Ayunar por la recompensa del Padre

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De modo que Jesús no nos está enseñando si debemos ayunar o no. Está suponiendo que lo haremos, y nos enseña cómo hacerlo, pero sobre todo, como no hacerlo.  
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Si el ayuno ha de ser incorporado en nuestras vidas como forma de buscar la plenitud de Dios (Efesios 3:19), es necesario que sepamos cómo no debemos hacerlo. Esto incluye consejos físicos para no poner en peligro nuestros cuerpos, y enseñanzas espirituales para no poner en peligro nuestras almas. Desde el punto de vista físico, pondré a vuestra disposición un pequeño documento escrito por un doctor en medicina que habló con nosotros cuando estuve en Orlando (EE.UU), el pasado diciembre.
Si el ayuno ha de ser incorporado en nuestras vidas como forma de buscar la plenitud de Dios (Efesios 3:19), es necesario que sepamos cómo no debemos hacerlo. Esto incluye consejos físicos para no poner en peligro nuestros cuerpos, y enseñanzas espirituales para no poner en peligro nuestras almas. Desde el punto de vista físico, pondré a vuestra disposición un pequeño documento escrito por un doctor en medicina que habló con nosotros cuando estuve en Orlando (EE.UU), el pasado diciembre.

Revisión de 16:00 27 sep 2012

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English: Fasting for the Father's Reward

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Por John Piper sobre Ayuno
Una parte de la serie A Hunger for God

Traducción por Pilar Daza Pareja


Mateo 6:16-18

Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Contenido

Introducción

Carl Lundquist fue presidente del Bethel College and Seminary durante casi 30 años. Falleció hará unos cuatro años de cáncer de piel. En la última década de su vida dedicó gran cantidad de energía a estudiar y promocionar la devoción espiritual personal y las disciplinas de la vida cristiana.

Incluso fundó la que él llamó "Orden Evangélica del corazón ardiente" y comenzó a distribuir una carta de inspiración y estímulo. En la carta de septiembre de 1989 contaba la historia de cómo comenzó a tomarse el ayuno seriamente.

Mi propia reflexión acerca del ayuno como disciplina espiritual empezó como resultado de la visita que hice al Dr. Joon Gon Kim en Seúl, Corea. ¿Es cierto – le pregunté – que usted estuvo 40 días ayunando antes de comenzar la cruzada de evangelización en 1980? Si – me respondió – es cierto. El Dr. Kim era el presidente de la cruzada que se esperaba que atrajera a un millón de personas a la Plaza Yoido. Pero seis meses antes de la reunión la policía le informó que le revocaban el permiso para la cruzada. Por esas fechas Corea se encontraba en una gran agitación política, y Seúl se hallaba bajo la ley marcial. Los oficiales decidieron que no podían correr el riesgo de permitir que se congregara tanta gente en un solo lugar. De modo que el Dr. Kim y algunos de sus compañeros se dirigieron a una montaña a orar y allí pasaron 40 días ante Dios, en oración y ayuno por la cruzada. Luego volvieron, y se dirigieron a la comisaría de policía. ¡Oh! – dijo el oficial cuando vio al Dr. Kim – ¡hemos cambiado de opinión y puede celebrar su reunión!
De camino al hotel me di cuenta que nunca había ayunado de esa forma. Tal vez nunca había deseado una obra de Dios con esa misma intensidad. Su cuerpo se encuentra marcado por los muchos ayunos de 40 días que realizó durante su extenso liderazgo de la obra de Dios en Asia. Pero también, sin embargo, yo no he visto los milagros que ha visto el Dr. Kim.

El Dr. Lundquist prosiguió con el relato de uno de los retiros de "El corazón ardiente" que dirigía, en el cual observó que un veterano seminarista no estaba comiendo. Le preguntó si se encontraba bien, y el estudiante le contó que se encontraba al final del vigésimo primer día de ayuno total como parte de la busqueda de la guía de Dios para el siguiente capítulo de su vida.

El Dr. Lundquist dijo que en los posteriores años de su ministerio encontró que un ayuno modificado a la semana le resultaba muy útil en su vida y en su trabajo. En su carta escribió:

En lugar de tomarme una hora para almorzar, utilizo ese tiempo para acudir a una sala de oración, generalmente la sala Flame, en el cercano establecimiento del Bethel Theological Seminary. Allí paso mi pausa para el almuerzo en compañía de Dios y en oración. Y he aprendido una dimensión muy personal acerca de la afirmación de Jesús: "Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis"

Esto es similar a lo que he pedido que hagan al grupo de los "Fasting Forty[1]" durante el mes de febrero: ayunar durante 24 horas una vez a la semana.

"Cuando ayunéis", no "Si ayunáis"

Uno de los textos que motivó al Dr. Lundquist en aquellos últimos años de su vida era que estamos analizando esta mañana: Mateo 6:16–18. Lo que captó más su atención de este texto fueron las palabras del versículo 16: "Y cuando ayunéis...". Como tantos otros, el Dr. Lundquist observó que no dice: "Si ayunáis", sino "cuando ayunéis". Y llegó a la conclusión, al igual que lo he hecho yo, y como lo han hecho la mayoría de los comentaristas, de que Jesús asumió que ayunar era algo bueno y que sus discípulos lo harían. Eso es lo que vemos en Mateo 9:15: "vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán".

De modo que Jesús no nos está enseñando si debemos ayunar o no. Está suponiendo que lo haremos, y nos enseña cómo hacerlo, pero sobre todo, como no hacerlo.

La Hipocresía: Un Peligro al Ayunar

Si el ayuno ha de ser incorporado en nuestras vidas como forma de buscar la plenitud de Dios (Efesios 3:19), es necesario que sepamos cómo no debemos hacerlo. Esto incluye consejos físicos para no poner en peligro nuestros cuerpos, y enseñanzas espirituales para no poner en peligro nuestras almas. Desde el punto de vista físico, pondré a vuestra disposición un pequeño documento escrito por un doctor en medicina que habló con nosotros cuando estuve en Orlando (EE.UU), el pasado diciembre.

"Ya han recibido su recompensa"

Pero más importante que eso es la advertencia de Jesús acerca del peligro espiritual de ayunar de forma incorrecta, que sobre lo que trata este texto. Jesús nos previene de lo que no debemos hacer, para luego decirnos lo que debemos hacer.

En el versículo 16 nos advierte que no debemos ser como los hipócritas: "Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando". De modo que los hipócritas son personas que realizan sus disciplinas espirituales "para que los hombres les vean". Esta es la recompensa que los hipócritas esperan, pero ¿quién no ha sentido lo gratificante que es que se nos admire por nuestra disciplina, nuestro celo o nuestra devoción?. Esto es una gran recompensa entre los hombres. Hay pocas cosas más gratas a nuestro corazón de humanos caídos en desgracia, que ser apreciados por nuestros logros, especialmente por nuestros logros espirituales.

Por ello Jesús dice en la parte final del versículo 16: "En verdad os digo que ya han recibido su recompensa". Dicho en otras palabras, si esa es la recompensa que buscáis cuando ayunáis, entonces eso será lo que obtengáis, y sólo eso. O mejor aún, el peligro de la hipocresía es que sí da resultados. Su objetivo es la alabanza de los hombres, y lo consigue, pero eso es todo.

¿Por qué es hipocresía?

Pero, preguntemos por qué es hipocresía. Vemos aquí a personas creyentes que deciden ayunar. En lugar de ocultarlo, hacen manifiesto que están ayunando. ¿Y eso por qué es hipocresía? ¿Por qué no es hipocresía ayunar pero a la vez ungir tu cabeza y lavarte el rostro, y no permitir que nadie sepa que estás ayunando? ¿Acaso una definición de hipocresía no sería aparentar externamente que se es diferente a como se es internamente? De modo que estos creyentes dejan que la realidad aparezca, ¿no es cierto? Son lo opuesto a los hipócritas. Ayunan, y se nota que ayunan. No engañéis a nadie, sed auténticos. Si ayunáis, haced que se note que ayunáis.

Pero Jesús les llama hipócritas. ¿Por qué? Porque el corazón que incita al ayuno, supuestamente es un corazón de Dios. Eso es lo que quiere decir ayunar: sentir en el corazón un fuerte anhelo por Dios. Pero el corazón que les incita al ayuno es un corazón deseoso de la admiración de otros seres humanos. De modo que son abiertos y transparentes con relación a lo que están haciendo, pero esa misma transparencia engaña respecto a lo que sienten. Si verdaderamente quisiesen ser abiertos, deberían llevar un cartel colgado al cuello que dijera: "La recompensa final por mi ayuno es la alabanza de los hombres" Entonces no serían hipócritas. Serían abierta y transparentemente presumidos.

Aquí tenemos dos peligros en los que han caído estas personas que ayunan: una es que en el ayuno persiguen la recompensa equivocada, es decir, la estima de otras personas, a éstas les encantan los elogios de los hombres. Y la otra es que la ocultan fingiendo amor por Dios. El ayuno significa amor a Dios, anhelo de Dios. De forma que con sus acciones dicen que sienten ese anhelo de Dios, pero interiormente sólo sienten el deseo de ser admirados y aceptados por otras personas. Ese es el dios que les satisface.

Una forma alternativa de ayunar

En los versículos 17 y 18 Jesús nos da una alternativa a esta forma de ayunar, es la forma como Él quiere que se haga. Dice:

Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

En la Biblia encontramos todo tipo de ayuno en público, hasta en el Nuevo Testamento, como por ejemplo en Hechos 13:1-3 y 14:23. Si alguien descubre que estás ayunando, no has pecado. El mérito de tu ayuno no se pierde si alguien se da cuenta que te has saltado el almuerzo. Es posible ayunar con otras personas, por ejemplo cuando, reunidos en un retiro espiritual a la búsqueda del Señor, nuestro personal ayuna. En este caso es posible ayunar de esta manera y no para "ser visto por los hombres". Ser visto ayunando y ayunar para ser visto son dos cosas distintas. Ser visto ayunando es un simple evento externo. Ayunar PARA SER VISTO es una motivación de autocomplacencia del corazón.

Jesús prueba la realidad de Dios en nuestras vidas.

De modo que Jesús nos da instrucciones para probar nuestros corazones. Nos dice que durante el ayuno no nos esforcemos para que nos vean. De hecho, debemos procurar que sea lo contrario: que no nos vean. Arreglaos el pelo y lavaos el rostro para que en la medida de lo posible la gente ni siquiera sepa que estáis ayunando.

Pero va más allá y dice que vuestro objetivo es ser visto por Dios y no por el hombre. "Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". Ayunad para que seáis vistos por Dios en secreto.

Lo que Jesús hace aquí es probar la realidad de Dios en nuestros corazones. Es fácil llevar a cabo actos religiosos cuando otras personas nos están viendo: predicar, rezar, ir a la iglesia, leer la biblia, realizar actos de bondad y caridad, etc. La razón de este no es solo los elogios que podemos conseguir, sino, de manera más sutil, la sensación de que la verdadera eficacia de nuestros actos espirituales se encuentra en el eje horizontal entre la gente, y no en el eje vertical con Dios. El que los chicos me vean rezar a la hora de las comidas les hará bien. El que los empleados me vean ayunar puede inspirarles a ayunar. El que mi compañero de habitación me vea leyendo la Biblia puede inspirarle para que lea la suya. En otras palabras, creemos que el merito de nuestra devoción es el efecto horizontal que ejerce sobre los que nos ven.

Eso no es del todo malo. El peligro es que toda nuestra vida empieza a ser justificada y comprendida únicamente a nivel horizontal, por el efecto que puede tener sobre quienes nos observan. Y de esta forma Dios puede llegar a convertirse en una persona secundaria en nuestras vidas. Creemos que Él es importante porque estas son la clase de cosas que quiere que hagamos. Pero Él en si mismo está dejando de ser el foco principal de la película.

Así pues, Jesús pone a prueba nuestros corazones para ver si Dios lo es todo cuando nadie conoce lo que hacemos. Cuando nadie nos dice: ¿Qué tal llevas el ayuno? Nadie lo sabe, ¡sólo Dios! Jesús hace un llamado para que llevemos a cabo una orientación radical hacia Dios. Nos impulsa a que tengamos una relación real, totalmente auténtica y personal con Dios. Si Dios no es real para vosotros será deprimente soportar algo difícil donde Dios es el único que lo sabe. Se verá como algo sin sentido y muy ineficiente, porque el amplio rango de posibilidades horizontales se anularía ya que nadie sabe lo que estás experimentando. Lo único que importa es Dios, quién es, lo que piensa y lo que hará.

La promesa de Jesús a aquellos cuyo centro es Dios

Y esto nos lleva a la última parte del versículo 18 y a la promesa que Jesús hace acerca de lo que Dios hará por aquellos que se centran verticalmente en él y que no necesitan de los elogios de otras personas para hacer que su devoción valga la pena. Dice: "y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".

Probablemente la palabra "recompensará" en la LBLA (La Biblia de Las Américas) sea un tanto materialista. Parece sugerir un acuerdo de negocios: hacemos el trabajo de ayunar y Dios nos paga un salario. Pero eso no necesariamente está implícito en la palabra que simplemente significa "devolver" o "hacer una devolución". En algunos lugares puede ser dinero, en otros puede ser justicia, y en otros puede ser la misericordiosa respuesta de Dios por un acto de fe y de oración. Creo que eso es de lo que hablamos aquí.

Dios nos ve ayunando. Ve que tenemos una profunda añoranza que nos arrastra con mucha rapidez. Ve que nuestro corazón no busca los placeres corrientes de la admiración y el elogio de los hombres. Ve que no actuamos con la fuerza de impresionar a otros con nuestra disciplina, sino con la debilidad de expresar a Dios nuestra necesidad y nuestro gran anhelo de que actúe. Y cuando Él lo ve, responde. Actúa. En estas últimas semanas de ayuno le hemos visto actuar de formas extraordinarias. Gente que no creía en el evangelio, abrirse a él. Gente que no aceptaba la reconciliación, abrirse. Gente que desde hacía mucho tiempo era poco entusiasta e indiferente, despertar a la grandeza de Dios y de su salvación.

¿En qué consiste la "recompensa" que Jesús nos promete?

Pero, ¿en qué consiste ese pago o recompensa que Jesús nos promete de parte del Padre? ¿Puede ser "el elogio de los hombres"? Haríamos de Dios un ingenuo si intentásemos utilizarlo de forma indirecta para obtener lo que verdaderamente deseamos en lugar de Él, como es el elogio de los hombres. Esa no es la recompensa que Él nos da.

¿Puede ser dinero? El siguiente versículo (v. 19) nos advierte acerca de acumular tesoros en la tierra (ya sean dados por Dios o no) y dice que acumulemos tesoros en el cielo, donde no existe ninguna moneda terrenal salvo la fe y el amor.

No, el mejor lugar para encontrar la recompensa por nuestro ayuno es el Sermón de la montaña. Por ejemplo, la oración que Jesús nos enseñó en Mateo 6:9-13 comienza con tres anhelos principales: Que el nombre de Dios sea santificado o reverenciado, que venga a nosotros su reino, que se haga su voluntad en la tierra así como se hace en el cielo. Esa es la principal recompensa que Dios nos da por nuestro ayuno. Ayunamos por nuestro anhelo de que el nombre de Dios se conozca, se aprecie y se honre; anhelamos que su dominio se extienda y se consuma en la historia y anhelamos que su poder prevalezca en todas partes, con la misma devoción y energía que los infatigables ángeles muestran a toda hora en el cielo por siempre jamás.

Porque seguro que Él nos otorga muchas cosas específicas a través del ayuno. Y no está mal buscar su ayuda en todas las áreas de nuestra vida a través del ayuno. Pero estas tres peticiones: santificar su nombre, buscar su reino y hacer su voluntad, son las que establecen la prueba para ver si las otras cosas que anhelamos son expresiones de esta. ¿Queremos que nuestros hijos e hijas se salven porque esto santifica el nombre de Dios? ¿Queremos que Corea del Norte se abra con el propósito de que avance el reinado de Jesús? ¿Queremos gobernantes rectos porque la voluntad santa y revelada de Dios está en juego? ¿Queremos que Belén resurja y se despierte con el poder, el amor y el gozo divino porque glorifica el nombre de Dios, hace avanzar su reino y nos acerca a su voluntad?

Esto es lo que Jesús quiere que hagamos: un ayuno definitivamente orientado hacia Dios. De modo que por el bienestar de vuestra propia alma, y como respuesta a Jesús, por la venida del reino de Dios y del gran propósito salvador para glorificar su nombre, uníos a los "Fasting Forty", arreglad vuestro cabello y lavad vuestro rostro y dejad que el Padre, que nos ve en secreto, vea como abris vuestros corazones de anhelo por Él mediante el ayuno. El Padre, que os ve en secreto os colmará de recompensas para vuestra alegría y para su gloria.


  1. El Fasting Forty es un grupo de 40 personas a quienes se les pedía que ayunasen durante un día a la semana en un mes dado de 1995. Podía ser gente diferente de un mes a otro, o los mismos que repetían. (Tomado de: http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/fasting-for-the-kings-coming).N.T.

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