Bostezamos porque nos olvidamos

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<p>De todas las maravillas del mundo, las monta&ntilde;as m&aacute;s empinadas, los ca&ntilde;ones m&aacute;s espectaculares, los oc&eacute;anos m&aacute;s anchos, ninguno se compara con el Hijo enviado del cielo. Si pensamos que hemos visto el verdadero alcance de qui&eacute;n es &eacute;l, nos enga&ntilde;amos No podemos comprender cu&aacute;n asombroso es &eacute;l. &iquest;Lo hemos olvidado? &iquest;Cu&aacute;ndo fue la ultima vez que Jes&uacute;s te hipnotiz&oacute;?</p>
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<p>De todas las maravillas del mundo, las monta&ntilde;as m&aacute;s empinadas, los ca&ntilde;ones m&aacute;s espectaculares, los oc&eacute;anos m&aacute;s anchos, ninguna se compara con el Hijo enviado del cielo. Si pensamos que hemos visto el verdadero alcance de qui&eacute;n es &Eacute;l, nos enga&ntilde;amos. No podemos comprender cu&aacute;n asombroso es. &iquest;Lo hemos olvidado? &iquest;Cu&aacute;ndo fue la ultima vez que Jes&uacute;s te hipnotiz&oacute;?</p>
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<p>Si ya no nos cautiva, no es porque &eacute;l carece de algo. "&Eacute;l es el resplandor de la gloria de Dios y la huella exacta de su naturaleza, y sostiene el universo con el poder de su palabra" (Hebreos 1: 3). Jes&uacute;s irradia la belleza y el valor de Dios, personificando la sabidur&iacute;a infinita, la justicia, la fuerza y el amor perfectamente y para siempre. Lleva todos los continentes, planetas y galaxias con menos de un me&ntilde;ique, con solo sonido de su voz.</p>
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<p>Si ya no nos cautiva, no es porque carezca de algo. "Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder" (Hebreos 1:3, LBLA). Jes&uacute;s irradia la belleza y el valor de Dios, personificando la sabidur&iacute;a infinita, la justicia, la fuerza y el amor perfectamente y para siempre. Lleva todos los continentes, planetas y galaxias con menos de un me&ntilde;ique, con solo el sonido de su voz.</p>
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<p>&Eacute;l ordena que cada ola del Oc&eacute;ano Pac&iacute;fico se eleve o descienda seg&uacute;n le plazca. Alimenta cada comida de la cada urraca azul y colibr&iacute;, y decide la altura y el tono de cada hoja de hierba en cada terreno de la tierra. Siete mil millones de personas tomar&aacute;n su pr&oacute;ximo aliento porque, y solo porque, &eacute;l se lo da (Hechos 17:25).</p>
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<p>&Eacute;l ordena que cada ola del Oc&eacute;ano Pac&iacute;fico se eleve o descienda seg&uacute;n le plazca. Alimenta cada urraca azul y colibr&iacute;, y decide la altura y el tono de cada hoja de hierba en cada terreno de la tierra. Siete mil millones de personas tomar&aacute;n su pr&oacute;ximo aliento porque, y solo porque, &eacute;l se lo da (Hechos 17:25).</p>
<p>Y, sin embargo, a menudo bostezamos.</p>
<p>Y, sin embargo, a menudo bostezamos.</p>
<p><strong>Cuando no pod&iacute;amos ver</strong></p>
<p><strong>Cuando no pod&iacute;amos ver</strong></p>
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<p>A veces bostezamos porque olvidamos lo que significa verlo todo. Nacimos tan ciegos que incluso el resplandeciente brillo de su gloria no pudo penetrar (2 Corintios 4: 4). Satan&aacute;s ha tapiado cada astilla de cada ventana en nuestros corazones. Nuestras retinas vieron todo lo que ven ahora y, sin embargo, nada. Vimos la faz de la realidad, pero perdimos la fuente de la realidad. Pero luego el Autor de la visi&oacute;n nos dio una nueva receta y nos present&oacute;, verdaderas maravillas, por primera vez.</p>
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<p>A veces bostezamos porque olvidamos lo que significa ver. Nacimos tan ciegos que incluso el resplandeciente brillo de su gloria no podía penetrar (2 Corintios 4:4). Satan&aacute;s había tapiado cada astilla de cada ventana en nuestros corazones. Nuestras retinas veían todo lo que ven ahora y, aun así, no veían nada. Veíamos la superficie de la realidad, pero no la fuente de la realidad. Pero entonces, el Creador de la vista nos dio una nueva receta y nos present&oacute;, por primera vez, verdaderas maravillas.</p>
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<p>"Dios, que dijo:" Dejad que de la luz resplandezca las tinieblas ", ha resplandecido en nuestros corazones para iluminaci&oacute;n del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Corintios 4: 6). Si la luz ha inundado tu coraz&oacute;n, Dios la coloc&oacute; all&iacute;. Dios termin&oacute; con tu dolorosa b&uacute;squeda de felicidad y repar&oacute; las piezas destrozadas de tu coraz&oacute;n. &Eacute;l corri&oacute; las cortinas del pecado y la verg&uuml;enza, mantuvo el resplandor de su Hijo y envi&oacute; su Esp&iacute;ritu para que abrieras tus ojos m&aacute;s y m&aacute;s hacia &eacute;l mismo.</p>
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<p>"Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo" (2 Corintios 4:6). Si la luz ha inundado tu coraz&oacute;n, Dios la coloc&oacute; all&iacute;. Dios termin&oacute; con tu dolorosa b&uacute;squeda de felicidad y repar&oacute; las piezas destrozadas de tu coraz&oacute;n. &Eacute;l corri&oacute; las cortinas del pecado y la verg&uuml;enza, sostuvo en alto el resplandor de su Hijo y envi&oacute; su Esp&iacute;ritu para que abrieras tus ojos m&aacute;s y m&aacute;s hacia &Eacute;l mismo.</p>
<p>Cuando abras la Biblia buscando a Jes&uacute;s, recuerda que no todos pueden verlo como t&uacute;. Si supi&eacute;ramos lo que se nos han dado, no lo dar&iacute;amos por sentado, no bostezar&iacute;amos. Temblar&iacute;amos, nos regocijar&iacute;amos y lo contemplar&iacute;amos a trav&eacute;s de su palabra.</p>
<p>Cuando abras la Biblia buscando a Jes&uacute;s, recuerda que no todos pueden verlo como t&uacute;. Si supi&eacute;ramos lo que se nos han dado, no lo dar&iacute;amos por sentado, no bostezar&iacute;amos. Temblar&iacute;amos, nos regocijar&iacute;amos y lo contemplar&iacute;amos a trav&eacute;s de su palabra.</p>
<p><strong>&iquest;Cu&aacute;ndo pudiste ver?</strong></p>
<p><strong>&iquest;Cu&aacute;ndo pudiste ver?</strong></p>
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<p>Tambi&eacute;n bostezamos ante Cristo porque no nos damos tiempo para hacernos preguntas.</p>
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<p>Tambi&eacute;n bostezamos ante Cristo porque no nos damos tiempo para maravillarnos.</p>
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<p>&iquest;Cu&aacute;ndo lo viste por primera vez? Para cada seguidor de Jes&uacute;s, hubo un tiempo en que pas&oacute; de lo interesante a lo deslumbrante, de lo intrigante a lo asombroso, de lo inspirador a todo, del gran hombre al mismo Dios. Cuando nos alimentamos de su palabra esas primeras semanas, comimos como si nunca hubi&eacute;ramos tenido una comida de verdad. Cuando bebimos el agua viva de su pozo, apenas nos detuvimos para respirar. Al igual que el hombre que vendi&oacute; todo lo que ten&iacute;a, encontramos nuestra perla de gran precio, nuestro tesoro sin comparaci&oacute;n. <em>&iquest;No era maravilloso?</em></p>
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<p>&iquest;Cu&aacute;ndo lo viste por primera vez? Para cada seguidor de Jes&uacute;s, hubo un tiempo en que pas&oacute; de lo interesante a lo deslumbrante, de lo intrigante a lo asombroso, de lo inspirador a todo, del gran hombre al mismo Dios. Cuando nos alimentamos de su palabra esas primeras semanas, comimos como si nunca hubi&eacute;ramos tenido una comida de verdad. Cuando bebimos el agua viva de su pozo, apenas nos detuvimos para respirar. Al igual que el hombre que vendi&oacute; todo lo que ten&iacute;a, encontramos nuestra perla de gran precio, nuestro tesoro sin comparaci&oacute;n. <em>&iquest;No fue maravilloso?</em></p>
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<p>Perdemos esa sensaci&oacute;n de asombro cuando no nos damos tiempo para mirar. &iquest;Cu&aacute;n extravagante podr&iacute;a verse si solo le damos unos minutos aqu&iacute; y all&aacute;? Mil cosas m&aacute;s se comen los preciosos minutos que sol&iacute;amos pasar a sus pies. Si Satan&aacute;s no puede evitar que veamos la luz de Cristo, har&aacute; todo lo que pueda para dirigir nuestra atenci&oacute;n a otra parte, para fijar nuestros ojos en cualquier cosa que no sea Jes&uacute;s.</p>
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<p>Perdemos esa sensaci&oacute;n de asombro cuando no nos damos tiempo para contemplar. &iquest;Cu&aacute;n extravagante podr&iacute;a parecernos si tan solo le diéramos unos minutos aqu&iacute; y all&aacute;? Mil cosas m&aacute;s se comen los preciosos minutos que sol&iacute;amos pasar a sus pies. Si Satan&aacute;s no puede evitar que veamos la luz de Cristo, har&aacute; todo lo que pueda para dirigir nuestra atenci&oacute;n a otra parte, para fijar nuestros ojos en cualquier cosa que no sea Jes&uacute;s.</p>
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<p>Si queremos ver las maravillas en &eacute;l, si queremos que nos quite el aliento nuevamente, tendremos que mantener a Satan&aacute;s (y a todos y todo lo dem&aacute;s) a raya el tiempo suficiente cada d&iacute;a para ver.</p>
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<p>Si queremos ver las maravillas en &Eacute;l, si queremos que nos quite el aliento nuevamente, tendremos que mantener a Satan&aacute;s (y a todos y todo lo dem&aacute;s) a raya el tiempo suficiente cada d&iacute;a para poder ver.</p>
<p><strong>Encantador e implacable</strong></p>
<p><strong>Encantador e implacable</strong></p>
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<p>Da tu vida a mirar a Jes&uacute;s en su palabra, y no te aburrir&aacute;s, y no lo ver&aacute;s todo. "&Eacute;l es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Si bostezamos, la culpa es nuestra.</p>
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<p>Entrega tu vida a mirar a Jes&uacute;s en su palabra, y no te aburrir&aacute;s, y no lo ver&aacute;s todo. "&Eacute;l es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Si bostezamos, la culpa es nuestra.</p>
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<p>Hay m&aacute;s poder en &eacute;l que en todas las olas en todos los oc&eacute;anos. Hay m&aacute;s sabidur&iacute;a en &eacute;l que en todas las universidades del mundo. Hay m&aacute;s pureza en &eacute;l que en la mejor perla o diamante. Hay m&aacute;s coraje en &eacute;l que en los soldados m&aacute;s valientes en las guerras m&aacute;s feroces. Hay m&aacute;s gentileza en &eacute;l que en una madre con su reci&eacute;n nacido. Hay m&aacute;s justicia en &eacute;l que cualquier tribunal o juez humano. Hay m&aacute;s amor en &eacute;l de lo que hemos conocido o sentido. Y ese poder, esa sabidur&iacute;a, ese amor, ese <em>resplandor</em>, vino a la tierra y muri&oacute; por ti, "haciendo las paces con la sangre de su cruz" (Colosenses 1:20).</p>
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<p>Hay m&aacute;s poder en &Eacute;l que en todas las olas en todos los oc&eacute;anos. Hay m&aacute;s sabidur&iacute;a en &Eacute;l que en todas las universidades del mundo. Hay m&aacute;s pureza en &Eacute;l que en la mejor perla o diamante. Hay m&aacute;s valor en &Eacute;l que en los soldados m&aacute;s valientes en las guerras m&aacute;s feroces. Hay m&aacute;s ternura en &Eacute;l que en una madre con su reci&eacute;n nacido. Hay m&aacute;s justicia en &Eacute;l que en cualquier tribunal o juez humano. Hay m&aacute;s amor en &Eacute;l de lo que hemos conocido o sentido jamás. Y ese poder, esa sabidur&iacute;a, ese amor, ese <em>resplandor</em>, vino a la tierra y muri&oacute; por ti, "haciendo la paz por medio de la sangre de su cruz" (Colosenses 1:20).</p>
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<p>&Eacute;l es maravilloso y hermoso, justo y poderoso, maravilloso y santo. &iquest;No es &eacute;l?</p>
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<p>&Eacute;l es maravilloso y hermoso, justo y poderoso, maravilloso y santo. ¿No es cierto?</p>

Última versión de 13:38 18 dic 2019

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Por Marshall Segal sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Adriana Blasi

Descubriendo la maravilla de Cristo

De todas las maravillas del mundo, las montañas más empinadas, los cañones más espectaculares, los océanos más anchos, ninguna se compara con el Hijo enviado del cielo. Si pensamos que hemos visto el verdadero alcance de quién es Él, nos engañamos. No podemos comprender cuán asombroso es. ¿Lo hemos olvidado? ¿Cuándo fue la ultima vez que Jesús te hipnotizó?

Si ya no nos cautiva, no es porque carezca de algo. "Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder" (Hebreos 1:3, LBLA). Jesús irradia la belleza y el valor de Dios, personificando la sabiduría infinita, la justicia, la fuerza y el amor perfectamente y para siempre. Lleva todos los continentes, planetas y galaxias con menos de un meñique, con solo el sonido de su voz.

Él ordena que cada ola del Océano Pacífico se eleve o descienda según le plazca. Alimenta cada urraca azul y colibrí, y decide la altura y el tono de cada hoja de hierba en cada terreno de la tierra. Siete mil millones de personas tomarán su próximo aliento porque, y solo porque, él se lo da (Hechos 17:25).

Y, sin embargo, a menudo bostezamos.

Cuando no podíamos ver

A veces bostezamos porque olvidamos lo que significa ver. Nacimos tan ciegos que incluso el resplandeciente brillo de su gloria no podía penetrar (2 Corintios 4:4). Satanás había tapiado cada astilla de cada ventana en nuestros corazones. Nuestras retinas veían todo lo que ven ahora y, aun así, no veían nada. Veíamos la superficie de la realidad, pero no la fuente de la realidad. Pero entonces, el Creador de la vista nos dio una nueva receta y nos presentó, por primera vez, verdaderas maravillas.

"Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo" (2 Corintios 4:6). Si la luz ha inundado tu corazón, Dios la colocó allí. Dios terminó con tu dolorosa búsqueda de felicidad y reparó las piezas destrozadas de tu corazón. Él corrió las cortinas del pecado y la vergüenza, sostuvo en alto el resplandor de su Hijo y envió su Espíritu para que abrieras tus ojos más y más hacia Él mismo.

Cuando abras la Biblia buscando a Jesús, recuerda que no todos pueden verlo como tú. Si supiéramos lo que se nos han dado, no lo daríamos por sentado, no bostezaríamos. Temblaríamos, nos regocijaríamos y lo contemplaríamos a través de su palabra.

¿Cuándo pudiste ver?

También bostezamos ante Cristo porque no nos damos tiempo para maravillarnos.

¿Cuándo lo viste por primera vez? Para cada seguidor de Jesús, hubo un tiempo en que pasó de lo interesante a lo deslumbrante, de lo intrigante a lo asombroso, de lo inspirador a todo, del gran hombre al mismo Dios. Cuando nos alimentamos de su palabra esas primeras semanas, comimos como si nunca hubiéramos tenido una comida de verdad. Cuando bebimos el agua viva de su pozo, apenas nos detuvimos para respirar. Al igual que el hombre que vendió todo lo que tenía, encontramos nuestra perla de gran precio, nuestro tesoro sin comparación. ¿No fue maravilloso?

Perdemos esa sensación de asombro cuando no nos damos tiempo para contemplar. ¿Cuán extravagante podría parecernos si tan solo le diéramos unos minutos aquí y allá? Mil cosas más se comen los preciosos minutos que solíamos pasar a sus pies. Si Satanás no puede evitar que veamos la luz de Cristo, hará todo lo que pueda para dirigir nuestra atención a otra parte, para fijar nuestros ojos en cualquier cosa que no sea Jesús.

Si queremos ver las maravillas en Él, si queremos que nos quite el aliento nuevamente, tendremos que mantener a Satanás (y a todos y todo lo demás) a raya el tiempo suficiente cada día para poder ver.

Encantador e implacable

Entrega tu vida a mirar a Jesús en su palabra, y no te aburrirás, y no lo verás todo. "Él es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Si bostezamos, la culpa es nuestra.

Hay más poder en Él que en todas las olas en todos los océanos. Hay más sabiduría en Él que en todas las universidades del mundo. Hay más pureza en Él que en la mejor perla o diamante. Hay más valor en Él que en los soldados más valientes en las guerras más feroces. Hay más ternura en Él que en una madre con su recién nacido. Hay más justicia en Él que en cualquier tribunal o juez humano. Hay más amor en Él de lo que hemos conocido o sentido jamás. Y ese poder, esa sabiduría, ese amor, ese resplandor, vino a la tierra y murió por ti, "haciendo la paz por medio de la sangre de su cruz" (Colosenses 1:20).

Él es maravilloso y hermoso, justo y poderoso, maravilloso y santo. ¿No es cierto?


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