. es hijo de Dios, tiene una promesa sólida e inquebrantable que Dios le dará el triunfo sobre los deseos poderosos de la carne. Una palabra de aviso: No prejuzgue la coordinación de la obra del Espíritu Santo. Por qué libera a una persona en una noche pero trae otra a la libertad tras de meses de lucha es un misterio oculto de nuestros ojos por ahora.

4. Actuar
Después de admitir su impotencia sin Él, orado por su autorización, y tenido fé que le liberará, la cuarta medida en andar por el Espíritu es actuar en la manera que sabe es la correcta. Aviso: esto no es la medida número uno. Si fuera la medida número uno, todas nuestras acciones serían obras de la carne, y no fruto del Espíritu. Solamente después de haber pedido la autorización del Espíritu y habernos metido con confidencia en su promesa y poder para trabajar dentro de nosotros, trabajaremos con todas nuestras fuerzas. Solamente cuando actuamos con preparación espiritual, podremos decir con Pablo en 1 Corintios 15:10, 

               Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien he trabajado mucho más

               que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí.

O en Gálatas 2:20, "Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí" (ve también Romanas 15:18, 19). Una persona que ha admitido su impotencia, orado por la autorización de Dios para hacer bien, y cedado su mismo con confidencia a la soberanía del Espíritu Santo tiene este incentivo asombroso para hacer rectitud, a saber, la confidencia que, no importa el acto recto que haga, es el Dios todopoderoso quien trabaja en él, dándole el deseo y el poder para hacerlo. Es un señal de prejuicio precipitado cuando una persona dice, "Pues, si el Espíritu es soberano y yo no puedo hacer bien sin su autorización, más vale que me quede aquí haciendo nada. Hay dos cosas equivocadas en esa frase: es autocontradictioria, y no es bíblica. Es contradictorio decir, "Que me quede aquí haciendo nada." Si escoja sentarse en su silla mientras que la casa se incendia, ha escogido hacer algo, tanto como la persona que escoge levantarse y salvarse a su mismo y a los otros. ¿Por qué pensaría que una alternativa es más inconsistente con la soberanía de Dios que la otra? Además, tal frase no es bíblica porque en Filipenses 2:12 y 13 dice,

               Amados míos, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor (¡lévantate de la silla, la casa se está

               incendiendo!) porque (no "a pesar de" sino "porque") Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como

               el hacer, para su beneplácito.

Es un gran incentivo, no un desánimo, que todos nuestros esfuerzos para hacer lo correcto es la obra del Dios todopoderoso dentro de nosotros. Por lo menos para mí mismo, cuando las cosas se presentan difíciles, me da mucho ánimo que cualquier esfuerzo que haga para hacer bien as un señal de la misericordia de Dios obrando en mí. El que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado" (1 Pedro 4:11). ¡Gloria a Dios!
5. Agradecer
La última medida en andar por el Espíritu es agradecer a Dios por cualquiera virtud realizada o cualquier buen acto desempeñado. Si sin el Espíritu no podemos hacer nada correcto, entonces debemos no solamente pedir su autorización sino también agradecerle cuando lo hagamos. Solamente un ejemplo de 2 Corintios 8:16: Pablo dice, "Pero gracias a Dios que pone la misma solicitud por vosotros en el corazón de Tito." Tito amaba a los Corintios. ¿De dónde vino? Dios lo puso en su corazón. Fue un fruto del Espíritu. ¿Entonces que hace Pablo? Agradece a Dios. Y Tito lo debe hacer, también. ¡Gracias a Dios que pone amor en nuestros corazones!
"Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." Admitamos del corazón que no podemos gustar a Dios sin la autorización constante del Espíritu. Oremos por esa autorización. Tengamos confianza en la promesa y el poder del Espíritu para darnos esa autorización. Entonces hagamos lo que sabemos es correcto. Y después de hacerlo, digamos con todos los santos, "No yo, sino el Espíritu de Cristo en mí." ¡Gracias a Dios! ¡Gloria a Dios para siempre jamás! Amen.


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